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Llegué como estudiante a la UAM muy a comienzos de los míticos 80. Mi llegada a las aulas universitarias tuvo lugar en un momento espléndido para los estudios de Clásicas en la Facultad, en la que había un Departamento emergente, con profesores muy jóvenes y extraordinariamente brillantes, que pronto despertaron en mí la vocación por la investigación y la docencia universitaria. Conseguir cumplir este propósito de juventud no fue tarea fácil, pero hoy tengo el privilegio de formar parte del pequeño porcentaje de personas que son felices haciendo su trabajo.
Desde 1989 soy profesora del Departamento de Filología Clásica y puedo afirmar que en él he pasado algunos de los mejores momentos de mi vida (y, por qué no, también algunos de los más duros) y que en él he encontrado el marco para crecer no sólo profesionalmente, sino también personalmente, que es, en definitiva, el objetivo a que debe llevarnos el estudio de las Humanidades.
En el aspecto docente, tengo la satisfacción de haber sido la primera persona que impartió la asignatura de Tradición Clásica en nuestro Departamento. Otras materias de las que me he ocupado con cierta asiduidad han sido la Literatura Griega o la Mitología Clásica y la traducción de textos griegos de segundo curso de la antigua Licenciatura en Filología Clásica y del actual Grado en Ciencias y Lenguas de la Antigüedad. En los últimos años estoy tratando las relaciones entre mito, literatura y arte, en la asignatura Literatura y Mito en la Antigüedad.
En el ámbito de la investigación, trabajo básicamente en la pervivencia de la literatura griega, en las relaciones entre las literaturas clásicas y las modernas y, en términos generales, en el peso del mundo clásico en la historia cultural de Europa y de Iberoamérica y, más concretamente, de España. En particular, me considero versada en algo tan específico como las relaciones entre la cultura clásica y el siglo XIX español.
Mi tiempo libre lo dedico a indagar en la historia de mi tierra, Guadalajara, buceando en archivos y rescatando documentos. También me gusta viajar por rincones recónditos de España y leer la obra de Benito Pérez Galdós. Por lo demás, estoy más atrapada por la Red que el personaje de Agamenón en la tragedia homónima de Esquilo.