Capítulo 55: Magia en la cueva

Leo sintió que había caído en una insólita lucha de paciencia y autocontrol. No era virgen, pero nunca antes había tenido que luchar por el control de si podía usar su "arma" o no de esta forma. Después de todo, de las chicas con las que se había acostado, ninguna quería invadir su cuerpo como el asesino ante él.

...Tal vez ni siquiera soy sexualmente compatible con él, pensó Leo deprimentemente. Tenía muy claro el carácter fuerte de Sha Qing, y semejante persona no permitiría que otros la invadieran, ni física ni mentalmente, igual como se puede insertar fácilmente un cuchillo en un pastel de crema, mas es casi imposible en una placa de acero.

Sha Qing no quería, y no podía forzarlo, por lo que no parecía haber más remedio que darse por vencido.

Justo cuando liberó los hombros de la contraparte, planeando simplemente darse un baño frío o masturbarse, de repente le agarraron la muñeca...

—¿Huyendo del campo de batalla? —Su voz fue ronca, con una leve sensación de impotencia y cansancio—. Bueno, tú ganas, agente... Ven y fóllame.

Esas palabras sorprendieron a Leo. —¿Hablas en serio? —preguntó con recelo, recibiendo una respuesta llena de fastidio:

—¡¿Quieres que abra los muslos y diga "ven aquí"?! ¡Terminemos con esto antes de que cambie de opinión!

El corazón de Leo se llenó de emociones complejas, pero ahora no era el momento adecuado para analizarlas. Bajó la cabeza y besó los labios de Sha Qing.

El beso seguía siendo ardiente y apasionado, pero esta vez tenía un sabor más persistente y cariñoso. Los dos hombres se abrazaron con fuerza, acariciándose la espalda y la cintura, sintiendo el calor continuo proveniente de sus cuerpos.

—Si no quieres seguir, podemos parar en cualquier momento... —Leo dijo vagamente mientras lamía la oreja de Sha Qing.

—Nunca me rindo a mitad de camino —respondió el asesino en serie, para luego morder la clavícula del agente.

Leo giró a Sha Qing, retrocedió, untó un poco de saliva en su hombría, y la empujó en el agujero trasero de este último, poco a poco, lenta y firmemente...

Estaba muy apretado y astringente. Leo sintió un leve dolor en su glande debido a lo ceñido, pero el hombre debajo obviamente sentía más dolor que él. Pudo sentir a Sha Qing tensando todos sus músculos mientras gruñidos amortiguados de dolor se filtraban de sus dientes apretados.

Incluso temblaba incontrolablemente, como la cola de una flecha en un arco, mostrando un arco de fuerza y tolerancia.

Su cuerpo tembloroso hizo que Leo sintiera lástima por él. El agente decidió detener su embestida, y en su lugar, comenzó a besar el cuello y los hombros de Sha Qing. Entonces escuchó los débiles murmullos del hombre debajo de su cuerpo: "Leo... Leo... Leo..."

No dejaba de llamar su nombre, cada sonido cortaba el aire como un cuchillo afilado. No había ningún encanto escondido detrás de sus palabras, y su ritmo coincidía con cada leve temblor de su cuerpo como si se tratara de un paciente enfermo que simplemente balbucea inconscientemente.

Leo de repente entendió el temblor de la contraparte: no era miedo, sino una especie de restricción...

Sha Qing estaba haciendo todo lo posible por contenerse, por no golpear reflexivamente al hombre que lo penetraba y arrancarle la garganta del cuello.

Si en este momento la bestia en su corazón estaba rugiendo y luchando, entonces el nombre de "Leo" era la cadena que estaba usando para atarla, como un sello que encadena sus instintos de contraatacar.

Se estaba obligando a guardar sus colmillos y garras, solo porque el hombre arriba era la única persona en el mundo que lo hacía estar dispuesto a hacerlo…

Leo, al darse cuenta de esto, sintió que una sensación maravillosa burbujeaba en su interior: fue como si la roca dura bajo sus pies se hubiera suavizado repentinamente y se hundiera poco a poco. Estaba claramente consciente del proceso de hundimiento, pero extrañamente, no produjo pánico, ira ni resistencia a este desastre inminente. Era como si hubiera vuelto al lugar donde se suponía que debía estar, dejándose hundir de una manera intoxicada hasta que la cálida oscuridad lo abrazó por completo...

Se retiró suavemente, giró al hombre que estaba debajo y lo volvió a besar en los labios. —Soy yo, amor, soy yo... Relájate, acéptame como si fuera parte de ti... Aduéñate de mí.

Esta oración pareció funcionar como magia, y Sha Qing abrió los ojos en la oscuridad. Aunque no podía ver al otro hombre, había abrumado completamente sus otros sentidos: el olor, la temperatura y el aliento de Leo llenaban todo su ser. Podía sentir la emoción de Leo, una especie de emoción suave y profunda que lo envolvía tan densamente y lo hacía sentir tanta tranquilidad, que cada nervio tenso se estiró bajo su planchado, ansiosos por aceptar su invitación.

—Leo... —suspiró mientras levantaba las piernas para rodear la cintura del agente—. Entra.

El agente de cabello negro aplicó más saliva como lubricante y lo penetró. El pasaje ya no estaba tan apretado, seco y lleno de resistencia como antes. Sha Qing hacía todo lo posible para relajarse y aceptarlo como parte de él.

La sensación de adentrarse profundamente en el cuerpo y el alma del otro era demasiado hermosa y seductora. Bajo el impacto del placer tanto físico como psicológico, Leo soltó un tembloroso gemido bajo.

Enterró todo su cuerpo dentro de Sha Qing y se quedó esperando un momento a que la persona debajo se adaptara. Entonces comenzó a moverse lentamente, pero no tardó mucho en que sus movimientos se convirtieran poco a poco en embestidas salvajes y feroces como si ya no estuviera bajo el control de su mente. Era como una tormenta de finales de verano que quería desahogar los deseos que había acumulado durante tanto tiempo.

Y solo este hombre, este hombre debajo de él, puede soportarlo tan bien, que incluso si no hace nada y no dice una palabra, aun así, puede expresar su placer y empujarlo a la cima.

Al final, después de la larga batalla, eyaculó en éxtasis, jadeando rápidamente y recostándose encima de Sha Qing, sintiendo la satisfacción de haber vaciado todo su cuerpo.

Fue... perfecto. Leo suspiró, todo su ser todavía espasmódico, saboreando el regusto. Abrazó fuertemente al hombre debajo de él.

Sha Qing presionó sus dedos en el cabello mojado del agente y le acarició la nuca. Los fuertes músculos de la espalda de Leo brillaban de sudor, y debido a la sensación elástica y cálida, no pudo evitar acariciar hacia adelante y hacia atrás con los delgados callos de su palma.

—...¿Te lastimé? —Cuando Leo se retiró, tocó el agujero de Sha Qing con los dedos. Sintió que estaba un poco rojo e hinchado, pero no parecía estar rasgado, y tampoco había olor a sangre mezclado con el semen que goteaba de él.

—No me lastimo con tanta facilidad —dijo Sha Qing.

Leo tocó el escroto al frente y descubrió que su miembro estaba medio erecto. Parecía insatisfecho. Aparentemente, no era el tipo de persona que podía tener un orgasmo solo a través de la sodomía, e incluso si sintió algo de placer con el sexo que acababan de tener, obviamente no era suficiente para alcanzar el clímax.

Leo se sintió culpable por descuidar las necesidades de su compañero. Tomó la hombría de Sha Qing en su propia mano empapada de semen y la masturbó con un hábil conjunto de caricias.

Sha Qing entornó los ojos y resopló satisfecho ante el servicio del agente federal. Después de un rato, comenzó a jadear, con uno o dos gemidos bajos y ocasionales, hasta que el clímax final lo golpeó. Arqueó el cuerpo y disparó en el pecho del otro hombre.

Leo se inclinó para abrazarlo una vez más. Justo en ese momento, abandonaron temporalmente todas las diferencias y la hostilidad, se besaron una y otra vez en la atmósfera gradualmente tranquilizadora, como para integrar completamente en su ser el gusto de cada uno y convertirse en uno.

—Gracias —murmuró Leo mientras frotaba sus orejas con las del hombre.

—¿Por qué, porque estoy dispuesto a ceder? —Sha Qing soltó una risilla perezosa—. Eso es condicional, agente, y la próxima vez tú tendrás que estar abajo.

Leo se quedó en silencio durante unos segundos. —Puedo intentarlo.

—...¿Qué? —Ahora fue el turno de Sha Qing de sorprenderse. Después de todo, no esperaba que un tipo terco como Leo pudiera cambiar de opinión fácilmente.

—O sea... si tú puedes hacer esto por mí, creo que yo también puedo —susurró el agente de cabello negro, aparentemente un poco avergonzado.

Sha Qing de repente se dio la vuelta y le dio un beso caliente, casi sofocante, luego jadeó en el intercambio de aliento. —...Por mucho que me gustaría hacer la "próxima vez" ahora, este no es un buen lugar para hacerlo, y también tenemos que guardar algo de energía para lidiar con todo ese desastre que hay afuera. Recordaré lo que dijiste. La próxima vez, ¿de acuerdo? Mmm, la próxima vez.

Leo no pudo evitar reírse de su infantil repetición de la confirmación. —¿Quieres darte un baño? Tenemos ese olor por todas partes.

Sha Qing envolvió los brazos a su alrededor y rodó hacia el suelo, con los dos cayendo juntos en el agua marina bajo las rocas.

Se revolvieron juguetonamente mientras se lavaban. Después de limpiarse los cuerpos, recogieron su propia ropa, la que se había convertido en un paño húmedo arrugado, y no tuvieron más remedio que volver a ponérsela, ya que era mejor que no usar nada.

Tumbados sobre la roca, pese a que la humedad fría les penetraba directamente la piel, se sentían más cómodos que antes porque podían abrazarse íntimamente y calentarse con la temperatura corporal del otro.

Leo descansó la cabeza en el pecho de Sha Qing y escuchó los constantes latidos de su corazón. La somnolencia que se había perdido hace mucho descendió rápidamente cual noche de invierno tardía, e incluso antes de que pudiera decir "buenas noches", su conciencia ya se había arrojado al abismo de la ausencia onírica.

En tanto escuchaba la respiración lenta de Leo, Sha Qing miró fijamente a su rival y amante en la oscuridad. Inclinó la cabeza y dejó caer un suave beso sobre el cabello negro del hombre dormido. —Buenas noches, mi león.

Cuando volvieron a salir de la cueva, ya eran alrededor de las ocho de la noche. No había ni rastro del equipo de búsqueda cerca de la playa, y la vegetación oscura de la ladera árida crujía con el viento nocturno.

Sha Qing escuchó atentamente los alrededores. —No hay movimiento. Debieron haberse ido —susurró.

—Cientos de personas, un día es suficiente para poner la isla patas arriba. ¿Quizás pensaron que nos escapamos a la isla del sur más grande? —dijo Leo.

Sha Qing asintió. —Es muy probable. Si ese es el caso, el número de personas en la isla del norte se reducirá drásticamente y la fuerza de la vigilancia será insuficiente, por lo que tal vez podamos aprovechar una abertura.

—¿Quieres decir, volver a hurtadillas al club?

—Sí. Yavre Jr. definitivamente no abandonará la casa club. A fin de garantizar su propia seguridad, concentrará a la mayoría de los guardias sobrantes en la isla del norte en su propio castillo, y en consecuencia, la zona residencial estará mucho menos vigilada.

—¿La zona residencial? ¿Todavía quieres jugar con los miembros restantes? Vamos, Sha Qing, Yavre no es tan estúpido. Han pasado unas veinticuatro horas desde el incidente de anoche, hace mucho tiempo que metió a esos sobrevivientes en un avión.

—Puede no ser estúpido, pero es lo suficientemente caprichoso y loco. Si cree que cazarnos a nosotros es más importante que la vida de esos miembros, quizá le preocupe que subamos al avión disfrazados y escapemos, así que no revocará la orden de no volar. De ser así, esos miembros también podrían estar en su castillo. ¿Apostamos?

—…¿Quieres atraparlos a todos de una sola vez? ¿Solo nosotros dos? ¡Oh, Sha Qing, estás aún más loco que Yavre Jr.!

—Pero te gusta mi locura, ¿o no? De lo contrario, ¿por qué no perseguiste a otro asesino? —sonrió de una forma algo engreída—. Qué tal, ¿cooperemos de nuevo y tengamos una aventura en el castillo?

—¡Eres el asesino más audaz e inquieto que he visto en mi vida! —dijo Leo—. Pero como estamos en una situación desesperada, bien podríamos probar tu estilo. Tal vez realmente podamos sobrevivir.

—Es más, me aseguraré de que puedas patearle el culo a Yavre Jr... Escuché que le atraes bastante. ¿Te entregaste para mostrar tu dedicación al gran FBI? —Sha Qing lo miró juguetonamente, con sus ojos brillando con intención asesina dirigida a ese hombre.

Leo se puso en guardia. —¡No interfieras con mi objetivo, Sha Qing! Yavre es parte de mi trabajo, ¡y sabes cuánto valoro mi trabajo! Así que si tratas de cruzar la línea... ¡No digas que no te lo advertí!

Sha Qing silbó sarcásticamente. —Amenazándome así... Un agente de élite tan despiadado.

Leo se atragantó como si una espina de pescado se le atascara en la garganta.

De repente sintió que la oscura cueva marina era en realidad un lugar prohibido que había sido encantado por brujos. La gente en ella actuaba como si estuviera bajo un hechizo, con sus cabezas repletas de burbujas rosadas, e incluso un demonio se vería igual de hermoso que un ángel. Sin embargo, una vez que salías de ella, la ilusión se rompía y el otro lado revelaba instantáneamente su gloria original.

Hace doce horas... Parece que he cometido uno de los mayores errores de mi vida... Leo usó la punta de sus dedos para pellizcarse la frente con cansancio, y suspiró de frustración. —Escucha, Sha Q...

—¿Oh? Creo que escuché a alguien decirme "amor" antes.

Leo se cubrió la cara con la palma de la mano. —…Amor, dejémonos de causar problemas, ¿bueno?

—No hay problema. —Sha Qing sonrió gratamente—. Ese duquecillo pervertido queda a tu disposición. Si los otros cazadores aún no se han ido, son míos.

—No, no me quedaré de brazos cruzados para verte matar gente.

—Entonces date la vuelta.

—¡Sha Qing! ¡Ese es mi principio!

—También es mi principio no ser el de abajo.

—...¡Carajo! —maldijo con irritación el agente federal.

—Bueno, con respecto a la isla Luna, por el momento podemos dejar de lado la disputa y trabajar juntos. Siempre podemos encontrar una solución después —dijo el asesino en serie.

Leo se quedó mirándolo sin decir palabra mientras el hombre subía por la colina cubierta de hierba para volver a atravesar la jungla. Estaba tentado a darse la vuelta y marcharse, a separarse completamente de él.

Por desgracia, el otro hombre detectó está intención antes de que pudiera llevarse a cabo.

—Ahhh —suspiró Sha Qing, aferrándose al tronco de un árbol.

—¿Qué sucede? —preguntó con cautela el agente.

—Me duele el trasero y no puedo caminar. Ayúdame, querido —respondió suavemente Sha Qing.

Leo se juró por enésima vez, ¡debe arrojar a este bastardo pretencioso a la prisión federal!