Capítulo 51: Héroes de todos los colores

Jing Qi primero se incomodó un poco al ver su mirada fija completamente desenmascarada. Poco después, recordó que estos días habían transcurrido dentro de una miseria funesta con conspiraciones por doquier, comida magra, sin alcohol ni cantares y por un momento sintió que todas las grietas en sus huesos le dolían.

Así que se levantó, se estiró la espalda y le dijo a Wuxi:

—Ven conmigo a practicar en el patio y aflojar los músculos.

Wuxi seguía tramando mentalmente cómo llevar al otro de regreso a Nanjiang y no reaccionó por un momento al escuchar esto. Distraído, inconscientemente habló con franqueza:

—No pelearé contigo. Tus artes marciales no son buenas, temo lastimarte.

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, supo que había tenido un lapsus linguae, aunque fuera la verdad. Como era de esperarse, Jing Qi se detuvo rígidamente en medio del estiramiento. Sus ojos lo fulminaron con malevolencia y de repente le sonrió de una manera bastante lúgubre, levantándolo por el escote y arrastrándolo fuera del estudio. —Si soy bueno o no, eso lo sabrás después de soportar un par de puñetazos, mocoso.

Wuxi no se atrevió a resistirse a su arrastre, al mismo tiempo preguntándole sin saber si reír o llorar:

—¿Qué tal si hago que Nuahar venga a intercambiar golpes contigo?

Nuahar siempre le había servido como un mayordomo. Era comparativamente mejor en hablar y leer las expresiones de la gente y, a pesar de verse alto y poderoso, tenía habilidades comparativamente más débiles. Se decía que cuando ya había llegado a la adultez, aun así, sufrió la gloriosa experiencia de ser derribado por su hermanito de nueve años. Jing Qi lo fulminó con la mirada. —Si no te hago saber lo que es el poder hoy, ni siquiera sabrás cuántos ojos tiene el príncipe Ma[1].

También podría haber dicho que lo había legado de un maestro famoso, pero ese "maestro famoso" era el generalísimo Feng. Al recordar el festival pasado entre él y Nanjiang, no sería apropiado mencionarlo frente a Wuxi.

En realidad, aunque había un dojo especial en la residencia para que el amo lo usara para practicar artes marciales, en el transcurso de varios años Jing Qi se había preocupado exclusivamente por divertirse cuando estaba desocupado. Asimismo, se había preocupado exclusivamente por los eventos cuando estaba ocupado, así que no se usaba mucho. Ping'an –inseguro de por qué su señor amo se estaba volviendo loco de nuevo– llamó apresuradamente a la gente para que lo limpiara, luego encendió la estufa, luego extendió una cobija en el piso por temor a que se cayera y contrariamente convirtió el dojo en un completo desastre que complementaba totalmente las palabras "mimado desde la niñez".

Wuxi nunca antes había presenciado a un practicante de artes marciales como este. Al sentirse tanto buen humorado como enfadado, no pudo evitar soltar un "pfft" de la risa.

La expresión de Jing Qi se puso rígida y tosió secamente, reprendiéndolos mientras apretaba la cara. —¿Por qué están haciendo esto? Es solo práctica física. Ir al patio para un par de movimientos de relajación muscular está bien.

Ping'an palideció de miedo y lo fastidió. —¿Qué cosas dice, príncipe? En un día tan frío, ni siquiera crece hierba en el suelo. Si se cae o se golpea con algo y se lastima los huesos, ¿cómo sería de bueno eso? El viento del noroeste sopla así... Si suda usted y deja que el viento helado le sople, volverá a resfriarse...

—Ping'an, arrójame algo a la basura —interrumpió impávidamente.

—Ah, ¿qué es lo que encuentra desagradable a la vista, amo?

—Tú —respondió sin vacilación alguna.

Ping'an convino. —Muy bien, eso ahora se arrojará a la... —Se dio cuenta en medio de su discurso de que algo andaba mal. Arrugó la boca y entornó los ojos para mirar a Jing Qi con agravio—. ¿Por qué dice eso? Pero... este sirviente no tiene la intención de fastidiarlo, pero usted no sabe cómo apreciarse...

Con la mirada fulminante de Jing Qi, Ping'an finalmente detuvo su boca y se fue, con el rabo entre las piernas.

Quién diría que no pasaría ni un instante después de su partida, antes de que Ji Xiang saliera corriendo del estudio con una capa. —Amo, ¿por qué está parado afuera con el joven chamán en este día tan frío? Rápido, póngase una...

La pizca de espíritu heroico dentro de Jing Qi por querer intercambiar técnicas ad libitum pronto se drenó casi por completo.

Entonces, Wuxi lo entendió. Cuando los demás practicaban artes marciales, prestaban especial atención a "practicar en cualquier clima, incluso en los días más fríos del invierno y los días más calurosos del verano". Sin importar cuán inclemente fuera, lo harían, lo que les permitía fortalecer el físico usando la mitad del esfuerzo para obtener el doble de resultados. Este... presumiblemente solo movía los brazos y las piernas en el dojo donde ochenta personas lo atendían y solo cuando la primavera era cálida, las flores se abrían y el viento otoñal casualmente soplaba. Ese realmente era el cascarón de un príncipe de la Gran Qing.

Recordó que, en privado, el hombre varonil de lengua suelta que era Nuahar le había dicho de una manera tentativamente falsa: "El príncipe es una buena persona. Es educado, amable y se ve bien, pero definitivamente... no será fácil de mantener".

Wuxi estaba bastante de acuerdo, pensando que este tipo definitivamente sería difícil de mantener. Si quería convencerlo de que fuera a Nanjiang, probablemente tendría que acumular algo de capital para permitirle vivir una vida de lujo y extravagancia.

Entonces, comenzó a reflexionar en lo que discutieron con Zhou Zishu hace un tiempo atrás, después de que lo contactara: Zhou Zishu tenía un medio para vender esas medicinas y drogas de Nanjiang que hacía y tenía las conexiones que le dejarían un poco de influencia en las tierras salvajes del jianghu de la Gran Qing. En el caso de que la Gran Qing y Nanjiang se volvieran enemigas en el futuro, sería bueno tener correspondencia.

Por tanto, sintió que debería regresar a casa para planificar y preparar adecuadamente. —Beiyuan, de repente recordé que todavía tengo algo en mi residencia. ¿Puedo venir a jugar contigo mañana?

Al escuchar ese tono de voz que encarnaba la persuasión de un niño, Jing Qi espetó con descontento:

—¿Qué te tiene tan ocupado?

—Estoy viendo cómo comprar algunas propiedades para que después no sufras al venir conmigo —respondió Wuxi sin expresión alguna.

Escucharlo decir algo así tomó por sorpresa a Jing Qi. Con un aliento atragantado en su pecho que casi no pudo salir, su cara se puso verde y apuntó a Wuxi con el dedo mientras decía "tú" durante un largo rato. No pudo pronunciar una palabra, a decir verdad, así que resopló fríamente, se sacudió las mangas con enojo y se fue a zancadas. Después de un momento, se escuchó el sonido de un portazo desde dentro.

Ping'an escuchó eso y no pudo evitar asomar la cabeza para dar un vistazo. Mientras se palmeaba el pecho con cautela, le preguntó a Wuxi:

—¿Ese portazo fue nuestro señor?

Wuxi lo miró con mucha inocencia y asintió.

—Está bien, no se rebaje a su nivel, joven chamán —susurró Ping'an—. ¿No que esto es un ayuno? No se permite beber alcohol ni divertirse. Sabe usted también cómo nuestro señor vive holgazaneando, participando en peleas de perros y cabalgatas todos los días. Aunque él mismo mencionó el ayuno, ni siquiera tiene un lugar en el que pueda desahogar su ira al respecto. Esto es asfixiante para él y estará bien una vez que pase el episodio de ayuno.

—Parece que dije algo mal hoy. Lo hice enojar.

Ping'an agitó las manos. —¿Qué enojo? Solo está descontento por dentro y hace el acto de aprovechar la oportunidad para irse enfadado, sin realmente tomárselo a pecho. Definitivamente lo olvidará mañana... Este sirviente lo ha seguido desde la infancia, y durante estos pocos años, nunca hemos visto al señor conmovido hasta una verdadera ira más de un par de veces.

Wuxi lo entendió. Al pensar en su cabeza que la contraparte simplemente había actuado como un niño consentido, se despidió de Ping'an y se fue de buen humor.

Esa misma noche, el joven eunuco en el palacio que previamente había obtenido la gracia de Jing Qi le encomendó a alguien que enviara información al exterior, indicando que el emperador había ido secretamente a visitar a Su Segunda Alteza. Luego de expulsar a los sirvientes, nadie supo de lo que habían terminado hablando el par de padre-hijo.

Aun así, no escucharlo no significaba que no se pudiera adivinar. La acción de Helian Pei era más o menos entendida por aquellos que lo conocían bien –como Helian Yi y Jing Qi– y no mostraron ningún tipo de sorpresa al escuchar la noticia.

El Tribunal del Clan Imperial comenzó el juicio por el caso al día siguiente. Si bien los hechos realmente no podían ser más obvios, el montón de personas en dicha corte eran todos viejos zorros y alargaron esto día tras día. Obviamente, estas cosas podrían haberse aclarado en el lapso de un segundo, pero en su lugar insistieron en posar y perder el tiempo durante unos meses.

También estaban esperando para ver en qué dirección soplaba el viento.

En unos días, Lu Shen envió el memorial a la corte. El censor en jefe Jiang Zheng fue acusado de improperio, aunque los cargos mencionados fueron bastante insignificantes. No se hizo mención a lo frecuentemente discutido de "formación de una camarilla por intereses personales" o "difamación de los parientes imperiales" y simplemente se le implicó en el crimen de "no cumplir con su deber y tener una sinecura".

Los corazones de todos los caballeros estaban al límite. A pesar de conjeturar que la repentina ruina de Su Segunda Alteza tenía que ver con el príncipe heredero, también pensaban que el hecho de que este último descollara en este punto crítico era para demostrar su comprensible postura de que él, su padre y sus hermanos estaban en el mismo frente de batalla y observaron mientras Lu Shen regañaba vehemente a Jiang Zheng: "En su puesto, no organiza su gobierno, no supervisa ni dirige a los funcionarios, no apoya la política principal, siempre busca formas de lisonjear y ganarse el favor de los que están por arriba de él y no está remotamente interesado en los que están por debajo..."

Ahora, creían que al señor Jiang estaba a punto de acabársele la suerte.

Sucedió que el emperador no pudo encontrar la oportunidad de denigrarlo, por lo que el señor Lu lo despidió en la puerta con prudencia y tacto.

Sin embargo, inesperadamente, Helian Pei escuchó el discurso de Lu Shen en totalidad y lo pensó durante un breve momento. En vez de dar una respuesta drástica y demagoga, vaciló un segundo y les restó importancia a las cosas: "El súbdito Lu ha hablado en demasía".

Por lo tanto, expuso el asunto sin ponerlo sobre la mesa.

Absolutamente todas las personas quedaron estupefactas, con los ojos abiertos como platos y nerviosos por dentro. No sabían lo que significaba que el emperador de repente se transformara en una especie de "gobernante sabio", mientras que algunos ya lo habían descifrado en sus corazones. Independientemente de si el Sagrado tenía la genuina intención de enderezar a Su Segunda Alteza o no, aunque al principio el partido del segundo duque se alarmó bastante por un momento, algunos aficionados ya habían relajado sus corazones y comenzado a conspirar para buscar ayuda de todas las conexiones.

Incluso He Yunxing –que había estado ansioso y aterrado de dañar al señor Jiang al principio– chasqueó la lengua de asombro. Pensó que el príncipe heredero tenía talento y este discurso había sido ciertamente bueno. Al hacer que Lu Shen escribiera un memorial como ese, el emperador realmente no tendría el medio y ahora tampoco podría denigrar al señor Jiang. Ello también permitió vagamente a los súbditos de la corte vislumbrar cierta mentalidad, y dado que todos estaban acostumbrados a adaptarse a las situaciones, nadie se atrevería a enviar imprudentemente un memorial en el futuro. Si llegara un momento en que el emperador en realidad quisiera denigrar, probablemente no tendría justificación para ello.

Debido a esto, He Yunxing se regocijó por dentro, simplemente pensando que el señor Jiang estaba a salvo esta vez.

En realidad, con el memorial que envió Lu Shen, independientemente de cuán enojado estuviera Helian Pei con Jiang Zheng por tomar la iniciativa en causar problemas, no podía usarlo como motivo para denigrarlo y la razón de eso era simple: Jiang Zheng fue alguien a quien ascendió personalmente y era el único funcionario que podría considerarse eficiente para el uso de este señor longevo heroicamente brillante y sabiamente marcial.

Lu Shen afirmó que Jiang Zheng "lisonjeaba y se ganaba el favor de los que estaban por encima de él" con audaz confianza, pero el emperador no estaba muy audazmente seguro al escucharlo. Jiang Zheng no era alguien que no entendiera la técnica. Ambos siempre habían sabido que este señor longevo era un inútil irremediable dueño de un rostro amargado. Por lo tanto, las palabras que usaba para aconsejar al emperador para que fuera diligente en la política nunca se habían dicho en público, sino que en frases murmuradas en privado. Eso era todo. Si le fastidiaba su arpa, Helian Pei simplemente cerraba la puerta y se negaba a verlo.

Podía castigar a Jiang Zheng por cualquier tipo de acusación infundada, pero las únicas excepciones eran estas de "sinecura" y "lisonja". De lo contrario, sería él quien no conoció a alguien lo suficientemente bien y designó a un vil lisonjero artero.

Helian Pei tenía toda una vida de la mejor cara. En aquel entonces, les encomendó a cientos de miles de tropas atacar Nanjiang por el bien de la cara. También odiaba a Jiang Zheng por la cara. Esta vez, a regañadientes volvía a tragarse el aliento, sin lidiar con Jiang Zheng... por la cara.

Miró a Lu Shen, que estaba desconcertado y asombrado mientras se arrodillaba en el gran salón. A sabiendas de que el que respaldaba al zhuangyuan Lu era el príncipe heredero, vislumbró entonces la expresión de Helian Yi repleta de honrada indignación ante la injusticia. Por fin sintió un atisbo de consuelo en su mente al pensar que su hijito todavía le daba importancia a la sensibilidad. Generalmente observaba con apatía, pero en un punto clave, supo proteger a su padre y hermanos.

Poco después, recordó el día anterior. Había escuchado a Helian Qi llorar amargamente mientras decía que había un "villano" que lo había lastimado –insinuando al príncipe heredero con cada oración– y en Helian Pei surgieron pensamientos ulteriores. Sintió que, aunque su segundo hijo era lamentable, también era un poco desalmado. Al verse lastimado, no recurrió a los forasteros pendencieros, sino que primero pensó que su propio hermano consanguíneo lo había lastimado.

Algo descontento, sintió que debería confinarlo por un tiempo más. Permitirle que ejercite la moderación y reciba una pequeña lección sería bueno.

El caso se arrastró más, se arrastró y se arrastró hasta que el ayuno estuvo a punto de acabar. Durante este período de tiempo, grupos de personas de todos los colores se esforzaron ansiosamente por activarse, intentando deducir la alusión del viejo emperador. Al mismo tiempo, se esforzaron por limpiarse de su relación con Helian Qi y cambiaron a las personas que le desagradaban a su propio bando.

Pese a que la investigación sobre Helian Qi originalmente no había tenido mucha actividad, Zhao Zhenshu y el resto sirvieron como chivos expiatorios. Sacar un rábano arrastraba una hilera de tierra junto con él. Con todo tipo de revelaciones, reportes de ofensa, traspaso de culpa y cosas de "cuando termines de cantar, yo subiré al escenario", nadie sabía dónde estaban sus propios bodhisattvas de arcilla en el río[2]. Cuando todos vigilaban a todos, no se tenía consideración por la sensibilidad.

La actitud de Helian Pei había sido continuamente misteriosa, sin decir una palabra mientras les permitía armar alboroto.

Cuanto mayor fuera la perturbación por esto, más gente se distraería.

El que inició el problema, Zhang Jin, naturalmente no tendría un buen declive y estaba muy consciente de su propio final. La misma noche que lo encarcelaron, sacó el veneno que había escondido de antemano y se lo comió. Con una pernada, la muerte acabó con todos sus problemas y se fue sin sufrimiento físico.

Alimañas de todos los tamaños en la primera línea del noroeste fueron totalmente despedidas en el lapso de diez y tantos días muy efímeros. Cuántas había y cuán grande era su alcance hizo que la gente se quedara boquiabierta de asombro. Algunos ciudadanos entre la gente bromeaban diciendo que, en la zona del noroeste, si talaran a los funcionarios a intervalos, entonces uno podría morir injustamente, pero si los talaran uno por uno por separado, entonces bastantes se escaparían ilesos de castigo.

Esta gente había carcomido el hermoso paisaje de la Gran Qing hasta convertirlo en un marco vacío.

La caverna gastadora de oro que era el Depósito del Interior del emperador se volvió a abastecer una vez más, el príncipe heredero recibió elogios verbales, innumerables funcionarios corruptos fueron despedidos y el partido del segundo duque se desmoronó. En cuanto al propio Helian Qi, después de estar confinado en el Tribunal del Clan Imperial por un rato, el asunto al final concluyó sin una conclusión, lo que provocó que los viejos zorros anduvieran con rodeos. Fue castigado con un año de salario solo bajo el cargo de "promiscuidad durante un ayuno" y Helian Pei le ordenó arresto domiciliario para reflexionar sobre sus acciones.

Aunque Su Segunda Alteza sufrió pérdidas desastrosas, esto podría verse como quedar más asustado que herido.

Por consiguiente, la hora de saldar cuentas en el momento oportuno llegó.

[1] 马王爷, el príncipe Ma, "el funcionario celestial" es un dios de tres ojos.[2] Los bodhisattvas son seres iluminados que renunciaron al cielo para salvar a la gente común. Con fines de protección, ponen la cara en un lado de los ríos, pero no pueden cruzar porque al ser de arcilla, el agua los disuelve.