La poesía de Antonio Machado nos lleva del Modernismo intimista de sus primeros libros -que culmina en Soledades, galerías y otros poemas-, al espíritu de la generación del 98, reflejado en Campos de Castilla. Poeta siempre de intensa hondura humana, Antonio Machado llega con emoción al corazón de quienes se acercan a sus versos, tanto si estos encierran la expresión de sentimientos íntimos como si encarnan la preocupación del poeta por la España de su tiempo, por su decadencia y atraso, su paisaje y las gentes que lo habitan.
La poesía de Antonio Machado gira en torno a tres temas principales: la intimidad del poeta, el paisaje o mundo exterior a él y su amor por Leonor, muerta al poco de casarse.
Entre sus obras en verso y con características modernistas escribió Soledades, Soledades, galerías y otros poemas. Con marcada influencia del 98 elaboró Campos de Castilla.
También escribió teatro: La Lola se va a los puertos; y prosa: Juan de Mairena, Abel Martín.
Después de ver el vídeo y consultar la biografía de este autor, trata de contextualizar y comentar los poemas que se muestran a continuación y responde a las siguientes preguntas en clase:
Finalmente realiza el test de autoevaluación en Google Classroom.
Una noche de verano
Una noche de verano
—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!
Campos de Castilla
A un olmo seco
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Campos de Castilla