Los aqueos fueron un pueblo indoeuropeo (como los hititas, los medos y los persas) que invadieron la península helénica alrededor del año 2000 a. C. Muy batalladores, fueron antepasados de los griegos y su lengua era muy similar al griego clásico.
Empleaban caballos y carros de guerra, conocían el bronce y apreciaban las bellas armas. Al contacto con las colonias cretenses
del Peloponeso sus costumbres se refinaron. De los cretenses aprendieron el tallado de vasos, la orfebrería, la cerámica, la pintura al fresco, la navegación, etc.; pero éstos permanecieron fieles a su origen guerrero, y eso se aprecia en su arte, mucho más rudo, menos refinado y perfecto que el cretense. Cuando en 1400 a. de J. C. desembarcaron en Creta e impusieron su dominio en la isla, también sustituyeron a los cretenses en el dominio del Mediterráneo oriental. Nunca se unieron bajo un solo rey; varios príncipes (wánax) se repartían el territorio y se asentaron en él rodeados de siervos y de guerreros en grandes ciudades fortaleza, que se caracterizan por sus ciclópeos muros y sus entradas monumentales como, la famosa Puerta de los leones de Micenas. Mandaban despóticamente sobre la población indígena y, a menudo, se enriquecían con piratería y rapiñas por tierra y por mar. Pero su economía se basaba en la agricultura y ganadería y toda la actividad era planificada en los palacios hasta el último detalle por medio de una burocracia bien organizada. También comerciaban exportando su productos excedentes (vino, aceite, lana, etc.) y manufacturas (armas, cerámica) e importaban ámbar y metales (cobre, estaño, oro). Sólo en caso de guerra los
príncipes unían sus fuerzas (como en el caso de Troya), formando una confederación. Micenas y Tirinto eran las ciudades fortaleza más potentes y aguerridas. La vida y las viviendas de los aqueos no se diferenciaban gran cosa de las de los cretenses. La habitación principal de sus casas era el mégaron, donde se encontraba el lar (hogar); en este lugar se cocinaba, se celebraban los banquetes y se reunían los guerreros, mientras que la mujer y los hijos se encontraban reunidos en otro sitio. Los aqueos tenían numerosos esclavos; eran aficionados a las diversiones violentas, como la caza de leones, la lucha o la doma de toros. La forma de enterramiento más corriente es la inhumación: se entierra bajo el suelo mismo de las viviendas o en el exterior de las zonas re sidenciales, en cementerios.
Pero las tumbas más impresionantes son las tumbas reales de Micenas, dedicadas a la familia real de la ciudad. La más célebre es el llamado "Tesoro de Atreo" en Micenas, que tiene forma de thólos, es decir, una falsa cúpula cubierta con tierra y un pasillo monumental por el que se accede hasta el interior de la tumba.
Cerca se encuentran otras tumbas (llamadas del «círculo A»). Las fosas estaban señaladas mediante estelas hincadas en el suelo y rodeadas de un muro circular. Con sus excavaciones, Schliemann puso al descubierto los riquísimos ajuares correspondientes a las 19 personas allí enterradas, de dos a cinco por tumba. Sólo en una de ellas se encontraron 400 objetos (de tres hombres y dos mujeres): máscaras, coronas, diademas, brazaletes y anillos, todo en oro; 27 espadas en bronce, marfil, oro, alabastro y madera; cuchillos, navajas de afeitar; vasijas de oro, plata, bronce, alabastro, un peine de oro y marfil; sellos de plata; 683 láminas de oro recortadas en varias formas, 1.290 cuentas de collar de ámbar báltico; un tablero de juego de loza y cristal; innumerables restos de tejidos, etc.
Los aqueos desconocían la escritura alfabética, pero adaptaron a su lengua griega el silabario (Lineal B) empleado por los cretenses (Lineal A) para las tareas administrativas y burocráticas de los palacios. El recuerdo de su
s gestas circulaba oralmente hasta que, siglos después, el gran poeta, Homero, en sus poemas La Ilíada y La Odisea, cantó la última de sus empresas: la Guerra de Troya. Era ésta una ciudad edificada en la actual Turquía, próxima al estrecho de los Dardanelos. Y Homero cuenta cómo los aqueos la atacaron y destruyeron, tras un asedio de diez años, porque el troyano Paris había raptado a Helena, la hermosa esposa del príncipe aqueo Agamenón. Sin embargo, la realidad fue muy otra: probablemente los aqueos encontraron en Troya -que cobraba un peaje para acceder a los estrechos que dan al Mar Negro (llamado Ponto Euxino)- un serio obstáculo a su expansión en las costas del Asia Menor, en las que fundaron numerosas colonias comerciales, y por esto la atacaron. Poco después de conquistar Troya, los propios micénicos fueron destruidos (ca. 1200 a.C.) y aún hoy es uno de los enigmas más apasionantes de la arqueología: los historiadores antiguos hablan de una supuesta "invasión doria", de la que no se ha descubierto ni un solo indicio.
Posibles causas:
- Los enormes gastos de las empresas reales, como la expedición a Troya.
- La sublevación de las poblaciones sometidas por los aqueos.
- El estancamiento del comercio aqueo por los efectos de las invasiones de los "pueblos del mar" por todo el Mediterráneo.