Encuentro de dos lenguas

Juan Lucas Silva

El origen 

Allá para el siglo XV,en la costa sur de España vivía una joven llamada Isabella. Isabella tenía una pasión incontenible por los libros y soñaba con viajar el mundo entero a través de las palabras. Un poco más allá, en la sínsora del continente africano, en una aldea a la ribera de un río, habitaba un niño curioso llamado Kwame. Al igual que Isabella, estaba fascinado con los mitos y cuentos que sus ancestros le contaban bajo el mar de  estrellas que cubre el continente africano. Un día, mientras Isabella llevaba a cabo su sueño de viajar para conocer lugares nuevos, los destinos de Isabella y Kwame se encontraron de una manera inesperada. Un barco lleno de guineos para hacer tostones y mofongo al igual que una variedad de frutas, llegaron a la costa africana en las naves de unos exploradores españoles, ansiosos por descubrir tierras nuevas. 

El conflicto

Kwame, quien siempre quería aprender más, se sintió atraído por los extraños sonidos y las  nuevas palabras que los extranjeros pronunciaban. Al mismo tiempo, Isabella, estaba maravillada por la riqueza cultural de África y comenzó a aprender palabras y expresiones de los habitantes del gran continente desconocido. 

Cuando Isabella y Kwame se conocieron, ninguno entendía muy bien al otro, así que no se podían comunicar y lo que se escuchaba entre ellos era un titingó. Ambos experimentaron la  frustración de no poder comunicarse. Un día, se encontraban tan molestos que decidieron hablar en su propio grupo. La distancia crecía entre elllos cuando, de repente, Isabella escuchó una palabra que era muy similar al español. En ese momento tuvo la gran idea  combinar palabras en el español y la lengua africana. Aunque les tomó tiempo, lentamente los dos fueron relacionando las palabras extranjeras con las palabras en sus respectivos idiomas y fueron conectándolas hasta que adquirieron pleno sentido que tuvieran sentido. Al fin, Isabella y Kwame se encontraban intercambiando experiencias y conocimientos. 

Pronto descubrieron que aunque las lenguas africanas y el español eran  completamente diferentes, compartían algunas similitudes. Juntos, crearon una mezcla de palabras y expresiones tan maravillosa que parecía que estuvieran inventando una lengua nueva al estar explorando palabras y expresiones en varios idiomas como si fuera una nueva lengua. 

Un buen final

A lo largo de los años, el lenguaje que Isabella y Kwame crearon se expandió por la región, transformándose en un legado duradero que fortaleció la conexión de África y España. Así mismo el español y el africano se unieron en un baile de palabras, para demostrar que no existen fronteras lingüísticas y que pueden ser superadas por el poder de la colaboración entre culturas y el entendimiento. Desde aquel entonces esa región de África se convirtió en la prueba de que las lenguas pueden unir a las personas mas allá de sus orígenes y límites geográficos.

Moraleja 

La historia de Isabella y Kwame nos enseña que la diversidad cultural y lingüística es una fuente inagotable de riqueza pura. A través del entendimiento y la colaboración, las diferencias pueden convertirse en un puente entre los pueblos.