El espionaje nuclear tiene como propósito transmitir secretos de Estado relacionados con el desarrollo de armas nucleares a otros estados sin mediar una autorización. Durante la historia de las armas nucleares se han dado a conocer muchos casos de espionaje nuclear, además de muchos otros casos en donde se cree ha existido espionaje por parte de otros países. Debido a que las armas nucleares son generalmente consideradas uno de los más importantes secretos de Estado, todas las naciones con armas nucleares tienen restricciones estrictas sobre la entrega de información relativa al diseño, inventario, sistemas de propulsión, y su ubicación geográfica.
Los acuerdos de no-proliferación limitan la capacidad de los Estados de hacer público información sobre armas nucleares.
Durante el proyecto Manhattan, el esfuerzo colaborativo llevado a cabo durante la Segunda Guerra Mundial por los Estados Unidos, el Reino Unido, y Canadá para crear las primeras bombas atómicas, hubo numerosos casos de espionaje nuclear en los cuales científicos o técnicos que trabajaban en el proyecto pasaron información sobre el desarrollo de las bombas y su diseño a la Unión Soviética. A menudo estas personas son denominadas espías atómicos, y su trabajo se extendió durante los comienzos de la Guerra Fría. Muchos de estos casos se dieron a conocer en la prensa en el contexto de las actividades anticomunistas de la década de 1950, aunque han existido numerosas disputas sobre algunos de los detalles exactos de estos casos, aunque ello ha sido en parte resuelto al hacer público las transcripciones del proyecto VENONA, que contienen los mensajes interceptados y decodificados entre agentes soviéticos y el gobierno soviético. Sin embargo ciertos temas permanecen abiertos.
Entre los más prominentes se encuentran:
Klaus Fuchs – físico teórico refugiado alemán que trabajó en la delegación británica en Los Álamos durante el proyecto Manhattan. Eventualmente fue descubierto, confesó, y fue sentenciado a cárcel en Gran Bretaña. Posteriormente fue liberado y emigró a Alemania del Este. A causa de su proximidad con numerosos aspectos de las actividades del proyecto, y su conocimiento técnico amplio, se lo considera como el más valioso de los "espías Atómicos" en cuanto a la información que brindó a la Unión Soviética sobre el programa de la bomba de fisión de Estados Unidos. También pasó información sobre el programa norteamericano de la bomba de hidrógeno, pero dado que no estaba presente cuando se llevó a cabo el exitoso diseño Teller-Ulam, se piensa que esta información no fue de gran utilidad o valor.
Theodore Hall – un físico norteamericano de Los Álamos, cuya identidad como espía no fue revelada hasta muy avanzado el siglo XX. Nunca fue arrestado con relación a sus actividades de espionaje, aunque parece que finalmente lo habría admitido ante familiares y periodistas.
David Greenglass – un operador mecánico norteamericano que trabajó en Los Álamos durante el proyecto Manhattan. Greenglass confesó que durante la Segunda Guerra Mundial dio unos esquemas y bosquejos de los experimentos del laboratorios a los rusos. Algunos aspectos de su testimonio contra su hermana y su cuñado (los Rosenberg, ver más adelante) se considera actualmente fueron inventados en un intento por protegerse a sí mismo. Greenglass confesó su actividad de espionaje y fue sentenciado a una larga pena en prisión.
George Koval – el hijo norteamericano de una familia de emigrantes de Bielorrusia que regresó a la Unión Soviética, donde fue incorporado al Ejército Rojo y reclutado por el servicio de inteligencia GRU. Se infiltró en el Ejército de Estados Unidos y se desempeñó como oficial de radioprotección en el Special Engineering Detachment. Actuaba bajo el nombre en código de DELMAR, y logró obtener información de Oak Ridge y del proyecto Dayton sobre el detonador Urchin utilizado en la bomba de plutonio Fat Man. Su trabajo no fue conocido en Occidente hasta que fue reconocido a título póstumo como héroe de la Federación Rusa por Vladímir Putin en 2007.
Ethel y Julius Rosenberg – un matrimonio de norteamericanos supuestamente involucrados en la coordinación y reclutamiento de una red de espionaje que incluía a David Greenglass. Aunque la mayoría de los estudiosos cree que Julius estaba probablemente involucrado en algún tipo de red, el hecho de que Ethel estuviera o no involucrada o tuviera conocimiento de estas actividades sigue siendo discutido. Julius y Ethel rehusaron confesar cargos y fueron sentenciados y ejecutados en Sing-Sing.
Harry Gold – norteamericano, confesó haber actuado como correo para Greenglass y Fuchs.
Si la información obtenida mediante el espionaje ayudó de forma significativa a acelerar el proyecto de la bomba atómica soviética también es un tema que se sigue discutiendo. Mientras que parte de la información obtenida, como los datos teóricos muy técnicos entregados por Klaus Fuchs, se supone que sí ayudaron en el desarrollo de un arma nuclear, la forma en que los directores soviéticos del proyecto nuclear, Igor Kurchatov y Lavrenty Beria, usaron en realidad la información ha llevado a los estudiosos a dudar de que la misma jugara algún papel en la aceleración del proyecto. Según se sospecha, Kurchatov y Beria usaron la información, sobre todo, como comprobación del trabajo de sus propios científicos, y no compartieron literalmente la información con estos, desconfiando tanto de los científicos soviéticos como de la información de espionaje. Estudios posteriores han mostrado también que el factor decisivo en el desarrollo soviético inicial no fueron los problemas en el diseño armamentístico, sino, como en el Proyecto Manhattan, la dificultad para conseguir materiales fisibles, especialmente debido a que la Unión Soviética no disponía de yacimientos conocidos de uranio cuando comenzó su programa (a diferencia de los Estados Unidos).
En 1986 Mordechai Vanunu, un antiguo técnico del Centro de Investigación Nuclear del Néguev cerca de Dimona, en Israel, reveló a la prensa británica información sobre el programa de armas nucleares israelí, confirmando las suposiciones generalizadas que Israel tenía un programa secreto y avanzado de armas nucleares, así como también un arsenal. Israel nunca ha confirmado o negado tener un programa de armamento nuclear y Vanunu fue secuestrado y llevado ilegalmente a Israel, donde fue juzgado a puerta cerrada y declarado culpable de traición y espionaje. Existe un debate acerca de si Vanunu estaba verdaderamente involucrado en espionaje: Vanunu y sus seguidores afirman que debería ser considerado un "wistleblower" o alertador, esto es, alguien que da a conocer un hecho secreto ilegal. Por otra parte, sus oponentes lo ven como un traidor y la divulgación de información que realizó, como una ayuda a los enemigos del estado de Israel. Vanunu no entregó su información inmediatamente tras su salida de Israel, sino que estuvo viajando cerca de un año antes de hacerlo. Las implicaciones políticas del caso son un tema de fuertes disputas.
Un informe de 1999 del Comité de Seguridad Nacional y Asuntos Militares/Comerciales con la República Popular China de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, presidido por el republicano Chritopher Cox (conocido como el Informe Cox), reveló que agencias de seguridad norteamericanas creían que se estaba produciendo espionaje nuclear por parte de la República Popular China en laboratorios de diseño de armas nucleares, especialmente en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, el Laboratorio Nacional de Oak Ridge y el Laboratorio Nacional de Sandia. Según este informe, la República Popular China habría ""robado información clasificada sobre todas las cabezas nucleares termonucleares más avanzadas de los Estados Unidos" desde la década de 1970, incluyendo el diseño de cabezas termonucleares miniaturizadas avanzadas, que pueden ser empleadas en vehículos de reentrada múltiple e independiente (MIRV, por sus siglas en inglés), la bomba de neutrones y "códigos de armas" que permiten simulaciones por ordenador de ensayos nucleares (y que permiten a China avanzar en su desarrollo de armas nucleares sin efectuar pruebas). Aparentemente Estados Unidos no fue consciente de estos hechos hasta 1995.
Las investigaciones descritas en el informe llevaron finalmente a la detención de Wen Ho Lee, un científico de Los Álamos, acusado inicialmente de proporcionar información sobre armamento a China. El proceso contra Lee, sin embargo, no fue adelante y finalmente fue acusado únicamente de manejo incorrecto de datos. Otras personas y grupos detenidos o multados fueron los científicos Peter Lee (sin relación con el anterior), que fue detenido por pasar supuestamente secretos de radar submarino a China, y Loral Space & Communications y Hughes Electronics, que entregaron a China misiles secretos. No se efectuaron otras detenciones relacionadas con el robo de diseños nucleares. El asunto se convirtió en un escándalo considerable en su momento.
Dibujo de un diseño de arma nuclear de implosión realizado por David Greenglass, que ilustra la información que supuestamente dio a los Rosenberg para que a su vez pasaran a la Unión Soviética.
Se considera que Klaus Fuchs fue el más valioso de los espías atómicos durante el proyecto Manhattan.
Diseño de la cabeza nuclear W88, una variante miniaturizada del diseño Teller-Ulam, supuestamente robado por agentes de la República Popular China.
En enero de 2004, el Dr. Abdul Qadir Khan, un científico nuclear pakistaní, confesó haber vendido tecnología secreta de armas nucleares a Libia, Irán y Corea del Norte. Según su testimonio e informes de agencias de inteligencia, Khan vendió diseños para centrifugadoras de gas (usadas para enriquecer uranio), diseños chinos de una cabeza nuclear y las propias centrifugadoras a estos tres países. Khan habría conseguido previamente diseños de centrifugadoras de gas de una compañía de enriquecimiento de uranio en Holanda (URENCO), que usó para iniciar su propio programa de armas nucleares. El 5 de febrero de 2004, el presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, anunció que había indultado a Khan. El gobierno de Pakistán afirma que no tomó parte en el espionaje, pero se niega a entregar a Khan para ser interrogado por el Organismo Internacional de Energía Atómica.
El espía que cambió la historia del siglo XX (y quizá nunca hayas oído su nombre)
Aún se desconocen muchos de los detalles sobre quién fue este eminente físico que participó de forma clave en el Proyecto Manhattan y filtró información a la Unión Soviética
La bomba atómica de Stalin: el descubrimiento que pudo cambiar la historia
¿Cómo consigue un hombre infiltrarse en uno de los círculos científicos más exclusivos, obtener la más sensible de las informaciones y transferirla al enemigo? Por una parte, por un carácter entregado, afectuoso y trabajador que le convertían en un científico querido e imprescindible (también era un gran mujeriego, pero ese es otro tema). Por otra, aprovechando las circunstancias: cuando Fuchs llegó a Gran Bretaña en 1933, huía de la que era la mayor amenaza potencial en ese momento, la Alemania nazi. Sin embargo, lo que no recordaban sus promotores es que era un reconocido miembro del Partido Comunista de Alemania, y que mientras terminaba su formación en Física, siguió manteniendo contacto con los miembros del partido. Su breve paso por los campos de internamiento británicos al comienzo de la guerra fue breve y se resolvió sin mayores dificultades.
¿Cómo lo hizo?
Si Fuchs consiguió escalar a lo más alto fue, ante todo, porque en un contexto en el que perder un segundo (o un gran científico) podía cambiar el signo de la historia, el alemán era uno de los físicos más brillantes y trabajadores de su época. También se aprovechó de algún patinazo de inteligencia, como el informe del MI5 que le animaba a viajar a Los Álamos porque ahí tendría más difícil contactar con espías rusos. Entre finales de los años 30 y principios de los 40 trabajó codo con codo con Max Born, que ganaría el Nobel en 1954 por sus estudios sobre mecánica cuántica; más tarde lo haría con Rudolf Peierls en Tube Alloys, el programa nuclear británico y canadiense, quien lo había seleccionado personalmente.
“Él obviamente ha trabajado antes con nuestra gente y es consciente de lo que hace”, escribió el espía y químico Harry Gold cuando lo conoció
Gracias a él terminó colaborando en el ambicioso Proyecto Manhattan, algo que haría frotarse las manos a “Sonia” y sus amigos. O, mejor dicho, a Ruth Kuczynski, su contacto en las filas soviéticas. El propio Fuchs había contactado a su hermano, Jurgen, un profesor de la London School of Economics. En Los Álamos, el alemán –ya nacionalizado británico– se convirtió en una de las grandes figuras de los laboratorios, haciéndose amigo íntimo de Feynman al mismo tiempo que enviaba al químico Harry Gold la información que obtenía. “Él obviamente ha trabajado antes con nuestra gente y es consciente de lo que hace”, escribió este tras su primera cita. Según sus primeros informes de 1944, que llegaron directamente a Stalin –que les restó importancia–, la bomba nuclear estaba más cerca de lo que se pensaba.
No obstante, el principal receptor del trabajo de Fuchs era Lavrenti Beria, jefe del NKVD (la policía secreta de la URSS), quien revisaba personalmente los documentos, eso sí, sin entender demasiado. El libro de Rossiter detalla cómo eran algunos de esos encuentros clandestinos con sus socios, y parecen salir de las novelas de espías más tópicas, con sus consabidos santos y señas. Mientras estaba en Reino Unido, por ejemplo, Fuchs debía sentarse en un pub determinado a tomar una cerveza hasta que un hombre se le acercase y le dijese “la cerveza negra no me gusta mucho, prefiero la Lager”. El británico alemán contestaba “creo que Guinness es la mejor”. La conversación seguía por derroteros semejantes hasta que se realizaba el traspaso de información.
Fuchs en su ficha en el proyecto de Los Álamos. (Cordon Press)
Sus biógrafos cuentan que, mientras trabajaba en el Proyecto Manhattan, que alumbró la bomba atómica estadounidense, el físico Richard Feynman solía pasar por alto los protocolos de seguridad, algo que ponía de los nervios a los militares americanos. Una noche, se coló en las instalaciones del Laboratorio Nacional de Los Álamos en compañía de otro de los científicos que trabajaban con él, el alemán Klaus Fuchs. Entre copas, el considerado por algunos como el físico más importante del siglo XX admitió a su colega que, de todos ellos, él era el que tenía más posibilidades de ser un espía. Se equivocaba. Fuchs, aunque nadie lo sospechaba, era el espía. Y llevaba años filtrando información.
La historia de este alemán nacido en Rüsselsheim en 1911 es una de las más apasionantes del siglo XX. En 1950, el físico e investigador atómico fue detenido en Gran Bretaña por pasar información clasificada perteneciente a EEUU (pero también al propio Reino Unido y Canadá) a los soviéticos. Sin embargo, como recuerda Mike Rossiter en su libro 'The Spy Who Changed the World', durante mucho tiempo fue difícil conocer cuál fue su grado exacto de implicación y, sobre todo, qué le movía a jugarse a la vida. Durante la friolera de nueve años, Fuchs pasó información sobre el desarrollo del proyecto a los científicos soviéticos sin pedir nada a cambio. Y, por eso mismo, fue condenado a 14 años de cárcel, de los que pasó 9 entre rejas.
Un informe de la inteligencia británica animaba a trasladarle al proyecto de Los Álamos, porque creían que ahí no podría contactar con espías rusos
Según los testimonios de algunos antiguos agentes rusos y académicos especialistas en energía nuclar, la información proporcionada por Fuchs permitió que la URSS se adelantase en dos años a la creación de su propia bomba atómica, algo que terminaría logrando finalmente en verano de 1949. Muchos historiadores han interpretado esta diferencia como un factor clave en el desarrollo de la Guerra Fría, ya que fue lo que permitió que se pudiese establecer la doctrina militar de la destrucción mutua asegurada, que disuadía a ambos bandos de utilizar armamento nuclear contra el enemigo o chantajearlo porque el más mínimo ataque conduciría a la aniquilación total mutua.
Klaus Fuchs, echándose una cabezadita en 1959, de retorno a casa tras pasar por la cárcel. (Cordon Press)
La actividad de Fuchs fue a más a lo largo de los años, y quizá el detonante definitivo se produjo después de 1946, cuando el signo de las alianzas cambió y comenzó a trabajar también para los británicos en Harwell, donde se estaba desarrollando su propio programa nuclear. Los oficiales pasaron por alto las advertencias sobre el alemán, pero en 1949 su nombre finalmente salió a la luz en la operación de contraespionaje Venona. Aunque en un primer momento negó ser un espía, terminó confesándolo en enero de 1950 y señaló a otros de sus compañeros.
Cabos sueltos
La declaración de Fuchs permitió que otros agentes dobles fueran detenidos, tirando de un hilo que a través de Harry Gold llevaría a la condena de los famosos Ethel y Julius Rosenberg, los primeros ejecutados por traición en EEUU en junio de 1953. El juicio de Fuchs, en el que adujo que sufría de “esquizofrencia calculada”, apenas duró 90 minutos, y la condena fue de 14 años de los que cumplió nueve por buen comportamiento: era el máximo tiempo por traición, ya que en ese momento, la URSS aún se consideraba una aliada británica. Su historia propició en 1950 uno de los primeros brotes de terror rojo sobre la infiltración de espías en Gran Bretaña.
Su biógrafo cuenta cómo cuando volvió a consultar un documento sobre el alemán y su participación en la bomba nuclear, este había desaparecido
¿Hasta qué punto cambió el físico el transcurso de la Guerra Fría? El físico nuclear Hans Bethe, uno de los padres de la bomba atómica en el Proyecto Manhattan, dijo de él que era el único científico que conociese que había cambiado la historia. Una tesis que comparte el propio biógrafo del alemán, para quien fue “el espía más importante del siglo XX” al trabajar para los tres aliados de la Segunda Guerra Mundial que terminarían enfrentándose durante décadas después de la gran contienda (y, quizá, como algunas fuentes aseguran, también en el programa nuclear chino). No obstante, hay quien relativiza su papel, como Georgi Fliórov, uno de los más eminentes físicos rusos, que recuerda que la nula comprensión del proyecto nuclear por parte de Beria provocó que sus informes cayesen en saco roto.
La gran pregunta, no obstante, es por qué hay una gran cantidad sobre el caso Fuchs que no han sido publicados y siguen estando clasificados por el Reino Unido, 70 años después. También por qué terminó confesando, ya que como recuerda en 'The Guardian' el historiador Richard Norton-Taylor, probablemente no habría sido encarcelado si no lo hubiese hecho. Como este se pregunta, es posible que se le ofreciese un trato de favor en caso de que lo hiciese, y que tan solo fue después de que se conociese hasta qué punto llegaba su traición que no les quedó otra que encarcelarlo. Rossiter cuenta en su libro que cuando volvió a visitar los Archivos Nacionales a consultar un documento llamado “Las notas de Fuchs sobre la superbomba”, este había desaparecido desde su anterior visita. Sea como fuere, tras su salida de la cárcel, Fuchs vivió en la RDA hasta su muerte en 1988 en Berlín. Fue condecorado con la Órden de Karl Marx y la Órden Patriótica del Mérito en su país natal.
Los cuatro espías rusos que robaron los secretos de la bomba atómica de EE.UU.
SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Investigadores estadounidenses revelan, tras 70 años de anonimato, el nombre del último agente soviético que pasó información clasificada sobre el armamento nuclear
Stuart Seborer fue un héroe del ejército estadounidense durante la guerra Studies in IntelligenceOscar estudió ingeniería en la Universidad de Ohio State antes de enrolarse en el ejército en 1942. Gracias a sus conocimientos, le derivaron al Proyecto Manhattan y fue transferido a Los Álamos en 1944. Allí estuvo presente en las pruebas de Trinity en Alamogordo monitorizando los efectos sísmicos causados por la primera explosión de una bomba atómica.Después de la Segunda Guerra Mundial, pasó por la Armada hasta que sus superiores consideraron que era “un riesgo para la seguridad” en agosto 1949, pero una investigación posterior descartó echarle. En 1950 le cambiaron de puesto para tratar con información no clasificada de puertos “secretos” en América y Europa. El 1 de junio de 1951 dejó su trabajo. Un año después ya eran ciudadanos del bloque soviético.Proyecto ManhattanOscar Seborer estudió ingeniería en la Universidad de Ohio State antes de enrolarse en el ejército en 1942Cuando en 2009 se hicieron públicos los cuadernos de Alexander Vassiliev, más de mil páginas de extractos y resúmenes del archivo de la KGB, se descubrió que el espionaje ruso había creado un operativo en 1945. Sus miembros eran conocidos como Relative, Godfather y Godsend (o Discovery).Todos eran hermanos y, además, había un cuarto miembro, probablemente una mujer, a la que llamaban Nata (diminutivo de Natalya). Los datos confirmaban que Godsend estuvo en Los Álamos y consiguió información sobre Enormous, el término que usaron los rusos para referirse al proyecto de la bomba atómica:
“Nuestras oportunidades para recibir detalles sobre ‘E’ [Enormous] se redujeron significativamente por el hecho de que ciertos atletas (término que usaba la KGB para sus espías) que habían trabajado previamente en ese campo (Mlad [nombre en clave de Ted Hall], Calibre [David Greenglass] y Godsend) cambiaron de trabajo por razones más allá de su control”, escribían.
En 1945
Los rusos crearon un grupo y los nombres de sus espías eran: ‘Relative’, ‘Godfather’, ‘Godsend’ y ‘Nata’
La historia que Needleman le contó a Jack Childs completa los agujeros de los cuadernos de Vassiliev. “Los documentos de la KGB dicen que el grupo fue por un intermediario que trabajaba en Amtorg, obviamente Needleman. Oscar, claramente, era el verdadero nombre detrás de Godsend, que intentó regresar a Los Álamos en 1947 para trabajar en una posición civil. Max y Stuart serían Relative y Godfather. Miriam es candidata a ser el miembro femenino del grupo, Nata”, indican los investigadores.
Oscar Seborer facilitó, según Klehr y Haynes, “una cantidad significativa de información clasificada” a los rusos procedente de los laboratorios de Oak Ridge y Los Álamos. Por su significativa contribución, las autoridades soviéticas le otorgaron la Orden de la Estrella Roja en 1964. Murió el 23 de abril de 2015, en Moscú. Stuart acudió a su funeral en silla de ruedas.
Morris y Jack Childs, en 1954 Studies in IntelligenceAunque Needleman nunca usó las palabras “bomba atómica” o “Los Álamos”, su implicación parece evidente. También le dijo a Jack Childs que “durante la guerra y durante un tiempo después, ellos [los soviéticos] tenían docenas de agentes aquí (en EE.UU.)”, que estaban “bastante ocupados”.Más adelante, en otra reunión entre el agente del FBI y el miembro del partido comunista que tuvo lugar en 1954, Needleman escribió en un papel el nombre de Oscar y, al lado, puso: “Les entregó la fórmula de la bomba ‘A’”. Luego quemó el papel y llevó a Jack a otra habitación para explicarle los detalles de la historia.Mensaje para Jack ChildsNeedleman escribió en un papel que Oscar “les entregó la fórmula de la bomba ‘A’”“Los dos hermanos, uno ingeniero en el proyecto de la bomba y el otro capitán del ejército que fue un héroe durante la guerra, estaban en contacto con un chico aquí [un ruso]. Yo era el intermediario entre ellos. Cuando el caso de Rosenberg (Ethel y Julius, el matrimonio estadounidense ejecutado en la silla eléctrica acusados de ser espías rusos) se volvió “candente”, el tipo del ejército ruso los advirtió. Las cosas se pusieron tan calientes que era necesario que desaparecieran”, le contó.
Los Seborer eran miembros de una familia judía de Europa del Este que habían llegado a Estados Unidos desde Polonia. Todos gravitaron alrededor del Partido Comunista estadounidense e incluso, según la investigación realizada por Harvey Klehr y John Earl Haynes, formaron parte de una red de personas conectadas a la inteligencia soviética.
Tres de los espías rusos eran conocidos desde hace años Studies in Intelligence
Durante siete décadas, la identidad de este cuarto espía ha estado enterrada en los archivos del FBI. Documentos recientemente desclasificados han revelado que la última fuente soviética en el laboratorio de Los Álamos fue Oscar Seborer. Algo que el FBI ha sabido desde 1955 pero que nunca hizo público. Oscar, su hermano Stuart, su cuñada Miriam y la madre de esta, Anna Zeitlind, desertaron en secreto al bloque soviético en 1952.
Todos se fueron primero a Alemania del Este para pasar más tarde a Moscú, según revela un informe publicado en la revista Studies in Intelligence que publica la CIA. En la capital rusa vivieron bajo el seudónimo de Smith. Los hermanos Seborer nunca regresaron de Rusia, aunque si lo hicieron Miriam, su hijo (nacido en Alemania Oriental) y Anna en 1969, en plena Guerra Fría.
Acabaron en Moscú
Oscar, su hermano Stuart, su cuñada Miriam y la madre de esta desertaron en secreto al bloque soviético en 1952
La historia de Oscar se mezcla con la Operación SOLO, un programa en el que se reclutó a los hermanos comunistas Morris y Jack Childs para que hicieran labores de informadores dentro de la alta dirección del Partido Comunista de Estados Unidos desde 1952 hasta 1980. Casualidades de la vida, los Childs fueron designados para restablecer comunicaciones regulares y seguras de alto nivel con Moscú, perdidas poco después de 1940.
En una conversación entre Jack y Isidore “Gibby” Needleman, miembro del movimiento comunista, este último reveló la implicación de Oscar Seborer en el espionaje nuclear:
”Escucha con atención -le dijo. Oscar estaba en Nuevo México, ya sabes a lo que me refiero, no te dibujaré un diagrama. Más tarde estuvo en una base submarina. Lo que sucedió fue que estaban anticipando problemas. El FBI comenzó a investigarlos (Oscar y Stuart) y por eso se marcharon a Alemania Occidental. Allí nuestros amigos (rusos) los ayudaron a llegar al otro lado y luego a la gran ciudad. Desde entonces no se escuchó una palabra. No sabemos si están vivos o muertos”.
La bomba atómica que cayó en Nagasaki en la II Guerra Mundial Ap
El Laboratorio de Los Álamos (Nuevo México) se abrió con un encargo muy específico. Su única (e importante) misión eran desarrollar las primeras armas nucleares de la historia. Estados Unidos, con la colaboración de Gran Bretaña y Canadá, quería contar lo antes posible con este mortífero arsenal bélico que sería capital para decantar la balanza en la Segunda Guerra Mundial.
El Proyecto Manhattan se inició en 1942 bajo la dirección del físico nuclear Robert Oppenheimer. Tres años después, su trabajo culminó con la creación de tres bombas: Trinity (que se probó en Alamogordo el 16 de julio de 1945), Little Boy y Fat Man. Las dos últimas, como es bien sabido, se lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki causando centenares de miles de muertos.
Bomba atómica
El Proyecto Manhattan se inició en 1942 bajo la dirección del físico nuclear Robert Oppenheimer
El desarrollo del armamento nuclear despertó el interés de las otras potencias mundiales, que trataron de hacerse con los secretos que se escondían en esta instalación super secreta de Nuevo México. Al precio que fuera. Hace años que se conocían, por ejemplo, los casos de Klaus Fuchs y David Greenglass, dos espías rusos que robaron información importante de Los Álamos.
Cuando finalmente se descifró, en 1995, los cables soviéticos enviados durante el periodo 1940–48 se descubrió que había un tercer agente comunista, Theodore Hall, un joven prodigio de la física que había participado en el plan para desarrollar la bomba de plutonio. La inteligencia estadounidense creía, sin embargo, que estos no eran los únicos espías involucrados. Había alguien más. Pero nadie sabía quien era. Hasta ahora.