Una experiencia inolvidable: equitación en Alemania


Santiago Padilla - Crónica

Editada por la Prof. Sandra Acevedo

En los tiempos de ahora es muy difícil estar desconectado del resto del mundo. Aunque tengamos una fuente infinita de información, no todo se puede aprender  leyendo. En el 2019, me fui a vivir solo a Alemania. Viajaba cada tres meses. El objetivo: montar a caballo. Aunque ya no practico el deporte de la equitación, esos momentos me dieron un conocimiento que nunca voy a olvidar. 

La experiencia me ayudó a entender la importancia de valorar las diferentes culturas del mundo. Por ejemplo, en Alemania el sistema de  transporte público es muy  exitoso y exacto. Los trenes y los autobuses están delante de la parada a la hora en punto. Esto facilita grandemente que la población  utilice la transportación pública diariamente para todos sus movimientos en las ciudades. Es muy poco común que los padres lleven a los niños a la escuela en su automóvil privado. Una de las imágenes más raras de andar por Alemania era ver a los niños caminando por la ciudad hacia sus escuelas.

Además de aprender sobre las diferencias culturales, desarrollé un gran sentido de independencia. Mientras practicaba equitación, mis padres se iban a China para hacer negocios. Como mis papás estaban tan lejos, en un lugar desde el cual resultaba difícil comunicarse conmigo, tuve que aprender a sobrevivir solo. Aprendí a cocinar, a lavar la ropa, a hacer la cama y a moverme en un lugar extranjero con poco conocimiento de la lengua. 

Cuando miro atrás, pienso que la lección más importante fue aprender a manejar el tiempo. Tenía que compaginar el trabajo que mis maestros me enviaban con mis prácticas de equitación y con las tareas de la casa, además de adaptarme a una cultura diferente. Al final del día,  tenía que completar 4 metas importantes:  mi clase de alemán, mis tareas del apartamento, mis tareas de la escuela, y mi clase de montar a caballo. Con tantas cosas para hacer todos los días, me vi obligado a encontrar un balance. Por otra parte, la soledad, la libertad y las múltiples responsabilidades,  me ayudaron a madurar, a ser una persona más responsable y un mejor estudiante. Agradezco inmensamente a mis padres esta gran experiencia. Sin su confianza en mí, nada hubiera ocurrido.