La Población
Llegó a contar Villabol por los años 30 del siglo XX con unos 32 hogares o lumes, que sumaban un total aproximado de 200 almas. Algunos de estos hogares estaban formados por una sola persona, generalmente de edad avanzada, que malvivía en estado de suma pobreza, trabajando un trocito de tierra marginal y poco productiva que algún buen vecino les facilitaba y sobre todo gracias a la caridad de los vecinos más afortunados. Se contaban por estas fechas, al menos, seis: A Becerriña, último vástago de un ilustre apellido que aparece en los libros parroquiales del siglo XVII, Mariquiña de Bastián, otro nombre presente en los libros de esta misma época, Benigna de Bastián, pariente de la anterior, A Mosteiriña, vecina del barrio del Vale, Nicasio, próximo a la Casa do Barreal, y Carme de Supenedo, vecina, pared por medio, del anterior. Esta había vivido, hasta la muerte de su padre, en una casa que se erguía adosada a la roca sobre la que descansa la iglesia parroquial y el cementerio. De aquí el nombre de Supenedo. Aparte de estos bodegueiros, había aún otra familia, muy venida a menos, compuesta por madre e hija, aquella mayor y esta relativamente joven, la primera Sabel, la segunda Encarnación de nombre. La casa era conocida, tradicionalmente, como Casa do Ferreiro. A ella había pertenecido en algún tiempo la mayor parte de los montes de Villabol, buena prueba de su antigüedad e importancia. Fue la última casa palloza que hubo en el pueblo, redonda de gran diámetro, destruida a causa de un incendio provocado casualmente por un cohete con que se celebraba una boda de la Casa de Miguel, cuya familia se extinguió al emigrar su último vástago, Ramiro, con su mujer e hijos, a Liñares de Bidul.
Estos eran los nombres de las casas o familias que por el año 1930 conformaban el pueblo de Villabol de Suarna, empezando a contar desde la entrada viniendo de Fonsagrada: A Corredoira o, algún tiempo, O Veigón, Marentes de Baixo, Marentes de Riba, Ermita de Baixo, Ermita de Riba, Rectoral, cerca de la iglesia, Rois, abierta sólo algún tiempo en verano, Niño o Ferreiro, Miguel, Pepito, Monxardín, Noiro, Bastián (Mariquiña y Benigna), Sabel o Ferreiro, Andrés y Pagerto. Estas antes del arroyo conocido como A Rigueira; del otro lado, las siguientes, empezando por la parte baja: Rigueiro, Barreal, Nicasio, Supenedo (Carmen), Savedra, Veiguela, Xoquín, Rigueira, Asturiano, Vázquez, Becerra, Mosteiriña, Cándedo y Vale. Si esto era por los años 1930, hoy forzoso es decir que la población de Villabol, por más que con sus casas renovadas y cómodamente acogedoras, se halla reducida a la mínima expresión y, al igual que en la mayor parte de las aldeas de España, abocada a la extinción. De hecho, doce son las casas con moradores, varias con una sola persona y una única familia con un componente que no alcanza los veinte años. De nada valen las comodidades de la vida moderna: carretera, agua corriente, energía eléctrica y hasta calefacción en algunas casas, la historia sigue inexorable sus propios derroteros.