I
Ahora mi pensamiento,
como inebriado por los licores del ensueño,
como poseso por diantres en distante lucero,
cavila;
A sabiendas que no hay endeble quimera,
ni ala adusta, ni espora inasible.
II
¡Oh, luna!
que engastada en el fermento azul
lloras,
¡Oh, delicado marfil!
quien deseara en su lecho
tu piel ebúrnea,
y cautivo,
en a sublimación mística de tus labios
los suyos postrara para alcanzar
los mas altos sueños de plata.