El bebé sordo emite vocalizaciones, sonidos vegetativos y respuestas fonatorias al igual que el bebe oyente.
Si su pérdida es severa o profunda, no mostrará respuestas reflejas como el parapadeo o susto ante un sonido.
Dependiendo de su pérdida, no le tranquiliza la voz de su madre/padre.
Dependiendo del grado de pérdida, se mantiene indiferente a ruidos familiares. No se orienta hacia la voz de la madre/padre.
Disminuyen las vocalizaciones inespecíficas, secuencias fónicas de sonidos vocálicos y consonánticos (ajos).
Las emisiones vocálicas no presentan variaciones de tono e intensidad. No hay melodía.
La articulación es imprecisa.
No repite las vocalizaciones del adulto.
No emite sílabas (pa, ma, ta...).
No reconoce cuando le nombran a papá y mamá.
No comprende palabras familiares.
No entiende una negación.
No ha empezado a hablar.
No comprende y/o realiza órdenes sencillas sin gestos.
No reconoce su nombre.
No identifica las partes del cuerpo.
No hace frases de dos palabras.
No responde a timbres de puerta y teléfono.
No construye frases de dos o más palabras.
No contesta preguntas sencillas.
No se le entienden palabras que emite.
Cuando se le habla, pregunta con frecuencia ¿qué?
No construye frases de 3 o más palabras.
No sabe explicar lo que le pasa.
No es capaz de mantener una conversación sencilla.
Frecuentes resfriados y otitis.
Niño/a introvertido, distraído o agresivo.
Retraso en el aprendizaje escolar.
Dudas de la madre/padre o el maestro/a sobre la audición del niño/a.
No conversa con otros niños/as.
No manifiesta un lenguaje maduro, solo le entiende su familia.