Coherencia, cohesión y adecuación

Como cualquier otro texto, el debate debe presentar tres propiedades que conforman su estructura básica: coherencia, cohesión y adecuación.

La coherencia es la propiedad que permite expresar una idea o tema, sin digresiones y con una intención determinada: es la propiedad que dota de unidad y sentido al texto y permite interpretarlo. En un buen debate el tema o asunto a debatir y las posturas de los participantes deben quedar claramente definidos desde el principio, sin que se produzcan digresiones irrelevantes o contradicciones en la defensa de las distintas opiniones durante el transcurso del mismo.

Por su parte, la cohesión es la manifestación externa, lingüística, de la coherencia interna de un texto. Un texto está cohesionado cuando los enunciados que lo componen establecen entre sí conexiones y lazos verbales que nos permiten interpretarlos como partes de un todo. La cohesión se manifiesta mediante numerosos recursos lingüísticos denominados mecanismos de cohesión, que actúan en los distintos niveles de análisis lingüístico.

La adecuación, finalmente, es una propiedad pragmática que se refiere al hecho de que el hablante posee conocimientos que le permiten adaptar su lengua a las diversas circunstancias en las que se produce cada texto. Un texto es adecuado si no viola ninguna de las normas sociales, personales, lingüísticas, situacionales, etc., que regulan todo acto comunicativo. El registro lingüístico adecuado para el debate debe caracterizarse por un tono formal y el uso de la variedad estándar de la lengua. Por lo tanto, quienes participan en un debate no solo deben evitar expresiones incorrectas (vulgarismos), sino que deben evitar también el uso de coloquialismos o términos de la jerga juvenil que, adecuados en determinadas situaciones informales, en este contexto comunicativo resultarían, por el contrario, inadecuados.