Mensaje de La Caridad

VIRGEN DE LA CARIDAD SALVA A CUBA

Mensaje de la Virgen de La Caridad al Pueblo de Cuba y

Pueblos Vecinos.

Septiembre 8 de 1991

Lamentación de la Virgen por sus hijos:

Ustedes ofendieron a su creador ofreciendo sacrificios a demonios y no a Dios. Se olvidaron del Dios eterno, que los alimento, y entristecieron a Virgen de la Caridad, que ha sido una madre para ustedes; al ver venir sobre ustedes el castigo que Dios iba a enviarles, ella dijo:

“¡Escuchen, pueblos vecinos: Dios me ha enviado un gran dolor! He visto como el Dios eterno ha enviado cautivos a mis hijos y a mis hijas.

Yo los había alimentado llena de alegría, y luego, con tristeza y lágrimas, los vi partir.

Que nadie se alegre al ver que estoy viuda y que me han quitado a tantos hijos.

Desierta estoy por los pecados de mis hijos, porque se apartaron de la ley de Dios. No hicieron caso de los decretos de Dios, no vivieron de acuerdo con sus mandamientos ni se dejaron guiar de el por el camino recto.

¡Vengan pueblos vecinos; fijense como el Dios eterno ha enviado cautivos a mis hijos y a, hijas! Trajo de lejos, contra ellos, una nación cruel, de idioma extraño, que no respetaba al gobierno de la Iglesia ni tenía compasión de los niños; y a mí, viuda y desamparada, me quito a mis queridos hijos y mis hijas. Y yo, ¿ qué ayuda puedo dar a ustedes, hijos míos? Dios, que les envió estas calamidades, es quien los librara de sus enemigos. ¡Sigan, hijos míos, sigan su camino! ¡Yo me quedo abandonada! Me he quitado mis vestidos de los días de paz, me he puesto ropas ásperas para orar y clamare a Dios eterno mientras viva. ¡Animo, hijos, pídanle ayuda a Dios, y el los librara de la tiranía y del poder de sus enemigos!

Yo espero que Dios eterno los salve; el Senor santo y Dios eterno me a dado la alegria de saber que pronto tendra compasion de ustedes.

Yo con tristeza y lagrimas, los vi partir; pero Dios me los devolvera con alegria y gozo eternos. Y asi como ahora los pueblos vecinos los han visto salir cautivos, pronto veran como el Dios eterno los salvara con su gran gloria y esplendor.

Hijos mios, soporten con paciencia el castigo que Dios les ha enviado. Sus enemigos los han perseguido, pero pronto veran ustedes como van a ser ellos convertidos, y les pondremos los pies sobre la cabeza a la serpiente.

Mis hijos consentidos han ido por caminos asperos; sus enemigos se los llevaron como las fieras se llevan a las ovejas.

Animo, hijos, pidan ayuda a Dios, y el, que les mando todo esto, se acordara de ustedes. Asi como se empenaron en alejarse de Dios, vuelvanse ahora y busquenlo con mas empeno. Porque el que le envio estas calamidades, les dara tambien alegria eterna al concederles la SALVACION.”

BARUC 4;5-29.

Joel Ignacio

RECEPTOR DEL MENSAJE

¡Ánimo, pueblo mío, tú que guardas vivo el recuerdo de Cuba! Ustedes fueron vendidos a naciones

extranjeras, pero no serán exterminados. Por haber hecho enojar a Dios, fueron entregados a sus

enemigos.

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San Simeón, el Nuevo Teólogo (hacia 949-1022), monje griego

Himno 37

« Entonces se les abrieron los ojos »

Oh Cristo, Maestro, Señor que salvas las almas,

Dios, Señor de todos los poderes visibles e invisibles,

porque eres el Creador de todo lo que hay en el cielo,

y de lo que existe más arriba del cielo, y de lo que está bajo la tierra...

Tu mano lo sostiene todo,

porque es tu mano, oh Señor, este gran poder

que cumple la voluntad de tu Padre,

forja, realiza, crea

y dirige nuestras vidas de modo inexpresable.

Es ella, pues, la que me ha creado a mí también

y de la nada me ha dado el ser.

Y yo, había nacido en este mundo

y te ignoraba totalmente, a ti, mi buen Señor,

a ti, mi creador, ha ti que me has modelado,

y yo estaba en el mundo como un ciego

y como sin Dios, porque desconocía a mi Dios.

Entonces, tú, en persona tuviste compasión de mí, me miraste,

me convertiste haciendo brillar tu luz en mi oscuridad,

y me atrajiste hacia ti, mi Creador.

Y después de haberme arrancado de lo hondo de la fosa...

de los deseos y placeres de esta vida,

me enseñaste el camino, me diste un guía

para llevarme hacia tus mandamientos.

Le seguía, le seguía, sin preocupación alguna...

Mas también, cuando te veía a ti, mi buen Señor,

allí con mi guía y con mi Padre,

experimentaba un amor, un deseo indecibles.

Estaba más allá de la fe, más allá de la esperanza

Y decía: «He aquí que estoy viendo los bienes futuros (cf Hb 10,1),

éste es el Reino de los cielos.

Tengo delante de mis ojos 'estos bienes que ni el ojo vio,

ni el oído nunca oyó hablar de ello'» (Is 64,3; 1C 2,9).