De olifante distal,
mágico grito,
que encinta de onírica copla
y deja mi cálamo encendido.
Íngrimas notas
en los adustos bosques de las cuartillas,
tímidamente resuenan,
resuenan como adormecidas.
Mi corazón
de su hipogeo exhumado,
fórmido, colosal,
cual si valeroso Lempira,
frota sus ojos,
y avanza llevando un carcaj lleno de flores y liras.