Digna obertura sería
el primo piar,
el chillante vaguido,
¿hay algo acaso más inaugural?
más ya porfié
con el endriago eminente
del calendario,
ya tramonté horlogios,
y al deslizarme
angosté mi alma por el sablier,
entre los bulbos terribles
del día.
válgase de su estro
y póngase a maginar
con caletre,
como excreté tantas lunas
o encendí tan dignos y altos
luminares con esta pluma.
así fui dejando
de a poco,
estas páginas consteladas,
donde leerse pueda
el rutilante púlsar de una voz
que muere distante
de esta boca nueva.
Así,
es otro este
de esos fútiles
planisferios
donde he esbozado
los argados asterismos
de mis anhelos,
¡Ah!,
errados anhelos
so el mágico influjo
de una libada juventud
que aun embriaga.