Capítulo 55: Sentimientos juveniles

La princesa consorte había quedado embarazada antes, pero lo perdió en un mes. Aunque ella había llorado a lágrima viva, Helian Yi inesperadamente no sentía nada profundo al respecto, solo cierta lástima. Su Qingluan siempre había sido impecablemente eficiente, un tazón de medicina les ahorraba muchos inconvenientes... Debido a esto, Helian Yi nunca había tenido herederos propios. Al ver a una niñita tan regordeta estirándole los brazos y mirándolo con impaciencia, primero se quedó inmóvil e inexpresivo durante un minuto, después de lo cual se inclinó lentamente, ubicó las manos debajo de las axilas de la damita y levantó del suelo.

Solo cuando la levantó se dio cuenta de que algo andaba mal. La niñita era rolliza y no había lugar en todo su cuerpo que no fuera suave. Exudaba el olor de la leche y parecía no tener huesos. Quedó entonces un poco desconcertado sobre dónde ubicar sus extremidades y qué debería hacer a continuación, pero Jiang Xue no era tímida con los extraños y se rio alegremente mientras se arrojaba a sus brazos, escurriéndole toda la saliva en el hombro.

Helian Yi miró de reojo la manchita de humedad en su ropa y la comisura de su boca se retrajo enseguida.

—Pequeñín Liang dijo que eres el príncipe heredero. ¿Eres el príncipe heredero? —preguntó.

Helian Yi le siguió la corriente, encontrando que esto era divertido e interesante. —¿Sabes siquiera lo que es un príncipe heredero?

Jiang Xue asintió, agarrándole la ropa como un monstruo pulpo, con ganas de subirse a sus hombros para sentarse en ellos, pero no eran lo suficientemente anchos. Aunque estuvo retorciéndose durante mucho tiempo, no se pudo encontrar un buen lugar, así que se dio por vencida y se encogió obedientemente en sus brazos. —Pequeñín Liang dijo que el príncipe heredero es un funcionario de alto rango, más que mi papi —dijo con voz lechosa.

Helian Yi no pudo evitar reír.

Luego de pensar un poco, Jiang Xue volvió a decir:

—¿Mi papi te hace caso?

Entendiendo un poco cómo sostener a una bebé, se cruzó de brazos y le permitió sentarse sobre ellos, con una mano posicionada en su espalda. —Probablemente —respondió con un asentimiento.

Jiang Xue se animó, su par de ojos grandes contrastados parpadeó mientras lo miraba fijamente. Sacó un paquete de caramelos de sus solapas y lo llevó a la boca de Helian Yi. —Y si comes.

Su mano estaba humedecida con su propia saliva, y al agarrar un pedacito de caramelo así, lo dejó pegajoso, por lo que Helian Yi se vio obligado a decir:

—Soy un adulto, no como de estos.

Jiang Xue se alegró. Por temor a que cambiara de opinión, rápidamente arrojó el caramelo en su propia boca con mucha agilidad. —Te invité a comer caramelo, no lo comiste. Aun así, te lo ofrecí, ¿verdad? —habló ambiguamente.

Helian Yi contuvo la risa y asintió, así que ella continuó:

—Como te ofrecí caramelo, ¿podrías decírselo a mi papá y no permitir que me regañe?

Helian Yi esta vez no pudo contenerse y se rio a carcajadas.

Esta niña estaba haciendo intrigas tan nimias. Cuando realmente creciera, ¿no sería una cosita causante de preocupaciones? Cuando la miró, por alguna razón de repente recordó al Jing Qi de su niñez y su corazón se volvió indescriptiblemente suave.

Al ver que solo la miraba con una sonrisa y no respondía, se puso ansiosa y usó esas garritas rechonchas para darle palmadas en la cara. —Aún no lo dices.

Esta era la primera vez que golpeaban el rostro de Su Alteza el Príncipe Heredero. Sin embargo, en este momento la miraba con alegría, sin enojo u ofensa. —De acuerdo, le diré a tu papá que no te regañe... Pequeñín Liang te sacó a jugar hoy. ¿Qué dijo que te llevaría a ver?

Jiang Xue extendió una manito y contó con los dedos. —Caballos grandes, comprar caramelos crujientes, su shixiong, príncipe.

Helian Yi ordenó que los caballos estuvieran preparados y le dijo risueñamente:

—Vamos, te llevaré a ver al príncipe.

Se dirigieron a la residencia Nan'ning, pero alguien también estaba saliendo de paseo: justo en el momento en que Helian Yi guiaba a la pequeña Jiang Xue por la puerta principal, Ji Xiang la abandonaba por una puerta lateral. Sabía que en este momento su príncipe estaba en medio de sermonear al joven chamán, así que todo lo que necesitaba era un libro y una tetera, con una sirvienta o dos dormitando a un costado. Su persona no le servía de nada.

Salió por la puerta lateral, tomó una pequeña calle y dobló por un par de callejones. Aguardaba un carruaje destartalado debajo de un enorme sauce, el cochero lo miraba a lo lejos desde un costado. Ji Xiang tragó saliva y se exprimió un poco inquieto en la cabina. El cochero agitó su látigo y el carruaje comenzó a avanzar, yendo solo a lugares poco concurridos.

Dentro se hallaba sentada una mujer o, por su edad, tal vez todavía era una chica. Tenía mejillas que parecían manzanas, un par de ojos de albaricoque que lo miraban límpidamente y una florida sonrisa de hoyuelos. Tan pronto como Ji Xiang la vio, sintió que su corazón se debilitaba por completo. Remiso a parpadear, incluso su respiración salió automáticamente suave por miedo a intimidarla.

—Hua Yue...

Se inclinó con cuidado contra su costado.

—Xiao-Yue'r, te ex-extrañé.

Inesperadamente, el joven que típicamente era sagaz y atento tartamudeó un poco. Su corazón latía con fuerza y parecía no poder hablar.

La chica a la que llamó Hua Yue bajó la cabeza, con sus dedos cuales eneas apretujando un pañuelo. Con el rostro vuelto hacia un lado, murmuró:

—¿Qué extrañas de mí?

Ji Xiang solo abrió la boca, la lengua le falló. Creía que la dama que tenía al frente no tenía un punto de la cabeza a los pies que no fuera hermoso. Con una de sus miradas era como si sus tres almas inmortales se separaran de sus siete mortales, por lo que la contemplaba con embelesamiento.

Hua Yue le dirigió una vistazo. Al darse cuenta de su mirada extremamente tonta, se rio en voz baja y sin inmutarse se reclinó encima de él. Hubo un estallido en la cabeza de Ji Xiang y no tenía dónde poner los brazos y piernas. Sintió que una dulce fragancia se extendía por doquier, con la confusión convirtiendo sus sesos en una masa de pasta.

Cuando por primera vez vio a Xiao Ping, dos capas de palabras de amor se ataviaron de gasa[1]... Los sentimientos juveniles siempre habían sido así.

Ji Xiang levantó la mano y la colocó en su suave cintura, pensando entonces que, si moría por ella en este momento, valdría la pena. No obstante, escuchó el suspiro de Hua Yue –triste, suave y bastante canoro– así que le levantó la cabeza y preguntó:

—¿Qué ocurre?

Hua Yue negó. Su mejilla estaba adherida al pecho del otro mientras sus ojos de albaricoque miraban fijamente el pañuelo con cierto despiste, y con su pequeña boca que formaba un leve puchero, mirarle provocaba lástima. Ji Xiang le preguntó repetidamente durante mucho tiempo, preocupado, y solo entonces lo apartó suavemente y se sentó derecha. —Últimamente el príncipe heredero ha venido cada vez menos a nuestro patio —susurró—. Aunque mi señorita no dice nada, llora todas las noches, y a la mañana siguiente, sus ojos están hinchados...

Con la forma en que la miraba, sonrió y la consoló cuando escuchó esas palabras. —¿Qué tiene eso? El emperador está enfermo, por lo que el príncipe heredero está ocupado administrando la corte y el gobierno. ¿Cómo podría aún tener ganas de escuchar canciones y visitar bellezas? Estará bien una vez que pase este período de ajetreo. Además, dices que tu señorita es tu señorita, ¿por qué la ansiedad? Yo también te trato bien. Cuando ahorre suficiente dinero, te redimiré y seremos... seremos...

Hua Yue parpadeó mientras lo miraba. —¿Seremos qué?

Ji Xiang sonrió neciamente. —Marido y mujer. ¿Qué dices?

Hua Yue bajó la cabeza y se largó a reír, la risa por poco provocó que se abalanzara a sus brazos. Pero al instante siguiente, volvió a entristecerse y las lágrimas cayeron. Desconcertado, Ji Xiang se apresuró a persuadirla. —¿Por qué haces eso? ¿Y ahora qué ocurre?

—Idiota. No lo entiendes —sollozó—. Mi señorita no es más que una concubina mantenida por el príncipe heredero. A las personas como nosotros no se les permite ser la segunda esposa de alguien, tampoco sirvientas. En el futuro, mi señorita envejecerá y su apariencia se desvanecerá, así que al príncipe heredero no le gustará. ¿Cómo podríamos vivir en paz?

Ji Xiang la miraba con perplejidad, pero la escuchó continuar:

—Además de eso, que tenga una concubina externa no es algo impresionante. Hay afecto, pero definitivamente no habrá en el futuro y entonces... entonces, ella no...

Cuando no hubiera afecto, el príncipe heredero naturalmente querría borrar esta historia deshonrosa. Como empleado en la residencia de un príncipe, ¿cómo podría no entender sobre estos asuntos? La cara de Ji Xiang palideció inmediatamente. —En-entonces, ¿qué se puede hacer? Podría... ¿podría suplicarle al príncipe tal vez? —dijo con cierto desconcierto.

Hua Yue lo agarró de la manga y lo miró con ojos relucientes de lágrimas. —¿Quién es el príncipe? ¿Quiénes somos nosotros? ¿Cómo podrían importarle los asuntos triviales de personas tan humildes como nosotros? Aparte, el príncipe tiene una relación con el príncipe heredero. Si no fuera la persuasión de este último, ¿cómo respondería?

Todo el cuerpo de Ji Xiang se estremeció al recordar que el día que el príncipe heredero estaba enojado, Jing Qi le ordenó colgar los conejos en la entrada del estudio e incluso le dijo un pretexto para que le diera. Ahora que Hua Yue lo mencionaba, pudo sentir vagamente que la relación de los dos no parecía muy normal... La ira del príncipe heredero era un misterio inexplicable y las palabras que el príncipe le dijo que dijera eran aún más misteriosamente inexplicables, por lo que la inexplicabilidad combinada de ambos tenía una profunda implicación...

Al ver que la había escuchado, se le pegó con aún más desvergüenza y dijo con voz aterciopelada:

—Hermano Ji Xiang, tú eres lo único que me queda, tienes... definitivamente tienes que salvarme.

La mente de Ji Xiang se confundió bastante al escucharle. —¿De qué manera crees que funcionaría?

La chica se presionó cerca de su oído, diciendo esto y aquello.

Ji Xiang apretó los puños y la apartó con fuerza mientras fruncía el ceño. Sin embargo, al ver sus ojos danzantes de lágrimas y el deseo de llorar, su expresión se volvió a suavizar. Con el corazón hecho un desastre, solo negó con la cabeza. —¡Eso es imposible!

Hua Yue soltó un sollozo suave y apartó la cara, con enormes lágrimas que caían como si no hubiera un mañana. Ji Xiang se angustió infinitamente y se inclinó para abrazarla con cautela. —Esto... no se puede hacer. No puedo morder la mano que me da de comer. Ya se nos ocurrirá una manera, se nos ocurrirá.

Hua Yue se acurrucó en sus brazos como un gatito y su boca siguió repitiendo:

—Tú eres lo único que tengo, lo único...

Jing Qi no tenía idea de que en este momento le estaban engatusando a alguien. La niñita que Helian Yi trajo se encontraba actualmente en una oleada de jaleo. Jing Qi originalmente había estado haciendo que Wuxi copiara un libro, escribiendo una oración por cada una de las que le sermoneaba, solo para que llegara el príncipe heredero.

Si llegaban otros visitantes, Wuxi por lo general se daba cuenta de que su presencia en la escena no era demasiado apropiada y se iba por iniciativa propia. Sin embargo, cuando escuchó que el príncipe heredero había venido solo, se molestó inmediatamente, por lo que fingió no haberse dado cuenta de nada y se quedó sentado en su lugar esperando.

Con Jiang Xue en brazos, Helian Yi entró hasta el final y señaló a Jing Qi con una amplia sonrisa. —¿Lo ves? Ese es el príncipe del que el pequeñín Liang hablaba.

Antes de que Jing Qi tuviera tiempo de inclinarse, vio a una niñita gorda mordiéndose los dedos y mirándolo fijamente, con ojos tan abiertos como platos. Se veía exactamente igual como si estuviera mirando a un animal exótico, así que no supo si reír o llorar.

Tan pronto como Helian Yi levantó la cabeza, vio a Wuxi y no pudo evitar quedarse mirándolo. Siempre había sentido que cada vez que el joven chamán miraba a la gente, especialmente a él, sus ojos eran negrísimos y nebulosos, mirándolos de una manera nefaria. Tampoco tenía idea de por qué Jing Qi estaba dispuesto a ser amigo de este hombre bestial.

Pero tenía que considerar la cara y el honor, por lo que asintió. —También estás aquí, joven chamán.

Wuxi se inclinó silenciosamente ante él, sin decir nada.

Jiang Xue estaba más interesada en el "príncipe" viviente que en cualquier otra persona y agitó sus colmillos y garras para liberarse del agarre de Helian Yi. —¡Príncipe, abrazo! —ordenó.

Helian Yi la había estado cargando todo el tiempo y hacía mucho tiempo ya que le dolían los brazos, así que inmediatamente tomó la vía de escape y embutió a la niñita en los brazos de Jing Qi.

Esto no era bueno. Jing Qi nunca había sostenido a un infante tan pequeño en sus siete vidas. Con una cosa suave y cálida retorciéndose en sus brazos de esa forma, solo pudo sentir una trepidación total, y por temor a matarla por asfixia si usaba demasiada fuerza, todo su cuerpo se puso rígido.

Helian Yi se rio.

A todos los niños les gustaba la gente guapa. Mientras Jiang Xue miraba, descubrió que no había nadie aquí presente que se viera mejor que el "príncipe viviente" y decidió acurrucarse en él. No sabía lo que era un príncipe, solo había escuchado a Liang Jiuxiao decir que era un funcionario de muy alto rango, más alto que su propio papi. Debido a esto, se acercó y lo besuqueó ruidosamente en la mejilla, untándole baba en la cara, y luego volvió a sacar su preciado caramelo para ofrecérselo.

Como era de esperarse, este príncipe y el príncipe heredero tuvieron el mismo tipo de tacto –ambos expresaron que eran adultos y no podían comer cosas de niños– por lo que se comió otro trozo con perfecta satisfacción.

A Jing Qi le agradó muchísimo la niña y no se cansó de llevarla en brazos, deteniéndose para jugar y bromar con ella mientras paseaba por el patio. Terminó diciendo, intencionalmente o no:

—Xiao-Xue, te convertirás en mi ahijada, ¿bueno?

La sonrisa en el rostro de Helian Yi se congeló. Le lanzó un vistazo, encontrándose directamente con la propia mirada de Jing Qi que se acercaba. Entendió entonces a lo que se refería, por lo que negó con la cabeza y se rio como si hubiera sido una broma. —¿Eres lo suficientemente mayor para actuar como padrino, siquiera? ¿No dejaría eso al primogénito de los Jiang una generación atrás sin razón alguna? No seas impertinente.

Jing Qi bajó la vista, haciendo una pausa entre la risa y la no risa. Tomó asiento sin decir nada, dejó a Jiang Xue en el suelo y le dijo que se fuera a buscar algunos refrigerios.

Pero Jiang Xue insistió en quedarse ante él. —No seré tu ahijada —dijo completamente seria.

Todos quedaron estupefactos y simplemente la escucharon continuar:

—¡Cuando sea grande, quiero que seas mi esposa!

Le había nacido tarde al señor Jiang. Su familia la mimaba en exceso y la protegía demasiado, por lo que nadie le había enseñado sobre estas cosas antes, ello hasta el punto de que todavía no podía distinguir entre hombres y mujeres. Helian Yi se rio tanto que le dolió el estómago, mientras que Jing Qi quedó taciturno durante bastante rato. Se inclinó para sonarle la nariz. —¿Qué tonterías estás diciendo, chiquitina? Sería más bien que serás mi esposa.

Jiang Xue lo pensó seriamente y después negó con la cabeza. —No sirve eso. Mi hermano mayor dijo que las personas guapas son esposas. Mi cuñada es más guapa que él, así que si ella es su esposa y tú eres más guapo que yo... —pellizcó la carne de su bracito con hosquedad, descontenta—. ¡También dijo que soy un cerdito gordo!

Jing Qi se rio enérgicamente.

Inesperadamente, en algún momento Wuxi había llegado a pararse a sus espaldas y ahora de repente ponía la mano sobre el hombro de Jing Qi, diciéndole a la niñita:

—No puede ser tu esposa.

Jing Qi giró la cabeza para mirarlo, preguntándose en qué momento este mocoso se había unido a la diversión de juguetear con una niña. Sin embargo, Wuxi lo tomó desprevenido cuando lo abrazó por el cuello y solo lo escuchó usar el mismo tono completamente serio que Jiang Xue.

—Él será mi esposa en el futuro.

[1] Del poema de Yan Jidao. Xiao Ping es el cantante del que habla el vate.Sobre "pequeñín Liang", ese pequeñín se traduce de 小梁子xiao Liang zi, lit. "muchachito/niñito Liang" (originalmente de 小孩子, "niño"). Es lo mismo en el capítulo 36 con "pequeñín Wu". Por otro lado, para el pequeño usado con Xue Jiang (xiao-Xue), se dejó en pinyin por temas de sintaxis. Véase mi glosario en caso de confusión.