Un ex-colonizador 

frente a un ex-colonizado

Thomas Bannett - Opinión

Un extranjero reflexiona sobre su experiencia en Puerto Rico.

(Edición de la Prof. Sandra Acevedo)

 Soy de Barcelona.  Cuando por casualidad sale el tema de mi origen español en conversación con un puertorriqueño, la respuesta más común que he recibido es un resumen del árbol genealógico familiar que prueba el origen español de mi interlocutor. Esto siempre me sorprende porque vivo en un país que fue una colonia de España durante cuatrocientos años y donde todavía hay admiración por todo lo que tiene que ver con la cultura de su ex-colonizador. 

Como dijo el historiador Pedro Reina en su visita a SJS, la mentalidad del isleño es una de alguien aislado que idealiza y admira todo lo que viene de fuera.  Con esta mentalidad, se podría considerar que el puertorriqueño admira a los españoles porque vienen de fuera. Sin embargo, considero que esto no es lo único que incita a la idealización y enaltecimiento del español. Es una reacción que tiene mucho que ver con los cuatrocientos años que Puerto Rico estuvo bajo el control y el abuso de los españoles.

No hay que el olvidar que el afán colonizador de los españoles llegó a Puerto Rico acompañado del darwinismo social que propone la supervivencia del más apto, entendiendo que el "más apto" era el europeo frente a los pueblos "menos aptos", es decir, sus colonias en América y otros continentes.  Esto se debe a que la violación ética tiene que ser justificada de alguna manera.  La mejor manera en que los colonizadores podían pensar era hacerlo parecer como si ellos, "los más fuertes e inteligentes", estuvieran haciéndoles un favor a "los más débiles y salvajes" . Perciben que su misión histórica es "civilizar" al "ïnculto", o al menos eso es lo que decían ciertos países, entre ellos España. 

La relación entre el país colonizado y el colonizador se basa en que el colonizador impone su cultura al colonizado, con la consiguiente aniquilación del modo de vida del segundo. De esta manera explica Albert Memmi el proceso de inculturación impuesta que culmina, casi invariablemente, con la transformación en la manera en que se percibe a sí mismo y a su cultura el sujeto sometido a la imposición colonial (Retrato del colonizado, 1971). Memmi tenía vasta experiencia porque nació y vivió en Túnez cuando este país del norte de Africa era una colonia francesa. Es importante notar que, en cuestión de colonización, los tunesinos han sufrido la hegemonía de otros países casi desde su fundación. 

El libro de Memmi explica perfectamente la relación entre puertorriqueños y españoles. Los españoles llegaron y difundieron su cultura, su lengua  y su religión. El problema es que muchas veces la gente lo cuenta así, como si  no hubiesen traído enfermedades, esclavos, armas de fuego y sed de riquezas. Como si no hubiesen establecido un régimen de explotación y menosprecio de la cultura de los primeros habitantes de la isla, quienes fueron sometidos a la fuerza hasta que se extinguieron. Largos años de sufrir la imposición de una cultura imperialista  tiene profundas consecuencias en la manera en  que el pueblo sometido percibe al colonizador y, lo más importante, afecta el modo en que se percibe a sí mismo.

Visto desde el punto de vista de la sicología,  en situaciones de relaciones abusivas, el que ha sido abusado durante largos periodos de tiempo acaba desgastado y con una percepción negativa de sí mismo, percibiéndose como inferior a quien lo domina. Esto se debe a que el abusador (en este contexto el país colonizador) te cuenta tantas veces lo que quiere que te creas, que al final, te lo crees.

No estoy incitando a que ahora se empiece a odiar al español en Puerto Rico; pero sí a que al menos el puertorriqueño pueda admirar más  su propia cultura que la del colonizador que le impuso la suya durante cuatrocientos años.