La boda de Silvana y Gibrán fue una de esas celebraciones íntimas y encantadoras que se quedan grabadas en el corazón para siempre. Tuve la suerte de ser el filmmaker elegido para documentar este día tan especial, celebrado en un pequeño jardín familiar en un rincón pintoresco de Xochimilco, en la Ciudad de México.
Desde el momento en que llegué, supe que sería un día mágico. El jardín, decorado con flores y luces cálidas, creaba un ambiente acogedor y romántico. Silvana, con su vestido sencillo pero elegante, irradiaba felicidad mientras se preparaba rodeada de sus seres queridos. Gibrán, por su parte, estaba visiblemente emocionado, intentando mantener la calma antes de la ceremonia.
La ceremonia se llevó a cabo bajo un hermoso arco de flores, con el sonido suave del viento y los murmullos de los invitados como telón de fondo. Mientras Silvana caminaba hacia el altar, los ojos de Gibrán se llenaron de lágrimas de alegría, y fue en ese instante cuando capturé una de mis escenas favoritas: una mirada llena de amor y promesas.
Antes de la ceremonia, aprovechamos que la luz era muy suave para la sesión de fotos. Una bella y rústica casa, con sus rincones encantadores y su naturaleza exuberante, ofrecía el escenario perfecto. Silvana y Gibrán, tomados de la mano y sonriendo, se movían con una naturalidad y complicidad que hacía mi trabajo aún más gratificante. Cada risa, cada susurro y cada beso eran un testimonio del amor genuino que compartían.
La recepción fue una extensión perfecta de la ceremonia: íntima y llena de detalles personales. Los discursos de los amigos y familiares resonaban con historias de amor, risas y momentos compartidos. Hubo un momento especialmente emotivo cuando los amigos y familiares de Silvana y Gibrán hablaron sobre cómo habían visto crecer su amor a lo largo de los años.
La noche avanzó con música, baile y mucha alegría. Las luces colgantes iluminaban las sonrisas y los abrazos, y el jardín se convirtió en un escenario de celebración pura. Mientras capturaba estos momentos, no pude evitar sentirme agradecido por ser testigo de una historia tan hermosa.
Al final, mientras revisaba las tomas, me di cuenta de que había capturado no solo imágenes, sino también emociones y recuerdos que Silvana y Gibrán atesorarán para siempre. Fue un privilegio ser parte de su boda y tener la oportunidad de contar su historia a través de mi lente.