Al detalle es una sección pensada para descubrir los secretos, anécdotas y curiosidades que hacen única a nuestra localidad. Desde rincones con historia hasta tradiciones poco conocidas, pasando por personajes ilustres, leyendas populares o datos sorprendentes que forman parte de nuestra identidad. Aquí, los alumnos y alumnas se convierten en exploradores de su propio entorno, dándole valor a lo cercano y aprendiendo a mirar Villamartín con otros ojos: los de la curiosidad, el respeto y el orgullo por lo nuestro.
Como profesor de Historia y culiblanco adoptivo, es recurrente escuchar un repetitivo lamento que dice así: “en Villamartín no hay nada que ver”, en alusión a que este maravilloso pueblo carece de patrimonio artístico relevante, o que sólo las grandes ciudades son destacables histórica y patrimonialmente destacadas. Nada más lejos de la realidad. En Villamartín (Cádiz), se conserva un conjunto de obras y elementos patrimoniales que lo sitúan con orgullo en el mapa artístico andaluz, aunque con frecuencia pasen desapercibidos para quienes vivimos aquí.
Desde el Departamento de Geografía e Historia del IES Castillo de Matrera, queremos invitar a mirar nuestro entorno con otros ojos, a descubrir los tesoros que forman parte de nuestra identidad cultural, y que artistas reconocidos a nivel nacional han dejado como legado en nuestras calles, iglesias y tradiciones.
Una de las joyas más sobresalientes es la portada de la Iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes, realizada por el arquitecto Hernán Ruiz II entre 1562 y 1564. Este arquitecto, maestro del Renacimiento español, fue responsable de la famosa intervención en la Catedral de Sevilla y del cuerpo superior de su Giralda. Su trabajo en Villamartín nos conecta directamente con el Renacimiento andaluz más refinado y monumental, y es una muestra viva de que el arte de primer nivel también tuvo aquí su expresión.
El manierismo, etapa de transición entre el Renacimiento y el Barroco, también dejó huella en la escultura de Villamartín. Un ejemplo notable es el Cristo de la Vera Cruz, atribuido a Roque Balduque, uno de los introductores de este estilo en Andalucía. La imagen presenta formas alargadas, rostro sereno y una musculatura marcada pero idealizada, elementos característicos del manierismo, que buscaba expresividad y elegancia más allá del equilibrio clásico.
Avanzando en el tiempo, ya plenamente en el Barroco andaluz, encontramos una obra de Juan Martínez Montañés, uno de los grandes maestros de la escultura barroca española, que está representado en nuestro patrimonio con la imagen del Dulce Nombre de Jesús (1595), una obra de gran delicadeza, expresión serena y equilibrio compositivo, que resume el ideal de belleza y recogimiento que caracterizó a su producción más temprana. También destaca la figura de Francisco de Ocampo, discípulo de Martínez Montañés, autor del Jesús Nazareno (1622), una talla profundamente emotiva y cercana al naturalismo, que combina dramatismo contenido y minuciosidad anatómica. Estas obras no solo confirman la presencia del Barroco en nuestro entorno, sino que evidencian que Villamartín conserva esculturas firmadas o atribuidas a algunos de los escultores más relevantes de la historia del arte andaluz.
El retablo mayor de la Iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes fue realizado por el taller de Pedro Roldán, uno de los escultores más importantes del siglo XVII, cuya obra también puede verse en lugares como la Cartuja de Sevilla o el Hospital de la Caridad. Tener una pieza de esta envergadura en nuestro patrimonio debería ser motivo de orgullo colectivo.
El arte en Villamartín no se limita a la escultura o la arquitectura. En orfebrería, destaca la extraordinaria Custodia de los Esmaltes, realizada por Martín Alonso del Castillo en 1637. Una obra de orfebrería religiosa que combina técnica, lujo y simbolismo, digna de figurar en cualquier museo.
En el ámbito de la pintura, se conserva en la iglesia una magnífica obra: El Martirio de San Sebastián, atribuida al pintor Sebastián Muñoz, discípulo de Juan Carreño de Miranda y pintor de cámara de Carlos II. Realizada entre 1687 y 1688, esta pintura no solo representa un tema clásico del martirologio cristiano, sino que está ejecutada con una gran calidad técnica y sentido dramático.
No podemos olvidar los bordados, muchas veces considerados un arte menor, pero que reflejan siglos de dedicación, fe y arte popular. El Manto Procesional de María Santísima de los Dolores, bordado en 1872 por las Hermanas Antúnez, es una verdadera obra de arte textil, realizada con hilos de oro y seda, cuya belleza aún deslumbra cada Semana Santa.
Por todo ello, os planteo una pregunta: ¿y si empezamos a mirar con otros ojos?
Todos estos hitos forman parte de un patrimonio artístico que debe conocerse, valorarse y protegerse. No se trata solo de piezas antiguas: son parte de nuestra historia, de nuestra memoria colectiva y de la riqueza cultural que transmitimos a las generaciones futuras. Desde nuestro instituto, animamos a toda la comunidad educativa a visitar estos espacios, a investigar, a sentir orgullo por lo nuestro. Villamartín es mucho más que un punto en el mapa: es un lugar donde el arte habita. Solo hace falta detenerse, mirar... y escuchar lo que el patrimonio nos quiere contar.
Mario Torralbo Tamaral
Fuentes fotográficas:
- Custodia: Jose María Gutiérrez López.
- El Martirio de San Sebastián: Andrés Alpresa Moreno.
- Manto procesional: Juan José Gómez Vidal.
- Portada Iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes: Libro Cádiz y Provincia, N° Villamartin.
- Dulce Nombre de Jesús: Juan José Gómez Vidal.
- Jesús Nazareno: Juan José Gómez Vidal.
Custodia
Dulce Nombre de Jesús
El Martirio de San Sebastián
Jesús Nazareno