BAUTISMO DE UN NIÑO EN PELIGRO DE MUERTE
El rito más breve para bautizar a un niño en peligro de muerte, en ausencia del ministro ordinario (sacerdote o diácono), presenta una doble estructura:
Cuando el tiempo urge, el ministro, omitiendo todo lo demás, derrama sobre la cabeza del niño agua, aunque no esté bendecida (pero que sea natural) diciendo la fórmula de costumbre.
Después se bautiza al niño (a la niña) diciendo:
N., yo te bautizo en el nombre del Padre,
primera infusión de agua
y del Hijo,
segunda infusión de agua
y del Espíritu Santo
tercera infusión de agua
Si a juicio prudente hay tiempo suficiente, se reunirán algunos fieles y, si entre ellos hay alguno capaz de disponer una breve celebración, se usará el siguiente rito: monición del ministro y breve oración universal, profesión de la fe de los padres o de un padrino, infusión del agua con las palabras de costumbre. Pero si los asistentes son menos instruidos, el ministro (luego de haber recitado en voz alta el símbolo de la fe) bautizará según el rito que se usa en peligro de muerte inminente
INVOCACIÓN INICIAL
Preparada el agua, aunque no esté bendecida, y reunidos en torno al niño enfermo los padres, padrinos y, si es posible, algunos familiares y amigos, el ministro (sacerdote, diácono o laico) comienza esta breve oración de los fieles:
Hermanos: Invoquemos la misericordia de Dios todopoderoso para este niño (esta niña) que va a recibir la gracia del Bautismo, por sus padres (y padrinos), y por todo el pueblo Santo de Dios.
Para que Dios se digne agregar este niño (esta niña) a su Iglesia por el Bautismo. Roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos.
Para que se digne adoptarlo coma hijo(a) suyo(a), por el Bautismo. Roguemos al Señor.
R. Te rogamos, Óyenos.
Para que, sepultado(a) por el Bautismo en la muerte de Cristo, le haga partícipe de su resurrección. Roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos.
Para que se digne renovar en todos nosotros la gracia del Bautismo. Roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos.
Para que se digne conservar siempre en una misma fe y caridad a todos los discípulos de Cristo, bautizados para formar un solo cuerpo. Roguemos al Señor.
R. Te rogamos, óyenos.
Dios, fuente de Vida y amor, Padre de nuestro Señor Jesucristo: Tú quieres revelar tu designio de amor a estos padres que temen por la Vida de su hijo, dándoles a conocer que no ha de perderse para siempre ésta vida que renacerá en el Bautismo. Escucha nuestras súplicas: No permitas que este niño (esta niña) permanezca bajo el poder del mal, sino admítelo(a) en el Reino de tu Hijo. Concede que este(a) niño(a), a quien damos el nombre de N., por esta agua vivificada por el Espíritu, participe en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, sea hijo(a) de adopción, alcance tu heredad y se alegre como miembro de tu Iglesia con el Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Seguidamente se hace la profesión de fe. El ministro invita a los presentes con estas palabras:
Recordando nuestro Bautismo, confesemos nuestra fe en Jesucristo, que es la fe de la Iglesia, en la que este(a) niño(a) va a ser bautizado(a).
Y después pregunta:
¿Creen en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?
R. Sí, creo.
¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
R. Sí, creo.
¿Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
R. Sí, creo.
Después se bautiza al niño (a la niña) diciendo:
N., yo te bautizo en el nombre del Padre,
primera infusión de agua
y del Hijo,
segunda infusión de agua
y del Espíritu Santo
tercera infusión de agua
La celebración se concluye con la recitación de la oración dominical:
Padre nuestro que estás en el Cielo.
Santificado sea tu nombre
venga a nosotros tu reino
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Si entre los presentes ninguno es capaz de dirigir la celebración aquí descrita cualquier fiel puede bautizar, recitando el Credo y después derramando el agua sobre el bautizando con la fórmula propia.
En cuanto sea posible, conviene que el ministro tenga presente uno o dos testigos.