Esta redacción fue un trabajo de clase el cual nos pidieron escribir con la única condición de utilizar las palabras subrayadas (ajolote, Albacete, lila, salchichas y libreta).
Quisiera decir que no la echo de menos y que soy feliz, pero ya he mentido a mucha gente con eso como para hacerlo también en mi libreta personal, donde aún escribo a bolígrafo lila, porque sé que a ella le gustaría.
Siempre fui un chico vivaracho, extrovertido, social, alegre y positivo. Quizás no muy ingenioso, quizás no muy despierto, tenía sueños que sabía que cumpliría pero no cómo, no me preocupaba el futuro ni nada, hasta que la conocí a ella.
Victoria, solo escribir su nombre me duele, aquella chica que llevaba conmigo desde siempre y yo no empecé a ver hasta hace unos meses. Fue mera coincidencia, podría decirse que la mejor de toda mi vida es por esto que siempre vengo de vacaciones a Albacete, porque cada calle me recuerda a ella. Fue un choque, un balbuceo que se convirtió en una conversación y unos ojos que me atraparon así, sin explicación. Aquel incidente había pasado hace unos días y ya no podía sacarla de mi cabeza. Afortunadamente, Historia fue mi solución ya que teníamos que hacer un trabajo y me pusieron con ella, en aquel momento me dio un vuelco el corazón. El miedo fue sustituido por la risa y la atracción, porque he de decir que me asustaba no caerle bien, yo, una persona tan abierta con miedo, nunca lo entendí. Pero se fue como una exhalación profunda y se sustituyó por emoción y curiosidad. Victoria era una persona muy interesante, o por lo menos a mí me lo parecía. Le encantaban los ajolotes, las salchichas, los bolis lilas y el cielo, sobre todo el cielo. Era alegre y divertida, era perfecta y nos complementamos enseguida. Poco a poco nos fuimos haciendo más cercanos, nuestra amistad fue creciendo y empezamos a sentirnos más que amigos. Recuerdo su dulce voz, bajita como si tuviese miedo de que la escucharan, su pelo era pelirrojo con esos rizos con los que me entretenía horas y horas enroscando mis dedos en ellos, con unos ojos verdes que me desintegraban, con su cuerpo pequeño y su altura mediana, definitivamente me encantaba. Salimos juntos una tarde cualquiera a un parque al lado de mi casa y volví con la mayor sonrisa de mi vida y un sentimiento de felicidad rodeándome entero, me sentía embriagado, extasiado, drogado, como si lo que había pasado no fuese verdad, pero lo era, me había dicho que sí y fuimos novios por muchos años. Mis mejores cumpleaños los pasé con ella, en mis mejores momentos aparece ella siempre como protagonista, en los peores siempre recuerdo su hombro en el cual lloré infinitas veces, la alegría más grande me la dio ella el 16 de diciembre cuando me dio a mi hijo Austin y la desgracia más grande también me la dio ella, el 1 de enero cuando falleció.
Aún tengo sus libros con apuntes lilas, sus fotos, su telescopio, aún compró sus salchichas favoritas y hoy por Navidad le he regalado un ajolote rosa a nuestra nieta Andrea, sabiéndolo que le hubiera gustado verlo y tenerlo a ella.