Morillo de hierro
El poblado Puig Castellar fue abandonado hacia el año 150 aC y sus moradores se trasladaron a la parte más llana de Santa Coloma. Antes, en el 218 aC, tuvo lugar el desembarco de los romanos en Empúries. Algunas tribus ibéricas se revelaron contra la ocupación y otras aceptaron pacíficamente la presencia de los invasores. En el caso de los ancestros colomenses, el descenso hacia la llanura pudo ser una consecuencia del proceso de romanización.
Los orígenes de Santa Coloma de Gramenet se remontan a la época del neolítico. El primer asentamiento —una pequeña agrupación de cabañas construida probablemente con ramas de árboles— data de unos tres mil años antes de Cristo y estaba situado en la vertiente del Puigfred, donde hoy se halla el Hospital de l’Esperit Sant. Sus habitantes eran recolectores, cazadores y agricultores.
De los restos arqueológicos encontrados correspondientes a esta época, destaca el Cau d’en Genís, un sepulcro megalítico ubicado a unos quinientos metros del Poblat Ibèric Puig Castellar, constituido por un gran bloque de granito que descansa sobre otras rocas más pequeñas, sugiriendo la entrada a lo que debió ser un corredor sagrado. Otros hallazgos (cerámicas, huesos, etc.) ponen de manifiesto la presencia humana en diversos puntos como el torrent de les Bruixes o can Butinyà en plena Edad del Bronce, entre los años 1200 y 900 aC.
Sin embargo, el descubrimiento del Poblat Ibèric Puig Castellar, que tuvo lugar en 1902 gracias a la tenacidad de Ferran de Sagarra, aporta una información trascendente para la reconstrucción histórica de Santa Coloma. El poblado se asienta en la cima del turó del Pollo a 303 metros de altura. Tiene una forma alargada, de tipo cónico. El poblado fue para los iberos un enclave defensivo estratégico.
El lugar elegido no fue casual. Los 303 metros de altura permitían divisar muchos kilómetros a la redonda, tanto hacia el interior como el mar. Y avisar a otros puntos de avistamiento de la Sierra de la Marina ante posibles amenazas.
Como es el poblado ibérico
El recinto tiene unos 100 m de largo por 50 m de ancho, alcanzando una extensión de 4000m2.
La estructura urbanística consiste en una adaptación al terreno, creando terrazas para salvar el desnivel y poder crear casas rectangulares de pequeñas dimensiones con una puerta hacia la calle. El poblado constaba de 3 calles y 40 viviendas creyendo que acogía a unos 200 habitantes. Una de las calles tiene un desagüe para extraer el agua de lluvia del poblado.
Fue descubierto en el 1902 por mossèn Palà, y las primeras excavaciones las dirigió el propietario de los terrenos, Ferran de Sagarra entre 1904 y 1905. En 1919 se donó al Institut d´Estudis Catalans que realizó excavaciones en 1922 y 1925 dirigidas por Josep Colomines Y Josep de C. Serra Ràfols. Hoy en día lo cuida el Centre Excursionista Puig Castellar junto el Museu Torre Balldovina.
Durante las excavaciones se han encontrado: un pebetero que representa a la diosa Deméter, molinos de mano, proyectiles de honda, cerámica de importación, ánforas (alguna con restos de cerveza), fragmentos de puñales y lanzas, objetos de ornamentación como cuentas púnicas de collar, conchas perforadas e incluso un tesoro de dracmas emporitanas.
El poblado estaba gobernado por un consejo de ancianos.
En el muro se encontraron 5 cráneos humanos, uno de los cuales estaba atravesado por un clavo de hierro. Esta costumbre íbera de mostrar los cráneos de sus enemigos fue tomada de los celtas, y servía para demostrar la ferocidad de los habitantes del poblado.
La mayoría de los objetos se encuentran en el Museu de Torre Balldovina.
El poblado se abandonó a finales del siglo III aC o inicios del siglo II aC. Fue un abandono repentino y se cree que fue causado por la Segunda Guerra Púnica (218-196 aC) o por la revuelta indígena del 196 aC.
Los poblados íberos estaban gobernados por un consejo de ancianos.
Los iberos del turó del Pollo practicaban:
La agricultura como actividad económica principal. Con el excedente agrícola comerciaban con griegos, cartagineses o romanos. Además practicaban la caza de ciervos, lobos y jabalís.
La ganadería constituyó una actividad complementaria.
La caza y la pesca adquirieron una gran relevancia, especialmente por laenorme cantidad de animales que se podían encontrar en los bosques colindantes.
El comercio, curiosamente, ya les supuso una fuente importante de acumulación de riquezas.
El contacto de los iberos con otros pueblos mediterráneos les llevó al descubrimiento y utilización de la escritura, si bien las inscripciones halladas son imposibles de traducir y representan todavía hoy un misterioso enigma.
La influencia mediterránea tuvo también en ellos un importante impacto espiritual: se desarrolla así un arte ibérico de gran riqueza, fundamentalmente religioso. En la tercera excavación del Puig Castellar(1954) se encontraron, entre otros objetos, una cerámica con forma de rostro femenino —una reproducción de la diosa Demeter, llamada en la mitología púnica diosa de la fecundidad Tanit — y un morillo de hierro forjado de los siglos IV-III aC.