Extra 2: Después

Un pájaro multicolor de una especie desconocida se posó en el hombro de Jing Qi, quien lo miró maravillado durante un rato. Sintió simultáneamente que no había un lugar más vivaz en el mundo humano que Nanjiang, pues parecía que jamás se quedaba sin vitalidad a lo largo del año.

Un adolescente de Nanjiang entró corriendo, escudriñó a Jing Qi con ojos grandes e inquisitivos y luego se acercó al oído de Wuxi para decirle algunas palabras. Wuxi asintió y se volvió hacia Jing Qi. —Mi profesor... Hm, el antiguo gran chamán, al que ahora llamamos el Ilustre, quiere conocerte.

Los ojos de Jing Qi, que habían estado pululando por todas partes, de repente se enderezaron y giró la cabeza para preguntar:

—¿Qué dijiste?

—Le hablé de ti. Hace tiempo que quiere conocerte.

Jing Qi de pronto sintió que se le secaban un poco los labios. —¿Qué... le dijiste? —preguntó tras quedarse un poco aturdido.

Wuxi sonrió. —Le dije que eres el que tiene mi anillo de jade.

En esa fracción de segundo, Wuxi sintió que la expresión facial de Jing Qi se torció sutilmente. —¿Qué ocurre? —preguntó, aunque sabía la respuesta.

Jing Qi negó con la cabeza rápidamente y asintió, luego volvió a negar y entonces dijo con impotencia:

—¿Puedo... puedo cambiarme de ropa primero?

Se fue corriendo en un frenesí. Wuxi no sabía la razón, pero la vista de su espalda nerviosa lo puso de muy buen humor. Levantó la mano y la pequeña serpiente que orbitaba dentro de su manga salió arrastrándose mientras movía la lengua. Se enroscó alrededor de su brazo y se frotó contra él afectuosamente. El viento del bosque y las montañas sopló y trajo consigo el inefable olor húmedo de la tierra...

Este era su hogar.

Nunca había tenido un sentimiento tan intenso como este. En ese instante, su corazón tenso se relajó cual cuerda de qin rota y todo su ser se encontró lánguido e indescriptiblemente lleno de júbilo. Esto se sintió como una felicidad demasiado grande, tanto que le hizo sentir como si estuviera en trance y nada de esto fuera real. Se vio obligado a pensar: ¿Es posible que este sea otro episodio de Trance Onírico?

Por tanto, enroscó los dedos en secreto y se atravesó la palma con las uñas.

Le dolió... y sonrió.

Jing Qi solo llegó después de procrastinar durante la mayor parte del día y haberse cambiado la ropa medio vieja que estaba acostumbrado a usar casualmente y ponerse una larga túnica blanca como la luna. Ese índigo extraordinariamente claro parecía un poco sombrío a primera vista, pero sucedió que el contraste de su piel –que se había recuperado de una herida grave– le daba el lustre blanco del jade. Un pedazo de satén del ancho de la palma de una mano estaba amarrado alrededor de su cintura. Bajo la luz del sol, se podían ver ornamentos muy complejos en hilo plateado en sus mangas, con un pedazo de jade brillante que colgaba a su costado. Se veía bastante ceremonioso y esa solemnidad ocultaba la sensación de frivolidad que naturalmente circulaba por sus ojos de flor de melocotón, lo que le dio un aire bastante noble y opresivo.

Wuxi lo miró de pies a cabeza y al final no pudo pensar en ningún verso que sonara agradable, así que simplemente comentó:

—Te ves bien.

Jing Qi le sonrió, pero su sonrisa fue un poco rígida. Si le hubieran pedido que se reuniera con el Ilustre de Nanjiang como el príncipe Nan'ning, podría haber estado muy tranquilo y compuesto e incluso podría haber traído una jarra de vino. Pero ahora... sentía que, por alguna razón, este era un asunto delicado.

En sus más de trescientos años de encarnaciones pasadas y vida presente, este sentimiento análogo al de conocer a la suegra... seguía siendo una experiencia nueva. Claro que ninguno de estos sentimientos se podía mencionar a los demás.

Inesperadamente, Wuxi volvió a hablar:

—El profesor es un hombre amable. No tienes para qué estar nervioso.

Jing Qi se atragantó durante un buen rato. —¿Con qué ojo me ves nervioso?

Wuxi sonrió sin decir nada y lo dejó ponerse nervioso solo. Por suerte, la habilidad de Jing Qi para controlar sus emociones era de primera y se tranquilizó en poco tiempo. Tras dirigirle una mirada de reojo, se acomodó las mangas mientras fingía sosiego. —¿Me vas a llevar o qué?

La curvatura de la sonrisa de Wuxi se agrandó aún más y caminó al frente en silencio. En medio de esto, provocó las miradas desconcertadas de innumerables personas. Ese... hombre sonriente de ojos curvados... ¿era el gran chamán?

El exgobernante de Nanjiang y ahora Ilustre jubilado sostenía esa enorme pipa suya en la boca y fumaba. Se veía muy tranquilo, pero este anciano lanzaba miradas rápidas a la puerta y se movía tan inquieto como si le hubieran aparecido clavos debajo del trasero. Su curiosidad era evidente. Un joven sirviente pronto vino a informar que el gran chamán había traído a alguien.

Los ojos del Ilustre de repente se iluminaron y su espalda se enderezó automáticamente, pero entonces se detuvo, volvió a relajar su cuerpo y fingió una apariencia muy calma. —Hm. Invítalos a pasar —ordenó casualmente.

El joven sirviente lo había seguido desde la infancia y había estado a su lado más tiempo que Wuxi. Al verlo de esta manera, no pudo evitar sonreír en su corazón. Respondió deferentemente y se fue. La veneradas nalgas del Ilustre se inclinaron automáticamente hacia adelante (otra vez) y apuntó su oído hacia los sonidos del exterior.

Un momento después, escuchó al joven sirviente hablar:

—El Ilustre los invita a pasar.

—De acuerdo. Muchas gracias —respondió su discípulo no filial Wuxi. Inmediatamente después de eso, su voz cambió de tono: seguía tan sosa como siempre, pero de alguna manera contenía una amabilidad inefable al murmurar con otra persona.

—Es aquí. Hay un umbral en la entrada, cuidado.

Tsk. Ese tono inmaduro... El Ilustre entornó los ojos mientras pensaba que realmente habían domado al pequeño cachorro. Luego de eso, se apresuró a sentarse erguido y quieto y apartó la expresión desdichada de su rostro.

Tan pronto como Jing Qi entró y vio al anciano de cabello y barba blancos con una pipa en mano y vio claramente sus ojos, de repente, por una razón desconocida, dejó de estar nervioso. No solo no estaba nervioso, sino que sintió un vago matiz de que había conocido a alguien de su misma especie. Así que sonrió, hizo una reverencia digna de un pupilo y habló:

—Este erudito júnior, Jing Beiyuan, muestra mis respetos al Ilustre.

El anciano apartó su pipa y se puso de pie también. —No sabía que el príncipe Nan'ning me honraría con su presencia. Disculpa a este viejo decrépito por no salir a recibirte.

Aunque habló mandarín de la Gran Qing con bastante fluidez y facilidad, Wuxi lo sintió extraño y desconcertante. Parecía que su profesor no estaba en lo más mínimo sorprendido. En el pasado solía sentir que el hombre era omnipotente, e incluso si ya había crecido y le habían legado Nanjiang, todavía creía que el venerable anciano era la persona más sabia que había visto en toda su vida.

Claramente, asumir amaneramientos convincentes a veces también era una forma de sabiduría.

Cuando el Ilustre les pidió que tomaran asiento, pudo vislumbrar la expresión de Wuxi y, como si pudiera leer sus pensamientos, sonrió. —Ese día, dijiste que tu fundamento para regresar era por el bien del que tenía tu anillo. Entonces pensé que, para que el bien de esta persona provocara semejante movilización de masas, definitivamente no podía ser una chica de estirpe ni una belleza de un hogar humilde, sino alguien de poder y nobleza. Dado que acerté, parece que, a pesar de estar viejo, todavía no me vuelvo completamente tonto.

Miró a Jing Qi. —Pero, príncipe, es bastante asombroso que hayas estado dispuesto a venir a nuestra naturaleza inhóspita con mi discípulo tonto. Puedo ver que sí sirve para algo, al menos.

El otro se rio. —El gobernante que mi salario pague es por quien moriré[1]. El príncipe Nan'ning fue martirizado durante mucho tiempo en la guerra de la capital y ahora le queda menos de la mitad de su mugrienta vida, con una cáscara llena de basura. El hecho de que el gran chamán estuviera dispuesto a darle refugio a este erudito júnior es mi gran fortuna.

Wuxi no entendía muy bien de qué se trataba su cortesía mutua, pero por la expresión del Ilustre, sintió vagamente que esas oraciones no sonaban tan agradables de oír. Entonces, cuando iba a hablar, la mirada asesina del anciano lo pospuso. Jing Qi vio esto de reojo y simplemente sonrió mientras bajaba la cabeza para beber de su té. Mocoso, tu profesor teme que salgas perdiendo, eh.

El Ilustre entornó los ojos de nuevo, volvió a coger la pipa y se la llevó a la boca para aspirar profundamente y exhalar. —Aunque dices eso, príncipe, al final... que cueste separarse de la patria es la naturaleza humana.

Jing Qi sonrió. —Si no se abandona el pedazo de tierra bajo tus pies, ¿cómo conocerás la inmensidad del mundo?

—¿La inmensidad del mundo? Nuestra Nanjiang no es un lugar tan grande.

—Una montaña no tiene que ser alta. Siempre y cuando en ella viva un inmortal, un nombre tendrá.

El Ilustre se sorprendió por un momento y escudriñó a Jing Qi con atención. Este último lo miró, tranquilo. Y por un breve instante, dos viejos zorros sonrieron mientras se observaban.

Más tarde, a Wuxi le deprimió descubrir que los dos eran totalmente tal para cual. Cuando recién había llegado a la capital, sintió que había algo en Jing Qi que era bastante similar al gran chamán y solo ahora descubrió que ese sentimiento no había sido en lo más mínimo erróneo. Al principio, se tantearon el uno al otro, intercambiaron solo unas pocas palabras ligeramente beligerantes y luego hablaron de algunos asuntos irrelevantes como si estuvieran escupiendo alegorías budistas por turnos. No fue hasta que fue casi la hora de la cena que Wuxi encontró una oportunidad para que se fueran.

Antes de que partieran, el Ilustre dijo: "Wuxi, estoy viejo y he pasado toda mi vida en este lugar. Quiero salir y echar un vistazo. Mi equipaje ya está listo. Me deja tranquilo haberte entregado Nanjiang".

Wuxi quedó pasmado y se volvió para mirar a su viejo profesor.

El hombre se rio. "Ya estás grande", le dijo.

En el camino de regreso, Wuxi finalmente no pudo evitar interrogar a Jing Qi. —De vez en cuando, como que siento que soy estúpido. No puedo entender la mayoría de lo que dice el profesor. No esperaba que hicieran buenas migas.

Jing Qi hizo una pausa y de repente le dirigió una mirada extraña. —¿Por qué... eres tan honesto?

Wuxi levantó las cejas, solo para escuchar a Jing Qi suspirar y decir la verdad:

—No hablé de nada con él y ni siquiera entendí lo que estaba saliendo de mi boca.

La estupefacción de Wuxi lo dejó mudo. El otro hombre negó con la cabeza y se rio. —Pasa lo mismo con tu profesor. ¿Cómo puedes entender palabras que él mismo no entiende? Solo te persuade para que juegues. ¿Cómo puede haber tantas cosas profundas a lo largo de la vida? Yo no entiendo lo que digo y el hecho de que él pueda retomar la conversación comprueba que tampoco lo entiende. Emparejar nuestras oraciones no es más que una absurdidad para pasar el rato. Hacer deliberadamente un misterio de las cosas simples... a veces es un tipo de entretención también. Lo entenderás cuando seas más viejo.

A veces, la fe y los mitos del corazón colapsan y nos dejan una extrema melancolía. Y entonces, lentamente, tal melancolía empieza a acumularse y un niño en adulto se convierte.

Dado que el Ilustre dijo que se iría a vagar, al día siguiente dejó su libro y se marchó. Muy eficiente y prolijo.

Después, Nanjiang eligió un nuevo joven chamán: un niño de cuatro años llamado Lutah. Tenía un par de ojos grandes, era extremadamente lindo y obediente y nunca lloraba ni hacía berrinche. Aunque su fuerza para practicar marcialidad era inferior a la de Wuxi, era tremendamente inteligente y tenía una memoria muy retentiva.

Jing Qi lo reconoció directamente como su hijo de facto. Pero, en realidad, cuando jugaban en algún lugar, no estaba claro quién era el padre y quién era el hijo.

Lutah era inteligente y los niños inteligentes solían ser muy curiosos. Descubrió lentamente que, a pesar de que su profesor era cariñoso con su papi, también era muy "estricto". Por ejemplo, obligaba a papi a comer cosas que no le gustaban, no le permitía dormir demasiado y no le daba de beber ninguna sopa dulce fría.

Al final, un día, cuando su padre aprovechó que su profesor no estaba para sacar la carne de serpiente de su propio cuenco y arrojarla al cuenco de Lutah, este último no pudo evitar preguntar:

—Dicen que solías ser un funcionario muy, muy importante en la Gran Qing. ¿Por qué le tienes miedo al profesor?

Jing Qi siguió usando sus palillos para sortear cosas, con la misma cara de siempre. —¿Qué acción suya me daría miedo? —dijo.

Lutah estiró los dedos para contarlas una por una. El profesor no te deja hacer esto; el profesor no te deja hacer eso; uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete. Prácticamente hacía que la gente hirviera del enojo. No entendía por qué su papi siempre era tan fácil de amedrentar y por qué, independientemente de lo que dijeran, siempre admitía sus errores con una actitud justa, solo para cometer la misma "ofensa" la próxima vez. Por esa razón, le preguntó al respecto.

Jing Qi extendió la mano y le palmeó la cabeza mientras sonreía. —Es completamente mío, así que claro que se lo dejo pasar.

Luego de eso, el padre más falto de principios del mundo dejó sus palillos. —Ah, Lutah, papi te dirá que, si quieres ser un buen hombre, primero debes tener el estómago para ello —aconsejó seriamente—. El hecho de que tu esposa tenga algunas rabietas menores es algo muy normal. Si no te las hace a ti, ¿a quién más podría hacérselas? Si tú no puedes tolerarle, ¿podrías tolerar a alguien?

Lutah asintió, entendiéndolo a medias.

—Tienes que cuidar bien a quien es tuyo. No puedes hacerle enojar. Si realmente lo haces, deja de lado tu actitud y engatúsale adecuadamente. No es nada difícil. Quienquiera que sea tu esposa, es a quien amarás mucho. Has visto que a tu profesor, desde el día hasta la noche, siempre lo interrumpen en medio de sus comidas y eso es bastante duro para él. Que yo lo engatuse mucho es tal como debería ser.

Lutah volvió a asentir y después llamó respetuosamente hacia la entrada:

—Profesor.

Todo el cuerpo de Jing Qi se puso tan rígido cual roca con forma humana.

Le tomó un largo rato dar vuelta la cabeza para mirar a Wuxi, quien había estado apoyado contra el marco de la puerta durante quién sabe cuánto tiempo, y exprimió una cara sonriente. —Regresaste... bastante rápido... —dijo Jing Qi.

De repente, salió sin hacer un solo sonido.

Por alguna razón, incluso después de escuchar su explicación, en este momento, Lutah seguía pensando que su papi estaba un poco aterrorizado.

Al día siguiente, no vio a su papi en toda la mañana. No fue hasta el mediodía que se descubrió que el hombre acababa de levantarse. Sus movimientos eran un poco descoordinados y parecía exhausto.

Lutah mantuvo su escepticismo esta vez y no preguntó más después de eso. Escuchó a un sirviente (Axhi) decir que, anoche, el gran chamán cerró la puerta y no permitió que nadie fuera a molestarlos. Pero cuando se levantó para ir al baño en medio de la noche, pasó accidentalmente y escuchó sollozos intermitentes y espasmódicos del interior.

Al recordar el leve hematoma púrpura expuesto debajo del cuello de su papi, Lutah se estremeció en silencio y se puso a trabajar en sus deberes obedientemente.

Pensó para sí mismo: El profesor es una persona verdaderamente horrible.

[1] Cita de "Romance de los Tres Reinos" (三國演義), una de las cuatro novelas clásicas de China. Fue escrita hace más de cuatrocientos años y se narra la guerra civil que siguió a la caída de la dinastía Han.Sobre el diálogo de la esposa y las rabietas, Jing Qi efectivamente habla de "esposa", mas lo usa como título. El resto de los pronombres que usa son neutros, lo que le indica a Lutah que su esposa puede ser hombre o mujer. Usé, al igual que en capítulos anteriores, leísmo cada vez que pude para dejar esta neutralidad de género sin llegar al lenguaje inclusivo en sí.