Capítulo 60: Un corazón perdidamente apático

Tan pronto como las palabras "salvar al segundo duque" salieron de la boca de Hua Yue, Su Qingluan tuvo la intención de asesinar. De repente se dio cuenta de que esta chica que tenía al frente era muy ambiciosa; ya no era esa niñita ignorante recién comprada que la seguía.

Originalmente, cuando Hua Yue se ligó con Ji Xiang de la residencia Nan'ning, lo aceptó tácitamente, pues, enterrando su propia pieza, también quería imitar a esos caballeros que platicaban y reían como si estuvieran jugando ajedrez. Pero muy pronto descubrió que Ji Xiang le guardaba un miedo abismal a Jing Beiyuan. No se atrevía a ceder ni un poquito incluso en la cara de su querida mujer.

Y ella, a quien el segundo duque había plantado ultracerca del príncipe heredero, no tenía absolutamente ninguna forma de ser útil. La pasión melosa del comienzo se había ido y todo lo que sabía era lo que llamaban "el brocado de manzano silvestre tan fácilmente decae como los sentimientos de un joven, el fluir del río ilimitado tal como mi pasión[1]". Lo que había en el pecho de ese hombre era su hogar y su país y ella era una existencia que giraba alrededor de un líder. No era más que una mísera actriz que cantaba en la superficie del río Wangyue, un bibelot con fines de entretención pública en la capital.

No importa lo tonta que sea una mujer, podía distinguir entre lo que eran sentimientos verdaderos y lo que eran sentimientos falsos. De esa gota de amor profundo podía nacer la amargura escondida, de la amargura escondida nacía el resentimiento y la indignación... Entonces, hoy también se despertaba del enorme sueño con un corazón tan frío como el hierro. "¡Las queridas mujeres no han de encontrar disfrute en los eruditos! Los eruditos disfrutan y aun así de ellos se habla; las mujeres disfrutan y de ellas no se habla".

Ahora, lo único que quería era seguir viviendo en este esplendor de gloria y opulencia.

Hua Yue podía tener sus pequeñas conspiraciones, pero no comprendía en absoluto los asuntos de esos caballeros. Incluso si lo que había dicho era cierto –que el segundo duque había sido incriminado e inculpado– la verdadera causa de su encarcelamiento ciertamente debía ser mayor. Tenía que haber cometido un tabú desastroso que lo metiese de por vida en la cárcel. La veracidad de un asunto a veces no importaba en absoluto.

Su Qingluan sabía que, esta vez, Helian Qi realmente no tenía forma de recuperarse de esto. En este momento, si no sabía lo que era ser inteligente y permitía que Hua Yue hiciera algo tonto, probablemente tampoco podría proteger su propia vida.

¡Incluso los insectos se escabullían para mantenerse con vida!

Una vez que una mujer tomaba su decisión más despiadada, o la veía totalmente cumplida o no la veía en absoluto. Por un lado, envió a Hua Yue con una excusa, mientras que, por el otro, se disfrazó subrepticiamente y tomó un atajo hacia la residencia Nan'ning. Ji Xiang no era como Hua Yue: él era un sirviente de la residencia y la paliza del perro dependía de su amo. Era probable que el príncipe todavía no supiera que había semejante cosa ingrata en su residencia y quería venderle este favor.

Su Qingluan le tenía un profundo miedo a Helian Yi. Sus sentimientos se habían desvanecido y solo restaba el miedo, el miedo a la luz fría en los ojos de ese hombre, porque hacerle compañía al monarca era como hacerle compañía a un tigre. Aun así, tenía la extraña corazonada de que, si llegaba el día en que realmente muriera en manos del príncipe heredero, cuando llegara la hora solo el príncipe podría salvarla.

Jing Qi ciertamente no lo había previsto. En primer lugar, Ji Xiang estaba muy familiarizado con sus costumbres cotidianas y había sido verdaderamente cuidadoso. En segundo lugar, había estado a su lado durante más de una década. Aunque no se podía comparar con la camarería de Ping'an acumulada por varias vidas, seguía siendo un niño al que había visto crecer y al que diligentemente había educado.

Se protegía del emperador, del príncipe heredero y los principales funcionarios tanto civiles como militares... Si también tuviera que protegerse incluso de los miembros de su hogar justo debajo de sus narices, estar siempre lleno de ansiedad, ¿una vida como esa no sería demasiado gris?

Cuanto más fría se veía la gente, más profundos eran sus sentimientos en realidad. Mientras más cosas inmundas veían, más querían atesorar lo bueno en su corazón. A veces, siempre esperaban poder confiar en algunas personas y se rehusaban a separarse de otras.

Jing Qi pensó que atesorar viejos amigos así era demasiado difícil y que realmente estaba envejeciendo.

Al escuchar la alusión de Su Qingluan... Los asuntos del príncipe heredero, sus propios asuntos y los asuntos de Zishu eran cosas que Ji Xiang obviamente no tenía claro. Era solo que usaba su cercanía ventajosa en la residencia Nan'ning y era astuto, por lo que podría haber adivinado algunas pistas pequeñas. Jing Qi tenía sus propias intenciones y planes y nunca los mencionaba a la ligera, ni siquiera a Ping'an. No era que se negara a confiar en los demás, solo que sentía que estos asuntos malvados, si era posible, estaban bien en su propia consciencia, pero no debía alarmar a nadie.

Pero tampoco había evitado minuciosamente el tabú ante ellos.

Antes de que Su Qingluan terminara, asintió abstraídamente y habló como si estuviera suspirando: "Haz lo que estimes conveniente, señorita. Este príncipe simplemente fingirá no saber nada".

Por tanto, ordenó que alguien hiciera que Ji Xiang lo atendiera en el estudio mientras sostenía un libro, hojeando mecánicamente las páginas cuando en realidad no leía ni una sola. Por el rabillo del ojo, vio al joven haciendo un esfuerzo supremo por reprimir sus emociones –fingiendo despreocupación, pero con un aspecto aprensivo– y el dolor en su corazón fue prácticamente indescriptible.

Y nadie podía describirlo.

El mayordomo Ping'an era un experto en gestión financiera, pero al toparse con estas cuestiones calculadoras y astutas, sus dos ojos simplemente se manchaban. Era probable que, hasta la fecha, ignorantemente no supiera aún lo que había sucedido y, hasta la fecha, se creyera lo suficientemente sabio y divino como para prever todo, observando a Ji Xiang todo el tiempo solo con una mirada indiferente...

Pero no era un dios.

Con la mirada vacía, Jing Qi pensó que él tampoco era un dios. Estaba acostumbrado a tener una expresión despreocupada en todo momento, pero no era como si realmente pudiera ver quinientos años en el futuro y pensar en las respuestas a todo de antemano. Simplemente estaba... tan herido, tan acongojado, y no podía permitir que nadie lo viera en ese estado.

Lo que había dicho antes de la partida de Ji Xiang podría considerarse su acto final de extrema benevolencia hacia él: Si puedes darte cuenta y arrepentirte, si incluso una parte de tu corazón todavía está conmigo, entonces sabrás qué decir y qué no decir y eso hará que Su Qingluan te reconozca como un sirviente leal. El propósito de esto fue solamente ganarse mi favor, de todos modos, y no se moverá en mi contra.

De ser así...

La vida y la muerte dependerán del cielo, entonces.

Una suave brisa se levantó. Wuxi se quitó la túnica exterior, la estiró y cubrió el cuerpo de ambos. Jing Qi no abrió los ojos, pero de repente le agarró mano, lo que lo sorprendió, y solo lo escuchó farfullar como si estuviera hablando dormido:

—Odio esto. Alguien así, simplemente... de repente ya no está, lo odio...

Aunque Wuxi no sabía de quién estaba hablando, sintió que era raro –y ciertamente difícil– que este hombre que nunca mostraba sus emociones dijera algo de verdad. Sintiéndose algo abrumado por el repentino favor, ni siquiera se atrevió a respirar con pesadez mientras esperaba que continuara.

Jing Qi suspiró y sus párpados se levantaron un poco. Los pequeños rayos del cielo se inclinaban. Su mirada estaba desordenada y sus ojos parecían algo circunspectos. —Pero no puedo hacer nada —rio miserablemente y soltó la mano de Wuxi, extendiendo un dedo para darle un suave toque en el centro del pecho—. Dime, ¿de qué estás hecho por dentro? Digamos que tienes el corazón de un lobo cruel y los pulmones de un perro feroz, temo que mancharía incluso esos, yo...

Wuxi de repente extendió la mano para cubrirle la boca y lo apretó fuertemente en sus brazos sin decir nada. En mi corazón eres una buena persona, no digas cosas tan tristes.

Si no te vas a tomar eso en serio, entonces yo lo haré.

Hua Yue y Ji Xiang salieron de la residencia Nan'ning. La primera sacó un trozo de seda y limpió con cuidado la herida de la frente del chico. Ji Xiang le agarró abruptamente la mano y la miró con ojos urentes y luminosos. —Yue'r, jamás te defraudaré.

Su corazón dio un vuelco y levantó los ojos para mirarlo.

Ji Xiang sonrió suavemente. —Descuida.

En ese instante, la expresión extremadamente seria que se reveló en el triste rostro del joven que estúpidamente había sido engañado por ella todo este tiempo hizo que su corazón palpitara con fuerza. Esas palabras hipócritamente melosas que estuvieron a punto de salir de su boca se atascaron en su garganta, atiborrándola hasta que se sintió sumamente destemplada. Hua Yue se arrojó a sus brazos y cerró los ojos.

Hermano Ji Xiang, pensó. Te usaré por última vez. Después de hoy, te seguiré empecinadamente por el resto de tu vida. Toda la intriga y el mal trato que te di en el pasado, toda la vida lo compensaré.

En la vida, se tenía que conocer la bondad e intentar recompensarla. La lealtad absoluta no era solo para los funcionarios de la nación. Solía estar en duda con el primer duque, pero ahora se lo había pagado. En el futuro, solo le debería al hermano Ji Xiang.

Al pensar en esto, de repente sintió que había tomado una decisión y se relajó mucho, por lo que se separó suavemente del abrazo de Ji Xiang mientras sonreía resplandecientemente. —Vamos —dijo con una voz quebradiza.

No hace falta decir que Liang Jiuxiao estaba bebiendo solo en un restaurante, con cosas que no podía entender pasando por su cabeza. En estos días, su shixiong había estado distraído cuidándolo. Su lado aquí y el lado del príncipe heredero allá, todos estaban demacrados y no podía soportarlo más. Todos los días simplemente decía que se iba distraer de sus preocupaciones, salía a pasear solo y bebía un par de jarras de vino en algún edificio alto.

Emborracharse resolvía momentáneamente sus preocupaciones, después se tumbaba en la mesa y se dormía. Le pedía entonces al dueño una cubeta de agua caliente, se lavaba el olor a alcohol y aunaba fuerzas para regresar a fingir una sonrisa y hacer que Zhou Zishu se preocupara menos.

La chiquilla que cantaba en el restaurante terminó su canción y, sosteniendo un pequeño plato, se paseó en busca de propinas. Llegó ante él, y aunque no había escuchado mucho de su canción, sería malo decepcionarla, así que sacó un poco de dinero y lo colocó en su plato.

—Gracias, tío —dijo con voz delicada.

Le agradeció la propina dada, pero todavía no se iba. Liang Jiuxiao no pudo evitar levantar la cabeza para mirarla, solo para ver cómo echaba un vistazo a su alrededor y sacaba repentinamente la mano de su manga, con un trocito de papel en la palma. —Alguien me encomendó que te diera esto —susurró—. Me dijeron que si querías saber quién fue el asesino, debías ir a este lugar.

Liang Jiuxiao se despabiló inmediatamente del vino, pero antes de que tuviera tiempo de pedir una aclaración, la chiquilla le entregó una pila de palabras:

—No sé nada, solo estoy haciendo esto por otra persona. No me hagas las cosas difíciles, tío.

En efecto, era un personaje escurridizo y astuto que se mezclaba en las calles.

Abrió el papel en su mano y vio una dirección escrita en palabras diminutas. Con el ceño fruncido, puso el pago por el alcohol sobre la mesa, se dio la vuelta y se fue.

Estaba familiarizado con la capital, pero aun así sintió que este lugar era remoto. Le tomó gran dificultad encontrarlo. Al ver las altas paredes del patio, primero se dirigió hacia los transeúntes y preguntó: "¿Quién vive aquí?".

Tras una serie de preguntas sucesivas, ninguna pudo ser respondida con claridad. Al parecer era un ermitaño. Comenzando a sospechar, silenciosamente dio la vuelta a la pared trasera y puso en práctica su qikung al dar una voltereta hacia adentro. A lo largo de todo el camino, evitó con prudencia y cuidado a las sirvientas que iban y venían según se les ordenaba. Descubrió entonces que solo había mujeres aquí, lo que lo hizo sentirse un poco incómodo. Justo cuando no estaba seguro de a dónde ir, vio a dos personas entrar rápidamente por la entrada. Una era una chica bonita y la otra... ¿era Ji Xiang de la residencia del príncipe?

Liang Jiuxiao frunció el ceño, detectando vagamente que algo estaba bastante mal, así que los siguió en secreto. Al verlos entrar en un lugar que parecía ser el edificio principal, se acercó al pie de la pared e inclinó la oreja para escuchar.

Zhou Zishu le había enseñado un poco sus artes marciales, por lo que tanto su qikung como su audición eran excelentes. Mientras escuchaba así, pudo distinguir que parecía haber un buen número de personas escondidas en la habitación, todas las cuales tenían artes marciales y sabían cómo reprimir su respiración, como si fueran guardias imperiales.

Todo lo que escuchó fue la fina voz de una mujer que resonó para golpearle la cabeza. —¡Hua Yue, pequeña zorra, arrodíllate ante mí!

Poco después, se escuchó el sonido de una taza de té cayendo al suelo, así como otra voz femenina. —Señorita, yo...

—¡Arrodíllate! —La voz de la mujer se elevó, después de lo cual respiró hondo dos veces y volvió a bajar el tono—. Señorito Ji Xiang, realmente lamento haber recurrido a ti de esa manera... ¿Puedes adivinar lo que me dijo antes esta pequeña zorra ingrata?

—Señorita Su, ¿qué está haciendo? —dijo Ji Xiang después—. Solo di lo que tienes que decir, ¿qué error ha cometido Yue... La señorita Hua Yue?

—Cúlpame por no controlar a una mujerzuela bajo mi mano —dijo fríamente la mujer—. Un momento de distracción y las ambiciones de la mujerzuela se agrandan. Esta parasita al segundo duque.

Liang Jiuxiao se sorprendió y no pudo evitar acercarse aún más, sin atreverse a dejar pasar una palabra.

—¿Dijiste que estabas agarrándote de un superior? —volvió a hablar la mujer—. ¿Y ahora qué sucedió estos días? ¡Ahora, puedes ver que el segundo duque está condenado, pero aún no conoces tu lugar, como una loca diciendo las palabras de "tengo que salvar al segundo duque"! ¿Qué eres? ¡¿Tienes algún margen para meter tu nariz en los asuntos de los caballeros y la dinastía?!

Ji Xiang parecía estar un poco conmocionado y solo murmuró después de un largo período de tiempo:

—Señorita Su, ¿de dónde... de dónde vienen estas palabras?

La mujer se rio fríamente. —Me dijo que el segundo duque fue incriminado de asesinar a un funcionario. Ella misma me dijo eso, señorito... Es evidente lo desvergonzada que actúa esta pequeña zorra, para todavía querer implicarte cuando su muerte es inminente. ¡¿Cree que la residencia Nan'ning no tiene reglas acaso?! Te invité aquí hoy por nada más que una cosa: ¡para que la confrontes y hagas que su muerte sea una que comprenda! ¡Vengan, arréstenla!

Se escuchó un estallido de movimiento. Probablemente eran los guardias escondidos a un lado que venían a arrestar a la joven.

Ji Xiang se arrodilló de inmediato. —¡Tenga piedad, señorita Su! —gritó.

—¿Por qué? Esta chica te ha vilipendiado tanto. ¿Cómo puedes seguir defendiéndola? —preguntó con una sonrisa—. Eso no está bien. Aunque yo, Su Qingluan, soy solo una cantante, mis empleados aun así tienen reglas. Te voy a pedir que no te metas en mis asuntos domésticos, señorito. ¡Arréstenla!

El otro guardó silencio. La chica en la habitación empezó a chillar.

—¡Sáquenla de aquí! ¡Sigan las normas y mátenla a azotes! —ordenó Su Qingluan.

Los guardias acataron y el llanterío de la chica se hizo más ruidoso. —¡Esperen! —gritó repentinamente Ji Xiang—. ¡Señorita Su, lo que dijo no es infundado en absoluto!

Todo movimiento en la habitación pareció detenerse de sopetón. En ese momento, Liang Jiuxiao también sintió que su propio corazón se detenía de repente.

Escuchó a Ji Xiang hablar, palabra por palabra:

—El día que señor Jiang fue asesinado, vi con mis propios ojos al príncipe poner una droga en el vino del héroe Liang y luego conseguir a alguien que le informara al señorito Zhou...

[1] Cita parcial (más bien errónea) de un poema de Liu Yuxi, "Poema de la rama de bambú". El poema hace alusión a lo que se dice literal: el decaimiento de las flores representa el amor versátil de los hombres que rápido se desvanece; la corriente del agua representa los sentimientos constantes de la heroína.