Capítulo 5: Una sierpe cortés pero insincera

No estaba claro si era porque estaba acostumbrado a ser la voluta de un alma errante o porque estaba en medio del período de crecimiento de un niño, pero a Jing Qi le gustaba mucho dormir y llevaba varios meses seguidos sintiéndose bastante letárgico.

Ping'an pensaba que este señor suyo simplemente estaba exhausto en primavera, cansado en otoño, dormido en verano e hibernando durante los tres meses del invierno, viviendo sus días de la misma manera que un cerdo.

Durante la licencia por enfermedad del emperador, Jing Qi básicamente nunca salió por la puerta principal, aparte de la visita de rutina periódica para mostrar sus respetos, siendo un poco más ''morigerado'' que las señoritas de otras familias.

En su última vida como humano, había estado abstraído con Helian Yi. Lo que partió de la consideración después se convirtió en la costumbre de pensar todo en su nombre: primero fue la preocupación tras preocupación del príncipe heredero, y después, la felicidad tras felicidad del príncipe heredero. Trabajando su mente, gastando su fuerza, doblando la espalda y agotando su energía, prácticamente no tuvo la oportunidad de tener la motivación para ser filial con su propio padre, pues toda se usó únicamente en el príncipe heredero Helian Yi.

Al llegar a esta vida, aquel que le obsesionaba había desaparecido repentinamente de su corazón, dejándolo vacío, pero mucho más relajado.

En cualquier caso, Jing Qi estaba libre de preocupaciones. Todavía era joven en estos momentos, y aunque la Gran Qing podía describirse como de raíces podridas, al final tenía un caparazón brillante y próspero en el exterior. No mostraría vestigios de ruina durante un tiempo, y cuando las verdaderas luchas internas y externas comenzaran a mostrar signos de desarrollo, el partido del príncipe heredero ya estaría casi maduro, e inclusive si el cielo se derrumbara, aun así podrían sostenerlo en lo alto.

De repente, comprendió por qué el emperador no había sesionado reuniones matutinas durante veinte años. Las dos palabras de "puro regocijo" no podían ser más aptas para su vida. Todos los días, se despertaba cuando el sol estaba en lo alto del cielo, se levantaba, comía descuidadamente algunos bocados de cosas, practicaba caligrafía, componía algunos poemas poco convencionales cuando la inspiración llegaba, organizaba sus registros de juegos, hojeaba libros triviales (desde registros geográficos de paisajes hasta cuentos populares y leyendas urbanas, ningún lugar se quedaba sin leer), y después de mirar todo eso hasta que le dolieran los ojos, se acostaba sobre el diván y se dormía por un rato.

Según los cálculos de Ping'an, a pesar de que su príncipe "leía libros" durante períodos de tiempo muy prologados −lo que daba la impresión de que sabía ser diligente a una edad muy temprana− cada vez que venía a cambiarle el té, tenía los ojos cerrados. Usaba los párpados para "estudiar" al menos la mayor parte del tiempo.

Era verdaderamente el epítome de alguien que se improvisaba la vida en espera de la llegada de la muerte.

Al entrar en la residencia, incluso parecía que el tiempo se alargaba.

Cuanta más pereza tenía, más dormía. Cuanto más dormía, más perezoso se volvía.

Como resultado, cada vez que Helian Yi tenía tiempo libre para salir del palacio y venir a verlo, siempre sentía que algo andaba mal.

Cada vez que el lamentable, joven y mentalmente exhausto príncipe heredero llegaba a la residencia del príncipe Nan'ning y preguntaba casualmente "¿Dónde está tu amo?", la respuesta que recibía nunca variaba mucho: "Ya se fue a dormir", "Aún no se levanta", "Está descansando un poco en el estudio", "Se está recuperando en el trasero patio".

La ubicación variaba en congruencia con la hora de su visita, pero la actividad era una única constante: dormir.

Conforme pasó el tiempo, Helian Yi llegó a creer que el otro había desarrollado algún tipo de enfermedad, por lo que trajo especialmente a un doctor imperial para que lo revisara. Mientras le examinaban el pulso, Su Alteza el Príncipe Heredero hacía guardia a un lado con extremo nerviosismo, preguntando "¿Cómo está?" con frecuencia.

—Es...

El doctor hizo una pausa.

En realidad, tan pronto como atravesó la puerta, no hubo necesidad de revisarle el pulso, pues solo por su tez pudo saber que este príncipe Nan'ning estaba comiendo y durmiendo bien y no le pasaba ni una maldita cosa. Sin embargo, nunca podía decirlo así porque lo haría parecer bastante común y corriente. Por tanto, el doctor Hu montó un espectáculo de acariciarse un poco el mentón, alargando su tono mientras hablaba tranquilamente. —Como se dice en el Canon interno del emperador, toda enfermedad nace del qi. La ira eleva el qi, la alegría ralentiza el qi, la tristeza elimina el qi, el miedo reduce el qi, el frío retiene el qi, el calor filtra el qi, el pánico desordena el qi, el esfuerzo gasta el qi, la ansiedad atasca el qi. No existe una de las siete emociones y los seis deseos que no produzca qi y producir qi desarmoniza los órganos internos...

Continuó citando clásicos antiguos sin parar. Aunque Helian Yi no entendía lo que decía, entendió que el nivel de exageración en la "enfermedad" de Jing Qi era bastante alto, por lo que le echó un vistazo, con una expresión precaria.

Después de llamar educadamente a alguien para que se llevara al viejo doctor, Helian Yi se dio la vuelta para interrogarlo significativamente. —¿La enfermedad no es leve?

—Su Alteza puede no estar al tanto de esto, pero a pesar de que la enfermedad de este súbdito no es perniciosa para la vida, aun así es incurable —respondió Jing Qi con una seriedad mortal—. El doctor imperial divagó sobre cualquier cosa porque esto sobrepasa su habilidad.

Helian Yi arqueó las cejas mientras lo miraba. —¿Qué enfermedad es?

—En la dinastía anterior, hubo una vez un libro llamado “Pregúntale a la piedra” y la leyenda dice que un doctor divino de apellido Du se pasó la vida escribiendo su extraordinario campo de estudio. El noveno capítulo se especializaba en registrar diversas enfermedades intratables y se escribió un tipo de enfermedad conocida como narcolepsia. Rara vez se ve y solo unos pocos casos aparecen en un siglo. El doctor Hu es joven, por lo que su ignorancia al respecto es más bien normal.

Mientras sonreía superficialmente, Helian Yi escuchó a este niño perorar mierda, viéndolo mover la cabeza como un extraordinario timador y no interrumpió.

Jing Qi ni siquiera estaba haciendo un borrador de lo que estaba diciendo, hablaba con seguridad y compostura. —Los que sufren de narcolepsia al comienzo no son diferentes de una persona normal, solo un poco letárgicos con una avaricia al sueño. Poco después, se aturden y desaturden durante todo el día, y en el segundo en que cierran los ojos, duermen un día y una noche, ni siquiera los truenos los despiertan. Después del transcurso de algunos años más, pueden caer en un largo sueño, sin comer ni beber, durante mínimo tres o cuatro años y hasta...

—¿Hasta cuántos, máximo? —Helian Yi agarró una taza de té, sentándose a un lado mientras lo escuchaba parlotear sobre cosas irrelevantes.

Jing Qi apartó la mirada con una sonrisa. —Escuché que el tiempo más largo que se podía dormir sin despertar era sesenta y tres años.

Helian Yi detectó que a este bonito joven, por una fracción de segundo, pareció revolotearle una especie de expresión indescriptible e incognoscible por el rostro, como burlona, con una pequeña alusión de sorna. Pero fue solo un atisbo fugaz y pasó tan rápido que le hizo pensar que sus ojos habían visto mal. Con un parpadeo, todo lo que quedaba era la cara insoportablemente traviesa de un pequeño mentiroso, la que hacía que la gente se sintiera sofocada de la ira sin importar cómo se le mirara. Debido a esto, apartó fríamente el pergamino que sostenía y extendió la mano para golpearlo en la cabeza.

—¿Narcolepsia? ¿Por qué yo lo veo como flojeritis?

El otro sonrió mientras se alejaba.

Desde su comienzo resistente e inadaptado, poco a poco se había acostumbrado a la descuidada intimidad física de este adolescente. Solo de vez en cuando le llegaba una especie de sentimiento similar al "hubo un momento en el que nada estuvo mal entre nosotros" y todo eso.

El fantasma Wuchang, fiel a su nombre, "impermanencia", hizo un trabajo muy impermanente. El que Jing Qi tenía al frente ahora planificaba asuntos políticos con tanta meticulosidad y en el futuro se pelearía cruel y despiadadamente con él. Pero a sus ojos en este momento, era simplemente un niño obstinado que apretaba los dientes y se negaba a dar las cosas por sentado, que se negaba a bajar la cabeza.

Al final, Helian Yi era unos años mayor que él y no pasó mucho tiempo antes de que lo atrapara y lo aprisionara en sus brazos, repartiéndole un episodio de tormento. Solo después de que toda la carita de Jing Qi se enrojeciera del pellizcar, lo soltó. —No has aprendido nada del padre emperador más que una locución: no ves más allá de tu propia nariz.

Un hijo no hablaba de los errores de su padre. Aparte del hecho de que su padre era errático, seguía siendo el emperador que podía decapitar a alguien con solo abrir la boca. Jing Qi se sobresaltó un poco por su paso en falso repentino e inesperado.

Helian Yi solía ser confiable y cauteloso antes, un gobernante que se negaba a dar un paso de más o decir una palabra innecesaria. Si una palabra no recorría la totalidad de su cuerpo y mente, definitivamente no estaría dispuesto a pronunciarla fácilmente.

Aun así, ahora mismo todavía era un joven de diez y tantos años, por lo que aún no había desarrollado por completo su sagacidad. Jing Qi no estaba en el palacio y no tenía ni una sola persona con la que pudiera hablar con sinceridad, de ser así no habría soltado la lengua de esa forma.

A sabiendas de que había dicho algo malo en el momento en que salió de su boca, Helian Yi pensó en lo afortunado que era que Beiyuan no fuera un extraño. Por lo tanto, suspiró y cambió el tema. —Veo que en realidad estás bastante feliz en la residencia Nan'ning.

Jing Qi guardó silencio durante mucho tiempo antes de hablar:

—Príncipe heredero, los compañeros de estudio de los hijos imperiales de esta dinastía son en su mayor parte las generaciones jóvenes de familias nobles y no hay precedentes de alguien que haya heredado un puesto. Mi padre príncipe murió demasiado pronto y ahora... he estado leyendo libros, así que según la costumbre, me debería solicitar un tutor en la residencia Nan’ning...

Haciendo una pausa en su implicación, le echó un vistazo a Helian Yi. La nobleza de la Gran Qing no discutía edad y la sucesión se legaba directamente de padres a hijos. Tan pronto como el padre fallecía, su título de nobleza se legaba al hijo mayor de su esposa principal, y no importaba si el niño tenía cinco o diez años, cuando se heredara el puesto, sería considerado un adulto.

Sin embargo, Jing Qi había crecido en el palacio desde su niñez. Si realmente hubiera querido seguir siendo el compañero de estudio del príncipe heredero, entonces habría una razón detrás de eso y no sería gran cosa... Tal como no lo había sido en la última vida.

Solo si el propio Jing Beiyuan estuviera remiso a serlo encontraría semejante excusa. Helian Yi lo entendió implícitamente y no pudo evitar sentir un escalofrío.

—Beiyuan...

Jing Qi reconocía que ya había vivido su juventud, su apogeo. Ya no tenía esa ambición y energía juveniles y no quería volver a trabajar ni conspirar con su partido. Aún más importante, por supuesto, era que no quería volver a involucrarse demasiado con este próximo gobernante. Pero aun así, no querer involucrarse era no querer involucrarse y no podía ofenderlo. Tras un cambio de idea, dijo:

—Príncipe heredero, ¿sabe usted quién vino aquí en la noche del Primer Siete de mi padre príncipe?

Helian Yi se quedó mirándolo con perplejidad.

—El generalísimo Feng Yuanji —murmuró Jing Qi. Sus dedos golpetearon suavemente el borde de la mesa y su mirada bajó.

Cuando Helian Yi volvió en sí, las expresiones de remordimiento y congoja atravesaron su rostro una tras otra y soltó una risa fría después de que mucho tiempo transcurriera. —Mi hermano mayor... es realmente especial. No tiene más habilidades que incriminar y evadir culpas y es legítimamente reconocido como el segundo lugar en dañar al país y su gente, solo porque nadie tiene el descaro de reclamar el primero.

De repente se puso de pie, juntándose las manos a la espalda mientras paseaba dentro de la sala. —Un dragón dormido no se despierta, un tigre se cae de su montaña, los perros feroces siembran caos. Yo habría... ¡Hmph!

Lo que habría hecho, eso no lo dijo. Toda la tristeza y la ira del joven yacieron dentro de esa única risa fría de dientes apretados, con el perfil tenso.

—No tienes poder ni influencia, así que solo puedes aceptar lo que el destino te depara —respondió Jing Qi—. Por eso, el otro día, de repente pensé que si no ingresaba al palacio y me quedaba en la residencia Nan'ning, entonces al menos tendrías un lugar al que llegar. En el futuro habrá aún más lugares fuera del palacio donde podrás entrar, charlar y tranquilizar tu corazón, algún día...

Cuando giró la cabeza, Helian Yi recordaría durante muchos años la apariencia de este niño que yacía sentado allí con las piernas colgando, con una apariencia algo taciturna vestido de larga túnica blanca mientras sus manos agarraban una taza de té, con rasgos que mostraban las curvas de una sonrisa junto a sus ojos vivaces. No hubo ni honoríficos innecesarios ni amaneramientos anticuados, solo una discreta compenetración mutua, con algo dicho como si esto se tratara de una charla ociosa: "Al menos tendrías un lugar al que llegar".

Un joven no conocía el sabor de la preocupación, un joven no tenía tanto recelo en el corazón. Un joven tampoco estaba al tanto de la sensación de estar en el poder y tener autoridad sobre la vida y la muerte de las personas, sobre sus ofrendas y competencias.

Era una verdadera lástima que la gloriosa primavera no perviviera para la juventud. Pero... esas eran palabras para después.

El primer momento genuino y significativo en que Jing Qi salió de casa para reunirse con alguien fue otros seis meses después de eso, ya que el emperador le decretó específicamente a la residencia que ingresara al palacio… Y eso fue porque el niño rehén de Nanjiang había llegado.

La intención del emperador era bastante simple, por supuesto. Había oído que el joven chamán del gran chamán era todavía un niño de unos doce años y había llegado a la capital desde la muy lejana Nanjiang, con el camino que era largo y dificultoso. Se podría razonar que no estaría acostumbrado al entorno y que el idioma sería una barrera como mínimo, por lo que era peculiarmente miserable. La Gran Qing siempre había gobernado con benevolencia y cuando se venía de tan lejos, aun así, debían sentirse como en su misma casa... Los dos asuntos de "gobierno benevolente" y atacar Nanjiang eran cosas totalmente distintas, claro está.

Sucedió que había visto crecer a Jing Beiyuan. Ese niño actuaba con descaro, holgazaneaba y se divertía y esto era de su agrado. Tenía la sensación de que era un buen chico raramente visto que podría cautivar a este camarada.

Por lo tanto, al primer albor, Jing Qi se envolvió en un mini atuendo áulico −que tenía tres capas adentro y tres capas afuera− para flotar al interior del palacio con los ojos medio abiertos, a punto de conocer a aquel destinado a estar enredado con él durante toda su vida.