1962. TRAGEDIA ARGENTINA. ISLA MARTÍN GARCÍA. FRONDIZI.

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En la mañana del 29 de marzo de 1962 el entonces presidente Dr. Arturo Frondizi fue derrocado y detenido en la Isla Martín García durante 342 días por una junta militar. La isla YPF (Yrigoyen-Perón-Frondizi) prisión naval célebre presidio de presidentes argentinos.

UN MARINERO Y UN PRESIDENTE

Un ciudadano llamado Rodolfo Segundo Pérez estaba listo para salir a prestar servicio a la patria como conscripto en la Armada de la República Argentina A.R.A. Contaba con apenas 20 años y por ley debía cumplir el servicio militar obligatorio en una base naval de Buenos Aires.

 

Este joven serio, alto, discreto; mi padre, llegaba desde la provincia de Tucumán situada a 1262 km al norte del país a una ciudad enorme como Buenos Aires, llena de luces, dinero y escenario político. Testigo de grandes sucesos históricos de la nación. Traía bajo su brazo un título de maestro de escuela obtenido en la Escuela Normal de Catamarca y otro como profesor de piano obtenido en el pueblo que nació, Juan Bautista Alberdi. Lo esperaba la milicia, dos años de servicio en tiempos violentos y de agitación política en el país, una época bisagra de la historia que había sido testigo años anteriores.

 

Jamás pudo imaginarse este futuro marinero que su destino lo llevaría a conocer al Dr. Arturo Frondizi, uno de los grandes presidentes que tuvo la República Argentina. Presidente desde 1958, desarrollista y muy célebre para la época, que en 1962 fue confinado y obligado a residir en un lugar diferente al suyo dentro del área nacional bajo vigilancia de la autoridad militar en la isla prisión llamada Martín García.

 

Esta historia contará la relación que había entre ellos, sus diálogos, las costumbres del presidente Frondizi o Sr. Presidente como lo llamaban en la isla y como era la vida en esa base militar naval en tiempos de agitación.

DESTITUCIÓN

1962 Inicia la gran tragedia argentina con la caída de un gran presidente desarrollista tapado por la historia y condenado a pasar confinado en la llamada Isla del Diablo del Río de La Plata: la prisión naval militar Martín García.

 

Ese gran estadista se llamaba Arturo Frondizi, abogado de profesión, periodista y escritor. Como Jefe de Estado de Argentina llegó a entrevistarse y conocer personalidades mundiales como presidentes, monarcas y líderes. John Fiztgerald Kennedy, Fidel Castro, el Papa Juan XXIII, Ernesto Che Guevara.

 

Frondizi de vocación inclaudicable en defensa de los principios de justicia y libertad sostenidos en la práctica durante toda su vida. En un discurso célebre inaugural de la Asamblea Legislativa el 1° de marzo de 1958, Frondizi puso su gobierno bajo una idea moral, la idea del reencuentro entre los argentinos y que ese encuentro se sustentara en una política de desarrollo nacional que le diera permanencia. Llamó a eliminar los motivos de encono y revancha, y a extirpar de raíz el odio y el miedo del corazón de los argentinos. Es hora de recuperar la vigencia de los valores morales y trabajar para detener la decadencia y salir del laberinto en el que está metida la Argentina. Arturo Frondizi soñó con una república democrática, una nación desarrollada y moderna y sobre todo con la unidad nacional sobre la base del reencuentro de los argentinos. Trabajó y luchó por ello, pero su sueño quedó incumplido.

 

Frondizi sólo dejó un dpto. En el centro de la ciudad de Buenos Aires, una cabañita de 30 m2 en la ciudad balnearia de Ostende al lado de Pinamar. Sus restos junto al de Elena Faggionatto de Frondizi la mujer y el de su única hija Elenita Frondizi (fallecida a los 39 años) en el nicho de la familia de su suegro en el Cementerio de Olivos. Es decir, un tipo honesto que soporto en su gestión 30 intentos de golpe de Estado hasta que lo sacó del gobierno una junta militar miserable. Por ser honesto y sencillo fue tapado por la historia del país, nada que ver con los nefastos dirigentes argentinos que llegaron al poder en el futuro de Argentina.

 

1962 fue como un punto de inflexión clave en la historia del mundo y del inicio de la tragedia argentina que nos muestra hoy en día un panorama resultante de la consecuencia de esos tiempos al llegar a un ballotage entre dos candidatos a la presidencia impresentables, en el marco de un éxodo masivo de jóvenes que abandonan el país.



MARTÍN GARCÍA

La isla Martín García situada a 48 km de la ciudad de Buenos Aires, se encuentra prácticamente en la estratégica confluencia del Río Uruguay con el Río de la Plata y cuenta con 168 hectáreas.

Una isla histórica que se hallaba en el área que charrúas y guaraníes chandules disputaban y fue descubierta por europeos en la expedición de Juan Díaz de Solís en 1516. Que debe su nombre al despensero de la expedición española. Martín García, quien murió a bordo, en su honor fue colocado una cruz con su nombre en la isla, donde además se oficio la primera misa católica en el Río de la Plata.

CONFINAMIENTO

El 29 de marzo de 1962 un golpe de Estado cívico-militar destituyó al presidente Arturo Frondizi y lo envía detenido a la Isla Martín García que era una antigua prisión naval militar ubicada en el Río de La Plata. Fue el presidente que más tiempo estuvo en la isla 342 días y alojado en la casa del Segundo Jefe de la Isla (hoy sede de la Comisión Administradora del Río de la Plata).

A las 7:30 de la mañana, un hombre alto, delgado y de traje oscuro viaja en un automóvil negro. Lleva lentes oscuros de carey, una camisa blanca, una delgada corbata al tono y una sonrisa melancólica y una expresión de cansancio. Los periodistas se agolpan en el costado izquierdo del automóvil buscando la primicia, ahogando a las personas, a su vez rodeado de vehículos repletos de militares que lo escoltan, nerviosos, inquietos, miradas perdidas.

 

El hombre saluda, abstraído, a las personas que rodean el auto, que lentamente deja la residencia presidencial de Olivos y toma la avenida Libertador con rumbo al sector militar de Aeroparque. El tráfico, finalmente, se libera y el auto negro toma velocidad. Un sol resplandeciente, incandescente sobre la ventanilla del auto oscuro imponente y donde lentamente se desvanece la figura de Arturo Frondizi, que acaba de ser destituido por los militares argentinos y deja su gobierno rumbo a la Isla Martín García.

 

El hecho final e innegable, es que a las 7.30 de la mañana, escoltado por el jefe de la Casa Militar, que para mayor ironía lo custodiaba para llevarlo a prisión. Y la Argentina perdía así su última oportunidad en el siglo XX para despegar al fin y transformarse en una Nación plenamente desarrollada, socialmente justa, democrática y soberana con un político diferente, de gesto adusto y de gran formación humanística, hijo de inmigrantes italianos que vinieron a trabajar a un lugar tan distante de su patria.

 

El 29 de marzo de 1962 las Fuerzas Armadas confinan en la isla Martín García al presidente Arturo Frondizi. Anulan las elecciones y designan a José María Guido, presidente del Senado, para ocupar la presidencia a fin de mantener una imagen de gobierno civil.

 

Esto ocurrió hace 61 años, Frondizi gobernaba desde el 1° de mayo de 1958. Se trataba de un abogado, periodista, docente y político.

 

Afiliado a la Unión Cívica Radical en los años 1930, Frondizi fue uno de los líderes que renovaron esa fuerza en la década de 1940 al dar origen al Movimiento de Intransigencia y Renovación. En 1946 fue elegido diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires. En las elecciones de 1951 integró la fórmula presidencial de la UCR como candidato a vicepresidente, junto a Ricardo Balbín, que fue derrotada por la fórmula peronista.

 

Cuando fue derrocado por las Fuerzas Armadas, quienes instalaron al frente de la primera magistratura al ex presidente del Senado, José María Guido. Concluían de esta manera cuatro años de gobierno signados por los condicionamientos militares.

 

Desde antes de asumir, Frondizi debió hacer frente a los planteos castrenses. Su triunfo en las elecciones de febrero de 1958, tras un acuerdo con Perón, le granjeó una decidida oposición de las Fuerzas Armadas.

 

Con las elecciones de marzo de 1962 comenzaría la cuenta regresiva. En ellas, el peronismo ganó 10 de las 14 gobernaciones, entre ellas la estratégica provincia de Buenos Aires. El líder radical dispuso entonces la intervención de esa provincia, pero ya era tarde. Pocos días después sería destituido por las Fuerzas Armadas y recluido en la isla Martín García.


LA PARADOJA DE FRONDIZI

La cárcel de Martín García había sido cerrada en 1957 por la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu y en 1958, poco después de asumir la presidencia de la Nación, Arturo Frondizi ordenó que se la declarara “Lugar Histórico”. Nunca pudo imaginar que sería él mismo, su último detenido y encarcelado en una de las cárceles más complejas en un lugar realmente histórico que fue escenario de grandes batallas naval entre los rioplatenses y potencias extranjeras de la época, como españoles, franceses, portugueses

.DECÍA FRONDIZI A UN PERIODISTA DESDE LA ISLA

-Me envolví en largas soledades, que me enriquecieron espiritualmente. Escuchaba música, leía diarios, revistas y libros. No escuchaba radio. Alguna vez vi películas en televisión.

 

En un momento de esa charla, incluso, pareció que había vivido ese encarcelamiento como un descanso:

 

-El trato que se me dispensó fue correcto. Tras un proceso ininterrumpido de pública actividad acentuado en los años de ejercicio del gobierno, este sosiego y la meditación contribuyeron a esta elevación espiritual de la que me siento feliz, porque puedo ofrecerla a la causa que enrolo en mi vida, es decir, la unión nacional - dijo.

 

Después de Frondizi, la isla Martín García dejó de ser definitivamente una cárcel. En 1983 fue declarada Monumento Histórico Nacional y Reserva de Flora y Fauna. Hoy es un destino turístico diferente – poblado de historias y memoria - a pocos kilómetros en lancha desde Buenos Aires.

LLEGADA AL PODER

Arturo Frondizi llega a la presidencia por el Pacto Perón-Frondizi se presume que fue un acuerdo para unir votos radicales y peronistas en las elecciones presidenciales de 1958, realizados en febrero de 1958 entre el radical Arturo Frondizi y Juan Domingo Perón.

 

Entre el 1 de mayo de 1958 y el 29 de marzo de 1962, gobernó la República Argentina el doctor Arturo Frondizi. En esos sólo 4 años, difíciles y traumáticos, Frondizi y su equipo, a un ritmo intenso, llevaron adelante un accionar transformador del país, en todas las dimensiones nacionales, que, inconcluso tuvo impacto material en muchas gestiones posteriores permitiéndoles «vivir de aquella renta. Pero mejor aún, fue ese legado político, moral cultural el que cada vez más argentinos reivindican, reconocen y hasta se arrepienten de no haberse dado cuenta que aquellos patriotas de aquel gobierno eran «adelantados a su tiempo». En este apartado analizamos los ejes fundamentales del Gobierno de Frondizi. Encontrarán testimonios, opiniones y documentos de los diversos hitos y protagonistas que hicieron a aquel gobierno un oasis en la historia política argentina en el apasionante desafío, aun pendiente de convertir a la Argentina en una gran Nación.

CONTEXTO INTERNACIONAL

El 22 de octubre de 1962, estalló la "crisis de los misiles en Cuba". El presidente estadounidense, John F. Kennedy, anunció oficialmente la presencia de misiles soviéticos en Cuba, y anunció al mundo sus sanciones contra Cuba dirigida por Fidel Castro. La Armada estadounidense bloqueó a Cuba 

DÍAS PREVIOS A LA CAÍDA DEL PRESIDENTE ARTURO FRONDIZI

El ex presidente de facto Tte. Gral. Pedro Aramburu a poco de entrevistarse con el presidente Arturo Frondizi en la Casa de Gobierno, emitió un comunicado en el cual manifestaba:

 

“El presidente de la Nación acaba de pedirme que contribuya a buscar solución a la actual crisis. Le he contestado que a mi juicio, en estos momentos y, por lo pronto, no debe vacilarse en hacer todos los sacrificios necesarios, inclusive los de orden personal, para tratar de mantener el régimen institucional de la República: que el restablecimiento y afianzamiento de ese régimen fueron los objetivos de la revolución y del gobierno provisional. Le he solicitado un plazo para meditar y hacer las consultas indispensables con el fin de saber si puedo ser útil en estas gravísimas circunstancias.

 

Mientras Aramburu mantenía contactos con distintos sectores de poder del país, el presidente Frondizi se reunió con el secretario de Marina. En la entrevista, que se desarrolló en la madrugada en la residencia de Olivos, el almirante Clément le sugirió “la conveniencia de presentar su renuncia, como la mejor solución patriótica para poner término a la gravísima crisis y para mantener la estructura constitucional de la Nación”. La respuesta del presidente fue terminante: “no renunciaré”.

 

Durante dos días Aramburu había intentado sin éxito recomponer las relaciones gobierno-oposición tratando de hallar cierto consenso para el mantenimiento de Frondizi al frente del gobierno. Pero el 26 de marzo anuncia el fracaso de su gestión conciliadora ante la inflexibilidad que encontró en la mayoría de los representantes de las fuerzas vivas de la Nación. Y le dice al presidente

 

 “Doctor, he agotado la gestión y todo se hará respetuosamente, dentro del orden constitucional, pero usted debe renunciar”.

 

El día 27, la secretaría de Prensa de la Presidencia de la Nación emitió un breve comunicado en el que hacía saber la entrega de la nota por parte de Aramburu y la decisión de Frondizi de no renunciar.

 

Indudablemente el “pronunciamiento” de Aramburu, tomando parte en la disputa, constituyó un agravamiento de la crisis, que cobró mayor impulso al conocerse la negativa ya reiterada de Frondizi de abandonar su cargo. El flamante ministro de Defensa, Rodolfo “Rolo” Martínez (h), surgió como el sucesor de la frustrada mediación de Aramburu, al poner en consideración de las fuerzas armadas una fórmula de transacción a modo de “Plan Político”. Pero ya a esta altura, los jefes y oficiales militares insistían en que no era posible hallar una solución a la crisis nacional.

 

El 28 de marzo a las dos de la mañana fue dado a conocer el último comunicado del gobierno de Arturo Frondizi: “A las 0.50 de hoy el señor presidente de la Nación, doctor Arturo Frondizi, fue visitado en su residencia de Olivos por los señores contralmirante don Gastón Clément y brigadier don Jorge Rojas Silveyra a quienes expresó que estaba irrevocablemente decidido a mantener su actitud de no renunciar, continuando, en consecuencia, en el ejercicio de su cargo.

REPORTAJE AL NIETO DE FRONDIZI

“A mi abuelo lo detuvieron varias veces. La primera fue en 1931, cuando se recibió de abogado en la UBA y ganó el diploma de honor. Le dijeron que el presidente José Félix Uriburu le iba a entregar el diploma y él se negó. Dijo: ‘yo me gané este título dentro del marco de la legalidad, por estudiar y esforzarme mucho. Y el presidente actual es de facto, entonces no está en la misma condición que yo’. Cuando se enteró, a Uriburu no le gustó nada e hizo que lo mandaran en cana.

 

Un montón de veces estuvo preso por cosas parecidas”, detalla Seghetti. Él lo recuerda exactamente así, dice, “siempre con fuerte sentido de la justicia”.

 

La última vez que Frondizi fue encarcelado fue en marzo de 1962, hace exactamente 60 años, cuando las Fuerzas Armadas derrocaron a su gobierno y lo escoltaron en condición de detenido a la Isla Martín García.

 

-Entre sus anécdotas, ¿él contaba sobre el año que pasó preso en la isla?

 

-No solo nos contó, sino que fuimos con él. A él le gustaba ir para tener momentos de reflexión. Obviamente pasó momentos muy duros ahí. Pero también hubo gente que lo cuidó: había un encargado de su custodia que le llevaba libros y cassettes. Cuando lo iban a sacar, uno de los militares de la guardia le dijo: ‘Mire, Presidente, tenemos militares leales, podemos organizar la defensa’. Pero él le dijo que no, que él no iba a responder por fuera de la legalidad y con violencia. Él era así: siempre hacía lo que creía correcto.

 

- ¿Cómo lo recuerda?

 

-Como una persona muy aguerrida, luchadora, comprometida con su país. Se la pasaba estudiando permanentemente. Leía sobre economía, educación, cultura, todo lo que incluye el desarrollo armónico de un país. Nunca dejó la política: después de la presidencia, permanente seguía recibiendo a distintos actores políticos en su departamento. La otra parte de su vida éramos nosotros, sus dos nietos: yo y mi hermana Marina. Compartíamos mucho: vacaciones, almuerzos, asados los domingos, charlas... De alguna forma, nos transmitía sus ideas, nos enseñaba su sabiduría de vida.

-Me imagino que cuando cuenta que es nieto de Frondizi las personas arrojan todo tipo de comentarios, positivos y negativos

 

-Sí. Empiezo por los negativos. Hay viejos radicales que nunca le perdonaron a Frondizi haber escrito Petróleo y Política (donde, entre otras cuestiones, sostuvo que YPF no necesitaba ayuda ni capitales extranjeros para conseguir el autoabastecimiento del petróleo) y después haber traído las inversiones extranjeras para explotar el petróleo. Ese es un típico comentario que me hacen.

 

-¿Cuál es su opinión al respecto?

 

-Yo leí el libro. A mí me parece perfecto que haya cambiado de opinión, esa era una de sus cualidades más destacables. Al igual que él, soy una persona que cree en la evolución del pensamiento, en la importancia de poder cambiar el punto de vista. Igual, la mayoría de los comentarios que recibo son positivos. Yo trabajo en el sector agropecuario. Y la gente del rubro me dice: ‘Es increíble cómo se tecnificó el campo durante la presidencia de tu abuelo: llegaron camionetas, tractores’. Antes, la ruta 7 era toda de tierra. Cambió la infraestructura del país. Pasamos a tener petróleo propio, YPF se hizo grande. La gente me suele marcar los grandes cambios: cómo vinieron fábricas, cómo se produjo acero.

 

-¿Alguna vez le jugó a favor llevar su apellido?

 

-Nunca me interesó colgarme del apellido, de su estrella, como sí hicieron otras personas de su entorno. Pero creo que sí me ha jugado a favor. En el común de la gente, existe un buen recuerdo de mi abuelo. Entonces, en general, a la gente le da gusto cuando se enteran de que soy su nieto. Los predispone distinto, bien.

Intimidad familiar: grandes disidencias políticas y la muerte de Elenita

La vida familiar de Arturo Frondizi estuvo marcada por la disidencia política. Uno de sus hermanos, Silvio Frondizi, fue un reconocido militante de la izquierda. Sin embargo, según Seghetti, la armonía familiar nunca se debilitó. “Se llevaba excelentemente bien con sus hermanos, a pesar de que algunos pensaban diferente. Yo lo recuerdo como una persona que le asignaba un valor muy importante a la libertad, a que cada uno pudiera expresar sus ideas. Sabía respetar, trataba de encontrar puntos en común. Además, siempre fue familiero”, afirma su nieto.

 

En 1974, Silvio Frondizi fue asesinado por la Triple A. Tan solo dos años después, su hermano Arturo debió enfrentar una segunda gran pérdida: la de Elena, más conocida como Elenita, su única hija. Falleció de cáncer a los 38 años, cuando sus dos hijos todavía eran niños. Años después, su esposo, Franco Seghetti, se casó en segundas nupcias con otra mujer, que pasó a ocupar el papel de madre para los nietos del ex presidente.

 

Este nuevo matrimonio tampoco deterioró el vínculo familiar. “Recuerdo con mucho cariño una carta que le envió mi abuelo a mi segunda madre, Patricia, diciendo lo maravillosa que era y lo feliz que estaba de que sus nietos hubieran encontrado una excelente madre. Ese detalle habla de su persona: se le había muerto su hija. Le podría haber surgido la reacción humana de decir: ‘Que nadie se meta con mis nietos’. Pero no: él se sacó del medio y priorizó nuestra necesidad, que era tener una mamá”, destaca su nieto.

 

Arturo Frondizi, que tuvo el apoyo de Perón desde el exilio, fue quien más planteos militares debió soportar. En la foto, llega a la Casa Rosada el último día de su gobierno, el 28 de marzo de 1962.

 

Arturo Frondizi, que tuvo el apoyo de Perón desde el exilio, fue quien más planteos militares debió soportar. En la foto, llega a la Casa Rosada el último día de su gobierno, el 28 de marzo de 1962

 

-¿Existe algún legado familiar que él les haya dejado?

 

-Sí. Tiene que ver con la libertad de pensamiento, el saber tender puentes, el no guardar odio. Mirar el país, interesarse por el bien común. No soy político, nunca me interesó meterme en política. Pero entiendo que la política es tratar de cambiar la realidad de la gente, y, de alguna manera, hago política con mi trabajo como industrial textil, porque intento mejorar la calidad de vida de los trabajadores de zonas rurales.

 

-¿Hay algo de la presidencia de su abuelo con lo que no esté de acuerdo?

 

-Seguramente se equivocó un montón de veces, como todas las personas. Pero ya hay suficientes voces. Que lo juzgue la historia. Yo no lo voy a decir. Básicamente, sé que él hizo lo mejor que pudo, con la mejor intención, como siempre. Y con eso es suficiente.