«Vivir unanimes en la Comunidad teniendo una sola alma y un solo corazón dirijidos hacia Dios.»

San Agustín de Hipona

Historia de la Parroquia

En el año 1965, el día 12 de abril, el Excmo. y Rvdmo. Mons. Casimiro Morcillo González, Arzobispo de Madrid, la desmembró de Santa María la Blanca, Canillejas. El 6 de julio de 1972, siendo Arzobispo de Madrid, Emmo. Cardenal Mons. Vicente Enrique y Taracón, señaló los siguientes límites: “Pariendo de la confluencia de la carretera Vilcálvaro-Canillejas con la calle Butrón, pasa por el mismo eje de la misma en dirección este, prolongándose hasta la línea de alta tensión de Rivas a Canillejas; sigue por este misma línea hasta el norte para encontrar la prolongación de la calle Ilíada, continuando por la calle en dirección oeste hasta confluir con las misma hasta la confluencia de esta con la calle Butrón, que fue el puno de partida”.


Al crearse la nueva parroquia Nuestra Señora de la Rosas, se han modificados los límites, que son los siguientes: “Partiendo del punto de intersección de la Avda. Canillejas a Vicálvaro con la Avda. Guadalajara, seguir por el eje de esta avenida y su prolongación por la Avda. Niza, en dirección norte, hasta su confluencia con la calle Manchester, y por el eje de esta se prolonga en línea imaginaria en dirección este, hasta la altura del distribuidor este de la M-40 en su intersección con la calle San Blas (Punto kilométrico 8.200) a Coslada. Continúa por el distribuidor este de la M-40 en dirección norte hasta el punto kilométrico 7.100. Desde este punto se sigue en línea recta imaginaria prologándose por la calle Ilíada, hasta su confluencia con la Plaza de Grecia. Desde dicha plaza sigue por la Avda. Canillejas a Vicálvaro y continúa por dicha avenida en dirección sur hasta la intersección de la Avda. Guadalajara, punto de partida.

El 13 de febrero de 1977, Don Luis Maicas bendijo la primera piedra del nuevo templo parroquial ante la presencia de varios religiosos y varios grupos de la comunidad parroquial. Para el 30 de abril del año siguiente, el cardenal, Arzobispo de Madrid-Alcalá bendijo e inauguró el nuevo templo. La capacidad era de 250 personas sentadas. Estuvieron presenten el Prior general y el Prior Provincial de los Agustinos Recoletos, así como parroquianos que llenaban el templo. En 1990 se acuerda construir una nueva iglesia, y comienzan las primeras gestiones; hasta el año 1992 no se consigue iniciar los trámites: solicitud de obras, licencia de derribo y reproducción.

En 1994, después de muchos paseos y gestiones ante el Arzobispado, se nos concede un terreno, en la calle Longares, frente al número 46, y ahí se establece el prefabricado que hará de parroquia hasta que la nueva entre en funcionamiento. Tiene 270 metros cuadrados: 170 para el templo y 100 para dependencias parroquiales.

Después de no pocas dificultades para la construcción del nuevo templo, el 15 de febrero de 1998 el arzobispo de Madrid, Emmo. Sr. Cardenal Antonio María Rouco Valera, bendice el nuevo templo e instalaciones parroquiales. El templo resultó pequeño ante tantos hermanos que se dieron cita.

Ahora contamos con un templo digno, que nos permite seguir construyendo la verdadera Iglesia, que somos todos los bautizados

Vida de Santa Florentina

Florentina. Nació en el seno de una familia visigoda en Cartagena, España, fue la tercera de cinco hermanos, cuatro de los cuales (entre ellos Florentina) fueron considerados santos por la Iglesia Católica. Los otros hermanos canonizados son San Isidoro, San Leandro y San Fulgencio. Todos ellos son conocidos como los Cuatro Santos de Cartagena.

A mediados de siglo se trasladan a Sevilla, donde San Leandro y San Isidoro llegan a ser arzobispos y donde San Fulgencio es Obispo de Écija y de Cartagena

Leandro fue el maestro de Florentina tanto en los estudios clásicos como en los sagrados.

Y ella fue, a su vez, la maestra de su hermano menor, el gran sabio san Isidoro de Sevilla, doctor de la Iglesia universal.

Al ser mujer, la vida religiosa de Santa Florentina no puede ser similar a la de sus hermanos, y así se recluiría en un monasterio de San Benito, que unos ubican cerca de la localidad sevillana de Écija y otros en Talavera de la Reina. Considerada una mujer de gran cultura, fundaría más de cuarenta monasterios, siguiendo la Regla escrita para ella por su hermano San Leandro. Algunas interpretaciones ven en este texto no una regla monástica propiamente, sino un simple elogio de la virginidad

Gracias a sus dotes de gobierno, a su santidad y ejemplaridad para todas las hermanas, la eligieron abadesa.

Fue entonces cuando su hermano Leandro le escribió un precioso y profundo libro sobre “La institución de la vírgenes”. La lectura de este libro es realmente muy placentera, porque ensalza la virtud de la virginidad como algo que Cristo exige libremente a quienes quieren seguirle más de cerca.

Murió en el año 633.