Deseos 

Que Nos 

Transforman

Nuestros deseos dirigen nuestra vida. 

Realiza una lectura crítica sobre el Texto Deseos que nos transforman,  es un devocional interesante sobre  El Deseo.

meditar los textos bíblicos.


Nota:

Esta actividad se debe realizar en varios momentos diferentes (días, horas) para poder comprender y analizar su enfoque

DEVOCIONALES  - Iniciar Lectura

El Deseo

Una fuerza poderosa

Hay grandes fuerzas que nos mueven, influencian y gobiernan. Una de las fuerzas más poderosas es una fuerza invisible que nos forma y determina cómo será nuestra vida. Muchas veces ni nos damos cuenta cómo está moldeando nuestra existencia. 

La buena noticia es que no tenemos que ser víctimas de esta fuerza. Más bien, la podemos utilizar para vivir vidas de las cuales nunca nos arrepentiremos.

¿Qué es esta fuerza? Es el deseo, lo que queremos, lo que anhelamos. Nuestro deseo nos lleva a dónde quiera.

Idea grande: Nuestro deseo dirige nuestra vida

Lo que deseamos es sumamente importante. Determina lo que hacemos, porque lo que hacemos viene de nuestro deseo, perseguimos nuestro deseo. Vemos lo que deseamos en lo que hacemos, lo que hablamos y lo que pensamos.

¿Qué queremos?

¿Qué deseamos con Dios y en la vida? Normalmente queremos lo mínimo con Dios: suficiente para no estar mal con Él ni ir al infierno. Por lo tanto, hacemos lo mínimo; suficiente asistencia, suficientes buenas obras, suficientes cambios. Sólo lo suficiente.

A la vez, queremos lo máximo para nosotros mismos, para nuestra vida y nuestro reino. Queremos experimentar más, tener más gozo y diversión, desarrollarnos más, tener más cosas, alcanzar más en nuestra carrera. Así que hacemos lo máximo que podemos para nosotros mismos; siempre hablamos, pensamos y trabajamos en lo nuestro.

Determina lo que conseguimos

Lo que conseguimos en la vida viene directamente de lo que deseamos. Cuando más deseamos lo nuestro, conseguimos lo nuestro.  Y perdemos lo más grande en la vida, lo eterno — lo que durará después de la muerte —. Vivimos sin conocer a Dios íntimamente y sin ayudar a otros a conocerle. Conseguimos lo temporal, porque deseamos más que todo lo que hay en esta vida. 

Hay algo mas

No tiene que ser así. Jesús nos llama a desear lo suyo: su Reino y seguirle de verdad. Este deseo nos lleva a dejar lo nuestro, a negarnos a nosotros mismos y a buscar menos para nosotros mismos. A la vez, este deseo nos hace enfocar nuestra vida en lo suyo, y así tomar nuestra cruz y seguirle, buscando conocer más y más a Dios y ayudar a otros a conocerle también. Este deseo nos lleva a leer la biblia, orar, ayunar, cantar a Dios, estudiar con otros y trabajar en los ministerios de nuestra iglesia.  Y lo hacemos todo no porque lo tenemos que hacer, sino porque lo deseamos.

La vida está en juego

Cuando deseamos y perseguimos lo nuestro, pensamos que estamos ganando la vida. En realidad, la perdemos, porque lo nuestro no dura ni satisface. Podemos ganarlo todo, y terminar con nada. 

En cambio, cuando deseamos y buscamos lo que desea Jesús, ganamos la vida. Llegamos a conocer íntimamente a Dios y a colaborar con Él a salvar a otros. Vivimos vidas de propósito y de impacto eterno.


Deseo 1: Conocer a Dios

Un deseo primordial que debemos tener es desear más de Dios; desear conocerlo más y más, experimentar más y más de su presencia y estar más y más cerca de Él.

Dios instruye a su pueblo a buscarlo, y los reclama cuando se alejan de Él. De hecho, nuestro pecado viene por falta de conocimiento de Dios y de estar cerca de Él.

Debemos querer conocer a Dios más que todas las riquezas o poder que podríamos acumular en la vida. Debemos desear amar a Dios, atesorarlo y valorarlo. 

¿Qué es?

Este deseo no es sólo buscar una religión seca y vacía. No es conocer a Dios como un concepto o teoría nada más. No es ser religioso, ir a la iglesia y portarse bien. Ni siquiera es simplemente saber cosas de Dios (tener conocimientos, creer buena teología y saber debatir y ganar argumentos).

Desear más de Dios significa desear tener una amistad con Dios; ser su amigo. Es el deseo de conocerlo de verdad. Es desear pasar tiempo con Él y caminar con Él durante la vida — conversando con Él —.

¿Qué produce en nosotros?

Desear más de Dios nos hace obedecerle, porque la obediencia nace del amor. También, este deseo nos hace preocuparnos primero y más que todo por lo que Él va a pensar y por lo que Él quiere — nos hace buscar su voluntad —.

¿Por qué es tan importante?

Desear conocer más y más a Dios es esencial porque si no lo conocemos, todo lo demás es vanidad. Nada de lo que hacemos por Dios vale nada ni tiene valor si no estamos cerca de Dios. No ganamos nada por ser religiosos si no conocemos a Dios, más bien perdemos lo más importante. 

La definición de la vida eterna es conocer a Dios. Nuestra eternidad depende de querer estar cerca de Dios; terminamos lejos de Dios cuando no lo conocemos.

Este deseo es lo más importante que podemos tener, porque lo que Dios más desea es que lo amemos; este es el mandamiento más grande e importante. Es tan importante para Dios que envió a su Hijo para que pudiéramos llegar a conocerlo.

Debemos desear conocer profundamente a Dios


Hábito 1: Leer la Biblia

¿Cómo cumplimos el deseo de conocer mejor a Dios? ¿Qué podemos hacer para que sea una realidad? 

Hay muchas cosas que podemos hacer para llegar a conocer mejor a Dios y estar más cerca de Él. Algunos son:

El ingrediente crucial

Entre todas las cosas que podrían ayudarnos a conocer a Dios, ¿Cuál es el ingrediente crucial? ¿Qué es aquella cosa que quizás más que todo lo demás nos acercará a Dios?

El ingrediente crucial para cumplir el deseo de conocer a Dios, estar más cerca de Él y amar más a Dios es: Leer la Palabra. Lo más importante que podemos hacer para realizar nuestro deseo de conocer más a Dios es leer su Palabra constantemente, regularmente y en pedazos grandes. 

¿Qué es leer la Palabra?

Leer la Palabra de Dios no es leer libros, estudios y devocionales; no es escuchar sermones; no es hablar con otros de Dios y la religión. Todas estas actividades pueden ser extremadamente buenas y muchas veces nos ayudan en nuestro caminar cristiano, no obstante, no pueden ser un substituto por leer la Palabra de Dios.

Leer la Palabra es pasar tiempo leyendo cada día, múltiples veces al día, empezando el día en la Palabra y terminando el día leyéndola. Es leer grandes pedazos, secciones y capítulos enteros. Es analizar lo que leemos y meditar en lo leído.

¿Por qué es tan importante leer la Palabra?

Leer la Palabra de Dios nos ayuda tanto en nuestra búsqueda de conocer más a Dios porque es su palabra — Él la habló —, y Él nos habla cuando la leemos — escuchamos su voz en su Palabra, por medio de su Espíritu —. 

Cuando leemos la Palabra, entra en nosotros y nos revela lo que Dios quiere enseñarnos de nosotros mismos y de su voluntad. Esto nos conecta con Él. Cuando lo leemos regularmente somos transformados y nos acercamos más y más a Dios. Cuando no leemos regularmente, es imposible que nos acerquemos más a Él.

¿Cómo lo incorporamos?

¿Cómo incorporamos este hábito en nuestra vida? Lo hacemos por leer en la mañana y leer otras veces durante el día, por leer mucho, por analizar mientras leemos por preguntarnos: ¿Qué dice? Y ¿Qué debo hacer?, por meditar en lo que leímos después de leer y por obedecer y hacer lo que Dios nos dice que debemos hacer al leer.

En términos prácticos, podemos utilizar los planes de YouVersion para ayudarnos a ser consistentes y para leer una variedad de diferentes secciones de la Biblia.

Debemos crear el hábito de leer la Palabra de Dios regularmente 


Deseo 2: Que otros conozcan a Dios

Otro deseo que debemos tener si deseamos más el Reino de Dios que nuestro propio reino, es el deseo de que otros lleguen a ser hijos de Dios. Es el deseo que las personas que nos rodean conozcan a Dios. 

Este deseo nos llena de una pasión por los demás. No queremos que vayan al infierno, sino que sean los hijos perdonados de Dios. Es querer que todos sean más y más como Cristo. Es desear que no tengan vidas llenas de la destrucción del enemigo, sino que vivan la vida con propósito y lleno de su Espíritu.

¿Cómo nos cambia?

Desear que otros sean hijo de Dios nos hace consciente de que cada persona que encontramos en la vida pasará la eternidad o con Dios en su nueva creación o lejos de Él en la tormenta del infierno. 

Este deseo produce en nosotros una forma de ver a la gente totalmente diferente. Es ver a los demás y preguntarnos: ¿Conoce a Dios o no?

Nos hace entregarnos a la misión de proclamar el Evangelio a los demás. Enseñamos, nos sacrificamos, invitamos, servimos y hacemos lo posible para guiar a otros a Dios. 

Esto es desear lo eterno

El deseo que los demás conozcan a Dios es desear lo eterno. Esto es lo que desea la persona que desea el Reino de Dios: desea la salvación suya y de otros. Los hijos de Dios existen para que otros puedan hallar paz y propósito en Cristo.


Hábito 2: Estudiar con alguien

¿Cómo cumplimos este deseo de que otros conozcan a Dios? Hay mucho que podemos hacer para ayudar a otros a acercarse más a Dios:

El ingrediente crucial 

Entre todas las cosas que podemos hacer para ayudar a otros a conocer a Dios, ¿Cuál es el ingrediente crucial? ¿Qué es aquella cosa que quizás más que todo lo demás ayudará a otros a acercarse más a Dios? 

El ingrediente crucial es estudiar con otros. Lo más grande que podemos hacer para cumplir este deseo de que otros conozcan a Dios es estudiar con ellos. Estudiar uno a uno con otros es lo más impactante que podemos hacer.

¿Por qué es tan importante estudiar con otro?

Porque Dios obra cuando hablamos el Evangelio a otras personas. El mensaje del Evangelio es que somos rebeldes condenados; que Dios mandó a su Hijo a vivir una vida perfecta, morir inocentemente y resucitarse de la muerte con poder; y cuando entramos en Él por decidir entregarnos a Él por arrepentirnos y bautizarnos, Dios nos da su perfección, el perdón que compró en la cruz y la promesa de resucitarnos con Él. 

Este Evangelio es el poder de Dios, y Dios salva a través del Evangelio cuando este mensaje del Evangelio es proclamado. En la Gran Comisión, Jesús instruyó a sus seguidores a que se dedicaran a proclamarlo.

Hay muchas formas de proclamar el Evangelio: por medio de libros y tratados, en las canciones que cantamos, en los comentarios que hacemos en nuestras conversaciones, en los consejos que damos a otros y a través de nuestro ejemplo.

No obstante, la forma más eficaz de proclamar el Evangelio es estudiando uno a uno — dos personas, sentadas, leyendo la Palabra —. Así al hablar cara a cara, explica el Evangelio, relacionándolo con la vida del otro, resolviendo sus dudas y contestando sus preguntas.

Estudiar uno a uno con otra persona es algo totalmente distinto a invitarlo a la iglesia, llevarlo a una clase, escuchar un sermón juntos, dar buenos consejos o decirle que debe “buscar a Dios”. Es la mejor forma de ayudar a otro a entender el Evangelio y cómo entrar en el Evangelio.

¿Cómo lo hacemos?

¿Cómo estudiamos el Evangelio con otros?  Esto suena como una tarea grande, fuera del alcance de la mayoría de nosotros. ¿Sería posible que todos lo pudiéramos hacer? Para estudiar el Evangelio con una otra persona, tenemos que:

Cuando deseamos y buscamos estudiar con otras personas, Dios nos concede este deseo y nos da oportunidades para estudiar el Evangelio con otros. Al hacerlo, cumplimos con la tarea principal que Jesús nos dejó y colaboramos con Dios al traer la salvación a otros.


Deseo 3: Ser más como Jesús

El último deseo grande que veremos en este estudio es el de ser más como Jesús. Esto es desear algo para nuestra propia vida; es querer que seamos diferente de lo que actualmente somos. En vez de quedarnos iguales, es desear que nuestra vida, caracter, pensamientos, acciones y palabras sean iguales a los de Él.

Este deseo no nace del legalismo, de un sentir que cumplir con reglas nos ganará la aprobación de Dios. No anhelamos ser más como Cristo porque hallamos nuestro valor en nuestras obras; no creemos que tenemos que portarnos mejor para comprobar lo bueno que somos y pagar por los fallos pasados. En Cristo, lo que hacemos no nos hace ser dignos y buenos; nuestras obras no nos ganan el favor de Dios. El Evangelio nos revela que es por Cristo que somos hecho la justicia de Dios y su gracia es lo que nos llama a obedecerle e imitar a Jesús.

Nuevas personas viven como nuevas personas

Desear ser más como Cristo viene de querer conocer a Cristo mejor, y viene por estar en Cristo. Más nos damos cuenta que los hijos de Dios tienen la perfección y el perdón de Jesús, más confiamos en Cristo y la cruz por nuestro valor y para ganar la aprobación del Padre. Estando en Él somos nuevos, perdonados y perfectos por su vida perfecta y muerte no merecida.

Esta realidad nos lleva a querer ser como Cristo, a desear experimentar su resurrección, sufrir con Él y morir con Él. Este deseo llega a ser la meta de nuestra vida; nuestra búsqueda continua y progresiva.

Deseamos ser como Cristo porque nuevas personas viven como nuevas personas; si somos nuevos, vamos a vivir como una nueva persona. Personas salvas imitan a su Salvador. Por estar en Cristo lo vemos de cerca, y más que lo conocemos y contemplamos más deseamos ser como Él.

¿Por qué es tan importante?

Desear ser más como Cristo es uno de los deseos más importantes para un Cristiano porque la rebeldía siempre nos tienta; el deseo de ser nuestro propio jefe y rebelar contra el Soberano real siempre está a la puerta. Esta tentación nos seduce, crece y nos destruye. Si no estamos llegando a ser más y más como Jesús, estamos siendo más y más como el viejo rebelde que éramos.

Esto es desear lo eterno

Esto es lo que desea la persona que quiere lo eterno, que anhela el Reino de Dios y su voluntad. Esta persona desea ser más y más como el Rey de este Reino; desea ser más y más como Jesús.


Hábito 3: Ser parte de un grupo de comunidad

¿Cómo cumplimos el deseo de ser más y más como Jesús? Hay muchos diferentes hábitos, técnicas y métodos que nos ayudan a crecer en nuestra vida espiritual y ser cada vez más conformados a la imagen de Jesús, por ejemplo:

Todos son factores importantes. Pero, ¿cuál es el ingrediente crucial para cumplir este deseo?

El ingrediente crucial es ser parte de un grupo de comunidad

La idea grande de este estudio es que una de las cosas más importante que podemos hacer para cumplir esta visión de ser más y más como Jesús es compartir nuestra vida regularmente en un grupo pequeño. En diferentes iglesias estos grupos tienen distintos nombres, tales como grupo célula, clase dominical, grupo de hogar o grupo pequeño.

Esto es algo diferente de solamente ser un miembro de una iglesia, venir los domingos y estar sentado viendo para delante, tener conexiones virtuales con otros en las redes sociales o de vez en cuando reunirte con un grupito.

Es ser parte de un grupo y regularmente sentarte en un círculo con las mismas personas, y semana tras semana leer la biblia juntos y orar juntos. Esto nos lleva a compartir la vida con un grupo pequeño en un ambiente más íntimo que las reuniones de toda la iglesia. Convivimos juntos y juntos proclamamos el Evangelio los unos a los otros. Hay oportunidad y confianza para hablar de su vida privada, confesar pecados y recibir y dar corrección y guía. Juntos se forman un pequeño equipo que trabaja para cumplir la gran comisión por invitar a los de afuera y guiarlos hacia Jesús.

¿Por qué es tan importante ser parte de un grupo pequeño?

En mi experiencia personal, los cristianos que son parte de un grupito pequeño crecen, y los que no participan no crecen. Es uno de los elementos claves en o florecer como Cristiano o simplemente existir. En mi experiencia como líder cristiano, los cristianos que a lo largo crecen son parte de un grupo pequeño.

No obstante, mi experiencia como pastor no debe ser la base de ninguna enseñanza. La razón más grande que es tan importante ser parte de un grupo pequeño es porque ésta es una forma muy eficaz de imitar a los primeros cristianos y vivir en comunidad y familia los unos con los otros. Los primeros cristianos vivían en comunidad: Se cuidaban mutuamente; compartían sus cosas; se reunían en grupos grandes y en sus hogares; comían juntos. Ser parte de un grupo es una forma de vivir en comunidad como los primeros cristianos.

Nos ayudamos y nos protegemos

Vivimos en peligro espiritual constante; nuestro pecado siempre está a la puerta. Cuando somos parte de un grupo pequeño, nos damos a conocer, nos hablamos la verdad en amor, nos corregimos y exhortamos, y así nos protegemos mútuamente y nos ayudamos a ser más y más como Jesús.