Capítulo 22: El Castillo de los Horres

El pasillo era oscuro, estrecho y largo, con una cadena de bombillas anticuadas suspendidas por el techo. A ambos lados de la pared empapelada con papel tapiz mugriento había hileras de puertas idénticas alternadas: algunas estaban cerradas y sus pomos oxidados eran mucho más fuertes de lo que parecían, por lo que no se podían abrir.

¿Qué diablos es esto? Es como un hotel de clase baja en las décadas de 1920 y 1930... Leo caminó hacia adelante con la pared húmeda y mohosa, tratando de buscar las escaleras que bajasen. No sabía en qué piso estaba, pero por las palabras del "Rey Diablo" Evans, al menos sabía que este no era el piso superior.

Un pomo en el lado derecho parecía estar flojo, por lo que Leo lo sacudió fuertemente unas cuantas veces y la puerta al fin se abrió. El interior estaba vacío, y también era peculiar: las paredes, los pisos y el techo eran completamente grises, y cuando entró, descubrió que sus pies se hundían levemente. Las cuatro paredes estaban cubiertas de cojines, al igual que las habitaciones blancas en un hospital psiquiátrico y las cuales evitan que los pacientes golpeen la pared y se lastimen. Esta habitación parecía más una celda de prisión que impedía que los reclusos se suicidaran.

Salió de la habitación y continuó avanzando. Descubrió que algunas de las puertas sin pestillo tenían características bodrios en el interior: piscinas de ácido sulfúrico, mesas de disección, fosas de cal viva, cámaras de tortura llenas de instrumentos, cámaras de gas, salas de incineración...

¿Qué demonios es este maldito lugar? ¡Las personas que construyeron y usaron este edificio eran simplemente pervertidos que estaban felices de torturar y asesinar! Leo miró estas habitaciones repugnantes y horripilantes y su cuero cabelludo hormigueó, una llama de ira también ardió en su pecho. Si todo esto realmente solía estar cubierto con la sangre de muchas víctimas, ¡debe atrapar a los perpetradores para que enfrenten la justicia y sean arrojados a prisión o sentenciados con una pena de muerte!

El piso no era plano, algunas partes estaban elevadas y otras inclinadas hacia abajo. Los pasillos seguían girando, como si estuviera marchando arduamente dentro de un bucle en la banda de Möbious, con un final inexistente. La constante pérdida de fuerza y ​​el dolor de las heridas hacían que los pasos de Leo fueran más pesados ​​que los anteriores, y apenas podía levantar la suela dolorida y entumecida. Reposó su espalda contra una pared cercana a una puerta, y entonces su codo golpeó una protuberancia desconocida, lo que produjo un crujido áspero cual péndulo oxidado.

Sus oídos escucharon un sonido leve y retumbante cada vez más cercano...

¿Qué es eso?

¡Una bola oscura de metal pesado de más de un metro de diámetro que casi llenaba el pasillo, retumbaba hacia él como una bola de boliche gigante!

¡Maldita sea, esta escena es como una de esas viejas películas de terror de bajo presupuesto!

¡Pero el hecho estaba ante a él, e incluso si se pega a la pared, no puede evitar ser atropellado!

Frenéticamente, Leo sacudió las puertas a ambos lados con la esperanza de que alguna de ellas tuviera la menor flojedad, pero fue contrario a la realidad. Impotente, se giró y salió corriendo, jalando todas las puertas por las que pasaba. Recordó que la puerta anterior que se podía abrir no estaba lejos de aquí, pero el rugido que se avecinaba le recordó una cruel realidad: ¡era demasiado tarde para volver corriendo!

La desesperación y el miedo agitaron su cerebro como un cuchillo afilado. Justo cuando pensaba que estaba condenado, la voz de un hombre llegó desde arriba. —¡Toma mi mano, deprisa!

Su instinto de supervivencia lo instó a saltar sin dudarlo y agarró la mano que se extendía desde el techo.

Un par de manos fuertes y poderosas con guantes tácticos sin dedos lo agarraron firmemente de la muñeca y lo jalaron hacia el conducto de ventilación. Leo usó cooperativamente sus dos antebrazos para sostener la placa de metal en la entrada de la tubería, forcejeó para subir y, con la ayuda de la otra persona, rápidamente arrastró su torso suspendido hacia la tubería de ventilación cuadrada.

Una enorme bola de hierro rodó bajo sus pies, y la esfera de metal frotó un sonido áspero en las suelas de goma de sus botas.

Leo inhaló el desagradable olor del conducto de ventilación. Un escalofrío repentino comenzó desde el fondo de su corazón, la adrenalina lo transmitió por todo su cuerpo e hizo temblar involuntariamente la totalidad de sus músculos.

—Relájate, está bien —dijo una voz en su oído.

Leo se tranquilizó para ver al hombre que le salvó la vida en el momento crítico. Cara a cara con él mientras yacían en el mismo conducto de ventilación, estudió los rasgos del hombre. Cabello y ojos negros, piel de color amarillo pálido y joven, no más de veintiocho años. Era muy guapo, pero carecía de cualidades, como una copia de la portada de una revista de moda, sorprendente a primera vista, pero la impresión vaga después. Su inglés fluido tenía un leve acento de Oxford: el que le enseñó probablemente era del sur de Inglaterra.

Este un rostro extraño que nunca había visto antes. Cuando miró esos ojos oscuros, no pudo evitar pensar en una hoja de cuchillo tratada criogénicamente. La capa negra enmascaraba el reflejo de la hoja, cubriendo su agudeza letal, como si las afiladas garras de la bestia estuvieran ocultas bajo el suave pelaje. Las partes de piel descubiertas de Leo sintieron una hostilidad impresionante por parte del hombre.

De repente, una luz atravesó su cerebro y le dio a Leo una epifanía: comprendió abruptamente la identidad de la otra persona. Crispó sus labios secos y despellejados, y un nombre –o para ser precisos, un nombre clave– surgió de las profundidades de su mente...

—¡Sha Qing! ¡Eres Sha Qing!

De cerca, hombre lo miró fijamente, su boca levantó lentamente un rastro de sonrisa malvada. —Hola, Leo, el "cazador implacable".

Leo abrió la boca en silencio. Después de un año entero de caza, tenía demasiadas dudas, ira y emociones. Había imaginado innumerables veces cómo interrogar los detalles si lo atrapaban, pero ni siquiera pudo decir una palabra en este momento. Este cercano y repentino encuentro convirtió su mente en una plétora de ensalada mezclada y envuelta en una salsa pegajosa.

Sha Qing fue el primero en abrir la boca. —Vamos, sígueme. Salgamos del conducto de ventilación. Hay mecanismos en todas partes, algunos han estado fuera de servicio durante mucho tiempo, y algunos aún pueden desencadenar operaciones. La sala de control principal está en el dormitorio del piso superior. No creo que quieras desafiar a esos dos asesinos de nivel profesional solo.

Leo se inclinó hacia atrás con las plantas de los pies contra la pared interna y comenzó a empujar para avanzar. Después de unos momentos, finalmente recuperó su habilidad de lenguaje y, entre las muchas preguntas enredadas, sacó la parte más crucial de la situación actual. —¿Dónde es esto?

—El Castillo de los Horrores de Holmes. ¿Has oído de él?

—¿Sherlock Holmes?

—No, no el famoso detective. Es H.H Holmes.

Leo tuvo inmediatamente una reacción: el Dr. Henry Howard Holmes, el primer asesino en serie registrado en la historia criminal estadounidense. Digno del apodo "Dr. Dolor", usó el asesinato para timar el dinero del seguro, confiscar propiedades y reunir grandes riquezas. Luego construyó un edificio estilo hotel llamado "Hotel de Exposición Mundial" y esperó a que las víctimas desprevenidas cayeran en la trampa por sí solas. Hay más de cien habitaciones, y ya había visto algunas de las instalaciones hace un momento. Este castillo de homicidios –que estaba lleno de mecanismos– fue incendiado por Holmes antes de huir, y la policía exhumó más de doscientos cadáveres de las ruinas. Fue un infierno abrasador.

Durante su encarcelamiento, el doctor despiadado también escribió un libro para defender su inocencia. Sus admiradores reconstruyeron el hotel en las ruinas y lo llamaron "El Castillo de los Horrores de Holmes", el cual fue abierto al público como una atracción turística. Holmes fue a la plataforma de pena de muerte, pero el fantasma del asesino todavía pervive en las ruinas quemadas, vagando por el lado oscuro de los corazones de las personas. Muchos aventureros curiosos, extraños y fanáticos venían aquí para visitar y adorar hasta que el gobierno ordenó el cierre completo.

Un siglo después, la réplica de este castillo pernicioso ya era un lugar desierto y deshabitado a las orillas del lago Míchigan. Inesperadamente, se convirtió en el refugio de dos asesinos en serie.

—Es un lugar terrible... —murmuró Leo mientras se arrastraba por el conducto de aire.

—En realidad no, es igual que una araña gorda; solo puede esperar a que la presa llegue a la puerta y recolecte todas las fotos de los viejos, débiles y enfermos. No tiene ningún contenido técnico —dijo Sha Qing.

¡Efectivamente, el razonamiento de un policía y un asesino nunca estará en la misma línea! Leo apretó los dientes para asegurarse de que su cuerpo cansado y dolorido ni siquiera pudiera movilizar su ira. —¿Por qué me salvaste? —preguntó con hosquedad—. Pensé que éramos enemigos jurados.

—De hecho, somos enemigos jurados, pero el propósito de mi viaje aquí no es para salvar personas, sino... —Sha Qing se rio suavemente.

Por supuesto, es para matar. Leo completó la segunda mitad de la oración dentro de su cabeza.

—Como un regalo para el Sr. Agente, no te pediré que retribuyas esta gracia de salvamento. Solo te molestaré con una cosa: no obstaculices mi trabajo.

Los movimientos de Sha Qing se detuvieron repentinamente, y su rostro se giró hacia un lado. —De lo contrario, solo me quedaré a un costado y veré cómo ponen el caballo blanco en tu cadáver —dijo con un tono glacial.