Capítulo 54: Floreciendo en la otra orilla

Para cuando Jing Qi se despertó de la extraña y multicolorida tierra onírica de los efectos de la droga, el cielo afuera ya estaba completamente negro. Solo una lámpara negruzca brillaba en la esquina de la habitación. Había un joven sentado en silencio con un libro en las manos, con el aparente aspecto de no haberse movido en mucho tiempo.

Por supuesto, Wuxi detectó rápidamente el cambio en su respiración y levantó la mirada. —Inhalaste sin querer un poco de un agente noqueador —susurró—. Se te dio el antídoto. No hay dolor de cabeza ahora, ¿verdad?

No estaba claro si se trataba de una ilusión de Jing Qi o qué, pero tenía la noción de que la actitud de Wuxi parecía haber cambiado un poco, algo antinaturalmente distante.

Jing Qi gruñó y se frotó los ojos. Aún no estaba completamente despierto y solo sintió que este duermevela había sido más profundo que un sueño de cualquier extensión de tiempo. Al escuchar una explosión de ruidos provenientes de encima de su cabeza, miró hacia arriba para ver que la pequeña marta se encontraba ceñidamente amarrada y colgada de la cortina de la cama. Sus ojitos redondos lo miraban lastimosamente mientras sus cuatro extremidades atadas no dejaban de forcejear una y otra vez.

Jing Qi no pudo evitar reírse. La sostuvo en sus manos mientras se incorporaba. —¿Y esto?

Wuxi resopló suavemente. —Embárcate en la calamidad y te mereces un castigo. Si no fuera porque mimas demasiado al animal, no habría llegado al punto de que muerde a la gente prácticamente todos los días.

Jing Qi estaba lúcido ahora, sonriendo. —¿Qué cosas dices? Soy un individuo grande que pesa como un centenar de jines. ¿Cómo podría reñir con esta cosita que pesa un par de taeles?

Wuxi hizo una pausa. Se sintió repentinamente incómodo al escuchar eso, pues la actitud mostrada en las palabras casuales de Jing Qi era muy similar a la actitud que tenía con él: como si fuera un niño. Dicha actitud era muy indulgente, pero era una indulgencia que no se tomaba en serio... Por lo que no pudo evitar decir:

—No... debí haberte dejado solo en el patio hoy. Debí habértelo dicho de antemano...

Mientras Jing Qi salía la cama, soltó despreocupadamente:

—Fue un desliz mío, ¿qué tiene que ver contigo? —Se estiró la espalda, sintiéndose bastante enérgico y vigoroso. El copioso descanso lo puso de buen humor—. Es tan tarde, no te molestaré. Regresaré a la residencia.

Mirando mientras estaba a punto de irse, Wuxi se puso abruptamente de pie y lo llamó como si fuerzas sobrenaturales estuvieran trabajando. —Beiyuan...

Jing Qi hizo una pausa, levantó las cejas y le dio un vistazo. Se dio cuenta de que el joven tenía una expresión un poco nerviosa en su rostro. Parecía querer decir algo, pero se detenía, con un aspecto de haber metido la pata, pero vacilaba y temía hablar. Se detuvo en seco, dirigiéndole una mirada un poco distante.

Wuxi se puso un poco nervioso por sus ojos observantes. No acostumbra a leer por la noche, por lo que la iluminación del dormitorio era tenue. Apenas era suficiente para ver con claridad y ello provocó que los ojos de Jing Qi –que por lo general eran simplemente amables y atractivos– se vieran especialmente profundos. La penetración de su mirada parecía tener esencia, como si calara todas las palabras escondidas en su corazón. Esa confusión ambiguamente fingida se hizo más real.

Por un breve momento, bajó un poco la cabeza y no lo miró. Obligando a su mente a calmarse, dijo:

—La droga que inhalaste es algo que no he terminado de hacer. Las personas que la toman deberían soñar, pero todavía no estoy seguro...

Jing Qi de repente se iluminó. —¿Me estás preguntando cuáles fueron los efectos de la droga?

El otro asintió.

—Mocoso —reprendió Jing Qi con una sonrisa—. No puedo creer que probé tu droga por ti... En mi estupor hace un momento, sí que soñé algo. No te preocupes, ¿eh? Fue bastante eficaz y también alivió el cansancio.

Wuxi no pudo evitar preguntarle:

—¿Con qué... soñaste?

Jing Qi se detuvo, lo escudriñó y dudó. —¿Eso también se puede controlar?

Wuxi nunca mentía. No sabía por qué recién había espetado esa frase y por dentro se arrepintió durante mucho tiempo. Cuanto más le pesaba la consciencia, más sentía que Jing Qi sabía algo. Dado que le preguntaron, no tuvo más remedio que estar excesivamente alerta mientras hacía tripas corazón para asentir. —Se puede, por supuesto. Hay drogas que pueden hacer que las personas alucinen y vean demonios y fantasmas. Hacer que la gente sueñe tampoco es completamente igual. A veces hace que la gente tenga buenos sueños y, a veces, hace que la gente tenga pesadillas. ¿Con qué soñaste tú?

Jing Qi no entendía absolutamente nada sobre estas cosas, por lo que no dudó de él. Volvió a pensar en ello por un momento. —No fue ni bueno ni malo... Soñé con una gran piedra y un río con un suelo lleno de flores de cártamo sin hojas.

Al darse cuenta de que Wuxi parecía estupefacto, negó con la cabeza con una sonrisa. —Da igual, solo una ilustración que he visto antes en la literatura popular... ¿No te levantaste temprano? No interrumpiré tu descanso.

Se fue, llevándose a la marta.

—¿Una gran piedra y un río... con un suelo lleno de flores de cártamo sin hojas?

Wuxi se quedó en su lugar, repitiendo sus palabras por alguna razón desconocida. Recordó abruptamente la sonrisa acongojada que había aparecido en el rostro del otro y frunció el ceño con lentitud.

La marea en la corte aún no se había estabilizado cuando otra se levantó. Quizás su dieta no convergía con el cambio de estaciones o quizás muchos años de libertinaje le habían vaciado los cimientos o quizás estaba enfurecido por los incidentes que sucedían uno tras otro. En pocos días, Helian Pei enfermó.

Aunque su enfermedad no era grave, no se observó ninguna mejoría después de un par de días de tisana y ello evocaba vagamente el porvenir de una gran cantidad de enfermedades graves. Tras el transcurso de otro medio mes, tenía demasiada pereza para siquiera decir palabras y se vio que tenía un poco de intención de estirar la pata.

Por lo tanto, el ímpetu de la vasta inquisición literaria tuvo que detenerse. Helian Pei tenía una frecuencia respiratoria débil que posiblemente podría tragarse en cualquier momento, y su ambición anterior también se desvaneció. Incapaz de preocuparse de quien estaba incitando a la gente o quien iba a rebelarse, simplemente cambiaba de prescripción tras prescripción. Los demás no significaban nada mientras su vida era lo más preciado para no estirar las patas y morir, dejando que la mayoría de la gloria y el esplendor desaparecieran por completo cual humo. Helian Pei al comienzo sentía que él, sentado en el trono del dragón durante toda su vida, era un gran héroe que se despertó de su siesta en el regazo de una beldad sosteniendo todo el reino. Era el sabio Hijo del Cielo, no esperaba volverse tan desvalido en la vejez.

Les tenía miedo a la muerte y la vejez. Cuando no estaba enfermo, estaba absorto en divertirse sin aquejarse con todas estas cosas, pero en la enfermedad, todas sus preocupaciones privadas se vieron obligadas a salir.

No quería ver a Helian Zhao. Sentía que su hijo mayor era excesivamente feroz, siempre con una malevolencia amenazante dentro de su mirada. Cada vez que lo visitaba, no lo miraba a él, sino al asiento debajo de su cuerpo. Tampoco quería ver a Helian Qi, ya que su segundo hijo le había roto el corazón. No se había sentido así cuando estaba enojado, pero ahora no tenía fuerzas para estar enojado y cada componente cruzaba su mente. Al pensar en el terremoto del monte Tai, eso en realidad se trató de una iluminación del cielo, la que le indicaba que fuera diligente en el gobierno y el ayuno. Aunque al principio había sido suficiente para evadir esta catástrofe, ese hijo poco filial lo destruyó obstinadamente y causó una calamidad tan grande, haciendo que toda la corte se riera a sus espaldas.

Menos quería ver a Helian Yi. Este hijo era honesto y bien portado, pero cuando recordaba que después de dar el último aliento todo lo que tenía ante sus ojos –la sala del trono, los jardines imperiales, el paisaje infinito, las bellezas variopintas– sería suyo, no podía evitar envidiar la juventud de su sucesor.

Al final, solo llamaba a Jing Qi a su lado para que le leyera y aliviara su melancolía.

Por fuera, Jing Qi le daba el mismo tipo de "piedad filial" que un propio hijo, y por dentro, naturalmente, no conspiraba menos... Por supuesto, en estos momentos no ansiaba la muerte del viejo emperador.

En el disturbio previamente desatado, muchos buscaron refugio en el partido del príncipe heredero, por lo que se desconocía la cantidad de personas que ahora tenía disponibles para usar. Como mínimo, podría rivalizar con Helian Zhao por más tiempo. Pero el segundo Helian estaba justo afuera. A pesar de que había salido gravemente herido, sus brasas podrían volver a encenderse en cualquier momento y el estado de la corte se inestabilizaría.

Si el viejo emperador moría en este punto crítico, Helian Zhao no tendría escrúpulos y sería el primero en pelear con Helian Yi. Había unas cuantas formas de lidiar con él, pero aun así lo mejor era poder tener una victoria sin sangre en las espadas de las tropas.

En este momento, el viejo emperador era una bandera disipadora de demonios. Durante este período de inestabilidad, todos los partidos de demonios y guls comenzaban a inquietarse. Si el emperador realmente se extinguiera, ¿no se volcaría el cielo?

Entonces, Jing Qi se volvió aún más devoto con él.

Aunque el corazón de Jing Qi albergaba otros calculos, Helian Pei no podía notarlo y solo pensaba que se trataba de un niño realmente bueno, incluso afirmando que no había habido hijos filiales ante su lecho de enfermo durante mucho tiempo. Esos tres vagos que había criado no se podían comparar con su único ahijado. Con frecuencia lo arrastraba a parlotear interminablemente sobre cosas que sucedieron cuando era joven, y al niño no le irritaba, simplemente escuchaba en silencio a un lado.

Esto hizo que Helian Pei se sintiera considerablemente conmovido, pensando que lo había tratado mal durante estos años.

Helian Yi seguía cumpliendo con su deber, actuando concienzudamente en su nombre para administrar la corte sin tomar decisiones en privado. Todas las mañanas y todas las noches visitaba a su padre con total cortesía –le gustara o no a Helian Pei– e informaba tanto de asuntos grandes como pequeños, necesitando las ideas de Helian Pei antes de aceptar sus órdenes e ir a gestionarlas. No era en lo más mínimo atrevido por el bien de manejar las cosas ni estaba en lo más mínimo abatido por el tono alicaído de Helian Pei.

Mucha gente no decía nada al respecto, pero después de este incidente, no dejaban de suspirar sobre la verdad de la estabilidad del príncipe heredero, una donde no se vio afectado por el colapso del monte Tai. Sentían que este hombre solía ocultar sus destrezas en el pasado para ser tan sinceramente confiable y resuelto de esta manera. En contraste, Helian Qi y Helian Zhao, que habían estado pululando desgarbadamente estos años, realmente parecían haberse quedado atrás.

No estar al tanto de la propia visión hacía ver con claridad. De ese modo, no estar al tanto de la propia precisión les hacía honrados. No estar al tanto de la propia gloria les daba, por tanto, mérito. No estar al tanto de la propia estima los hacía supremos. No competían, por lo que no había nadie en el reino que pudiera competir con ellos... Todos podían recitar este libro de memoria, pero esa máxima era algo que muchas personas probablemente nunca entenderían en toda su vida.

Laocio y Zhuangzi ya no estaban en el mundo, pero según aquellos en el mundo –dado que realmente querían competir– al menos tenían que aparentar que "la mente Sima Zhao no era obvia". Instigar las cosas hasta convertirlas en un secreto a voces sería entonces una estupidez irreversible.

Helian Qi reflexionaba sobre su consciencia obedientemente en casa, pero el lado de Jiang Zheng estaba enervado. Ni las tropas imperiales ni Zhou Zishu se retiraban. El viejo emperador frágil estaba preocupado por la depresión del cambio de estación y no tenía tiempo para atormentarlo, pero la "Segunda Alteza" de apariencia honesta no necesariamente no estaría planeando algo de la nada.

La imagen diabólica y heterodoxa del segundo duque estaba muy arraigada en los corazones de la gente. Liang Jiuxiao, en calidad de "héroe" con un extraordinario sentido de responsabilidad, no podía sentirse tranquilo con lo de la residencia de los Jiang. Esto sumado a los dolorosos recuerdos que tenía de la residencia Nan'ning, se dedicó devotamente a proteger el hogar del señor Jiang.

Era una persona muy desenfadada y franca. Le gustaba chacharear y reírse de nada cuando no tenía nada que hacer, por lo que estableció una buena relación con todos los niveles de la residencia de los Jiang. Lo que más apreciaba Jiang Yuqing eran los "héroes" salvajes como él, ya que era más fácil poner su mente en marcha, así que hicieron buenas migas.

Sin embargo, la hija de cuatro años de Jiang Zheng, Jiang Xue, era una pequeña calamidad que podía subirse al techo y arrancarle las tejas, un monito que seguía el gran trasero de mono de Liang Jiuxiao todo el día. Era pequeña y el recelo no era necesario. Probablemente era la única miembro de la residencia de los Jiang que no sentía nada.

Liang Jiuxiao era extremadamente audaz. Una vez se escapó sin permiso cargándola en brazos para ir a ver a Zhou Zishu y "presumir" con su shixiong, pero se encontró accidentalmente con Helian Yi y ello solo enfureció a Zhou Zishu. El hombre siempre sereno sacó un látigo y lo persiguió mientras corría por la mayoría de la capital.

La niñita Jiang Xue era una ignorante que no conocía el miedo y se quedó mirando tontamente a Helian Yi. Después de mirarse cara a cara con el príncipe heredero durante un largo rato, de repente extendió sus manitas rechonchas y sonrió con sus dientecitos de leche, exclamando un crujiente "¡Abrazo!".