REGULACIÓN TÁCTIL
Los receptores sensoriales del tacto se encuentran en la piel. La piel conforma el órgano más grande y más versátil del cuerpo humano y nos ofrece un escudo seguro, una barrera protectora de un sinfín de agentes extraños y de daños mecánicos. Los receptores responden a estas cuatro categorías: presión o contacto, frío, calor y dolor. Nosotros hablamos de percepción táctil para referirnos solamente a la sensibilidad cutánea, es decir, a estímulos ligeros, suaves, fríos, calientes o ligeramente dolorosos. Diferenciamos entre tacto pasivo, en el que el observador no ejerce control sobre la recepción de estímulos, y el tacto activo, en el que el observador ejerce control activo sobre la captación de información (Lázaro y Berruezo, 2009).
Así pues, la regulación táctil que se llevará a cabo en el aula sensorial buscará siempre el promover diferentes sensaciones agradables a través de diferentes recursos sensoriales en el rincón táctil. Es fundamental en esta sala no intentar desensibilizar sensaciones táctiles desagradables con los estudiantes, con el fin de que la experiencia sensorial sea totalmente relajante.