Volveré
He visto hasta donde llega mi poder. Mi plan está funcionando. Seré el rey de los virus y esta vez conseguiremos crear más dolor, sufrimiento, lágrimas... y, por fin, vencer a la raza humana.
Mientras estaba en el laboratorio yo solo, empecé a elaborar mi villano y ambicioso plan. Mi primo Gripe me ha contado que los humanos son muy cariñosos, se tocan, se besan, se abrazan y, sobre todo, les encantan las celebraciones. Pienso que mi primo ha sido un poco inútil, porque todos los años consiguen el remedio antes de causar todo el daño que quisiera, y, como virus que somos, esa es nuestra meta.
Los “batasblancas” se han despistado, he aprovechado mi momento.
Diciembre 2019, estoy en China y, poco a poco, en otros lugares del mundo. Todavía no me han detectado. Sigo expandiéndome, en los cumpleaños, en funerales, celebraciones deportivas... y estoy haciendo daño sobre todo a los ancianos y enfermos. Jajaja.
Ningún otro virus va a lograr hacer el daño que tengo previsto hacer yo.
Abril de 2020, ¡estoy consiguiendo más enfermos y muertos de los que me imaginaba! Los niños y niñas sin poder salir, los mayores agobiados por sus trabajos... ¡y las calles, parques y cines, desiertos... son todos para mí! ¡Gracias, humanos! ¡Qué gusto escuchar los TikToks “I’m bored in house in a mini house bored...”! Y no sé cuál me gusta más, porque esta también me encanta: ¡“It’s coronatime, it’s coronatime...”! Seré el rey más recordado y conocido de la historia.
¿Pero qué está pasando? Solo han transcurrido cuatro meses. Los países más importantes se han reunido para aniquilarme. ¡Pero si yo iba a ser invencible! Me estoy debilitando, cada vez hay más humanos recuperados y menos enfermos. Los niños y niñas vuelven a jugar y a reír juntos en los parques y escuelas. Cada vez veo menos “batasblancas” y mi primo Gripe, ¿dándome consejos? No me lo creo. Ahora, la música que me llega me da dolor de cabeza y no soporto que las aguas de Venecia sean las más cristalinas y menos contaminadas de la historia.
Esta vez no ha podido ser..., pero no os confiéis porque mutaré para volver.
Marina Quijano.
EN CUARENTENA
La cuarentena es…. La cuarentena son muchas cosas: aburrimiento, alegría, atención, convivencia… La cuarentena es suceso muy poco habitual: quedarte en casa es algo que a mucha gente no le gusta, aunque los más pequeños estén felices de no ir al cole.
En mi caso, habían pasado quince días desde la declaración del estado de alarma. Yo estaba tranquilo en mi casa alejada de la ciudad, exactamente a veinte kilómetros de Bilbao.
Cada mañana salía al patio y contemplaba las vistas que tengo desde el jardín. En la televisión veía que la cosa iba empeorando. Me comunicaba a diario con mi familia, pero nunca pensé…
En la mañana del viernes me levanté, desayuné y salí al jardín como hacía cotidianamente. De repente suena el teléfono. Mis abuelos. Descubro con sorpresa que quieren venir a vivir conmigo. Me cuentan que la situación en Álava es muy complicada, con más de 500 contagiados, y que temen ponerse enfermos e irse para siempre. La verdad es que, al momento, pienso que podría ser malo que ellos se desplazaran a mi casa, pero reflexiono y me doy cuenta de que es la mejor opción. Acepto, hacen las maletas y se ponen en camino.
Entro en casa y mis tíos me hacen una vídeo-llamada desde Iruña. Comentamos la terrible situación de confinamiento que están viviendo y, según vamos conversando, empiezo a suponer lo que dos minutos más tarde vendría. En un principio pienso Comida, cama… convivencia sana para ocho personas. ¡Ni hablar! Pero me he dejado llevar. Es mi familia. En tres horas todos están en la puerta de casa, y yo cada vez me estreso más de solo pensar en el caos que es tener a ocho personas en casa.
Resignado, abro la puerta. Entran todos corriendo, peleándose por escoger las mejores habitaciones de la casa. Cuando acaban de instalarse, se plantan todos en la sala con la lista de tareas para hacer y, todos juntos y en equipo, lo hacemos el doble de rápido. Después, cogemos unas sillas y nos sentamos en el jardín a charlar y jugar. ¡Nos lo estábamos pasando genial! Pero, al tercer día mi tía empieza a encontrarse mal, con fiebre. Lógicamente nos preocupamos mucho y la aislamos por precaución. Tenía síntomas del COVID-19. Llamamos insistentemente al teléfono 900 20 30 50 y finalmente nos atienden. Unas horas más tarde una ambulancia llega a casa. Esperamos nerviosos al resultado del test rápido. ¡NEGATIVO! ¡Le había picado una araña!
Todos no aliviamos mucho, y así fue el día más preocupante para la familia.
EN CUARENTENA
Escucho sonidos en la habitación contigua. Mi madre esta levantada. Me remuevo en las sábanas, intentando recordar un sueño que se desvanece. Levanto la persiana y por un momento quedo cegada por los rayos de sol que se filtran en mi habitación. Miro por la ventana y observo las calles de Bilbao. Hace un día espléndido, no se atisba una sola nube en el cielo azul de marzo. Los árboles empiezan a florecer llenos de colores y vida como si quisieran dar la bienvenida a la primavera y el sol da los buenos días a los habitantes. Sin duda ahora mismo las calles estarían abarrotadas de gente: viandantes, turistas, deportistas… Sin embargo, están desiertas. No hay una sola alma.
Vuelvo a pensar amargamente en este nuevo virus proveniente de Asia. Esta nueva enfermedad que ha conseguido que declaren la pandemia. Este nuevo virus que ha conseguido que después de buscar vuelos y hoteles con ilusión, me quede sin vacaciones y que no pueda visitar a mis abuelos, y lo peor de todo, tener que encerrarme en casa.
En el fondo me siento mal conmigo misma por quejarme por semejantes cosas, puesto que la gente se muere por dicha enfermedad. Además, teniendo en cuenta que en la guerra civil española hubo gente emparedada durante 30 años, no se está tan mal. Por la mañana tienes clase, comes, ves la televisión, haces ejercicio… Sé que incluso en un día como este puede que ni siquiera hubiera salido a la calle. Pero con el tiempo, te quedas sin ideas de que hacer y te aburres y deseas poder salir a la calle, aunque sea solo para dar un paseo.
Cuando esto pasa, me fuerzo a pensar en todas las otras personas que están pasando por lo mismo que yo o que están en los cajeros de los supermercados todos los días preparados para suministrarnos alimentos y se arriesgan a contagiarse. También pienso en los médicos y enfermeros que atienden a los afectados y buscan una cura. Aun así, no puedo resistirlo y sigo queriendo salir.
Espero que esta impotencia se me pase y solo deseo que pronto acabe este virus, por el bien de todos, y así cada vez que mire por la ventana, las calles vuelvan a estar abarrotadas.
Andere Garabieta.
EN CUARENTENA
El planeta está viviendo en un escenario bélico. Al día de hoy las guerras ya no se libran en húmedos campos de batalla y a fuego cruzado, sino en los parques o en los despachos de los bancos. Nuestro enemigo es un virus llamado Covid19. Como se está demostrando, el ataque de este virus es similar como el principio de una guerra en las trincheras.
Yo soy un niño de 13 años llamado Erik, y aunque me entero de lo que está ocurriendo, no le he dado mucha importancia. En la televisión, en todas las conversaciones telefónicas y todo el mundo sólo habla de este maligno virus. El gobierno nos ha mandado quedarnos en casa durante un mes aproximadamente. Nos mandan los trabajos, deberes y explicaciones online. Nada más decretado el confinamiento en casa, me he puesto a jugar a mis videojuegos ya que he entendido que voy a tener tiempo para mi adicción.
Ya llevamos un día en casa y ni tan mal me lo he pasado genial, todo el día jugando. Cada día lectivo nos mandan muchas tareas. No entiendo a los profesores, ¿no pueden quedarse en casa tranquilamente? Pero se pasan el día mandando ejercicios, deberes y etc. Bueno, yo no lo hago ya que puedo estar pasando el tiempo jugando y hablando con mis amigos por videoconferencia. ¿Pero hasta cuándo? Los días pasan y yo aquí sigo jugando a mis juegos. Hasta que me he empezado a cansar de tanto jugar.
Me he dado cuenta de todo lo que me he perdido, los estudios, la diversión, los momentos en familia y el único momento del día que puedo salir de esta cárcel es cuando paseo a mi perro Moon. Después del atracón de jugar, he cambiado. Quiero salir con mis amigos, practicar skate con mis amigos, ir a la ikastola y sobre todo en un futuro aprender y algún día ser como mis profesores. Como dice mi madre los profesores tienen una santa paciencia.
Hoy, lunes al despertar en mi habitación, un día más de encierro, por fin lo entiendo todo. Mis padres me han despertado para ir al colegio.
Erik Arbaiza.
“EN CUARENTENA”
Todo termina, esos días que te vas a la cama agotada por los días frenéticos que una niña vive, los deberes, las extraescolares, los exámenes, las amigas, si hace bueno hay que tomar el aire, y si hace malo, hay que abrigarse. Y de repente como si fuera un mal sueño o una pesadilla, la vida de los niños cambia. Un horrible bicho quiere comerse el mundo. Ya no hay amigos, ya no existen los exámenes, ni los colegios, ni las Iglesias y por no existir ni la familia. Y por supuesto el buen tiempo ya no es importante. Vivimos en cuevas, oscuras, sin luz porque según dicen el bicho puede encontrarnos.
Pero nosotros somos muy fuertes, más fuerte de lo que pensamos, yo suelo cantar y me río mucho para que el bicho sepa que no le tengo miedo. Y todas las noches sueño que pillaré al bicho y lo meteré en una cubeta de ensayo para la investigación, y que yo seré la científica que descubra cómo lograr una vacuna para salvarnos y que no vuelvan a atacar ni a secuestrar nuestro planeta nunca más.
Esto me ha hecho pensar que cuando sea mayor me dedicaré a la investigación, sé que es muy pronto para saber si lo lograré pero espero que como yo muchos otros niños tengan la misma ilusión y seamos un grupo enorme de científicos y el mundo nos apoyará y nos protegerá para poder trabajar para mejorar la salud de las personas.
En esta pandemia ha habido muchos héroes desconocidos pero son héroes: los sanitarios, las policías, los tenderos que nos dan de comer, los mecánicos que arreglan los coches de los policías y bomberos, los del servicio de limpieza que limpian desinfectando todo, los conductores de los buses y trenes para que nuestros padres vayan a trabajar, los profesores que no perdieron ningún minuto quejándose y se pusieron manos a la obra y supongo que muchos otros que no me acuerdo y que si este relato se publica, espero que no se enfaden.
Irene Arbaiza
Nunca imaginé que llegaríamos a este punto, al punto de llegar a estar en cuarentena por un virus, pero la vida no es como la imaginamos ni mucho menos, en realidad es completamente diferente, nosotros creemos que la vida es larga y “eterna” por decirlo de una manera, pero, luego nos damos cuenta de lo rápido que pasa el tiempo y para cuando nos hemos percatado, ya es demasiado tarde, pero eso es otro tema.
Hay a gente que a cuarentena le parece inservible, ya que tarde o temprano la gente dejará de hacer caso al gobierno y empezar a salir a la calle por el exceso de tiempo “encerrados”, pero hay gente que cree que sinceramente puede ayudarnos, ese es mi caso, a pesar de que estar aquí encerrados es un aburrimiento y un rollo, tarde o temprano, pasará, al igual que las tormentas, tarde o temprano pasarán y el sol volverá a salir y deslumbrarnos con su poderosa luz.
En este periodo de cuarentena mucha gente ha salido a la calle con la excusa de ir a la compra o ir a por el periódico cuando sólo se sale para despejarse, también hay casos de gente que ha salido a la calle paseando un perro de peluche simplemente para tomar el aire y han sido multados. A nosotros nos puede parecer gracioso o incluso una chorrada, pero esa gente sale a la calle por algo, su fin no es ser multado obviamente, si salen a la calle es porque para ellos eso es una necesidad, al igual que comer o dormir.
Durante el tiempo que he estado en cuarentena, he aprendido diversas cosas, empezando por el hecho de que he tenido que aprender a aburrirme, a saber, convivir las veinticuatro horas al día con mi familia, sabiendo que, si hay algún malentendido y no se soluciona, va a ser muchísimo peor para todos.
Hay gente que dice que aburrirse es algo bueno, en cambio, yo no creo que sea del todo bueno, ya que significa que no tienes nada que hacer no con quien hablar cuando te aburres, sin embargo, durante estos días he aprendido que siempre hay algo que hacer o alguien con quien hablar, si no sabes quién es ese alguien, deberías de encontrarlo, ya que, en muchos momentos de tu vida, será capaz de ayudarte con tus problemas, dudas o simplemente de hacerte compañía en esos momentos que la necesitas.
Katalin Eguren