Capítulo 61: La conspiración se revela

Jing Qi no regresó a su residencia hasta muy entrada la tarde. Tras tumbarse junto a ese pequeño manantial de montaña, se quedó dormido sin querer y despertó mucho más relajado. Sin embargo, tan pronto como recordó que tenía que volver a la residencia, se deprimió de nuevo.

La capital... realmente era un territorio opresivo.

Cabalgó de regreso lentamente, empezando a reflexionar sobre el tema de cómo iba a lograr jubilarse de aquí.

Quedarse al lado de Helian Yi definitivamente era una estupidez. No importa cuántos años hubiera experimentado, no importa cuánto ya se hubiera reprimido... él seguía siendo él y Helian Yi seguía siendo Helian Yi. Enfrentarse a ese hombre, Jing Qi siempre lo evitaba debido al miedo, siempre sentía tormento o calvario. Pero si no lo enfrentaba, al final aun así lo tendría en la mente.

En el pasado, la hostilidad estaba allí y el sentimiento también, tanto el amor como el odio impresos en su alma. Ahora que lo había superado y ya no le importaba, inevitablemente restaba un constante rastro de suspiro en su corazón, así como el insistente deseo de retirarse, mas no poder.

Si se iba a ir en secreto con todas sus extremidades intactas, necesitaba una situación caótica. Cuánto más caótica, mejor, pensó.

Wuxi lo seguía por un lado, observándolo en silencio. Por alguna razón, de repente sintió que la fortuna favorecía a los audaces, así que abrió la boca para decir:

—Dime... si justo antes de irme te llevo secuestrado a Nanjiang en secreto, ¿Helian Yi querría ir a la guerra?

Jing Qi puso los ojos en blanco. —Eso no va a funcionar sin importar cuántas veces lo menciones.

Wuxi se rio. Después de un rato, susurró:

—Tengo mi propia manera de llevarte. No te preocupes.

Jing Qi sonrió, pero no dijo nada, pensando en su corazón: Ni siquiera yo he pensado en una manera todavía. ¿Qué plan podrías tener tú?

—Si regreso, la Gran Qing definitivamente le guardará escrúpulos a Nanjiang dentro de tres años —dijo Wuxi—. No entendía este razonamiento cuando era niño, pero ahora no podría tenerlo más claro. Cuando quieres algo, no se puede atrapar a un lobo blanco con las manos desnudas; se debe tener una moneda de cambio. Cuando llegue la hora, no importa qué tipo de solicitud haga yo, el emperador de la Gran Qing tendrá que sopesarla.

Jing Qi se quedó atónito al escuchar esto y giró la cabeza para escrutar detenidamente al joven que había visto crecer: ese último vestigio de inmadurez en el rostro del otro se había desvanecido por completo y eso que todavía no hablaba ni sonreía la mayor parte del tiempo. Sin embargo, mientras miraba en este momento, había una sutil sonrisa suspendida en las comisuras de su boca, con la expresión de sus ojos indescriptiblemente amable y suave. Ninguno de sus gestos eran los del niño insensato y salvaje que había provocado un escándalo en la corte.

Una roca obstinada se había fundido y atemperado numerosas veces, lo que la convirtió en un hermoso jade.

Jing Qi repente tuvo un sentimiento inexplicable. Se parecía a ese tipo de suspiro acre, se parecía a un toque suave, se parecía... a esa sensación de orgullo al pensar que quién pulió este trozo de jade fue él.

No pudo evitar decir:

—Estás haciendo esto por...

—Por supuesto que estoy haciendo esto por ti —lo interrumpió Wuxi—. Y no quiero una guerra.

Jing Qi se largó a reír. Sin importar en qué se hubiera convertido este chico, su franqueza seguía siendo la misma.

Wuxi de repente instó al caballo a acercarse un poco y lo agarró del brazo. —Puedo hacer cualquier cosa por ti. No te puede gustar nadie más —dijo con determinación y seriedad—. Tampoco me gusta que vayas a esos burdeles, tampoco que otra gente te toque.

Hizo una pausa y entonces su voz se resintió un poco. —En la Gran Qing no puedo hacer nada. Si este fuera Nanjiang y alguien se atreviera a ponerte una mano encima, se la cortaría. Si alguien se atreviera a mirarte demasiado, le sacaría los ojos. Si alguien se atreviera a desearte, le arrancaría el corazón y lo arrojaría a un árbol.

La sonrisa en la cara de Jing Qi se congeló y suspiró, sin saber si reír o llorar. Espoleó el vientre del caballo, el cual brincó y salió galopando hacia adelante... Este pequeño veneno siempre parecía ser puro y bueno, pero ¿su corazón estaba impregnando del rojo de la coronilla de una grulla?

Cuando regresó a la residencia, Ping'an se le acercó y susurró:

—La señorita Su lo... lo devolvió.

Jing Qi había querido preguntar algo, pero cuando levantó la mirada, vio que la comisura de los ojos de Ping'an estaba roja. Supo que lo que había sido devuelto estaba muerto, así que suspiró suavemente. —Llévenselo y entiérrenlo. Puedes deliberar cómo llevarlo a cabo tú, no me hagas ver... La señorita Su sí que es honesta. ¿Quería que inspeccionara la mercancía?

En el momento en que le dijo a Ji Xiang que se fuera, sabía que tanto su vida como su muerte dependerían por completo de lo que él mismo eligiera decir.

Al final, no hay más nada...

La conspiración de Hua Yue había sido bien revisada. Todo lo que sabía era que su señorita era una bella linterna que normalmente no tenía grandes ideas y seguía la corriente, alguien para la exhibición y nada más. No se podía contar con ella para tomar decisiones ante eventos importantes. Al ver cómo Su Qingluan se iba a donde calentaba más el sol –al lado del príncipe heredero– Hua Yue supo que no volvería a actuar y eso no servía.

Maquinó que, dado que Su Qingluan le había ordenado que trajera a Ji Xiang, definitivamente quería saber más. Ji Xiang ciertamente se negaría a hablar, por lo que tendría que incitarlo. Pensó en usar el asunto de casarse con él como cebo para engañarlo para que desembuchara todo ante la señorita.

Pero solo eso seguiría sin funcionar. Cuando Su Qingluan lo supiera, su mente simplemente se volvería aún más caótica y se vaciaría aún más. La revelación de este asunto requería de una persona y un método adecuados. Esa persona adecuada debía tener una estrecha relación con el partido del príncipe heredero y, como mínimo, no podía ser alguien que matara gente para silenciarla como se le placiera.

Después de reflexionar, recordó a un señorito Zhou que frecuentemente acompañaba al príncipe heredero y a su shidi.

Ji Xiang le había contado muchas cosas interesantes sobre lo interno de la residencia Nan'ning. De las más mencionadas entre ellas, una era el joven chamán y otra era precisamente ese Liang Jiuxiao. Hua Yue sabía que este tipo no solo tenía buenas migas con el príncipe, sino que era incluso aún más cercano con el señorito Zhou. Incluso el príncipe heredero bromeaba con él frecuentemente, dispuesto a escucharle hablar de algunas historias de jianghu.

Lo más importante era que, según consta, había secuestrado a una niñita de la residencia de los Jiang para ir a jugar a la residencia Nan'ning y tenía una buena amistad con toda la familia de Jiang Zheng.

¿Podría haber alguien más adecuado bajo este cielo?

Por tanto, investigó en secreto el paradero de Liang Jiuxiao y le pidió a una hermana salida de su compañía en ese tiempo que le entregara una carta.

Había creído que su plan era impecable, pero no esperó... que Su Qingluan realmente quisiera matarla para mantenerla callada.

Hua Yue tenía solo quince años, una jovencita bonita y conmovedora que se creía extremadamente inteligente... Y lo era, pero, al final, era demasiado joven. No había llegado a la edad en que comprendiera el artificio traicionero del corazón humano.

Pero también fue precisamente por su ignorancia juvenil –la que provocó que nadie se tomara demasiado en serio sus pequeños pensamientos– que su plan pudo tener un éxito a medias.

Liang Jiuxiao sintió como si le hubieran arrancado el alma del cuerpo. No supo cómo salió de ese lugar ni cómo se fue, tanto así que ni siquiera tuvo tiempo de escuchar a Su Qingluan ordenar la muerte de esas dos personas.

En lo único que pensaba era en cómo el príncipe heredero había cargado personalmente a Jiang Xue desde lo de Zhou Zishu hasta la residencia Nan'ning para engatusarla para que jugara. Al príncipe le había agradado a primera vista y por poco la aceptó como ahijada. Incluso su shixiong, en ese lapso, con frecuencia traía algunos dulces y juguetes consigo. Todos querían tanto a esa niñita extraña. ¿Cómo era posible?

¡El señor Jiang era un súbdito leal! ¡Un súbdito leal que el príncipe heredero no dudó en perder por el bien de avanzar, pidiéndole al señor Lu que se devanara los sesos para encontrar una forma de protegerlo acusándolo solo de improperio!

Liang Jiuxiao de repente corrió como loco. ¡Tenía que volver a buscar a su shixiong y exigirle una explicación!

Zhou Zishu se encontraba sentado en el estudio. Al verlo irrumpir sin siquiera saludar, no lo encontró extraño ni se ofendió. Levantó un poco la cabeza y siguió revisando el libro de contaduría que sostenía. —¿Cómo es que llegas tan temprano hoy? —preguntó tranquilamente—. Eso es raro.

Liang Jiuxiao se quedó mirándolo, perplejo, de repente incapaz de pronunciar las palabras al borde de sus labios. Balbuceó una respuesta, se sentó a un lado, tomó una taza de té y se la llevó a la boca.

Zhou Zishu vislumbró eso y frunció el ceño. —Pídele a alguien que le cambie el agua a la tetera. Esa ya está fría.

Liang Jiuxiao forzó una sonrisa. —Da igual. Me vine corriendo, estoy sediento.

Zhou Zishu apartó lo que sostenía en sus manos y lo escudriñó con cierta duda. —¿Qué te tiene inquieto?

Liang Jiuxiao apartó la vista, sin atreverse a mirarlo a la cara, y se rio miserablemente. —No es nada, es solo... es solo que vi a una niñita gorda caminando con un tanghulu en la vereda y me acordé de...

Dicho eso, bajó la cabeza, pero examinó furtivamente la expresión de Zhou Zishu, quien suspiró. —Jiuxiao, no seas así.

Parecía tener preocupación en su cara; sus cejas estaban arrugadas, pero no había nada más fuera de eso. Liang Jiuxiao de repente no pudo aseverar si la expresión de su rostro era real o falsa. A este hombre que más lo quería, a este hombre más cercano a él, ya no lo entendía.

Al volver a pensar las palabras de Ji Xiang, dijo:

—Shixiong, he estado... teniendo problemas para dormir últimamente. ¿Tienes alguna fragancia o medicina que pueda ayudar con el descanso?

Zhou Zishu había notado que cada día estaba más demacrado. No se reveló ni angustia ni ansiedad en la superficie de su cara, pero no se desvalorizó nada. Se levantó, lo agarró de la muñeca para sentirle el pulso y examinó cuidadosamente su tez. Sintió que debería tomar unos pocos calmantes, así que sacó una pequeña ficha de madera de sus solapas. —Anda a la farmacia y pide a alguien que te traiga un poco. Aclara que es para tu propio uso personal. Todas las medicinas del chamán son excelentes —dijo.

Liang Jiuxiao tomó su ficha y se marchó.

El boticario lo conocía, por supuesto, y cuando vio la ficha de madera en su mano, fue atentamente a buscarle materiales medicinales. Exhibiendo muchos, los presentó uno por uno mientras sonreía con deferencia. —Hijodalgo Liang, eche un vistazo a qué tipo quiere usar. Ninguno daña el cuerpo y se pueden usar cuando quiera.

Liang Jiuxiao pensó en su experiencia de ese día. Todo lo que sentía era que el sueño que tuvo en la residencia Nan'ning parecía tan realista, y después de tanto tiempo, todavía lo recordaba. —¿Hay algún tipo... que haga que alguien tenga buenos sueños después de ingerirlo? He estado teniendo pesadillas constantemente y no puedo dormir bien.

El boticario se sorprendió y después se dio una palmada en la frente. —Cierto, si no lo menciona, lo habría olvidado.

Abrió un pequeño gabinete y sacó una botellita del interior. —Este artículo se llama "Trance Onírico". A este humilde solo le queda una botella aquí, ya que es extremadamente raro. Lo olvidé recién solo porque es una especie de droga noqueadora que no tiene color ni sabor, y tomar o inhalar un poco puede hacer que uno quede inconsciente durante mucho tiempo. La razón por la que se llama así es porque los que lo toman sueñan con lo que consideran que es lo más feliz en su corazón. Es un artículo realmente bueno.

Liang Jiuxiao la aceptó con aturdimiento, revelando una sonrisa que era más fea que el llanto mismo. —Así que...

Así que el príncipe era realmente un buen amigo, por haber estado dispuesto a usar algo tan raro en él.

Tomó esa botellita de Trance Onírico y se fue como si no tuviera alma...

Al final, él era el único tonto. Solo a un tonto como él le ocultaban todo.

Entró una vez más en el estudio de Zhou Zishu, cerrando la puerta con un giro de la mano. —Shixiong, la familia del señor Jiang... fue obra tuya, ¿verdad?

El pincel en la mano de Zhou Zishu cayó al suelo.

La expresión en el rostro de Liang Jiuxiao ya era indistinguible entre el llanto y la risa. Levantó la botella en su mano. —El día que el príncipe me dejó quedarme, me dio Trance Onírico, ¿verdad?

Zhou Zishu abrió la boca, pero se quedó sin palabras. Apenas logró reír pasado un largo rato. —¿Te poseyeron? ¿Y toda esa imaginación?

—Shixiong, no me ocultes esto. Ya lo descubrí todo —respondió el otro—. El segundo duque mató a Jiang Zheng y fue encarcelado, ¿quién es el que se beneficia de eso, al final? En esos días de concienzuda custodia de la residencia de los Jiang hasta que salió sano y salvo de la capital, ¿quién era la persona menos sospechosa? Esa noche, ¿por qué apareciste tú en ese templo ruinoso en la naturaleza? Incluso si el príncipe te hubiera enviado un mensaje, en ese momento no te hubiera importado a dónde fuera yo, así que ¿por qué en su lugar llevaste erre que erre a la gente a buscarme por una despedida de medianoche?

La tez de Zhou Zishu se puso mal. Solo escuchó a Liang Jiuxiao continuar:

—Al final, también entendí por qué el príncipe se mostraba angustiado cada vez que cargaba a Jiang Xue. No quería dejarla ir, y cada vez que mencionaba que quería acogerla como ahijada, el príncipe heredero siempre cambiaba el tema.

...¡No se trataba de que quería hacerla su ahijada, sino que sabía lo que iba a suceder! ¡Realmente le agradaba! ¡Quería salvarle la vida!

—Shixiong... shixiong, tú...

La mirada de Liang Jiuxiao se encontró con la de Zhou Zishu y solo sintió que los ojos de su shixiong estaban tan vacíos como los de un muerto.

—¿Cómo es que tu corazón puede soportar esto? ¿Por qué están haciendo esto, al final? ¿Poder, influencia? ¿El trono? ¿Gloria? Son todos unos...

Al final, no pudo evitar derramar lágrimas. Le dolía el corazón como si se lo estuvieran retorciendo.

Zhou Zishu estaba sentado en su silla, pasmado. En esa fracción de segundo, la cabeza de este hombre de mil maquinaciones, cien rostros y una mente centrada se quedó absolutamente vacía, incapaz de pensar en siquiera una sola razón para justificarse.

Muchísimo tiempo después, Liang Jiuxiao de repente se puso de pie, se limpió la cara y se quedó mirándolo. —¡Shixiong, no puedo ocultar esto! ¡Voy a contárselo al mundo!

Zhou Zishu volvió en sí y se puso repentinamente de pie. —¿Qué dijiste?

Liang Jiuxiao se encontró poseedor de una calma formidable. —Shixiong, has sido hechizado por una figura de autoridad y no puedes ver con claridad. El príncipe heredero es alguien tan "benevolente y virtuoso" por fuera. En un momento es cercano e indulgente con alguien, pero al siguiente es capaz de hacer... algo tan despiadado como esto. ¡Se está aprovechando de ustedes, los explota y no se dan cuenta! ¡Si sigues así, no vas a terminar bien! ¡Tienes que despertar, despertar!

Zhou Zishu tenía una cara cenicienta. —¿Sabes de lo que estás hablando?

Liang Jiuxiao negó con la cabeza. —Shixiong, ¿no que el asesinato se paga con la vida, por no hablar de lastimar a un súbdito leal?

El cuerpo del otro se estremeció. —Quieres... ¿quieres que pague con mi vida?

—¿Cómo no te das cuenta, shixiong? —gritó Liang Jiuxiao—. ¡El príncipe heredero te está usando! ¡El asesino es él, es Helian Yi! ¡Mató al señor Jiang e incriminó al segundo duque! Una persona tan deshonesta, no filial, desalmada e injusta, ¿hasta cuándo le vas a ayudar? ¿Hasta que se convierta en emperador? Vas a permitir que destruya el paisaje de nuestra Gran Qing...

No siguió hablando, ya que fue interrumpido por una bofetada de Zhou Zishu. Liang Jiuxiao se cubrió la cara y lo miró con incredulidad. —Shixiong...

El que más lo ha querido desde que era un niño... ¿realmente lo golpeó?

El ajetreo de su lado atrajo inmediatamente a la gente que estaba de guardia en la puerta y varias sombras emergieron en silencio.

Zhou Zishu exprimió un par de palabras de entre las grietas en sus dientes:

—¡Sáquenlo... sáquenlo de mi vista!