Las orientaciones de la Unión Europea insisten en la necesidad de la adquisición de las competencias clave por parte de la ciudadanía como condición indispensable para lograr que los individuos alcancen un pleno desarrollo personal, social y profesional que se ajuste a las demandas de un mundo globalizado y haga posible el desarrollo económico, vinculado al conocimiento.
DeSeCo (2003) definió el concepto competencia como “la capacidad de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada”. La competencia “supone una combinación de habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones, y otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz”. Se contemplan, pues, como conocimiento en la práctica, es decir, un conocimiento adquirido a través de la participación activa en prácticas sociales y, como tales, se pueden desarrollar tanto en el contexto educativo formal, a través del currículo, como en los no formales e informales.
Las competencias, por tanto, se conceptualizan como un “saber hacer” que se aplica a una diversidad de contextos académicos, sociales y profesionales. Para que la transferencia a distintos contextos sea posible resulta indispensable una comprensión del conocimiento presente en las competencias y la vinculación de este con las habilidades prácticas o destrezas que las integran.
La competencia matemática implica la capacidad de aplicar el razonamiento matemático y sus herramientas para describir, interpretar y predecir distintos fenómenos en su contexto. La competencia matemática requiere de conocimientos sobre los números, las medidas y las estructuras, así como de las operaciones y las representaciones matemáticas, y la comprensión de los términos y conceptos matemáticos (operaciones, números, medidas, cantidad, espacios, formas, datos, etc.).
Las competencias básicas en ciencia y tecnología son aquellas que proporcionan un acercamiento al mundo físico y a la interacción responsable con él desde acciones, tanto individuales como colectivas, orientadas a la conservación y mejora del medio natural, decisivas para la protección y mantenimiento de la calidad de vida y el progreso de los pueblos. Estas competencias contribuyen al desarrollo del pensamiento científico, pues incluyen la aplicación de los métodos propios de la racionalidad científica y las destrezas tecnológicas, que conducen a la adquisición de conocimientos, el contraste de ideas y la aplicación de los descubrimientos al bienestar social.
La competencia digital supone saber: los derechos y riesgos en el mundo digital, las principales aplicaciones informáticas, las fuentes de información y el lenguaje específico, textual, numérico, icónico, visual, gráfico y sonoro; supone saber hacer: utilizar recursos tecnológicos para la comunicación y resolución de problemas, usar y procesar información de manera crítica y sistemática, crear contenidos y obtener y tratar información. Por último, y en lo referente al "saber ser", supone: tener una actitud activa, crítica y realista hacia las tecnologías y los medios tecnológicos; tener la curiosidad y la motivación por el aprendizaje y la mejora en el uso de las tecnologías; valorar fortalezas y debilidades de los medios tecnológicos y respetar principios éticos en su uso.
La competencia en comunicación lingüística es el resultado de la acción comunicativa dentro de prácticas sociales determinadas, en las cuales el individuo actúa con otros interlocutores y a través de textos en múltiples modalidades, formatos y soportes. Precisa de la interacción de distintas destrezas, ya que se produce en múltiples modalidades de comunicación y en diferentes soportes. Desde la oralidad y la escritura hasta las formas más sofisticadas de comunicación audiovisual o mediada por la tecnología, el individuo participa de un complejo entramado de posibilidades comunicativas gracias a las cuales expande su competencia y su capacidad de interacción con otros individuos.
La competencia sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor implica la comprensión del funcionamiento de las sociedades y las organizaciones sindicales y empresariales, el diseño e implementación de un plan y el conocimiento de las oportunidades existentes para las actividades personales, profesionales y comerciales. Conlleva tener la capacidad de análisis, planificación, organización y gestión; capacidad de adaptación al cambio y resolución de problemas; saber comunicar, presentar, representar y negociar; hacer evaluación y auto-evaluación. Por último requiere actuar de forma imaginativa y creativa, tener conocimiento y autoestima y tener iniciativa, interés, proactividad e innovación, tanto en la vida privada y social como en la profesional.