Lo básico que debemos reconocer es a la persona. Reconocer a la persona es lo más fundamental, y hace una gran diferencia. Celebrar cumpleaños, aniversarios, logros personales, o cosas tan sencillas como llamar a las personas por su nombre, es hacerles saber que su presencia es reconocida.
¿Te ha pasado que te miras al espejo en la mañana y crees que te ves muy bien?“ Finalmente cuando llegan a la oficina, alguien les comenta: “oye qué bien te ves hoy”?.
Este proceso nos confirma lo que ya intuíamos, pero era necesario escucharlo de alguien más para sentirnos seguros de que efectivamente así era. Por eso es importante reconocer el desempeño cotidiano.
El reconocimiento es una herramienta de aprendizaje por lo que si tenemos a un colaborador que está haciendo bien su trabajo, debemos de hacérselo saber como por ejemplo: Aniversario en la UDEM, trato con los clientes, sacar su trabajo a tiempo y en forma, etc.
Recuerda el reconocimiento es una retroalimentación positiva.
Cuando hay un crecimiento en nuestro colaboradores, compañeros, líderes, es decir cuando alguien comienza a tener un comportamiento positivo que antes no tenía es fundamental reconocer ese logro.
Si un colaborador vive un cambio positivo, y no se hace notar mediante algún tipo de reconocimiento, puede haber dos consecuencias negativas. La primera es que ese cambio va a tender a extinguirse en la persona que lo inició, y la segunda es que ese cambio, no será tomado como ejemplo por otros colegas, que también podrían beneficiarse si lo incorporaran.
Reconocer lo extraordinario es muy importante, tan es así que, mucho de este reconocimiento se ha centrado en ese tipo de desempeño.
La aportación de ideas, innovaciones o todo aquello que alguien da y no se corresponde a su desempeño cotidiano puede ser considerado como un desempeño extraordinario, sobre todo si esto genera beneficios, ahorros y mejoras para su equipo y para la compañía.
¡Al reconocer los cimientos de la pirámide, será más probable que haya desempeño extraordinario en su equipo!