Capítulo 52: Algo de la nada

El ayuno finalizó, el frío invierno revoloteó y se fue. La capital imperial que había estado en silencio durante tres meses una vez más celebraba la prosperidad con cantares y danzas en cálidos velos de loto, con luz sobre el río Wangyue. Una noche de lluvia primaveral se llevó la sensación gélida, el olor de las flores de albaricoque era denso y fuerte; la ropa humedecida no estaba mojada, la niebla verde y brumosa cubría las ramas de los sauces y los capullos florecían por doquier.

Los viajeros iban y venían en las raíces de la ciudad, incapaces de evitar vaciar sus mentes. Rehusándose a pensar en nada, solo querían dejarse llevar por la brisa cálida y los finos sauces a modo de vagancia, escuchando el nítido canto de una mujer de ubicación desconocida y emborrachándose sin alcohol.

Toda la capital se situaba en un ambiente muy tranquilo. Tras los meses de ayuno, Helian Pei pareció haber suspirado de alivio. Su adicción al "monarca iluminado" pasó y se negó a incorporarse en medio del dilúculo para asistir a la corte. Naturalmente, el segundo Helian no tenía fuerzas para armar un escándalo. Helian Zhao y el príncipe heredero parecían estar volviéndose competitivamente más discretos. Ninguna de las partes involucradas estaba dispuesta a decir una palabra más y seguían el ocio de su viejo durante todo el día.

Como la calma antes del azote de la tormenta, esperaban el sonido uniforme del trueno.

Y ese trueno resonó cuando las fragancias de las flores del mundo humano se extinguieron en abril.

No se sabía el paradero de la persona ni qué enojo le aquejaba, pero escribió una balada llamada "Los siete sustos y las ocho confusiones". Se esparció por mercados y calles, con una producción y envío de copias incesante. No fue hasta que dicha balada llegó a las dos Hu que los funcionarios locales la descubrieron. Bajo el seudónimo de "Comensal de la Tempestad", describía el aspecto facial del monarca, los generales y los funcionarios áulicos uno por uno. Los detalles hacían parecer como si hubiera un par de ojos ocultos e invisibles en la sala del trono que observaban cómo todos saltaban del techo y se hacían los muertos.

Nadie sabía de dónde había salido este juguete, pero parecía que toda nación se había enterado de él de la noche a la mañana.

Helian Pei acababa de recibir un golpe en la mejilla izquierda, y antes que su ira se hubiera calmado, otra gran bofetada cayó de la nada y le golpeó la mejilla derecha, lo que lo enfureció. Creyendo que esta balada reaccionaria involucraba muchas zonas y ciertamente muchos secuaces, albergó aprensión en su corazón. Nunca imaginó que habría una persona tan audaz dentro de la ciudadanía que se atreviera a reprenderlo tan descaradamente. Más tarde, no pudo evitar volver a enojarse de humillación y juró que definitivamente exterminaría de raíz a este partido rebelde.

En la corte, tres capas de mareas podrían llegar incluso sin viento, por no hablar de las de un evento ingente como este.

Liang Jiuxiao solía deambular por las calles y recogió una copia de quién sabe dónde. Sin atreverse a entregársela a su shixiong circunspecto para que le echara un vistazo, se la presentó cual tesoro al "príncipe abierto de mente" Jing Qi.

La penumbra se asentó en el rostro de Jing Qi y lo reprendió en el acto. —¿Sobre qué te atreves a preguntarme? ¿Quieres que el emperador asedie tu casa?

Liang Jiuxiao se avergonzó y se tocó la nariz. No estaba seguro de la razón, pero en presencia de este joven príncipe, inevitablemente sentía la sensación de no poder levantar la cabeza al enfrentarse a sus mayores. Siempre había pensado que era porque había intentado asesinarlo ignorantemente y, por lo tanto, albergaba embarazo y culpa. Se frotó la nariz. —Échele un vistazo, príncipe. También dice la verdad.

Jing Qi agarró un libro de pasada y se lo aplastó en la cabeza, actuando completamente como el reemplazo de Zhou Zishu en su educación. —Liang Jiuxiao... realmente eres el Idiota Gigante Liang. El emperador ya está en medio de un ataque de rabia. Toda la ciudad se encuentra alarmada en este momento e incluso anhelan fuertemente que nadie se atreva a hablar en voz alta, por temor a que las paredes tengan oídos, pero tú te atreviste a traerlo aquí. ¿No te agrada el hecho de que tu shixiong y yo tengamos una vida larga o qué? ¡Largo, largo, largo de aquí, no agites eso al frente de este príncipe! Si te veo, querré dártelas con un cucharón.

Los cocineros de la residencia Nan'ning eran bienquistos por su buena destreza, ya que originalmente habían trabajado en la cocina imperial. Desde que Liang Jiuxiao dejó de ayunar, siempre venía corriendo cada dos días para gorronear comida, por lo que estaba familiarizado con Jing Qi. A pesar de que lo admiraba muchísimo, no le tenía nada de miedo, así que protestó un poco:

—No que no había forasteros aquí...

Jing Qi lo ignoró y bajó la cabeza hacia la pequeña marta en sus brazos. —Mañana me irás a vigilar la puerta y no dejarás entrar al Idiota Gigante. Si entra, muérdelo. ¿Me escuchaste?

La marta inmediatamente le mostró las garras a Liang Jiuxiao, con el pelaje erizado.

Cuando el Idiota Gigante Liang vino por primera vez a la residencia, se dio cuenta de que esta cosita era bastante adorable, por lo que le acarició deshonrosamente el trasero, lo que lo convirtió en su enemigo a partir de entonces. Cuando la pequeña marta lo veía, era como si hubiera visto a un enemigo que había matado a su padre y lo perseguía sin descanso mientras insistía en rasguñarlo y morderlo. Inesperadamente, el antídoto que Jing Qi había almacenado se había acabado, así que Liang Jiuxiao no tuvo otra alternativa que ir específicamente a la residencia del joven chamán para buscar a Wuxi y pedir un poco más.

La solución de Wuxi al problema fue muy directa. Solo llamó a alguien para que le diera una botellita y le informó que era de uso único.

El rostro de Liang Jiuxiao se amargó. "Joven chamán, esto no es suficiente, ah. Me muerde cada vez que me ve..."

"Es la naturaleza de un animal, no puedo controlarla", le dijo apáticamente Wuxi. "En ese caso, simplemente no puedes ir a la residencia Nan'ning".

Por esa razón, ahora, al ver que la marta se volvía a levantar en su dirección a modo de demostración de fuerza, la mayoría del espíritu heroico del Idiota Gigante Liang desapareció inmediatamente. —P-príncipe, ¿puede usted sujetar a esa cosita? —tartamudeó—. El joven chamán dijo que no me daría nada de antídoto la próxima vez... ¡Aah!

Antes de terminar, vio que –fuera porque Jing Qi aflojó las manos adrede o no– la pequeña marta brincaba de sus brazos a la velocidad del rayo, precipitándose hacia él agresivamente. Liang Jiuxiao chilló, rechazó el combate cuerpo a cuerpo, arrojó el yelmo y huyó de la residencia sin mirar atrás.

Jing Qi tomó la copia de "Los siete sustos y las ocho confusiones” y la leyó detenidamente de principio a fin, riendo mientras leía. —Talento. Esta persona tiene talento.

Cuando terminó de leer y reír solo, volvió a poner el libro boca abajo y lo colocó cerca de una vela para quemarlo. Con solo un montón remanente de la ceniza, no llamó a nadie y lo limpió por su cuenta.

Tramó mentalmente que tendría que golpear a Zhou Zishu algún otro día para que cuidara adecuadamente a su shidi tonto. Jing Qi no lo entendía. Un solo maestro les enseñó a los dos, entonces, ¿cómo Zhou Zishu, una persona tan astuta, podría tener un shidi como este al que le faltaban algunos tornillos?

Las cosas se descontrolaron cada vez más y la investigación de la gente común se encauzó gradualmente al interior de la corte. Jing Qi había previsto bien esto. El emperador había perdido cara dos veces y estaba buscando seriamente una oportunidad para retractar esta situación. La atmósfera era insoportablemente opresiva y aquellos con un sentido del olfato agudo comenzaron a quemar en secreto las baladas y los escritos en sus propios hogares.

No hace falta decir que esto iba a ser literatura prohibida.

En palabras aún más simples, esto tenía una tendencia a una inquisición literaria...

El autor de esa balada ya no era importante, el autor era el autor. Una broma hecha en un cantar podría convertirse en evidencia de la conspiración del miembro de un partido. Al final del día, el viejo emperador seguía siendo el emperador y se diferenciaba de los hijos imperiales que se dedicaban a la intriga a pequeña escala. Aunque no podía hacer nada más, en cuanto a asuntos como este, una vez que movía la mano, era un golpe maestro devastador... Ninguno de los caballeros que se presentaron en contra del segundo duque con Jiang Zheng duró, ya que se habían "ocupado" de cada uno.

Jamás había existido tal cosa como que la ley no enjuiciaba a una multitud. No había escasez de personas que quisieran servir como funcionarios y nadie es igual.

Aparte de Jiang Zheng, claro está.

Helian Pei engañaba a los demás con una cantidad inusual de sus propias mentiras y se autoconsideraba brillante mientras ocultaba su fuerza, como si nadie más pudiera darse cuenta de que de ese modo estaba puliendo su represalia. De principio a fin, parecía estar apuntando a Jiang Zheng, pero de principio a fin tampoco lo tocaba, lo que solo hacía que el caballero anduviera ansioso todo el día hasta el punto de que el susto terminó enfermándolo gravemente.

Y, cuando llovía, llovía a cántaros. En el segundo día del reposo de Jiang Zheng, un "ladrón" entró en el patio trasero de la familia Jiang. Lo extraño fue que el ladrón no robó nada, sino que torció firmemente el cuello de varios perros que abrieron la puerta y mató a una joven sirvienta que se había levantado en medio de la noche. Inesperadamente, otra sirvienta lo vio y chilló sin cesar, lo que alertó a la familia Jiang, tras lo cual el ladrón huyó como las ratas.

Los ladrones generalmente robaban, no provocaban un pleito de vidas humanas, e incluso drogaban a los perros para noquearlos y terminar con todo. Eso no fue un ladrón, fue un asesino.

No se sabía quién fue tan audaz como para intentar asesinar a un funcionario de la dinastía justo debajo de los pies del Hijo del Cielo. Este incidente sorprendió incluso a Helian Pei. Le ordenó inmediatamente a la gente que investigara y convocó a docenas de tropas imperiales para proteger la residencia de Jiang Zheng. También le ordenó a Helian Yi que visitara la residencia Jiang en su nombre. A pesar de que el príncipe heredero hizo que Lu Shen implicara a Jiang Zheng, ahora mostraba una desestimación extraordinaria por el odio pasado y unía fuerzas contra un enemigo común, por lo que llamó a Zhou Zishu y le ordenó que movilizara algo de resistencia para proteger en secreto la residencia de los Jiang.

A quién había ofendido Jiang Zheng y a quién le gustaba hacer uso de estos medios heterodoxos, eso de por sí era evidente. En este punto, la capa de niebla densa y oscura envolvía aún más la capital.

Wuxi ignoraba todo salvo el asunto de expresarle a Jing Qi que no se iba a dar por vencido, por lo que se concentró en ganar su "dinero de esposa". Zhou Zishu también tenía un beneficio en ello y sabía que tenía una buena relación con el príncipe Jing, así que, siendo bastante considerado con él, trabajaba bajo el nombre de "Curandero del Valle" en el mundo exterior. Lentamente, a través de Zhou Zishu, algunos guerreros de Nanjiang que habían estado desocupados en la residencia abandonaban subrepticiamente la capital para partir hacia otra parte.

Zhou Zishu no le ocultaba sus movimientos a Jing Qi, naturalmente. Este último sabía que el niño estaba creciendo y su mente también. Había pasado tantos años en la Gran Qing, asistir a la corte era imposible, por lo que querer dejar su influencia en jianghu también era comprensible... Por supuesto, pretendió nunca haber escuchado patrañas como "temo que sufras por venir conmigo después", por lo que simplemente hizo la vista gorda.

Con la orden de Zhou Zishu de defender la residencia de los Jiang a hurtadillas, Liang Jiuxiao finalmente había encontrado algo que hacer. Consideró esta misión como un incomparable honor: había oído hablar del señor Jiang antes y era un buen funcionario, por lo que se trataba de la protección de un súbdito leal. Así, deambulaba diligentemente por las inmediaciones de la residencia, por fin carente de tiempo para crear problemas en todos los sentidos.

Esto hizo que su shixiong Zhou Zishu, que estaba constantemente preocupado por él, y Jing Qi, a quien tanto irritaba que sus oídos no recibían ni paz ni tranquilidad, suspiraran de alivio.

Contrario a las expectativas, hubo un día en que el Idiota Gigante Liang volvió a tener tiempo libre, luego recordó la reserva privada de buen vino de Jing Qi en la residencia Nan'ning, luego le vino un antojo y se fue corriendo hacia allá. Tras seguir alegremente a Ping'an hacia el jardín, el destello de una sombra apareció de repente ante sus ojos y de inmediato sintió una premonición difusa. Al sentir que su alegría estaba a punto de convertirse en congoja, de repente saltó hacia atrás. A pesar de su movimiento que podría juzgarse como veloz y ágil, aun así, le quedó una marca en el dorso de la mano... La marta lo había arañado.

Inhaló frío. Selló apresuradamente un par de puntos de acupuntura importantes en su brazo, y con una cara amargada, le habló a la pequeña marta, que estaba agazapada en el umbral y se lamía las patas con inmenso orgullo:

—Ancestros, ¿que les ruegue piedad sigue sin ser suficiente? Ah, ¿cuánto odio hay entre nosotros para que se aferren a él hasta ahora?

Ping'an, quien lo había hecho pasar, fue rápidamente a informar a Jing Qi. Este sintió penumbra tan pronto como lo escuchó. —Qué hace aquí otra vez... —refunfuñó mientras se sujetaba la frente.

Por lo tanto, fue a buscar el antídoto. No lo encontró y recordó entonces que hacía mucho tiempo que ya había dejado que el Idiota Gigante Liang se lo comiera todo como si de caramelo se tratara.

Sin más remedio, le dijo a Liang Jiuxiao mientras su mano colgaba miserablemente a su costado:

—Anda a pedírselo al joven chamán.

Los labios de Liang Jiuxiao se crisparon. —Príncipe, el joven chamán dijo la última vez que no me volvería a dar.

—Mn, entonces solo ten paciencia. El veneno en las garras de la marta no es tan potente como el de sus dientes, por lo que probablemente puedas sobrevivir un par de días antes de morir —dijo Jing Qi, con una voz tan fría como el viento.

—¡Príncipe, ah, por el bien de este humilde que está a su servicio, no debe usted cruzarse de brazos y verme morir! —aulló Liang Jiuxiao.

Jing Qi le puso los ojos en blanco. —Debería haber hecho que te mordiera para que pudieras ir a reencarnarte lo antes posible y ahorrarme el hecho de tener que hacer viajes por ti.

Dicho eso, tomó a la pequeña marta por el pescuezo, se puso de pie y lo llevó a Wuxi.

Wuxi salió a recibirlo con gran júbilo. Tan pronto como vio el molesto juguete que lo seguía, supo la razón de su visita y su rostro se oscureció de inmediato. —¿Qué hace aquí otra vez? —dijo con fastidio.

Jing Qi pensó en su corazón que las mascotas realmente se parecían a sus dueños. Wuxi y la marta que había criado miraban a Liang Jiuxiao con expresiones prácticamente idénticas.

Al ver que Liang Jiuxiao lo miraba con lástima, Wuxi gruñó y le arrojó una botellita de su manga. —Antídoto. Tómalo y vete —dijo indiferentemente.

Sin siquiera dirigirle una mirada, apartó la cabeza y sus ojos se volvieron inmediatamente amables con Jing Qi, hablando mientras lo conducía al interior. —Siempre voy yo a tu residencia. No has venido en mucho tiempo, ¿puedes cenar aquí esta noche?

Antes de que Jing Qi pudiera responder, continuó diciendo:

—La temporada de crecimiento y muerte de las plantas es cuando debes tomar tónicos, prestar atención a tu dieta y nutrir el hígado y la sangre. Hice comida medicinal. Sé que no te gustan las cosas con mucho sabor, así que la preparé especialmente insípida. Ven a probarla.

Dado que sabía que el joven chamán tampoco quería verlo, Liang Jiuxiao tomó muy diplomáticamente el antídoto y se fue corriendo a la residencia Nan'ning para gorronear alcohol. Todavía tenía esta pizca de mini astucia. Sabía que el príncipe era cruel, pero el mayordomo principal Ping'an ciertamente sentiría las disculpas. Se preparó por un buen rato para que su persona no fuera irritante allá.

Jing Qi no tuvo más remedio que dejarse arrastrar por Wuxi. ¿Quién diría que, por esta comida, realmente sufriría un accidente?