Dos caras de una moneda
La saga comenzó en 1801, cuando Lord Elgin, entonces embajador británico ante el Imperio Otomano (del cual Grecia formaba parte desde 1453), encontró el Partenón en estado de semirruina. El edificio, construido entre los años 447 y 432 antes de Cristo, había sido dañado 50 años antes por la explosión del arsenal que las fuerzas ocupantes turcas habían guardado allí.
Según con quien se hable, Lord Elgin "rescató" o "robó" los frisos en litigio al obtener una autorización del sultán responsable de la región para cortarlos en pedazos y transportarlos en 65 lotes a Inglaterra. En 1816 el diplomático vendió todo el cargo al Museo Británico por 35.000 libras, lo que hoy equivaldría a 2 millones de dólares.
Las autoridades británicas consideran que la transacción fue totalmente legal porque la transferencia contó con el aval del que era entonces reconocido internacionalmente como el gobierno legítimo de Atenas.
Los griegos, en cambio, insisten en que los turcos eran una "fuerza de ocupación" y que actuaban, por lo tanto, en contra de la voluntad de la gente que habían subyugado.