José,  el Juerguista 

Giovanni Dávila 

El origen

Érase una vez, en la vetusta ciudad  de San Juan, vivía un hombre, de  barba y bigote que parecía un bosque, llamado José. Era conocido en todas partes por su amor por la vida nocturna y las aventuras. Sus amigos lo llamaban cariñosamente, "José, el Juerguista". Las noches de José estaban llenas de música, risas y luces de neón. Navegaba por la vida nocturna de la ciudad como un capitán experimentado en aguas inexploradas. Sus relatos de fiestas épicas y escapadas salvajes eran materia de leyenda. Una noche, mientras José hacía un brindis en lo alto de un bar en la azotea, una estrella fugaz cruzó el cielo. En un momento de inspiración ebria, José pidió un deseo a la estrella. Deseaba llevar orgullo y felicidad a todos los que conocía, especialmente, en los momentos más oscuros.

La aventura

José tardó en recuperarse del asombro cuando descubrió atónito que la estrella le habia concedido su deseo.  De repente, todavía en lo alto, se encontró rodeado por un aura de luz radiante. A partir de ese momento, cada vez que entraba a un lugar, aparecía la risa y la alegría. Su presencia tuvo el poder de convertir un espacio sombrío en una celebración alegre. La noticia del nuevo poder de José se extendió por toda la ciudad. La gente lo buscaba en los momentos más difíciles y José nunca dejaba de levantarles el ánimo. Su reputación como "José, el Juerguista" se transformó en "José, el Trae-alegría”. Pero el regalo de José conllevaba una responsabilidad que no había previsto. Se dio cuenta de que ya no podía entregarse a la juerga imprudente de su pasado. Sus noches ahora las dedicaba a difundir alegría y ayudar a los necesitados. La ciudad siempre confiaba en él para traer sonrisas a sus rostros. 

Un buen final

Con el tiempo, José descubrió que su mayor alegría provenía de ver felices a los demás. José aprendió el verdadero significado del altruismo y decidió encontrar un equilibrio entre disfrutar de la vida y llevar a legría a los demás. De esa forma, su personalidad seductora se enriqucía cada día más y atraía hacía él toda la alegría que regalaba a los demás, sin dejar de disfrutar de la vida nocturna. 

Entusiasmado con su nueva filosofía de vida, decidió adoptar el alias “José, el Juerga-alegría”. Se convirtió en un símbolo del poder transformador de la positividad y de la idea de que incluso los individuos de conductas más reprobables pueden marcar una diferencia en el mundo si dec ambiar. Y así, su mito continúa ganando fama entre los ciudadanos del Viejo San Juan y más allá, recordándoles a todos  la importancia de mantener un equilibrio en la vida para poder iluminar la noche más oscura con la luz de alegría.