Fernando de Diego

FERNANDO DE DIEGO Y DE LA ROSA

1919 - 2005

por Antonio Marco Botella

"En una de esas largas estancias, a primeras horas de la tarde, en mis visitas a Fernando en la Residencia de Zaragoza, él me relató estas vivencias a las que yo posteriormente les dí forma en el siguiente artículo. Algunos días antes de su muerte le leí mi versión en Esperanto sobre dicha conversación, que él de buen corazón y de modo amistoso alabó y agradeció. Modestamente le dí las gracias”.

El traductor del Quijote al Esperanto

Hoy presentamos a nuestros lectores a un maestro de traductores, D. Fernando de Diego de la Rosa, traductor de mas de una veintena de obras en francés e inglés y casi medio centenar en esperanto, entre ellas “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Tras una larga y amistosa conversación personal con él sintetizo parte de la misma cargando un poco el acento en su traducción del “Quijote” con motivo del 4º Centenario de la inmortal obra de Miguel Cervantes Saavedra. Empecemos hablando sobre su familia:

El padre de nuestro entrevistado, Benigno de Diego, poseía un temperamento nómada que le hacia permanecer inquieto en cualquier ciudad en la que viviera unos años. Funcionario del Ministerio de Finanzas tenía siempre la posibilidad de trasladarse de una a otra capital española en cuanto se aburría en cualquiera de ellas. Con ese espíritu inició su trabajo en Almería, después pasó a Jaén (donde se casó con Juana de la Rosa), luego se trasladó a Guadalajara, Cuenca, Granada, Soria y final y definitivamente a Zaragoza. En ese peregrinar fueron naciendo sus hijos: Francisco, Benigno, Antonio, Fernando, Oscar y Octavio.

Don Fernando de Diego nació en Guadalajara el 2 de noviembre de 1919. Esa especie de nomadismo del cabeza familiar fue impregnándose en el espíritu de los suyos, de tal manera que cuando cada uno de ellos llegó a la mayoría de edad sintieron la imperiosa necesidad de emigrar y con ello ignorar el significado de las regiones o las fronteras, sintiéndose así ciudadanos de cualquier lugar del planeta. Acorde con ese espíritu, alrededor del año 1933 Don Fernando de Diego se sintió poderosamente atraído por el ideario del idioma internacional Esperanto, en ese momento muy divulgado y prestigioso en Zaragoza, perteneciendo a una de las asociaciones esperantistas mas progresistas de aquellos días: “Kultura Klubo”, muchos de cuyos miembros fueron fusilados al comienzo de la guerra civil española.

En 1938, la revista de gran audiencia “Vértice” publicó, en folleto aparte, su primera novela “Paz en la guerra”, novela que sería traducida al esperanto 60 años mas tarde. Participó obligatoriamente en la guerra civil española en las filas nacionalistas al ser movilizado. Intervino en la sangrienta batalla del Ebro, en la que se derramó sangre española a raudales de una y otra parte. Acabada la guerra en 1939, y ya en estado civil, sintió la contrariedad de que el régimen prohibiera una de sus más caras ilusiones, la actividad esperantista, lo que le inclinó a aprender el francés y el inglés, tan a fondo que se sintió capacitado para ganarse la vida como traductor.

La miseria y la profunda pobreza cultural y política, junto con una terrible hambruna colectiva de la posguerra en nuestro país, y posiblemente también el espíritu nómada del que repetidamente hemos hablado, propició la dispersión de cada uno de los componentes de la familia de Diego tan pronto como llegaron a su mayoría de edad.

Sus hermanos Oscar y Antonio, arriesgando sus vidas, pasaron a Francia por el Pirineo cuando la dictadura franquista tenía terminantemente prohibido salir del país. De Francia se trasladaron a Venezuela.

Fernando, residiendo todavía en Zaragoza se casó en 1946, iniciando su profesión como traductor de francés e inglés para dos editoras de Madrid y Barcelona. Además del trabajo ordinario que se le encomendaba, tradujo una veintena de novelas de ambos idiomas al español.

Pasado un tiempo, sus hermanos Oscar y Antonio, ya normalizadas sus vidas en Venezuela, propusieron a Fernando y su esposa trasladarse a Caracas, que la pareja aceptó de inmediato. Sus hermanos formalizaron en aquella República suramericana la documentación necesaria que les permitieron salir del país sin ninguna dificultad. Allí, la primera exigencia era encontrar trabajo, algo que a Fernando no le fue difícil, iniciando su actividad profesional como traductor de la Agencia de Información “United Press” y como redactor de la Oficina de Noticias “Offipren”.

En 1952 ingresó como profesional de la traducción en la Compañía Petrolera “Shell”, donde trabajó 10 años en los servicios informativos, y también como redactor-jefe de la revista mensual “Tópicos Shell”, lo que le proporcionó cierta prosperidad económica, pero su espíritu inquieto le llevó a desear el vivir en otros horizontes y distintos ambientes y en 1962 abandonó Caracas con su esposa y decidieron residir en Canarias, algo que le permitía sus recursos económicos ganados con su esfuerzo y saber.

En Canarias dio un giro su vida profundizando en el quehacer esperantista: allí halló la compañía y el saber del gran esperantista, catedrático de la Universidad de La Laguna, Don Juan Régulo Pérez, director también de la Editorial Esperantista “Stafeto”. En una de sus primeras entrevistas, Don Fernando le presentó el manuscrito de su traducción “El árbol de la Ciencia” de Pío Baroja. El sabio profesor le aconsejó como interpretar ciertos aspectos de la traducción, que le sirvieron para que él reescribiera su manuscrito dándole un valor literario mas que loable que le hizo recibir la mejor crítica en 1973 cuando el libro fue editado. Pero antes, en 1971, Don Fernando publicó en esperanto “El Romancero Gitano” de García Lorca, una verdadera joya lírica, luego publicó también en esperanto las “Rimas” de Becquer, “Doña Bárbara” de Rómulo Gallegos y un poco mas tarde “Sentempa Sinfonio”, donde se reflejan los poemas más importantes de la lírica española.

En 1964, Don Fernando de Diego, su esposa y su hijo (ya de nueve años), advertidos de la precaria salud de los padres de él, decidieron viajar a Zaragoza. Desde la capital aragonesa telefoneó a sus hermanos residentes en Venezuela notificándoles la gravedad de sus padres, llegando a la conclusión de que Fernando se quedase en Zaragoza vigilando su salud, mientras que su esposa e hijo regresaban a Canarias donde el chico debía continuar su curso escolar.

De 1970 a 1986 la actividad esperantista de Don Fernando se extendió a la colaboración literaria en diversas revistas internacionales esperantistas. También dio frecuentes conferencias en esperanto en varias ciudades españolas, y en Hungría, Polonia y Venezuela. Durante un largo periodo de tiempo pasaron por las manos del gran maestro traductor los mejores autores españoles, suramericanos y algunos ingleses y franceses que él dio vida en versión esperantista, hasta casi medio centenar de obras.

Su actividad y saber le valieron ser nombrado miembro de la “Academia de la Lengua Esperanto”.

Durante los años indicados, diferencias entre los esposos de Diego, les llevaron a la separación, cuando su hijo ya había alcanzado los 21 años.

En 1975 Don Fernando fue invitado a dar una conferencia en la Universidad de Gyula (Hungría) y antes de su regreso quiso pasar una semana en Varsovia. Pasados esos días en la capital polaca viajó con un grupo de esperantistas a Katovvice y Wroclaw. Exactamente en esta última ciudad conoció a una joven polaca de la que se enamoró, contrayendo matrimonio Juntos regresaron a Zaragoza fijando su residencia en la avenida Universitas.

En la capital aragonesa Don Fernando continuó su actividad esperantista, impartió cursos de esperanto, fue redactor de la revista “Boletín” de la Federación Española de Esperanto, tradujo novelas de los más prestigiosos autores, pero en su mente había dos retos que no podía apartar: la creación de un gran diccionario de Esperanto y la traducción del “Quijote” al idioma internacional

Hacía ya unos años que venía estudiando las mil dificultades técnicas que significaba traducir la obra de Cervantes. El texto del “Quijote”, en un español de varios siglos, debía verterlo a un idioma que no había cumplido un centenario. ¿Seria suficiente el vocabulario que hasta ese momento poseía el esperanto? Fernando se percató de inmediato y así lo manifestó públicamente “que el Quijote está escrito en una lengua cuya sintaxis se diferencia bastante de la actual”. Hay en la obra cervantina refranes antiguos que ya no utilizamos los españoles actuales, nombres de prendas y objetos que ya no existen, dichos vulgares desconocidos expresados con palabras arcaicas, expresiones típicas de otros días que ahora no nos dicen nada, poemas cuya fiel traducción no serían nada fáciles, y sobre todo reproducir el ambiente, el estilo de una obra de humor con una fina ironía, que al mismo tiempo expresa conceptos tan serios como son la libertad y la justicia...

La tarea no era nada fácil. De su dificultad cito un párrafo del capítulo XVIII, segunda parte, que dice así:

“Entraron a Don Quijote en una sala, desarmóle Sancho, quedó en valones y en jubón de camuza, todo bisunto con la mugre de las armas, el cuello era de valona a lo estudiantil, sin almidón y sin randas , los borceguies eran datilados y encerados los zapatos”...

Yo invito a cualquier lector de este artículo a traducirlo a otro idioma y se percatarán cuan brillantemente lo hizo Don Fernando en esperanto. Párrafos como el citado abundan en la obra de Cervantes, en Esperanto él lo hizo así con el parrafo citado:

"Oni kondukis la kavaliron en ĉambron, kie Sanĉo demetis lian armaĵon kaj lasis lin en ties valona kalsono kaj ĉamo-leda sajo tute grasecaj pro ilia frotado kun la pecoj de la armaĵo. Poste Don Quijote surmetis al si Van-Dajkan kolumon ne amelitan kaj senpuntan, laŭ la maniero de la studentoj, paron da flavaj subŝuoj kaj alian paron da ŝuoj ciritaj"…

Ciertamente que ya excelentes esperantistas habían intentado traducir el “Quijote” al esperanto, citemos como ejemplo a Vicente Inglada, Bourlet, Lavv, Pujula i Vallés, Hernandez Lahuerta y otros, pero la realidad es que esos intentos acabaron con la traducción de solo unos pocos capítulos, y aunque estamos hablando de esperantistas de primera fila, la realidad es, que la obra de Cervantes nunca había sido traducida al esperanto por completo.

Don Fernando de Diego, consciente de todo ello acometió la difícil tarea con resolución. Su traducción irreprochable denuncian un talento poco común. Utilizó en toda la obra exactamente 21 neologismos, suficientemente glosados en su momento. Es una gozada para los amantes de la literatura y la historia leer en el fin de cada capítulo sus aclaraciones sobre costumbres y rivalidades de los literatos de aquellos días.

La traducción a nivel mundial fue un gran éxito. El libro fue editado en Zaragoza en 1977 por la “Fundación Esperanto” y la generosiodad de un par de buenos esperantistas. Al texto se le añadieron magníficas ilustraciones de Gustavo Doré.

En 1986, Don Fernando y su esposa, partieron de nuevo a Venezuela, donde siguen residiendo sus hermanos, allí se dedicó con todas sus energías a redactar el gran diccionario de esperanto que era su segundo reto, y que seria publicado finalmente aquí en Zaragoza el año 2.003, pero el fallecimiento de tres de sus hermanos en escaso tiempo entre sí, le llenaron de pesimismo, y en 1996 decidieron él y su esposa abandonar Venezuela y trasladarse a la ciudad polaca de donde ella era nativa.

Al fallecer ella el pasado año, Don Fernando regresa de nuevo a Zaragoza, donde residió unos breves meses.

Evidentemente, una biografía de una persona que ha vivido tan intensamente en tan distintas facetas necesitaría muchas mas páginas para darla a conocer más a fondo. Agradecemos a Don Fernando su amabilidad para relatarnos parte de su vida.

Antonio Marco Botella

Zaragoza, abril de 2005

P.S. Este escrito tiene un gran valor sentimental para su redactor, puesto que días antes del fallecimiento del biografiado (2005), yo se lo leí a él personalmente. Cuando terminé su lectura me dijo: “lo has hecho mejor que yo lo hice en mi autobiografía. Te doy mis más expresivas gracias!”

Después de lo dicho ruego que si alguna vez este escrito se publica no se añada ni rectifique nada. Yo asumo la responsabilidad del escrito de principio a fin