Extra 1: Perseguido por su propio método

La razón por la que era difícil lidiar con el príncipe es que es una persona dúctil. Al menos, no se veía como alguien que pudiera llegar hasta la oscuridad. Por supuesto, ya lo había hecho en secreto, pero, por desgracia, los que conocían el percal ya no estaban en el mundo de los vivos.

Cuando se estaba recuperando en secreto en el hostal en el que el gran chamán se alojaba en la capital, desde el primer momento en que pudo hablar normalmente sin estar al borde la muerte, comenzó a usar su boca dorada de cientos de formas diferentes para acosar obscenamente a Wuxi.

Si esto hubiese sido el pasado, sus palabras probablemente hubieran frustrado a Wuxi, pero ahora que había ascendido en rango, era como si incluso su mente se hubiera vuelto un poco más abierta que antes. Había descubierto repentinamente que el cerebro de Jing Qi no se empleaba para nada más que asuntos románticos o baladíes. Tampoco estaba claro cuántos años de rodar en un montón de cosméticos se necesitaron para producir un pródigo tan dorado por fuera y podrido por dentro. No se perdía la oportunidad de usar su enorme conocimiento cultural para engañar a los demás y era absolutamente competente para endulzar oídos. Aunque nunca recurría a palabras cursis, por ejemplo, decía lo que a los demás les encantaba escuchar.

En un momento, sus palabras zalameras engatusaron a Wuxi como si un gatito le hubiera arañado el corazón. Pero entonces, recordó precisamente cómo se habían practicado las "artes marciales" de sus labios y se enojó mucho. Simplemente mantuvo una cara seria y taciturna, haciendo frente a eventos cambiantes apegándose a un principio fundamental: "puedes correr por los cuatro rincones del mundo, mas yo firme cual montaña en suelo resistiré".

Ese día en el carruaje, Jing Qi reflexionó durante bastante tiempo y de repente tuvo una epifanía. Pensó para sí que este pequeño veneno se preocupaba demasiado. Creía que estaba enojado por dentro, aborrecía verlo ser tan habilidoso en esto y sentía constantemente que su persona tenía labia, lo que arrojó su corazón sincero a un río y lo hizo sentir la pérdida. Por lo tanto, cerró los ojos a modo de descanso e ideó un plan diferente.

A este desafortunado derrochador de hombre se le ocurrió una nueva idea, lo que significaba que otra vez iban a irritar a Wuxi.

Wuxi descubrió inefablemente que el hombre aburrido que había estado buscando problemas por todas partes de repente se había calmado: se inclinaba de costado, inmóvil, con los ojos tranquilamente cerrados como un viejo monje en meditación... Su boca no decía nada, pero en realidad estaba aterrorizado por el estado de la herida de Jing Qi. De no ser así, con su carácter perentorio y decisivo, habría querido irse tan pronto como terminase su trabajo, no perder el tiempo en la capital durante tres meses enteros.

Examinando atentamente su complexión y respiración, se dio cuenta de que estaban tan constantes como siempre, y cuando había mirado su herida hace un momento, tampoco parecía tener algún cambio. Simplemente pensó que estaba descansando; el jugueteo debió haberlo cansado, ya que tenía poca energía.

No fue sino hasta la tarde, cuando llegó la hora de tomar la medicina, que descubrió que algo andaba mal con el hombre.

Claramente no estaba durmiendo, pero tampoco reaccionó cuando le trajo la tisana. Wuxi frunció el ceño, usó una cucharita para recoger la medicina y la chocó suavemente contra sus labios. Era una buena medicina, pero el sabor era un poco difícil de soportar. Todos los días a esta hora, Jing Qi se volvía incomparablemente franco y seguía el principio de "mejor acabar con el dolor, en lugar de prolongar la agonía". Después de zampársela en tres tragos, instantáneamente se negaba a oler más de ese hedor.

Pero Jing Qi no mostró ninguna reacción hoy. Simplemente abrió los ojos con indiferencia, lo miró y apartó lentamente la mirada hacia un lado para no seguir viéndolo.

Tan pronto como esa expresión risueña, traviesa y descuidada desapareció de su rostro, su piel demacrada y amarillenta se reveló. La medicina que tenía un negro denso como la tinta casi parecía impactante en contraste con sus labios, los que estaban tan pálidos que transparentes se veían.

Solo entonces Wuxi se dio cuenta de que le estaban devolviendo (exactamente de la misma manera) sus tácticas. Un poco enfadado, se mostró tal como cuando lo obligó a comer en ese entonces, sosteniendo el cuenco de medicina y perseverando, con el cuerpo inmóvil.

Quién diría que, en este momento, Jing Qi sería incluso más perseverante de lo que él había sido. Mientras miraba directamente hacia afuera, todas las luces flotantes del camino atravesaban la superficie de sus ojos, pero parecía que ni un rastro de ellas permanecía. Guardaba silencio, como insensible... mientras que al mismo tiempo pensaba despiadadamente: Este señor alguna vez estuvo sentado sin moverse durante sesenta y tres años. ¿Qué es perder el tiempo contigo? Sin embargo, después de un rato, se volvió a aburrir. Increíblemente, estaba cayendo cada vez más bajo como para reducirse a jugar un juego de tira y afloja con este pequeño veneno.

A pesar de estar burlándose de sí mismo por dentro, su cara se pretendía seria. El frío era inclemente y el calor en el cuenco se disipaba rápidamente; si realmente se enfriara, sus propiedades probablemente cambiarían. Wuxi nunca anticipó que Jing Qi se enojaría con él, por lo que no estaba muy seguro de qué debería hacer.

Tras un largo punto muerto, al final se dio por vencido. —Tómatela —musitó.

Jing Qi ni siquiera le dirigió una mirada, como si su alma no estuviera en su cuerpo.

Después de pensarlo, Wuxi bajó la cabeza y tomó un gran sorbo del líquido negro. Pellizcó el mentón de Jing Qi para abrirle la boca, lo jaló y le dio la medicina a la fuerza. Jing Qi no había previsto este método suyo, por lo que lo pilló con la guardia baja. Además, ese sabor era tan amargo que hacía que tanto el cuerpo como el alma se resintieran. Lo empujó bruscamente en el lugar en tanto se atragantaba y tosía.

Wuxi no se puso ansioso. Le dio unas palmaditas en la espalda lentamente mientras esperaba que dejara de toser, pues planeaba verterle otro sorbo. Jing Qi al final se dio cuenta de que fingir ser inflexible no iba a funcionar, así que le lanzó una mirada colérica, tomó el cuenco y se lo engulló todo.

Tras valientemente bebérsela toda en un santiamén, Jing Qi levantó la mano y se limpió la boca. Con un movimiento de su mano levantada, arrojó con precisión el cuenco sobre la mesita, se puso de pie firmemente, pasó por al lado de Wuxi y golpeó la puerta del carruaje con su palma.

—¡Deténganse! —gritó.

Estaba acostumbrado a mangonear a la gente y dar órdenes, y con ese grito bajo que dio, el cochero no supo quién habló y detuvo inmediatamente el carruaje. La puerta se abrió de golpe desde adentro. Jing Qi, sin resentir el frío, se bajó vistiendo solo una túnica interior y se fue sin mirar atrás, como si reconociera el camino.

El carruaje del gran chamán se había detenido, por lo que los guerreros de Nanjiang que lo rodeaban también se detuvieron con él inmediatamente. Se miraron entre sí, desconcertados, cuando vieron al apuesto joven salir. Poco después, Wuxi suspiró. Tomó una túnica exterior, alcanzó al otro –que no estaba muy lejos– y le envolvió el cuerpo con ella.

Pero Jing Qi no aceptó su preocupación. Lo esquivó y retrocedió un paso, escurriéndose como un pez en el agua. —Descuide, gran chamán —escarneció.

Wuxi frunció el ceño y estiró la mano para agarrarle el brazo, pero Jing Qi retrajo el codo y torció los dedos, golpeando hábilmente hacia el pulso en su muñeca. Wuxi usó una mano para arrojar la túnica de algodón hacia arriba a la velocidad del rayo, mientras que la otra subió por el dorso de la mano del otro. Empleó fuerza para tirar de su antebrazo y de repente lo arrastró a su pecho. Entonces, la túnica cayó y aterrizó justo encima de Jing Qi.

Todo se llevó a cabo de una vez, sin desperdiciar un poco de fuerza.

Luego de eso, Wuxi habló sin ambages:

—Helian Yi cree que estás muerto. Si regresas a la capital, será engañar al monarca.

Jing Qi le sonrió falsamente. —Gran chamán, ¿no me diga que cree que mi residencia, después de tantos años, solo tiene ese pequeño patrimonio en la capital? No te lo voy a ocultar: no hay nada más que un buen número de alquerías, así como varias tiendas, a nombre de este príncipe. Si vas a la región de Dongting ahora mismo y preguntas, encontrarás una casa de empeños de plata del mismo tipo llamada Señor Séptimo, y si este príncipe no está, todo queda sujeto a la voz de su gerente... Solo espero que aún dejes ir al mayordomo principal de nuestra residencia.

Ping'an había manejado adecuadamente los "asuntos posteriores" (y fúnebres) de la residencia Nan'ning. De hecho, seguía a la procesión que lo acompañaba disfrazado, pero Wuxi inconscientemente lo había separado de Jing Qi, sin esperar que el hombre lo supiera de todos modos.

Astucia utilizada en áreas que no la necesitaban.

Wuxi se quedó mudo por un momento y solo escuchó a Jing Qi continuar:

—¿Qué ocurre, gran chamán, ah? ¿Hará que este príncipe obtenga dinero para rescatar a la gente? De ahora en adelante, todos comerán comida de jianghu. Aquello conveniente para los demás también es, para mí, una...

No pudo terminar, ya que Wuxi al final se impacientó escuchando sus tonterías y se encorvó para agarrar la articulación de sus rodillas y tomarlo en brazos horizontalmente.

Jing Qi cerró el pico enseguida y se aferró nerviosamente a los hombros de Wuxi. No era una doncella delicada y delgada, tampoco gordo o posiblemente liviano, solo temía que las manos de Wuxi se resbalaran.

A fin de cuentas, Wuxi tenía una profunda habilidad y cargar a un hombre tan grande no le resultó arduo. Después de volver a zancadas, ordenó en voz queda:

—Abre la puerta del carruaje.

El cochero la abrió rápidamente. Wuxi no dejó de cargar a Jing Qi tras entrar. —Apresúrate —ordenó de nuevo—. No te detengas sin mi orden.

Dicho eso, cerró la puerta de golpe, lo que aisló las miradas de todos los observadores que había alrededor.

Con un relincho, el grupo de hombres y caballos procedió al viaje que les quedaba por delante.

Wuxi se sentó, pero no bajó a Jing Qi en absoluto. Sus ojos negrísimos se quedaron mirando atentamente su rostro, el cual estaba algo pálido por el susto y algo verdoso por el enojo. —Simplemente... no sé qué debería decirte —susurró, como si estuviera suspirando.

El temperamento de Jing Qi fue mayormente fingido y se quedó atónito al escuchar esto. Pensó que se había excedido con la actuación y un sentimiento de tanto culpa como inquietud burbujeó en su corazón.

Estaba a punto de decir algo, pero entonces Wuxi continuó rápidamente, en ese mismo tono:

—Dime, si te estrangulo hasta matarte, ¿el conflicto en mi corazón se sentirá menos?

Las palabras de Jing Qi se atoraron en su garganta. Lo miró, completamente estupefacto, especialmente porque su mano se encontraba posicionada cerca de su cuello, sin merodear por ningún otro lugar. —Jovenzuelo, los impulsos son el demonio —exprimió transcurrido mucho tiempo.

Wuxi sonrió vagamente. —No te importa nada, de todos modos. No te importa vivir y no te importa morir. Helian Yi piensa que eres valioso, pero en realidad no te importa si lo eres o no. Te dejas llevar por la vida todo el día sin cambiar. No te importa tu propia persona, así que, naturalmente, yo tampoco te importo. Yo...

Hubiera sido mejor no haber dicho esas cosas. Tan pronto como las dijo, sintió que en su pecho surgían agravios que eran difíciles de contener. Esos días y noches de aprensión, esos interminables días de marcha, esos días de vigilia mirando a Jing Qi toda la noche cuando estaba inconsciente por su herida grave... Cada cosa que había estado reprimiendo luchó por ser la primera en salir en sus palabras y se atascaron. Intentó tragarse todas esas emociones, como si hubiera sido un acto de rencor y no quisiera que lo viera.

Un brazo atrapó con fuerza a Jing Qi por la cintura, como si estuviera a punto de partirlo por la mitad.

Jing Qi quedó sorprendido por un momento, pero después no pudo evitar largarse a reír. Enderezándose con gran esfuerzo, envolvió sus brazos alrededor de la espalda de Wuxi y suspiró. —Esa es una acusación tremendamente injusta. ¿Cuándo no me has importado?

Sin esperar a que Wuxi hablara, volvió a reír sin permiso de nadie. —Crees firmemente que tengo labia y que no me cuesta nada lisonjear. ¿Qué es lo que quieres que haga?

Acto seguido, recordó algo y de repente apartó a Wuxi con una expresión de como si hubiera sufrido un enorme susto. —Digo yo, gran chamán, este príncipe ya se entregó en cuerpo y alma a ti. ¿Podría ser que... ser que... quieres escuchar un juramento de amor eterno?

Wuxi de repente se atragantó, con un rostro un poco maravillado y brillante.

Después de un ataque de apariencia ansiosa, Jing Qi habló como si estuviera devanándose los sesos en busca de respuestas:

—Eso... es algo que este príncipe realmente nunca le ha dicho a nadie, pero puedo con un par de palabras. ¿Quieres escuchar "he ahí cuando las montañas se aplanen, los ríos se sequen, truene en invierno, en estío nieve y el cielo y la tierra colisionen, de ti me atreveré a separarme? ¿O quieres escuchar "aguardará nuestra despedida hasta que las verdes montañas se pudran, pesos de acero en las aguas floten y el río Amarillo completamente seco esté"?

Antes de que terminara de hablar, vio la piel de gallina aparecer en el cuello de Wuxi. Ahora fue su turno de ponerse de pálido a verde y luego de verde a pálido en el rostro, lo que hizo reír estentórea y cruelmente a Jing Qi.

Cursi y fascinante al mismo tiempo, esa clase de habilidad y esa clase de desvergüenza no eran cosas que todos tenían.

No estaba claro si la risa había afectado su herida o algo así, pero se encorvó levemente por el dolor, con una mano presionada contra su pecho a pesar de su incesante expresión de picardía.

—¡¿Y te sigues riendo?! —Wuxi gritó con el ceño fruncido—. No te muevas, déjame ver.

Jing Qi dejó de reír obedientemente y le permitió revisar la herida. La sonrisa en su rostro se desvaneció poco a poco y de pronto recordó algo. —Una vez me preguntaste acerca de un poema. ¿Aún lo recuerdas?

—¿Eh? —Wuxi le quitó cuidadosamente el vendaje envuelto alrededor de su pecho.

—Me preguntaste sobre "Tamborileo"...

Wuxi le estaba volviendo a aplicar medicina y las cejas de Jing Qi se arrugaron levemente por el dolor que sentía. No dijo nada al respecto, se limitó a hacer una pausa y después continuó:

—"La distancia lamento, pues vivir no podremos. La expansión lamento, pues fieles mantenernos no podremos..." La vida y la muerte son grandes, pero no tan importantes como la unión y la separación. Estuve pensando en esas palabras, pero viniste.

Los movimientos de Wuxi se detuvieron por un momento, pero no lo miró, solo susurró un "mn".

Aunque esta era la forma en que engatusaba a la gente... Wuxi sintió que, si ello lo hacía decir cosas como esta, incluso si en realidad era solo para engatusarlo, estaría perfectamente feliz de ser engatusado.

"Un juramento tanto en la vida como en la muerte hecho con nuestro ser querido, de tomar su mano y juntos envejecer"... Eso era todo.

Pensé en ti y viniste. Eso es todo.

Sobre el título del extra (以彼之道还施彼身), es un dicho para dar represalias y se utiliza principalmente en aspectos militares y políticos: copiar el método de otra persona para ir a por ella de la misma forma o "diente por diente, ojo por ojo".Sobre lo de "entregarse en cuerpo y alma", dice 以身相许 que se puede traducir como entregar el corazón a; dedicar la vida a; jurar casarte (con alguien) y tener relaciones sexuales voluntariamente con tu amade.