En el marco de nuestra propuesta se emplea en lugar del concepto interdisciplinariedad, el concepto de intermedialidad y transmedialidad, los cuales proponen un diálogo directo con la presencia de los medios tecnológicos en la escena, así como con los otros medios expresivos que participen en la creación. Ambos conceptos nos parecen más adecuados para el desarrollo de los objetivos de este proyecto. Siendo indispensable referirnos a los mismos.
El concepto de la intermedialidad
La intermedialidad se ha convertido en un término frecuentemente empleado en las ciencias humanas, así como en diversas áreas del arte. Ha sido impulsado con la aparición de los medios digitales, y ampliamente discutido desde 1990. Convirtiendo a este concepto en un enfoque teórico y metodológico esencial para pensar la escritura escénica que integra diversos medios. Si bien este concepto es largamente estudiado y sumamente complejo, consideraremos dos grandes aspectos con el fin de clarificar su pertinencia en este análisis. El primer aspecto por analizar es el hecho que la intermedialidad coloca de lado el punto de vista disciplinar. Como lo afirma Silvestra Mariniello, “desde un inicio, la intermedialidad no ha hecho más que incitar la ruptura de las fronteras disciplinares, sino que lo impone” (2011, p11). En este sentido, debemos reconstruir nuestras propias estructuras de pensamientos, donde la división y la fragmentación de ideas han largamente predominado en detrimento de un pensamiento relacional. El segundo aspecto a considerar es que la intermedialidad coloca el acento sobre las relaciones y las interacciones entre los diferentes actores implicados en el proceso, en lugar de un estudio individual o aislado de los componentes. Mechoulan explica: “en lugar de partir de definiciones institucionales claras de los objetos del saber disciplinariamente bien clasificados, nosotros consideramos primero las relaciones entre ellas mismas de las cuales los objetos son tomados y son ellos los que nos llevan a los campos del saber” (2010, p.40). Así, la intermedialidad nos exige una visión crítica y disponible, ya que cada uno de los objetos de estudio debería poder revelar sus particularidades y su propia dinámica. Cómo es posible observar, la relación entre los medios sobresale como eje de la discusión intermedial. Hay diversas acepciones del término “medio”, pero en el marco de este trabajo, lo entenderemos como “lo que hace posible los intercambios entre los miembros de un grupo” (Besson, 2014, p. 6). De esta manera, el medio nos dirige hacia el estudio del conjunto y de las relaciones en su entorno: nuestra atención estará sobre la copresencia de estos medios, específicamente en la conexión entre lo visual, el sonido, el texto, lo interpretativo y el espacio al interior de este proceso de creación. Además, los medios tecnológicos ocupan un lugar privilegiado en nuestro trabajo, ya que contribuyen a la elaboración de una escritura en red y automatizada que condiciona y determina el proceso de creación y la dinámica del conjunto. Siendo así, el concepto de la intermedialidad aparece como un “enfoque original” o como un “nuevo paradigma” para pensar el objeto de estudio. A partir de ahí es que Jürgen E. Müller considera la noción de intermedialidad como un eje de pertinencia. Según el autor, “la noción de intermedialidad no considera los medios como fenómenos aislados, sino como procesos donde hay una interacción constante entre los conceptos mediáticos, procesos que no deben confundirse con una simple adición” (2000, p.113). Así, este concepto cuestiona las relaciones, el entre-dos, esta zona de encuentros entre elementos heterogéneos donde las conexiones, las interacciones y los intercambios tienen lugar, se transforman. Por lo tanto, la intermedialidad aporta esta otra perspectiva relacional que nos permite reflexionar sobre este proceso de creación que incorpora la tecnología digital en escena, así como su relación con los otros componentes que entran en juego.
El concepto transmedialidad
En relación con la transmedialidad, podemos referirnos a la propuesta de Henry Jenkins. Este concepto está inscrito en el marco de un pensamiento más amplio, que es el de la cultura de la convergencia, que se interesa a la convergencia mediática, a la cultura participativa y a la inteligencia colectiva. La convergencia se refiere al “flujo de contenido pasando por múltiples plataformas mediáticas, la cooperación entre una multitud de industrias mediática y el comportamiento migratorio de públicos de media que, en su búsqueda de experiencia de diversión que les complazca, van y revisan por todo” (2013:22). En el caso de la cultura de participación, este se opone a la idea antigua de un espectador pasivo. “En lugar de dirigirnos a productores y a consumidores de medios que juegan roles separados, podríamos hoy considerarlos como participantes en interacción los unos y los otros, en función de un nuevo conjunto de reglas que ninguna persona las comprende totalmente” (2013:23). Y la inteligencia colectiva puede ser definida como “una fuente alternativa de poder mediático. Nosotros aprendemos a usar este poder a través de nuestras interacciones en el marco de la cultura de convergencia”. En este contexto, uno de los ejemplos propuestos por Jenkins para clarificar este modelo transmedia es el fenómeno Matrix y las diversas mídias en las cuales la historia toma forma, entre los cuales encontramos la película, la serie televisiva, una película de animación, los dibujos animados, los juegos videos. Así, según Jenkins, este modelo, que toma el nombre de storytelling transmedia,
se desprende en múltiples plataformas de medios, cada texto nuevo hace una contribución diferente y valiosa para el conjunto. En la concepción ideal de la narración transmedia, cada medio hace lo que puede hacer mejor: una historia puede ser introducida en una película y luego desarrollarse a través de la televisión, novelas y cómics. Su universo puede mostrarse al público a través de videojuegos o transformarse en una experiencia de vida en un parque de diversiones o de ocio. Cada ingreso en la franquicia debe ser independiente, por lo que no tiene que ver la película para disfrutar del videojuego, y viceversa (2013:120).
De esta manera, los contenidos transitan entre diversas plataformas mediáticas; los usuarios crean contenidos, comparten y dan sus puntos de vista. De ahí, que se construye un conocimiento mediático colectivo.
Puntos de conexión
Partiendo de este panorama teórico, podemos comenzar a trazar conexiones entre los diversos lenguajes que integran el CIDEA, puntos de contacto a través del tratamiento del espacio, la imagen, el sonido, el movimiento y la interpretación. Se trata así de un tipo de creación que no se centra en un único producto, sino en la construcción desde diversas voces en torno a un tema y que resultará en un evento transmedial, donde las creaciones dialogan, pero al mismo tiempo son por sí mismas trabajos artísticos. En este sentido viene a ser muy importante el concepto de dramaturgias en el sentido amplio y en plural, en donde la acción es organizada, sea ésta ejecutada por un intérprete, un sonido, una imagen o por el mismo espacio. Vale la pena mencionar que a partir de esta idea migrar se ha pensado en la posibilidad de recorrer ciertos espacios del CIDEA y del mismo Complejo Artístico, en donde la acción no se concentre en tiempo-espacio en un único lugar, ni en un único medio. Por último, es importante señalar que la Escuela de Arte Escénico tiene estipulada la meta 3.8. como parte de su Plan Operativo Anual (POA) del año 2020, la cual dice:“Realizar un montaje en coordinación con la Actividad Académica Iniciativas Interdisciplinarias CIDEA”, lo que establece una vinculación sustentada con la Unidad Titular para la realización de un evento artístico como el propuesto.