El agua es uno de los recursos más valiosos del planeta. Sin embargo, a pesar de su importancia, millones de litros de agua potable se desperdician diariamente en usos que no requieren este nivel de pureza. En los centros educativos, como en el Colegio Malvar, una gran parte del agua utilizada en lavabos y duchas acaba siendo desechada sin un tratamiento ni reutilización, aunque se encuentra en condiciones de ser reaprovechada para tareas no potables como el riego de jardines o huertos limpieza .
Esta agua se conoce como agua gris. Son aquellas aguas residuales que provienen de lavamanos, duchas o lavavajillas (no de inodoros), y que aunque contienen ciertas impurezas, pueden ser tratadas de forma sencilla para otros usos.
Se estima que una persona puede generar entre 50 y 80 litros de agua gris al día.
En un colegio con 500 personas (entre alumnado y profesorado), eso equivale a 25.000 – 40.000 litros diarios.
Toda esta agua podría ser reutilizada para tareas como el riego del huerto escolar, limpieza de suelos exteriores o incluso descargas de inodoros, reduciendo así el consumo de agua potable.
A pesar de este potencial, la mayoría de las instituciones no cuentan con sistemas de reutilización, lo que conlleva un uso innecesario de recursos hídricos que podrían conservarse o dirigirse a zonas en las que el acceso al agua es limitado.
Falta de conciencia sobre el potencial de reutilización.
Ausencia de infraestructura adecuada en los edificios escolares.
Desconocimiento técnico y educativo de cómo tratar las aguas grises de forma segura.
Percepción errónea de que toda el agua residual es peligrosa, lo cual no es cierto en el caso de las aguas grises.
Desperdicio de agua potable, que podría tener otros usos prioritarios.
Aumento innecesario en la demanda energética, ya que el agua potable necesita ser captada, tratada, bombeada y distribuida.
Desconexión del alumnado con la realidad del recurso hídrico, al no observar de forma práctica su uso responsable.
Incremento de la huella hídrica y de la huella de carbono del centro escolar.
Dado este panorama, resulta urgente diseñar una solución que sea educativa, ecológica y factible para reaprovechar este recurso tan desaprovechado. Apostar por un sistema de tratamiento de aguas grises dentro del colegio no solo resuelve parte del problema hídrico, sino que educa al alumnado en valores ambientales, promueve la innovación y convierte al centro en un referente de sostenibilidad.
Además, el colegio ya está trabajando en líneas como el reciclaje, compostaje y jardines verticales. Incluir el aprovechamiento de aguas grises completa un enfoque integral sobre el cuidado del medioambiente y el uso eficiente de los recursos naturales.