La forestación urbana tiene otros impactos positivos en la vida de los seres humanos. Entre las áreas a las que aportan sus beneficios se encuentran la economía, el comportamiento social y la salud humana. A continuación, información relevante sobre cada una de estas áreas.
Una vivienda con árboles aumenta su valor entre un 5% y un 20% (ONUAA, 2016; ISA, 2018). Esto representa un beneficio para el vendedor de la vivienda y para el municipio; este último, por los recaudos que recibe por la compraventa de la propiedad inmueble.
Las viviendas que se encuentran cerca de parques o espacios abiertos se valoran entre un 8% y un 20% más alto que las propiedades comparables (University of Washington, 2018).
Se promueve la economía local cuando en los espacios verdes urbanos se establecen y patrocinan negocios, como por ejemplo: venta de alimentos o artesanías, o alquiler de medios de transporte, como bicicletas.
El uso de espacios verdes, por ejemplo, los parques urbanos, generan ganancias mediante el cobro de la entrada o del estacionamiento de los vehículos de motor.
Investigaciones científicas han demostrado el efecto positivo de los árboles en el comportamiento social de las personas. Estudios realizados por Kuo & Sullivan (2001) en zonas pobres de Chicago (EE.UU.), demostraron una reducción en la violencia, una reducción en las llamadas a la Policía para su intervención en actos violentos y una mayor interacción entre los residentes de edificios que contaban con áreas verdes y árboles, en comparación con aquellos que residían en edificios que carecían de este tipo de área. Esto debido a que los espacios verdes con árboles contribuyeron a dar un mayor sentido de pertenencia y a reducir la fatiga mental de estas personas. Por su parte, Sugiyama et al. (2008) encontraron que la cohesión social[1] percibida y la interacción social se relacionaron de forma significativa con el verdor de la comunidad, es decir, el verdor comunitario promovió la interacción entre las personas y su sentido de pertenencia. Asimismo, en un estudio realizado por de Vries et al. (2013) en Holanda, encontraron una relación entre la calidad y cantidad del verdor urbano y la cohesión social. Indicó la Dra. Frances Kuo (en Rodríguez, 2017) que:
“En los espacios más verdes las investigaciones hallan personas más generosas y sociables. Se encuentran lazos más fuertes entre los vecinos, más confianza mutua y disposición a ayudar a otros… en ambientes con menor naturaleza se ven altos grados de agresión, violencia, crímenes y pobreza. También se detectan individuos más solitarios y que se quejan más de sus problemas”.
[1] Cohesión social– Se refiere a las normas y valores compartidos, un sentido de comunidad por la existencia de relaciones de amistad positivas y sentimientos de pertenencia y aceptación de cada individuo.
Una variedad de estudios demuestra que el contacto con la naturaleza ayuda a mejorar la salud física y mental (Rodríguez, 2017). Por ejemplo, un estudio realizado por el Dr. David Nowak, de la Universidad de Syracuse (N.Y., EE.UU.) en el 2014 (en Rodríguez, 2017), encontró que, las zonas con gran cantidad de árboles mantenían el aire más limpio, lo que evitó que 670,000 personas padecieran problemas respiratorios. Asimismo, estudios realizados por la Dra. Franes Kuo (en Rodríguez, 2017), indican que “la recuperación de enfermedades físicas y mentales también es más fácil en individuos que pasan más tiempo en ambientes donde hay mucho verdor natural”.
Ulrich, R. (2002) encontró que pacientes de un hospital en Pensilvania (EE.UU.) que interaccionaron de forma pasiva en áreas verdes que contenían arbustos y árboles o cuya habitación tenía una vista que permitía la contemplación de áreas verdes con árboles, se recuperaron de forma más rápida, utilizaron menos medicamentos contra el dolor y tuvieron una menor cantidad de complicaciones postoperatorias que aquellos pacientes cuya habitación tenía vista a una pared de ladrillos. Esto fue debido a la reducción en el estrés de estos pacientes y una mayor sensación de calma y bienestar. Asimismo, menciona Franklin (2012) que se ha encontrado que los empleados de los hospitales que trabajan en áreas cerradas, como un sótano o donde no hay ventanas, igualmente visitan las áreas verdes de ese hospital para reducir su estrés y relajarse.
En otros asuntos relacionados a la salud, Li, Q. (2010) encontró que las personas que con frecuencia llevaban a cabo “baños de bosque” (forest bathing, “Shinrinyoku” o “inmersión en la naturaleza”) presentaban una mejoría en su sistema inmunológico; igualmente, Thompson et al. (2012) encontraron que en estas personas se observaba una reducción en sus niveles de estrés y Alcock et al. (2014) encontraron que también mejoraba su salud mental. Por su parte, Hansen et al. (2017) evaluaron investigaciones científicas publicadas entre 2007 a 2017, que demostraron que esta práctica también contribuía a mejorar el funcionamiento de los sistemas cardiovascular y respiratorio, el estado de ánimo de aquellos que padecían depresión o ansiedad o lograr una mejor relajación mental.
Un estudio realizado por de Vries et al. (2013) en Holanda encontró una relación entre la calidad y cantidad del verdor urbano y la percepción de tener una mejor salud física y mental. Otro estudio realizado por Li & Sullivan (2016) en cinco (5) escuelas superiores del estado de Illinois (EE.UU.), encontró que los estudiantes cuyo salón tenía vista hacia áreas verdes con árboles, podían recuperar su capacidad para prestar atención a la clase y recuperarse del estrés de forma más rápida que aquellos estudiantes que se encontraban en un salón con vista al estacionamiento o en un salón que no tenía ventanas.