Capítulo 64: El emperador dirige el ejército

La almenara surgió, la arena amarilla pareció esparcirse rápidamente por toda la mitad norte del paisaje de la Gran Qing. La tribu Vakurah era como una manada de bestias que había estado conspirando durante mucho tiempo ya, aguardando la hora y ocultando su fuerza durante ciento diez años hasta que finalmente afilaron sus garras y dientes y llegaron sus silbidos.

Sin embargo, en la Gran Qing, solo se celebraba la paz con cantares y danzas, con esplendor maquillado de oro y un rebaño de eruditos conspiradores de clase alta.

En el Palacio Oriental, las flores coloridas ya habían terminado de caer.

Jing Qi de repente abrió la boca. —Si es cierto que... Helian Zhao planea usar la fuerza militar que tiene para forzar la abdicación y rebelarse, me temo que esto no será fácil.

Todos los presentes sabían lo que significaban sus palabras y no pudieron evitar paralizarse. Lo vieron abrir el plan de defensa de la capital. —La gente que Helian Zhao insertó en el ejército ahora está en su mayoría aglutinada en el noroeste. Una sección menor de ellos reemplazó el asiento que el generalísimo Feng tenía en aquel entonces en la guardia fronteriza del sur. Adjudicar o desplegar a esta gente no es fácil. Si realmente hay algún movimiento inusual, Li Yannian de las Guang todavía comanda el ejército rezagado de Liao Zhendong que incorporó previamente y en general son de cincuenta a sesenta mil. Aún hay tiempo para que los transfieran acá.

De todos ellos, He Yunxing era probablemente el que más entendía la disposición de las tropas marchantes. Al escuchar esto, se hizo cargo del tema, señalando las defensas en los alrededores de la capital en el plan. —Hay tres grandes campamentos en los alrededores de la capital. El Ejército Forestal Imperial de cincuenta mil es su última defensa. Mu Tong del campamento del sur es un viejo zorro, y si surge algún problema real, probablemente irá a donde caliente el sol. Una vez que llegue a confiar en Helian Zhao aquí, la conexión entre la capital y todo el sur se verá interrumpida. No es necesario mencionar a Tie Ru del campamento del este, ya que nació como esclavo de Helian Zhao. Huang Tianyi del campamento del norte... Escuché que ha estado caminando bastante cerca de Helian Zhao estos años y le ha aceptado seis hermosas mujeres.

Al final, suspiró. —Si el emperador realmente dirige las tropas en persona, estoy 90% seguro de que Helian Zhao se rebelará. Este asedio de tres flancos, príncipe, es algo que este humilde funcionario no puede explicar de una manera agradable o auspiciosa. Príncipe, usted mora en la capital todo el año y posiblemente no sepa mucho sobre estos asuntos, pero el campo de batalla está sujeto a cambios rápidos y la ayuda que muy lento llega no sirve de nada. No podemos desviarnos de la situación de este pedazo de territorio en la capital. Y si la rebelión de Helian Zhao no tiene éxito, eso sería prácticamente un milagro.

Jing Qi negó con la cabeza, con los ojos todavía mirando fijamente el plan de defensa, y habló con extrema lentitud mientras pensaba:

—Huang Tianyi es el verdadero oportunista aquí. Si no fuera así, también se negaría a venir... No lo sabías, Yunxing, pero no solo aceptó seis mujeres hermosas del primer duque, sino que también aceptó una de mis perlas luminosas y una mansión.

He Yunxing nunca se había enterado de sus transacciones privadas y se quedó pasmado.

Helian Yi lo fulminó con la mirada. —La última vez, el mar del sur rindió tributo con una suma de tales perlas. Aparte de ti, nadie más ha visto el aspecto que tienen. Qué magnánimo de tu parte reobsequiar un regalo.

A decir verdad, desde esa enfermedad que tuvo, Helian Pei había estado actuando muy extraño con Jing Qi. Cualquier cosa deliciosa o divertida no se organizaba para ninguno de sus hijos, sino que se enviaba a la residencia Nan'ning. Jing Qi sonrió, pensando para sí mismo: ¿Cómo es que Su Alteza el Príncipe Heredero de repente hablaba con un tono tan pacífico?

Helian Yi le dirigió una mirada de reojo y sonrió filosamente. —Sé que tu residencia tiene un patrimonio amplio, para que incluso regales invaluable jade hetiano a voluntad.

Jing Qi guardó silencio. Estas palabras de Helian Yi eran un puño de hierro en un guante de terciopelo: dado que se reunía con Wuxi tan regularmente, eso se le estaba amarrando. Por cierto, Ping'an realmente se llevaba bien con Wuxi. Cada pequeña cosa obsequiada a cualquier persona provocaba la angustia del mayordomo, pero solo cuando se trataba de Wuxi no se enervaba casi nada.

Lu Shen retrajo apresuradamente el tema que estaba a punto de descarriarse. —Huang Tianyi y Mu Tong son dos oportunistas del norte y sur, con el lacayo de Tie Ru intercalado en el medio. Este súbdito siente como si el palacio imperial estuviera rodeado por un lobo ingrato y un perro malvado que observan con avaricia a su presa.

Cuando Jing Qi escuchó eso, comenzó a reír y giró la cabeza para intercambiar miradas con Zhou Zishu, quien dijo mientras sonreía:

—Señor Lu, este general Mu es un oportunista, pero el bando al que se iría no es el del primer duque.

Lu Shen se sorprendió por un momento. —¿Cómo así? —preguntó.

—¿Recuerdas al viejo ministro Cai Jianxing, el que el primer duque incriminó en ese tiempo? La esposa de señor Cai también se apellida Mu —dijo Zhou Zishu con una sonrisa.

—En aquel entonces, Mu Tong todavía era solo un coronel del campamento del sur—prosiguió Jing Qi—. Tuvieron la intención de apartarlo como pieza de ajedrez, pero quién diría que se estacaría en el campamento de esa manera. Ascendió al rango de general del campamento del sur de la guardia imperial estos años; eso también teniendo en cuenta que el hermano Zishu y yo tuvimos una gran previsión y pudimos reconocer el talento en ese momento.

—Entonces... entonces, la señora Cai es la... de Mu Tong... —dijo He Yunxing.

—Su media hermana mayor. Mismo padre, pero distinta madre. —Jing Qi tomó un sorbo de té—. Mu Tong nació de una concubina. La esposa principal no tuvo ningún hijo varón, con solo una jovencita en sus rodillas. Se lastimó el cuerpo al dar a luz y probablemente no podría volver a hacerlo en el futuro, así que se le ocurrió algo diferente: quiso matar a la mujer que estaba embarazada de Mu Tong. Sorprendentemente, la mujer escapó debido a una extraña combinación de circunstancias. Después de que Mu Tong se enterara de su propio pasado, regresó en secreto para echar un vistazo, pero su padre había muerto temprano y toda la casa estaba controlada por esa arpía. Solo su hermana mayor sabía de esto y lo trataba bien en privado.

Zhou Zishu se rio con sarcasmo. —Más que bien. Prácticamente sobrepasa los límites y va en contra de las relaciones adecuadas.

Tanto Lu Shen como He Yunxing dijeron "ah" al mismo tiempo y se miraron entre sí con consternación, sintiendo que habían subestimado la asquerosidad oculta de la capital. Helian Yi asintió. —Todo esto ya depende de la corte de mañana. Eso sí, todavía quedan algunos preparativos más por hacer. No puede haber absolutamente ningún estrago en la capital.

Al día siguiente, el debate en la corte fue el mismo que antes: Helian Zhao habló con alta convicción en sus propias palabras, y en un momento como este, el guion de la guerra prevalente estaba sonando más convincente que la paz prevalente, y los que instigaban al emperador a dirigir personalmente las tropas eran en general más convincentes que los que lo instigaban a volver a encoger su cabeza en su caparazón por el bien de la seguridad.

El hecho de que un Hijo del Cielo liderara a un ejército de más cientos de miles y esparciera la paz a través del noroeste sonaba tan majestuoso, tan asombroso. El viento de esta década había ido demasiado en popa, sin nada que provocara indignación dentro de la gente. Helian Pei casi no pudo resistirse a abrir la boca para halagarlo, pero al mirar la multitud de funcionarios debajo, al final se lo tragó.

Desde abajo, Jing Qi miró al hombre sentado en el trono del dragón. Las canas ya le crecían y sus años de esplendor se habían ido, pero seguía siendo implacablemente ingenuo. Aunque la familia Helian se sentaba en lo alto del país, solo él tenía autoridad sobre todas sus montañas y ríos. Los ciudadanos solo podían implorar a los dioses y adorar al Buda, con la esperanza de que el firmamento pudiera hacer que existieran gobernantes más sabios y funcionarios virtuosos, con menos calamidades naturales y desastres causados por el hombre.

Solo que era una lástima que los desastres fueran frecuentes y los funcionarios sabios fueran infrecuentes.

Jing Qi de repente recordó el período de su propia niñez, el cual fue hace más de trescientos años. Creía que esto se había desvanecido de su mente hace mucho tiempo, pero, en contra de las expectativas, surgió abruptamente en este momento. Ese año, Helian Pei lo había tomado en brazos y lo había llevado de vuelta a la residencia Nan'ning para ver a su padre.

Los rasgos faciales de todos los demás eran borrosos y difusos. Solo recordaba que su padre lo miró y, en esa fracción de segundo, pareció que una miríada de emociones había asolado al hombre, pero también pareció que ninguna lo había hecho. Le hizo una reverencia desganada a Helian Pei y se negó a seguir mirando a su hijo. Cuando se fueron, ese tío emperador suspiró y le dio palmaditas en la espalda con un par de manos cálidas. "Está triste por dentro, también extremadamente lamentable. Eres el único poco de sangre que le queda en esta vida. No... lo resientas por nada del mundo", había musitado.

Ahora, en la sala del trono, esas palabras y ese suspiro comenzaron a resonar extrañamente en sus oídos. Ese sentimiento de admiración y estima de su niñez se recordó con súbito. En el pasado había creído que Helian Pei era como su propio padre biológico, pero eso al final era la ilusión de un niño.

Helian Pei era un monarca y él era un súbdito. El afecto ordinario jamás aparecería en la familia imperial.

La concentración de Jing Qi se balanceó en un momento inoportuno, con la voz secunda de Helian Zhao en sus oídos.

En este momento, Helian Pei de repente miró en su dirección. —Recordamos que hace un tiempo Beiyuan nos dijo que, si los hunos no eran exterminados, nadie podría siquiera pensar en asuntos domésticos. ¿Te comió la lengua el gato ahora?

Jing Qi bajó la mirada. Sabía por dentro que Helian Pei estaba esperando aún más aprobación de parte de la gente. Planeaba ser un héroe, no un gobernante inepto, obstinado y beligerante. También sabía lo grande que era la ambición del hombre y lo pequeñas que eran sus habilidades. Fuera de este palacio en la ciudad imperial, ¿qué medios de supervivencia le quedaban?

Tomó una decisión a la velocidad del rayo. Torció un poco la cabeza para mirar a Helian Yi. Aquella emoción en sus ojos fue inefablemente gélida y resuelta, por lo que este último la entendió de inmediato. Abrió la boca, pero terminó tragándose sus palabras y tomando la misma decisión.

—Este súbdito cree que Su Primera Alteza dice toda la verdad —dijo Jing Qi—. Espero que protejan bien a Su Majestad y pacifiquen el noroeste.

La rendición de Jing Qi representaba la rendición de todo el partido del príncipe heredero: finalmente expresaron que lo apoyaban incondicionalmente. Por tanto, el asunto de que el emperador dirigiera las tropas en persona se decidió.

Los que estaban confundidos por dentro se quedaron confundidos. Los que entendieron aprobaron por dentro, activa o pasivamente, el cambio de emperadores.

La familia imperial era la más despiadada.

Esta era la primera vez que Helian Pei se convertía en un generalísimo y estaba muy emocionado, ansioso por supervisar personalmente todos los arreglos del Ministerio de Guerra. Sin embargo, Jing Qi detuvo a Zhou Zishu con un llamado cuando salió del Palacio Oriental ese día. —Deberías... hacer que Jiuxiao se vaya de la capital.

Esto tomó a Zhou Zishu por sorpresa. Jing Qi no era en absoluto una persona entrometida y era raro que palabras como estas salieran de su boca.

—Zishu, la capital es un lugar propenso a la riña —dijo Jing Qi mientras lo miraba profundamente—. Liang Jiuxiao no debería haber venido aquí en ese entonces. Aparte, ¿ha ganado algo más que una barriga llena de agravio e indignación? Deberías hacer que se vaya.

Zhou Zishu sonrió en silencio, sin convenir ni discrepar. —Muchas gracias por la sugerencia, príncipe. Zishu se retirará.

Sabía que Jing Qi tenía toda la razón, pero no podía soportarlo. No podía soportar que Liang Jiuxiao se fuera, no quería separarse de él.

El emperador siguió instando, casi deseando que el fuerte ejército de doscientos mil pudiera terminar de convocarse al día siguiente. Reunir las tropas y los caballos, las raciones del ejército y las caravanas, quiénes servirían de vanguardia, cómo marcharía el ejército, cómo se organizaría la retaguardia, cómo se lidiaría con los vakurah... No sabía nada sobre estas cosas, pero aun así creía que sí.

El ejército de doscientos mil realmente se terminó de convocar en un mes bajo su presión. Jing Qi y su grupo tuvieron entonces algunas corazonadas amenazantes, pero la situación ya estaba fuera de control. Aunque Helian Pei había estado feliz de esperar las opiniones de los funcionarios de la corte para alardear de su propia voluntad de escuchar la opinión pública, ahora que realmente se había convertido en un "generalísimo", se puso engreído y no permitió ningún resquicio a la discusión.

Creía que el ejército de doscientos mil hombres, con un pie por persona, podía pisotear a la tribu Vakurah de vuelta a su lugar.

Sin más remedio, He Yunxing solicitó ser enlistado en el ejército. Cui Yingshu, quien estaba guarnecido en la provincia de Shanxi, se movilizó hasta acá. Por fin podría apoyar un pedazo de todo este asunto y no permitir que el viejo emperador fuera demasiado desmesurado con las tropas.

Aun así, Jing Qi se estaba poniendo cada vez más nervioso. Por consiguiente, en la residencia Nan'ning ese día, de repente le preguntó a Wuxi:

—Deberías... volver en otoño del próximo año, ¿verdad?

Wuxi dejó de hacer lo que estaba haciendo. —Mm.

Jing Qi lo sopesó un poco y de repente se levantó para pararse junto a la ventana, mirando atentamente los densos y exuberantes árboles sombreados en el patio. —El emperador se está preparando para dirigir al ejército en persona. La capital se encuentra en caos ahora —dijo lentamente.

Wuxi se sorprendió. Sin saber lo que iba a decir, asintió. —No te preocupes. Toda mi gente ha sido informada. No habrá ningún problema.

Jing Qi se dio la vuelta y lo miró profundamente. Solía sentir que, con un giro de la cabeza, esta persona parecía estar justo frente a él, pero ahora de repente había crecido y realmente existía la posibilidad de que se fuera a un lugar lejano. Todos esos fragmentos infinitamente vinculados de eventos pasados, invisibles en días típicos, parecieron revolotear vívidamente ante sus ojos.

Descubrió que en estos días andaba inusualmente propenso a la reminiscencia enternecedora, como un anciano cuya tristeza llega con la despedida de la primavera. Se quedó mirando enigmáticamente a Wuxi durante mucho tiempo. El corazón de este último se volvió quebradizo y picoso, lo que le provocó una sonrisa nacida de cierta inquietud.

—¿Por qué me miras? —dijo.

Te he visto no perder tu naturaleza después de diez años de extravagancia y esplendor en la capital, te he visto anhelar y amar la verdadera pureza de los viejos bosques, he visto tu serenidad y tus sentimientos, he visto... Jing Qi pensó en cómo durante tantos años lo había llamado secretamente pequeño veneno, pero ahora, todo lo que recordaba era lo bueno que tenía.

Qué suertudo era...

—La situación actual es una revuelta —susurró Jing Qi—. No sé lo que va a pasar, pero... siempre me siento un poco mal.

—¿Mal sobre qué? —Wuxi frunció el ceño, sin comprender—. ¿Estás diciendo que algo pasará en la capital? ¿Qué cosa?

Jing Qi negó con la cabeza. —Simplemente siento que es lógico que tengas que regresar el próximo otoño. Por si acaso... Lo digo por si acaso, trataré de buscar a alguien que los saque...

—¿Y tú? —interrumpió Wuxi.

—¿Yo? —Jing Qi sonrió—. En el ascenso y la caída de la nación, ¿es necesario preguntar dónde debería estar este príncipe?

Wuxi de repente lo agarró del cuello de su ropa. Todo lo que sentía era la frustración reprimida en su corazón, como si su pecho estuviera a punto de estallar, y apretó los dientes. —Estás... estás diciendo que, en caso de que algo suceda aquí, ¿me sacarás de aquí a mí y tú te quedarás?

Aceptas mi enfoque y no te importa mi hostigamiento, pero ¿por qué me alejas en un momento como este? ¿Es que en tu corazón soy un niño fastidioso, problemático e insensato que necesita que lo vengan a cuidar, que lo vengan a mimar?

Jing Qi no se vio en lo más mínimo afectado por la influencia de su mirada que prácticamente escupía fuego y asintió con la misma calma de siempre. —Los preparativos ya terminaron estos últimos días. Me temo que será demasiado tar...

Wuxi lo arrastró firmemente a sus brazos y bajó la cabeza para bloquearle la boca. Confiando totalmente en sus instintos, pellizcó el mentón de Jing Qi y lo besó brutalmente. No estaba claro si lo estaba besando o devorando; la idea de comerse a este hombre vivo se detuvo por poco en su interior.