Una vez que se conoce el plan de empresa y su posible viabilidad técnica y económica, hay que definir cuál de las formas jurídicas existentes se elige para su creación y explicar las razones de dicha elección.
No existe una forma jurídica mejor o peor, sino que cada forma jurídica tiene una variedad de aspectos legales que influyen tanto en los trámites de creación como en las posibles consecuencias si se dan ciertas circunstancias. Por tanto, no hay regla exacta que se pueda aplicar para escoger la forma jurídica apropiada. Ahora bien, hay que tener en cuenta esa variedad de aspectos que influyen y cuyo estudio puede ayudar a elegir la forma jurídica más conveniente.
A la hora de elegir la forma jurídica, es recomendable seguir un proceso adecuado como puede ser el siguiente:
Establecer objetivos, necesidades y circunstancias.
Analizar las ventajas e inconvenientes de cada forma jurídica.
Rechazar las opciones imposibles.
Entre las posibles, indagar la más adecuada.
Una vez seleccionada la forma jurídica, hay que especificar sus características:
Resúmen:
La Sociedad Limitada (SL) parece ser la mejor opción: protege el patrimonio personal, tiene bajos requisitos de capital y es flexible para crecer.
Si los tres socios buscan tomar decisiones más democráticas y trabajar en conjunto, la Cooperativa podría ser interesante, aunque más burocrática.
Sociedad Civil o empezar como autónomos sería útil si quieren probar la idea con menos trámites, aunque con mayor riesgo personal.