Capítulo 47: Una ventisca de asuntos mundanos

Helian Qi se había sentido bastante descontento últimamente. Desde que el azote que era el príncipe Nan'ning Jing Beiyuan había regresado de las Guang, había estado descontento.

Sobre todo cuando se lo encontraba de vez en cuando en la corte. La forma en que Jing Qi lo miraba con una sonrisa falsa mientras lo saludaba respetuosamente le sofocaba el pecho de dolor.

No lo había pensado antes, pero al recordar la acotación del taoísta Li, parecía que todos los muchos incidentes que habían sucedido detrás de escena eran las acciones de este principito.

En el pasado solía pensar que el tipo era decente en términos de apariencia, lo que había excitado vagamente su corazón libertino. Pero cuando lo veía ahora, siempre sentía que había una enorme sombra detrás de ese risueño par de ojos de flor de melocotón. Incluso el hecho de que su mirada observadora se pegara en su cuerpo le provocaba una sensación de inquietud.

Habían plantado a Su Qingluan al lado del príncipe heredero, pero eso no había funcionado. Su querido hermanito al parecer había escondido a la mujer y sacarla a dar un paseo era demasiado difícil. Además, respecto a la compañía de Su Qingluan, el príncipe heredero solo parecía albergar una pequeña tendencia recreativa y no hacía nada más que decir palabras vacías, beber alcohol y escuchar canciones en un ambiente de affaire. Probablemente tampoco se hablaba de nada de importante en presencia de ella, una cantante.

Si se decía que el poder de Helian Zhao estaba en el sur y las Guang estaban controladas por su mano, entonces el poder de Helian Qi estaba precisamente en el noroeste. Zhao Zhenshu del campo de Beitun era alguien que vendría con una sola mirada, completamente diferente a la figura controversial que había sido Liao Zhendong. Cada año, jamás holgazaneaba con los obsequios a su superior, sobornaba por arriba y por abajo de manera apropiada y era imperturbable.

Durante todos estos años, si bien Jiang Zheng y esa manga de decrépitos habían estado observando constantemente el noroeste, Zhao Zhenshu era un verdadero talento: no podían sacarle ni un poco de información. Debido a esto, desde el año en que el mayor sacó de la nada ese nefario gato bailarín, Helian Qi puso en marcha su idea. El noroeste se consideraba una zona fronteriza y, naturalmente, su paisaje era bastante diferente al de la capital. Como dicha zona también tenía algunos animales exóticos, le ordenó a Zhao Zhenshu que contrabandeara muchos.

Se los confirió, los que llegaron a ganarse el favor de Helian Pei. En esos mismos intervalos, aprovechó la oportunidad para mirar a Jing Beiyuan.

El taoísta Li y Helian Qi habían discutido previamente que, antes de observarlo, el príncipe heredero no tenía nada impresionante y que su mayor enemigo era Helian Zhao. Pero había crecido en estos años y sus alas parecían estar extendiéndose cada vez más. Lu Shen era joven, pero había ingresado en el Municipio de Asuntos Militares Confidenciales, y en la asamblea de ese verano, He Yunxing, el hijo del marqués Jingjie, también había sido designado al Ministerio de Guerra por Helian Zhao.

Parecía que Helian Zhao se había unido al príncipe heredero, lo que provocaba una presión que sofocaba un poco a Helian Qi y lo hacía sentir siempre rodeado de enemigos. Su propio poder territorial estaba siendo mordisqueado poco a poco y engullido como una ballena. Aun así, el taoísta Li sostenía que a pesar de que esa gente parecía tener una gran influencia, no eran más que un pacto absurdo entre Shu y Wu. Sin embargo, mientras tanto, había una persona que debía ser eliminada y esa era el príncipe Nan'ning.

El príncipe podía incluso tener al primer duque en la palma de su mano. No hubo nada que hacer por un tiempo, ya que durante muchos años nadie le había descubierto una pizca de debilidad. La profundidad de lo bajo que mentía era explícitamente visible.

—Es una persona escurridiza y su habilidad para conspirar es preocupante, pero tampoco es que no tenga debilidades. Solo debe usted decir un par de palabras en presencia del emperador, Su Segunda Alteza —maquinó el taoísta Li.

—¿Qué palabras? —preguntó Helian Qi.

El taoísta Li le hizo señas para que inclinara la oreja, hablando con suavidad. —Solo basta con que usted le diga que "todos los hermanos hemos crecido. Incluso el pequeño Beiyuan, que en aquel entonces seguía al príncipe heredero mientras lo llamaba 'hermano' cada vez que abría la boca, puede asumir responsabilidades. Mitigó un desastre tan terrible en las Guang y en ninguno de los rangos civiles y militares hubo objeciones al respecto", etc. Inevitablemente sabrá lo que está sucediendo.

Como era de esperarse, Helian Pei realmente se distanció de Jing Beiyuan, con un corazón insondable que también dejó momentáneamente desconcertado a Helian Qi.

El taoísta Li, por suerte, tenía una percepción verdaderamente precisa de los designios del monarca: ese Jing Beiyuan era un comparsa que Helian Pei había apartado para el príncipe heredero Helian Yi. Este "empleado" se había vuelto demasiado inteligente y sagaz en su juventud, por lo que ahora surgía una vaga sensación de que el príncipe heredero ya no podría dominarlo, lo que inevitablemente dio lugar al escrúpulo en el corazón del emperador.

Es una lástima que su padre emperador –cuyo favor se había ganado devanándose los sesos– todavía siguiera conspirando devotamente por el bien de ese Helian Yi buscador de fama.

Inesperadamente, ese Jing Beiyuan era bastante intenso. En aras de apaciguar el corazón del emperador, se etiquetó deliberadamente como un "manga cortada". Ahora que lo había reconocido ante su presencia, nunca se desposaría ni engendraría hijos en el futuro, de lo contrario, estaría engañando al monarca. El taoísta Li no pudo evitar quedarse estupefacto durante mucho tiempo, negando con la cabeza y suspirando una vez terminado. —Este tipo es realmente...

Cuando una persona no podía tolerar más tolerar a alguien, entonces conspiraba en su contra de una manera en la que no se había atrevido antes. Sin embargo, Helian Qi no previó que Jing Qi cortaría su propio linaje, entonces, ¿qué más había por planear?

Así es, las personas desvergonzadas siempre pensaban que cada ser en la tierra era tan desvergonzado como ellas.

Para empeorar las cosas, el monte Tai había sido repentinamente asolado por un terremoto y un aluvión, lo que posicionó a toda la corte y la sociedad en una masa de caos. La ira del emperador se desvaneció cuando este evento crítico los sobrepaso y liberó al príncipe Nan'ning de su arresto domiciliario. Al día siguiente de que Jing Beiyuan llegara a la corte, el memorial de un censor imperial volvió a mencionar un viejo asunto, abordando el tema de la inestabilidad del noroeste e insinuando que el Mercado de Primavera en el campo de Beitun estaba sucio.

Antes de que Helian Qi tuviera tiempo para enfurecerse de vergüenza, el azote que era Jing Beiyuan volvió a lanzar malas ideas, diciendo bobadas como "la razón del derrumbe del monte oriental no está clara, Su Majestad debería guiar a todos los funcionarios al ayuno y la oración" y tal.

Con la consciencia culpable, Helian Pei accedió apresuradamente y anunció que habría un ayuno de tres meses. No se debía comer carne, no se podía tratar ninguna enfermedad, no se podía contraer matrimonio, no se podía tener en cuenta la ley penal y no se podía festejar.

La lisonja de Jing Qi era magnífica y sucedió que bromeó con Helian Pei sobre el hecho de estar más viejo, ya que en comparación con cuando el hombre era más joven, tendía más a venerar lo sobrenatural. El terremoto del monte Tai fue desconcertante y su corazón imperial estaba inquieto. No era como Helian Qi –que estaba obsesionado con las pastillas y las técnicas inmortales– pero su salud había empeorado cada vez más estos años y tanto la vejez como la muerte le asustaban. Si Jing Qi no hubiera dicho nada, Helian Pei habría dicho algo de ese alcance de todos modos, por lo que, con su declaración, el hombre simplemente sintió que, honestamente, no era fácil para un niño tener este nivel de sinceridad.

Su previo punto de resentimiento también desapareció ulteriormente. Al ver cómo Jing Qi había adelgazado notablemente durante este mes –ambas mejillas lucían un poco cóncavas– cierta compasión y afecto nació en su corazón y sintió que el niño era igual que Mingzhe en aquel entonces: un enamorado apasionado. Se decía que los sabios inevitablemente resultaban heridos y que los sentimientos profundos no duraban, cosas a las que Jing Lianyu ya les había establecido un precedente. Este niño tenía la misma inclinación, lo que le hizo sentir arrepentimiento y que su recelo anterior había sido un poco exagerado. Su comportamiento hacia él se volvió agradable.

Helian Qi miraba desde el costado. Al pensar en cómo esto y aquello estaba prohibido durante tres meses y que todos sus días los pasaría insípidos, su estado de ánimo empeoró aún más. Después del final de la corte, no regresó a su residencia, sino que se llevó directamente a un par de séquitos a un lugar extremadamente remoto en el noroeste de la capital. Entró en los callejones y, después de doblar un par de curvas, llegó a una pequeña residencia ordinaria, después de lo cual se deshizo de sus sirvientes y entró solo.

En poco tiempo, un muchacho extremadamente bonito salió de adentro para darle la bienvenida, lanzándose de cabeza a sus brazos y pegándosele coquetamente. —No ha venido a verme en algunos días, Su Alteza —dijo con una voz canora.

Helian Qi lo trajo a su abrazo, estirando la mano y metiéndola en las solapas del otro. La nieve caía del cielo, el viento frío venía en ráfagas; la mano helada que se extendía por la ropa del muchacho hizo que se sobresaltara del frío, para luego reírse entre dientes y encogerse en su abrazo. —Realmente no tiene compasión con lo delicado, Su Alteza.

Helian Qi soltó una risilla, frotándolo de arriba a abajo. Solo después de hacer que el muchacho jadeara suavemente una y otra vez, lo soltó, bastante orgulloso de sí mismo, y lo nalgueó suavemente. —Putita, soltándose así después de no ver hombres durante un par de días. ¿El que te entregué hace unos días ha sido entrenado adecuadamente para tu señor?

El apuesto muchacho exudó un indicio de puchero juguetón mientras lo fulminaba con la mirada. Su expresión y prestancia no eran diferentes a las de una mujer. —Usted nunca piensa en nosotros los mayores y solo tiene en mente a sus nuevos amantes. ¿Qué tiene de bueno ese mudito?

Estos niños atractivos que a Helian Qi le encantaba tener luchaban por su atención. Al escucharlo refunfuñar de descontento, no se enfadó. Agarró al joven y le pellizcó con fuerza el pecho. El muchacho soltó un suave alarido. El gemido que salió de su boca fue sofocado y todo lo que escuchó fue a Helian Qi riendo junto a su oreja. —No te enojes conmigo. Báñate por la noche y espérame en tu habitación. Te conviene.

Solo entonces el muchacho se liberó de sus brazos, liderando felizmente el camino al frente.

El clima se nubló aún más. El primer manto de nieve comenzó a caer.

Helian Qi no sabía que, en la bifurcación de una calle a dos carriles de él, había un carruaje deteriorado que había estado estacionado allí durante mucho tiempo. Alguien en el interior dio una orden y el cochero hizo restallar el látigo para manejarlo.

Había una pequeña estufa que creaba flamitas en su interior, pero aun así hacía frío. Jing Qi estiró las piernas, apoyándose lánguidamente contra los cojines. Levantando un poco la cortina del carruaje, miró el oscuro color del cielo y la nevada cada vez más intensa, pero permaneció en silencio. El que estaba sentado a su lado estaba en medio de un vino tibio, con su fragancia que salía flotando como si alegrara el corazón y refrescara la mente.

Ese era Zhou Zishu.

Al darse cuenta de que no había dicho nada durante mucho tiempo, le preguntó suavemente:

—¿Qué sucede? ¿Cree usted que he cometido un error, príncipe?

Aunque el rostro de Jing Qi yacía impávido, el color de sus ojos vidriosos pareció profundizarse un poco y respondió a lo que escuchó como si estuviera hablando dormido:

—Aquel que injusto es, condenado a la ruina está... Zishu, ¿no tienes miedo de toparte con la retribución?

Zhou Zishu sonrió. —Príncipe, ¿todavía cree usted en esas cosas sobrenaturales?

Al sentirse un poco entumido, Jing Qi bajó la cortina y se llevó las manos a las mangas. —En mi vida, no creo en nada más que en lo sobrenatural.

Zhou Zishu vertió el vino tibio en dos copas pequeñas y le entregó una a Jing Qi primero. —Aquí tiene, príncipe.

Jing Qi la tomó, se la puso debajo de la nariz y la olisqueó suavemente. Su hermoso perfil de mirada baja estaba cubierto por una luz tenue, como si estuviera hecho de porcelana.

Zhou Zishu tomó un sorbo superficial como si lo estuviera disfrutando, con el deleite en todo su rostro. —El alcohol está prohibido durante el ayuno. Hoy es nuestro último trago. Tsk, su palabrería en la sala del trono nos hizo sufrir a nosotros los borrachos grandes y pequeños.

—Zishu.

La sonrisa en el rostro de Zhou Zishu se detuvo. —No se preocupe, príncipe. Le confisqué todo al hijodalgo Zhang, lo registré un buen par de veces, le cambié la ropa al derecho y al revés y le di una droga de mudez para que no pudiera hablar durante tres meses —dijo seriamente—. Se hizo en absoluto secreto, así que incluso el mismo hijodalgo está confundido al respecto. No importa por dónde lo miren, esto se trata de Helian Qi babeando por los encantos de alguien más y teniendo prisa por llevarlo a su hogar, sin acordarse de nadie más...

Levantó la comisura de su boca trasijada. —Cuando todo esto termine, le garantizo que el hijodalgo Zhang acabara con su propia vida, claro. Cuando llegue el momento, los muertos no contarán cuentos y eso será para mejor.

Zhou Zishu acudió en privado a esta reunión con Jing Qi sin una máscara en su rostro, exponiendo su apariencia original. El contorno de sus rasgos era claro y profundo y su nariz alta y recta. Se le podría describir como guapo, a pesar de esos labios anormalmente finos. Se decía que las personas de labios finos eran de emociones veleidosas, inconsistentes en el amor, y de orígenes decentes, eran los más lúcidos e indiferentes del mundo.

Qué lástima que Liang Jiuxiao, el chico tonto, creyera sinceramente que su shixiong era una figura de espíritu indomable y carácter benevolente.

Jing Qi suspiró. —Zhang Tingyu, hijo de Zhang Jin, coordinador provincial de Gansu. Está aislado en la capital y su origen familiar es todo el talento que tiene. No lo conozco, pero sé que es un poco mediocre en otros aspectos y sus perspectivas de futuro no se pueden sopesar. ¿Destruirlo... destruirlo así sin ninguna razón no te mueve en lo más mínimo la consciencia?

Zhou Zishu sonrió. —¿Sin ninguna razón? Esas palabras no se pueden usar así. ¿Qué buenas acciones ha hecho Zhang Jin con Zhao Zhenshu estos años? Con un papito así, la muerte del señorcito Zhang no es una injusticia. Su viejo es el lacayo de Helian Qi y yo lo llevé a su patio trasero. ¿No es solo un hijo que continúa el legado de su padre? Además... —bajó la voz mientras miraba a Jing Qi—. Si realmente manejé esto de una manera que infringiera la ley del cielo, ¿podría usted mirarme con indiferencia y solo amonestarme un poco en privado de esta forma, príncipe?

En solo unas pocas palabras, también lo había implicado específicamente en esto.

Jing Qi se dio cuenta abruptamente de que no tenía nada que decir. Retrajo la comisura de su boca con algo de cansancio. En este momento, el carruaje se detuvo y el cochero susurró desde fuera:

—Patrón, el carruaje del príncipe está más adelante.

Jing Qi se zambulló el vino y bajó la copa. —Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias. Tampoco puedo regañarte nada. Zishu, te daré un consejo como amigo: comete actos menos inmorales y preocúpate de arrepentirte en el futuro.

Dicho eso, salió del carruaje y se fue sin girarse.

—¿Actos inmorales? —Zhou Zishu sonrió y negó con la cabeza, para luego servirse una copa de vino. Cuando se la bebió toda, pronto llamó a la puerta del carruaje y ordenó—. El príncipe se fue, así que nosotros también volvemos.

Si una persona quería lograr hazañas de primer nivel, debía tener crueldad de primer nivel. Cruel con los demás y aún más cruel consigo mismo...

¿Inmoral? ¿Cuántas personas en el mundo eran realmente morales?

Jing Qi regresó a la residencia en medio de la intensa nieve. Inesperadamente, cuando abrió la puerta, una persona de nieve lo estaba esperando en el patio. Wuxi estaba parado allí, flanqueado por Ping'an y varios sirvientes que le sostenían un paraguas. Pero con el viento y la nieve incesantes, no cubrían nada, lo que lo convirtió rápidamente en un muñeco de nieve.

Jing Qi quedó atónito.

Sin embargo, Wuxi se apresuró a hablar primero. —Solo... noté hoy que pasó una shichen y no volvías. Vine a verte. Temía que algo hubiera ocurrido...

El corazón de Jing Qi se entibió tanto que no pudo evitar preguntar:

—¿Has estado esperando aquí, entonces?

—Entré por la puerta lateral. No te causaría problemas —dijo cautelosamente el otro.

Jing Qi frunció los labios, mas no sabía qué decirle, por lo que tuvo que fulminar con la mirada a Ping'an. —¿De qué te sirven los ojos? ¿Tendiste el joven chamán para que se secara en un día tan ventoso y nevado? ¿Así es como tratas a los invitados? Te estás volviendo cada vez más tonto, por no haberlo llevado todavía a cambiarse de ropa y traerle sopa de jengibre de la cocina.

Para el "título" de Zhang Jingyu se usa 少爷, lit. “joven señor” referido al hijo de un jefe o básicamente un señorito de nobleza heredada. Para diferenciarlo de la traducción que uso para 公子gongzi (señorito), por falta de opciones lo traduje como hijodalgo. "Señorcito" sonaba muy sarcástico y sí se usaba también después.Del mismo modo, para referirse a su padre más adelante se usa 老爷, lit. “viejo señor”, pero lo traduje como amo puesto que eso significa.