Capítulo 59: Arcadia

Jing Qi usualmente iba a la sesión de la corte al amanecer. Si no tenía nada que hacer después, a menudo salía para dar otro paseo, solo dispuesto a regresar cuando el aroma del alcohol y el colorete lo infectasen. Al mediodía tomaba una siesta. A veces, Wuxi venía por la tarde. A veces, nadie venía y se recostaba directamente para dormir.

Nadie sabía cuántas cosas podían pasar por su cabeza. En cualquier caso, siempre daba la impresión de estar algo aletargado, como si aún no hubiera vuelto en sí del sueño.

Cuando llegaba la noche, tenía un poco más de vitalidad. A veces, iba a donde Zhou Zishu y a veces se sentaba solo en el estudio para leer algunas cosas, generalmente sin llamar a nadie para que lo atendiera. Aparte de Ping'an que venía de vez en cuando a servirle té nuevo, los demás no se acercaban mucho.

Los sirvientes de la residencia Nan'ning eran muy relajados, ganduleando y evitando responsabilidades durante el día. Incluso si Jing Qi o el mayordomo Ping'an vieran esto, lo más probable es que también hicieran la vista gorda. En estos años –aparte de la vez que Jing Qi salió, se encontró con un intento de asesinato y regresó para rectificar las cosas y aparte de sentirse irritado por las quejas de Ping'an– nadie más tenía la suerte de escuchar incluso una frase desagradable de la boca del príncipe.

Ji Xiang había estado siguiendo a Jing Qi durante estos años y confiaba en que dominaba los movimientos de su vida diaria hasta el punto de que no tenía ni la más mínima deficiencia. A pesar del hecho de que cada vez que salía a reunirse en privado con Hua Yue actuaba con mucha cautela, no se atrevía a quedarse mucho tiempo y solo charlaba y anhelaba, esto seguía inquietándolo demasiado.

Sabía que Hua Yue lo estaba esperando en la entrada trasera. Según la rutina, todos los días a esta hora el príncipe debería estar tomando la siesta. Pero, por alguna razón desconocida, hoy parecía haber decidido quedarse en el estudio. Se reclinaba contra el suave sofá mientras sostenía un libro y lo leía distraídamente. Incluso había bebido dos teteras de té.

Ji Xiang estaba un poco ansioso, pero no se atrevió a revelar signos de ello. Luego de soportarlo por bastante rato, preguntó tentativamente:

—Amo, ¿no es hora de su descanso? ¿No se va a recostar hoy?

Jing Qi refunfuñó perezosamente, pero su mirada no abandonó el libro.

Ji Xiang frunció los labios. Al cabo de un rato, al ver que no respondía ni reaccionaba, preguntó audazmente:

—Amo, usted está acostumbrado a dormir durante el día, así que debería tomar una siesta por un rato, ¿no cree? Tenga cuidado de que no le duela la cabeza por la tarde.

Entonces, Jing Qi levantó la cabeza para mirarlo. No se sabía si fue intencional o accidental, pero esos dos ojos de flor de melocotón transmitieron un pequeño matiz de querer reír, pero no. Su mirada no fue para nada gentil, eso sí, y cuando la levantó, fue como si una daga hubiese apuñalado suavemente a Ji Xiang, lo que produjo una corriente de escalofrío reprimido.

El corazón de Ji Xiang se enfrió abruptamente y de repente tuvo la noción de que el príncipe parecía saber algo. Sin embargo, al momento siguiente, se volvió a tranquilizar. Confiaba en que estaba absolutamente familiarizado con esta residencia y su amo. No había destapado en absoluto la olla, eso era improbable. Lo de recién no se trató de nada más que de el hecho de estar acostumbrado a presenciar los típicos trucos ladinos de su amo, lo que dio lugar a una leve percepción errónea derivada de la veneración.

Además... era solo un chico crecido al que le gustaba una dama. Si realmente se enterara, ¿qué tanto problema habría, siquiera?

Por eso, con trepidación alivió su corazón.

—El té está fuerte hoy —escuchó decir a Jing Qi—. Estoy exhausto, pero no puedo dormir. En fin, mañana descansaré y me bañaré. No habrá urgencia por levantarse temprano, así que lo compensaré cuando vuelva.

Ji Xiang pensó que aparentemente sería necesario esperar a que llegara el joven chamán para distraerlo. Ella tendría que esperar un poco más. Con un consenso, se paró obedientemente a su lado.

La atención de Jing Qi volvió a regresar a las páginas del libro. La mente de Ji Xiang se estabilizó un poco y se encorvó para reponer el té una vez más. De repente, vio a Jing Qi pasar una página sin mirarlo y hablar con una intención desconocida:

—No dejes esperando tanto a esa jovencita. Anda, que alguien la invite a pasar. Déjame echar un vistazo.

La tetera en la mano de Ji Xiang cayó al suelo con un estrépito. Levantó la cabeza con horror, dio medio paso atrás y se arrodilló en el suelo con las piernas flácidas. —Am... amo...

Jing Qi lo ignoró. Alguien entró velozmente a limpiar el piso en silencio.

Dentro de poco, se le permitió pasar al estudio de Jing Qi a la pequeña y aprensiva Hua Yue. La chica había estado siguiendo a Su Qingluan desde el principio, por lo que ya conocía a este príncipe Nan'ning. En el pasado solo había sentido que era un bonito joven de porte elegante bastante magnánimo en sus acciones que hacía cosas vanidosas sin tener un espíritu vanidoso, también dándoles siempre un trato de extrema cortesía y deferencia.

Sin embargo, en este momento, por alguna razón, un pánico tembloroso había surgido del fondo de su corazón.

Sabía que este hombre era el consejero más oculto y solapado del partido del príncipe heredero, pero eso al final era un asunto de hombres, el cual no tenía ninguna relevancia para ellas las mujeres, además de ser una especie de error. Ahora, parecía que solo había llegado a ver y experimentar un poco de la verdadera cara de este príncipe algo excesivamente atractivo.

Jing Qi sonrió levemente y asintió. —Señorita Hua Yue, toma asiento.

No había esperado que todavía recordara su nombre y desconocía la profundidad a la que llegaba eso. Haciéndole una genuflexión, se sentó en una silla según sus palabras e hizo tripas corazón para soportar el escrutinio de Jing Qi.

—Este mocoso de Ji Xiang es tan desconsiderado; decirle a una jovencita que espere secamente afuera de la entrada trasera durante tanto tiempo —dijo tranquilamente—. Este príncipe ya lo acaba de castigar.

Hua Yue miró de reojo el rostro lívido de Ji Xiang mientras se arrodillaba en el suelo. De sopetón, con una valentía que salió de la nada, se puso de pie inmediatamente, se le acercó y también se arrodilló. —Príncipe, esta sirvienta tiene la solicitud de implorar su ayuda para un fin.

El príncipe, quien siempre había sido ampliamente conocido por ser gentil y considerado con las mujeres, pareció haberse transformado en una persona diferente. Mientras miraba a esta jovencita y Ji Xiang arrodillarse juntos en el suelo frío como si no fuera gran cosa, levantó tranquilamente la tapa de la taza de té, tomó un sorbo y se echó a reír.

—¿Qué estás haciendo, señorita?

—Príncipe, hace mucho tiempo que el hermano Ji Xiang y yo nos amamos. Sé... que mi propio rango es humilde y no lo merezco. Algún día en el futuro, serviré incluso como concubina o sirvienta para poder atenderlo durante toda la vida. También estaré dispuesta a conocer tanto el calor como el frío por él.

Aunque Jing Qi pensó que la chica era bastante valiente y una persona verdaderamente talentosa, no se pudo distinguir ningún cambio en su rostro. —¿Ah, sí? Este príncipe no tenía idea —respondió con indiferencia.

Ji Xiang de repente recurrió a la fuerza y golpeó la cabeza contra el suelo en silencio. Su frente pronto se magulló y cayeron delgados hilos de sangre, dando la impresión de que se había abierto la cabeza. Hua Yue, quien miraba a su lado, no pudo evitar sentir terror dentro de su corazón. —Príncipe... —rogó en un susurro.

Jing Qi se rio entre dientes y habló con Ping'an, el que había llegado a pararse silenciosamente a sus espaldas en algún momento. —Mira, mira. Este príncipe se ha convertido en una criatura vil que golpea tórtolos con un palo.

Ping'an miró la incesante reverencia de Ji Xiang con una expresión precaria.

—Viniste a buscarlo —continuó Jing Qi—. ¿Para qué?

—Me considero... —Hua Yue sintió que su propia voz tembló un poco, así que se aclaró la garganta para manifestar de una manera clara y contundente—. Me considero humilde, con palabras que poco peso tienen, así que tenía la intención llevarme al hermano Ji Xiang a buscar a mi señorita, implorar su gracia y volver a pedirle a ella que viniera a buscar personalmente al príncipe. No me imagine que usted se enteraría...

Jing Qi asintió con la cabeza mientras hablaba con calma. —Mm. Si no supiera nada de todos los que encuentran la entrada de mi residencia, este príncipe estaría bastante muerto.

Hua Yue se sobresaltó del susto. —No tenía la intención de ofenderlo, príncipe... —dijo rápidamente.

Jing Qi agitó las manos en su dirección y le volvió a lanzar una mirada a Ji Xiang. —Muy bien. Ya basta con la reverencia.

Ji Xiang se postró. —Amo, yo...

Jing Qi bajó la mirada. —Dado que la doncella de otro hogar ha llegado a la puerta con ganas de llevarte a ver a su señorita, bien podrías ir... En el caso de que la señorita Su asienta, claro que este príncipe estará feliz de ayudarlos a cumplir esto.

Dicho eso, se detuvo y sonrió. Al ver que Ji Xiang lo miraba fijamente con una expresión estúpida e incrédula en el rostro, dijo intencionadamente:

—Es solo que tú, Ji Xiang, vas a ir a la casa de la señorita Su, por lo que tendrás que prestar atención al decoro. No pierdas la cara de mi residencia.

Ji Xiang casi lloraba. —¡Amo, gracias por su gracia, gracias!

Jing Qi elevó la comisura de su boca, pero al final no reveló una sonrisa completa. Agitó las manos en su dirección. —Pueden irse.

Tan pronto como Ji Xiang y la pequeña Hua Yue se fueron corriendo, Ping'an soltó un largo suspiro y se arrodilló sin decir una palabra.

Jing Qi lo miró y suspiró con cierto cansancio, extendiendo la mano para jalarlo hacia arriba. —Levántate.

Ping'an insistió en arrodillarse. —Amo, este mayordomo Ping'an tiene una sinecura. Permití que algo como esto sucediera bajo mi administración. Por favor, promulgue el castigo, amo.

Jing Qi resopló. —¿Castigarte por qué? ¿Por qué no mejor usar ese esfuerzo para un asunto adecuado? Anda al vestíbulo e infórmale a la señorita Su que ya liberé a esos dos y pídele que...

Su voz se detuvo aquí y el resto se devolvió a su garganta. Poco después, simplemente palmeó con suavidad la nuca de Ping'an. —Ve.

Ping'an se quedó mirándolo, incapaz de hablar a pesar de querer hacerlo. Asimismo, terminó devolviendo su voz a su garganta e incorporándose para retirarse en silencio.

Al haberse perdido la siesta de la tarde de hoy, fue realmente como lo había dicho Ji Xiang: terminó un poco ofuscado tras estar sentado un rato. Suspiró para sí mismo por realmente estar acostumbrado a "vivir como príncipe". Escuchó entonces a alguien afuera de la puerta informar que el joven chamán había llegado.

Tampoco se levantó, se quedó reclinando en el suave sofá. Vio entrar a Wuxi con los ojos medio cerrados, asintió con pereza y le dijo que se sentara. —Me reclinaré aquí un rato. Tú anda a buscar libros para leer primero y llámame cuando acabe el rato.

—¿Qué ocurre? —dijo Wuxi.

Sin esperar su respuesta, extendió la mano y la puso en la frente de Jing Qi para tantear. Poco después, también le agarró la muñeca para examinarlo detenidamente. Solo entonces se sintió aliviado, sabiendo que el otro solo estaba teniendo otro brote de flojeritis. No obstante, volvió a fruncir el ceño al ver su semblante. —¿Qué te tiene descontento?

Jing Qi se sorprendió y abrió los ojos. —¿Cuándo he dicho que estaba descontento?

—Lo supe de un vistazo —dijo Wuxi—. Levántate, no te reclines. No estás enfermo, pero tu pereza te enfermará. Te sacaré.

Jing Qi resopló y no se movió ni un centímetro. —¿ me vas a sacar? ¿Estás listo para abrir las alas, mocoso? ¿Solo has dado un par de vueltas por las calles de la capital, pero aun así te atreves a decir que me vas a sacar a mí?

Wuxi decidió que entrar directamente en acción sería más rápido, por lo que se inclinó para levantar todo el cuerpo del otro del suave sofá. Jing Qi entonces usó el codo para golpearlo sin tanta suavidad, lo que lo obligó a soltarlo y no supo si reír o llorar. —¿Qué estás haciendo, secuestro? Es inútil. Nuestro tacaño Ping'an definitivamente no aflojará la mosca.

—Quiero que salgas y te distraigas —respondió Wuxi.

Ambos se enfrentaron durante mucho tiempo, pero al final Jing Qi perdió contra su perseverancia. Pensando en su corazón que todo tenía una debilidad y no tenía forma de lidiar con este pequeño veneno, se puso de pie mientras agitaba las manos. —Eres aterrador. Vamos, ¿a dónde? —dijo.

Wuxi sonrió de alegría.

Los dos salieron de la ciudad a caballo. El período de diez años se cumpliría pronto y los días de Wuxi en la capital también estaban contados. Por lo general no mostraba la cara en público y hablaba poco, lo que hacía que la gente lo considerara aún más misterioso e impresionante. Nadie se atrevía a provocarlo temerariamente. Con la habilidad y talento que tenía hoy en día, probablemente podría actuar libremente por el palacio imperial, por no hablar de un viaje fuera de la capital. Debido a esto, la regla de que el rehén no podía salir de la ciudad era inútil.

Esto fue justo en la temporada de deterioro de las flores primaverales. El ruido de las pezuñas de los caballos hizo que las flores se cayeran del susto, con el viento revoloteando alrededor. Al llegar a ese lugar deshabitado y remoto, Wuxi soltó las riendas y se precipitó hacia adelante, produciendo una pequeña sensación de ambición. De repente las tiró, se dio la vuelta y saltó, sonriendo a Jing Qi. —Baja, sígueme.

Jing Qi desmontó y lo siguió brevemente en una caminata de pasos escarpados y ligeros. El suelo estaba lleno de baches y piedras y todavía quedaban remanentes de lluvia de la noche anterior. Entonces, de repente doblaron hacia un pequeño valle; el campo de visión y el horizonte rápidamente se iluminaron. Atravesando el centro había un río angosto y límpido, el sonido de un manantial de montaña aún se podía escuchar vagamente. Había amplios campos colindantes de la capital que no tenían montañas altas, solo colinas pequeñas como esta... pero tenían un tipo especial de originalidad.

A medida que seguían la corriente del río, este se ensanchaba cada vez más. La hierba crecía, los pájaros trinaban en ambas orillas y las flores caían al agua corriente, tal como si esto fuera Shangri-La.

—Fluye hacia el interior de la ciudad, pero ¿es Wangyue? —preguntó Jing Qi.

Wuxi asintió.

El otro suspiró. —Es difícil imaginar que una pista de agua tan cargada de maquillaje pueda ser tan cristalina.

Wuxi le tomó la mano. —Por aquí.

Jing Qi emprendió otro viaje con él a través del territorio sinuoso y vio el manantial de montaña que había escuchado, mas no visto en persona. Apareció de la nada, suspendido arriba de un acantilado en el alpe. En la zona donde la corriente era rápida, las gotas blancas salpicaban y formaban una diminuta cascada, lo que pintaba un arco iris en el cielo.

Las flores y las plantas del suelo eran aterciopeladas y suaves. Jing Qi se sentó directamente, siempre sintiendo que parecía haber una frescura excepcional en el aire, como si el agua hubiera lavado la fragancia. El aire melancólico en su corazón realmente se desvaneció un poco.

Wuxi se sentó a su lado. —Pese a que no tienen montañas altas aquí, aun así, se puede encontrar un lugar como este. Si fuera nuestra Nanjiang...

Su voz se detuvo, pues el otro se había girado para mirarlo con una sonrisa radiante. No estaba seguro de cuándo había comenzado, pero Jing Qi sentía que este chico no podía pasar tres oraciones sin mencionar lo bueno de Nanjiang, como si le urgiera convencerlo.

Al darse cuenta de esto, el propio Wuxi se ruborizó, rio y no dijo nada. Tan pronto como rio, el aura taciturna y distante que había tenido se desprendió por completo y pareció un niño grande, tímido y especialmente adorable. —Si el día de mañana no estás contento, te traeré aquí para que te relajes, ¿bueno?

Jing Qi no asintió ni negó, solo suspiró, se estiró la espalda y se tumbó. —Este es un buen lugar.

Wuxi vaciló. Se acercó tentativamente y se inclinó para besarlo en el rostro a la velocidad del rayo.

—Deja de jugar —dijo Jing Qi mientras se reía.

Cuando Wuxi vio que no estaba enojado, extendió las manos y lo abrazó con total satisfacción. Se torció sobre su lado, hundió el rostro en su hombro, inhaló la ligera fragancia que salía de su ropa y cerró los ojos.

El manantial de montaña fluía, la brisa fresca soplaba y ese hombre en sus brazos estaba.

Sobre el título del capítulo, se usa 世外桃源, que es un modismo para referirse a una especie de paraíso ficticio, un lugar escondido idílico y utópico lleno de paz y prosperidad. El modismo deriva de 桃花源, un jardín ficticio creado por Tao Yuanming en su obra "La fuente del jardín de los melocotoneros" (referencia a estos melocotones), la que en general era una oda a la impermanencia y la consciencia de mundo dentro de una utopía.La adaptación occidental de 桃花源 es Shangri-La, tal como lo traduje en este capítulo.