Capítulo 42: Las adivinaciones del viejo Séptimo

Hoy dijeron por ahí que el señor Zhao del Ministerio de Personal había renunciado. Mañana, se diría por ahí que el señor Zhou del Ministerio de Hacienda había sido designado a una región fuera de la capital. Pasado mañana, las peleas brotarían en todas partes, con la totalidad de la corte inmersa en una atmósfera turbia. Sería prácticamente un evento de "tan pronto como dejes de cantar, yo subiré al escenario".

Pero los días de Jing Qi transcurrieron con especial tranquilidad. Iba hacer un informe matutino todos los días, se bamboleaba bajo los ojos de todos los caballeros mientras carecía de un sentido de existencia, para después desaparecer sin dejar rastro.

Se le podría describir como que “aparecía y desaparecía como una sombra”.

El resto de su tiempo después de regresar –aparte del óbice diario de ser un maestro barato para ese niño Wuxi– se la pasaba corriendo a la Casa del Crisantemo para pasar el rato cuando hacía buen tiempo, y cuando no, se anidaba en su residencia. Se guardó un grupo de jóvenes actores de ópera de origen desconocido en su patio trasero y cuando no tenía nada que hacer le gustaba asumir la responsabilidad de escribir un par de guiones irrelevantes y excéntricos para que los cantaran. Cuando estaba de buen humor, a veces también invitaba especialmente a Wuxi.

Secretamente, Wuxi odiaba tanto el estilo de vida desenfrenado que le picaban los dientes, por supuesto, pero aun así sabía que no importaba lo desmedido y ridículo que fuera el tipo en este momento, las circunstancias lo obligaban a serlo. Frecuentemente terminaba de escucharlo sin decir una palabra y aquilataba la expresión de aquel que su evaluación anticipaba. Incluso si dicha evaluación podía arruinar su entusiasmo, siempre decía la verdad:

"Es como una elegía".

"Terror del largo de un día. Es como el alarido de un búho".

"¿Para qué… el disfraz? No lo entiendo. Creo que es igual que el fantasma de un ahorcado que no quedó limpio antes de reencarnar".

Cuando veía a Jing Qi rechinar directamente los dientes debido a sus ataques –incapaz de reavivarse y sin tener más remedio que forzar una risa avergonzada– sentía que un poco de melancolía le rellenaba el pecho.

Las personas bondadosas y demasiado atentas por lo general tendían a ser excesivamente inflexibles en los caminos del mundo, contrariamente incapaces de pensar en cosas imaginativas que iluminarían los ojos de los demás. Tras mucho tiempo, Jing Qi también descubrió que él mismo era bastante aburrido, ya que todas las cosas que podía imaginar pertenecían a la misma vieja colección. Bien podría huir a las calles y mercados de los plebeyos, escuchar historias, ver espectáculos y ser feliz.

Encontró una nueva forma de jugar a los pocos días. Cerca de un puente peatonal había un adivino medio inmortal con barba de chivo. Tenía un pequeño puesto establecido, y su boca era tan grande que podría dejar salir un carruaje de ella. Su habilidad para inventar patrañas y engañar a la gente era de primera clase. Sucedió que Jing Qi pasó por su lado mientras paseaba arbitrariamente, lo vio de reojo y la inspiración atacó. Sintió que depender de su propia charlatanería para ganarse la vida parecía sentarle muy bien.

Por lo tanto, todos los días durante un período de tiempo se agazapaba junto al medio inmortal como un pollo asado y lo atendía. Apuesto y con requiebro, día tras día vestía cáñamo de la cabeza a los pies, así que nadie conocía ni su identidad ni su estatus. Solo decía que era el joven aprendiz recién aceptado del medio inmortal. Luego de más de dos meses de persuasión, cuando se encontraba de buen humor el medio inmortal le enseñaba muchas habilidades de estafa. Jing Qi pensó en su corazón que ahora que tenía una habilidad decente, siempre podría confiar en ella para ahorrar dinero para comida si alguna vez realmente vagaba por jianghu algún día.

Tras terminar su aprendizaje después de medio año, sintió que sería vergonzoso robar el negocio de su "maestro". Con su maestro en el norte de la ciudad, buscó especialmente un lugar en el sur, estableció también un pequeño puesto, consiguió un cartel y escribió en él las pocas palabras extraordinariamente elegantes de "Las adivinaciones del viejo Séptimo". Además, le pidió a Zhou Zishu algunas cosas para el cambio de rostro, se untó desgarbadamente un poco en la cara para que su piel se manchara de color amarillo verdoso y entonces se puso cosas en los párpados para que ambos ojos estuvieran cerrados. Con un bastón roto en la mano, a primera vista, los que no lo conocieran realmente lo considerarían como un joven ciego con aspecto de muerto de hambre. Cuando llegaban los clientes, primero necesariamente hacía un espectáculo de asentamientos y una vez terminado el día –a veces era un día que se pasó agazapado– podía ganar más de diez monedas de cobre.

A pesar de no saber por qué Jing Qi salía, no pasaba todo el día con un montón de actores, por lo que no lo obligaba a acompañarlo a ver esas obras ininteligibles. Wuxi por fin suspiró de alivio, para volver a alarmarse inmediatamente después. Había oído vagamente a Ping'an quejarse de que su amo siempre se escapaba a las zonas de prostitución cada vez que tenía tiempo libre, y aunque sabía que Jing Qi debía comportarse como tal, el día de hoy aun así no pudo evitar seguirlo para echarle un vistazo.

Sus artes marciales eran excelentes, y después de intercambiar técnicas y luchas con Zhou Zishu, ambos estaban prácticamente a la par. Pese a que Jing Qi era naturalmente difícil de encontrar, lo vio escabullirse solo por una puerta lateral de la residencia, despachar a los guardias imperiales que lo perseguían y tomar callejones sinuosos cuidadosamente seleccionados a través de la capital. En tanto caminaba, sacó una cajita de sus solapas y se puso algo pegajoso en la cara, para después enredarse en un gran cité. Más tarde emergió del interior mientras saludaba felizmente a la gente previo a su partida, con un letrero y un pequeño cofre a la espalda.

Luego, en una zona en el curso alto del río Wangyue en el sur de la ciudad, encontró un enorme sauce y montó su puesto allí. La pequeña marta emergió de sus solapas, trepando por el árbol para jugar, y Jing Qi fue a apoyarse en su tronco. Dado que en este punto el otoño ya había ingresado a la capital, todavía hacía un poco de frío, por lo que se acurrucó en una bola con ambas manos recogidas en sus mangas mientras las cruzaba ante su pecho, lo que hacía que toda su persona pareciera desdichada. ¿Dónde estaba el encantador, vivaz y talentoso príncipe Nan'ning que despilfarraba dinero e incurría el enamoramiento en las alcobas de las mujeres capitalinas al pasar por su lado?

Wuxi puso los ojos en blanco sin garbo alguno, le compró una taza de té agradablemente caliente a un vendedor cercano y se paró sosteniéndola frente a Jing Qi. La nariz de este último –que se había enrojecido un poco del frío– se contrajo. La pequeña marta descendió del árbol y brincó al hombro de Wuxi, frotándose cariñosamente contra él.

Jing Qi tampoco se sorprendió al verlo. Montando un espectáculo, cogió ese bastón roto y lo golpeteó contra el suelo, empujó ligeramente el pie de Wuxi y tosió secamente. —Señorito, ¿será literomancia[1] o quiromancia? ¿Adivinación para una afinidad predestinada[2] o tu perspectiva futura? —habló tranquilamente.

Wuxi puso el té humeante frente a él y se sentó en el pequeño taburete en el lado contrario.

Jing Qi se llenó inmediatamente de sonrisas. —Este señorito es una persona verdaderamente generosa. Cultiva buen karma y buenos frutos se obtendrán. Llegará el día en el que tu amabilidad ciertamente obtendrá una buena recompensa.

Ni cortés ni modesto, al parecer tremendamente congelado también, levantó la taza de té y se la bebió.

Wuxi se rio. —¿Por qué saliste con este tipo de clima? ¿No tienes miedo del frío?

—¿No que la fragancia de las flores de ciruelo proviene del frío inclemente? —Jing Qi sopló el vapor mientras hablaba vagamente—. Además, ¿no me veo obligado a este estilo de vida?

La taza era grande. La sostenía con una de sus dos manos, intercambiándolas vez en cuando debido a la quemadura, y la consumió alegremente como si la comida que valía un par de monedas fuera la cosa más sabrosa del mundo. Wuxi de repente sintió que su pretensión de moralidad y virtud era bastante adorable.

Después de comerse casi todo, Jing Qi se refregó la boca. —Muy bien. Señorito, como altruistamente me has invitado a mí, el viejo Séptimo, algo de comer, la tarifa de adivinación de hoy no aplica. Ah, veo que tu corazón parece tener recelo. ¿Qué tal si te ayudo a adivinarlo?

Wuxi negó la cabeza con una sonrisa. —La última vez me dijiste que mi corazón no tenía recelo.

El otro agitó las manos. —La última vez no, pero hoy sí. Yo, el viejo Séptimo, tengo ojos ciegos, pero no un corazón que no ve. Guardas recelo respecto a la afinidad predestinada, ¿cierto, señorito? Ven, ven, ven, este humilde echará un vistazo por ti. Pásame tu mano.

Esa otra vez, había hecho que Wuxi se girara sobre sus talones y se fuera de la ira. Quién diría que el chico volvería al día siguiente como si nada hubiera ocurrido y simplemente se negara a abrir la boca sin importar lo que se le preguntara. Como le dolía todo el cuerpo del aburrimiento, el corazón chismoso de Jing Qi rebrotó, así que cambió de táctica para extorsionarlo. ¿Quién hubiera pensado que Wuxi lo miraría sinceramente, pero su boca estaría tan apretada cual almeja perfecta, imposible de abrir tanto en la vida como en la muerte?

Dado que dijo que le iba a agarrar la mano, Wuxi no lo esquivó. Si bien permitió que se la arrebatara con el cubrimiento de sus dos manos cálidas, negó con la cabeza aun así. —No necesito que lo adivines. No te lo permito.

La sonrisa de Jing Qi se puso rígida. Como tampoco estaba ciego, abrió los ojos para fulminarlo. —Deja de deslegitimarme siempre, mocoso repulsivo —susurró—. Me vas a ahuyentar todo el negocio en un instante.

Wuxi se calló, sonriendo con amabilidad e indulgencia, como si acompañara a un niño pícaro a jugar. Los dedos largos y delgados de Jing Qi le amasaron la mano y trazaron las líneas de su palma. No pudo evitar fruncir los labios. Una pluma parecía rozarle suavemente el corazón, con una picazón satinada y delicada. Deseó (y odió no) poder cerrar la palma y agarrar la mano itinerante del hombre, para jamás soltarla mientras viviera.

Asintiendo y negando con la cabeza de manera intermitente, Jing Qi sonrió después de investigar durante un largo período de tiempo, como si este fuera un verdadero trabajo. —Ah, felicitaciones, señorito.

Consciente de que estaba diciendo tonterías, Wuxi siguió sonriendo. —Felicitaciones, ¿por qué?

—Tu línea del corazón es larga y profunda, lo que muestra que eres un enamorado apasionado —balanceó la cabeza mientras actuaba como una persona muy culta—. Tu viaje de amor sin duda prosperará en todos los sentidos y estará siempre libre de tabúes, así que, si eres un poco resoluto y firme, ciertamente abrazarás a esa belleza. Hm... no hay interrupciones en la línea, lo que ilustra que la que admiras es una mujer devotamente leal...

La primera parte era como si lo volvieran a instruir, la segunda era demasiado infundada. Wuxi escrutó la deplorable cara de Jing Qi que tenía al frente, pensando: ¿Una… mujer devotamente leal? Por lo tanto, retiró la mano.

—Estás lleno de patrañas. Ni cerca estuviste —dijo.

Pero Jing Qi lo agarró y no lo soltó. —Yo, el viejo Séptimo, definitivamente no digo patrañas. Si no es el caso, entonces eso significa que la que ocupa tus pensamientos en este momento no es una buena combinación. ¡Señorito, ese mar de tribulaciones no tiene límites, arrepiéntete y la salvación en la orilla estará, ah!

Al escuchar que se estaba alejando cada vez más del tema, Wuxi se puso de pie. —Vuelve a decir estupideces y me voy.

El otro rápidamente lo jaló con una sonrisa. —Mi buen hermano, siempre vienes aquí. Puedes sentarte y quedarte conmigo un rato.

Wuxi sonrió, movió obedientemente el taburete para sentarse a su lado y sacó una copia de las Seis enseñanzas secretas de sus solapas. Mientras leía, prestaba atención a la labia del estafador para timar uno a uno a los transeúntes. Una vez pasado un rato, una nube vino a cubrir el sol, lo que hizo que se enfriara. Se desató su túnica exterior y se la lanzó a Jing Qi.

A sabiendas de que Wuxi tenía buenas artes marciales que ni el frío ni el calor podían invadir su piel dura, Jing Qi no fue modoso con él y agarró la túnica para envolverla alrededor de su cuerpo.

A partir de ese momento, Wuxi parecía haberse hecho un hábito. Cada vez que Jing Qi salía todos los días, se metía un libro en el bolsillo y lo seguía, para después ayudarlo a llevar su puesto y letrero de vuelta al cité por la noche.

Por extraño que parezca, desde que llegó Wuxi, el negocio de Jing Qi parecía haber mejorado mucho, especialmente porque a las mujeres de todas las edades que iban y venían siempre les encantaba echar un par de miradas al guapo extranjero. Jing Qi refunfuñaba –de una manera mitad genuina y mitad falsa– que si hubiera sabido esto antes no se habría puesto tantas cosas amarillentas en la cara.

Wuzi le dirigió una mirada inexpresiva. —¿Para que todos los capitalinos sepan que el príncipe Nan'ning ha establecido un puesto de adivinación en la calle?

Jing Qi estaba agazapado en el costado de la calle. —Este príncipe llamaría a esto "experimentar en carne viva el sufrimiento de la gente" —habló de una manera muy vulgar mientras mordía la mitad de un trutro—. Además, prácticamente todo el mundo aquí ya lo sabe. Esta pequeña estratagema mía puede engañar a los plebeyos pobres, pero ¿puede engañar a esos caballeros que tienen ojos y oídos conectados al cielo? Cuando fui a la corte ayer, el emperador me detuvo e insistió en que le adivinara.

Eso realmente parecía algo que haría ese viejo.

—¿Le adivinaste algo? —preguntó Wuxi.

—¿Adivinar qué? ¿Mis patrañas no serían engañar al monarca? —Su mordisqueo lo dejó tan limpio que ni siquiera los perros podrían sacarle algo, por lo que Jing Qi tiró el hueso de pollo a un lado y se limpió la boca—. Dije que el Hijo del Cielo es poseedor de un destino orquestado por los cielos, que su destino es un inescrutable secreto sagrado y yo soy un inmortal errante cuyo talento en el tao no es lo suficientemente profundo como para adivinarlo.

...¿Eso no era engañar al monarca?

Sin palabras, Wuxi miró el color del cielo. Ya era de noche. Estaba a punto de decirle que regresara, pero, de repente, una figura solitaria les bloqueó el camino al frente. Al levantar la mirada, vio que se trataba del príncipe heredero Helian Yi, seguido de un Zhou Zishu de cara impotente. Después de sobresaltarse por un momento, se puso de pie para cruzar los brazos ante su pecho e inclinarse ante Helian Yi, quien le agitó las manos.

—No es necesario ser tan cortés, joven chamán.

Sin embargo, Jing Qi aun así usó ese bastón roto para hincarlo. —Puedo oler riqueza. La nobleza de este señor no se puede describir con palabras. ¿Quiere que le adivine? No cobrar está prohibido...

Helian Yi había oído que estaba causando este tipo de problemas y ver la continuación de ello era algo que no podía soportar, así que había venido a arrastrarlo de regreso para evitar que se ridiculizara a sí mismo. Tan pronto como vio esa apariencia de rufián que tenía, sintió un enfado y una risa incontrolables y se sentó directamente. —No sé qué puede adivinar este... ¿viejo Séptimo?

Jing Qi se emocionó. —Ay, afinidades predestinadas, horóscopos, calamidades, dolencias menores... No es por alardear, pero este humilde sabe un poco de todo. ¿Será literomancia o quiromancia para usted, señor?

—Literomancia —respondió Helian Yi con una sonrisa superficial. Antes de que Jing Qi pudiera reaccionar, le jaló la mano y dibujó la palabra "jing" en su palma.

—Esa palabra... —soltó una risa seca—. Bueno, esa palabra tiene muchos significados. ¿Qué desea saber usted, señor?

—Una afinidad predestinada.

El corazón de Jing Qi se sobresaltó y la cara de Wuxi de repente se enfrió.

[1] Sobre la literomancia, en realidad dice 测字, cuya traducción más exacta sería glifomancia (glifo, referido a los caracteres, jeroglíficos o signos; -mancia, sufijo griego para "adivinación"). O sea, la adivinación usando el simbolismo presente en los componentes de los caracteres chinos (sean cantidad de trazos, radicales o el carácter en sí). Más información aquí. [2] 姻缘, sustantivo para un matrimonio predestinado por el destino o karma ("asignación kármica"). Extraído del modismo 前世姻缘, "un matrimonio predestinado en una vida anterior".En los raws hay un enredo. Priest al parecer se equivocó y mezcló "señor/viejo Séptimo". Dejé el título del capítulo como estaba, pero arreglé lo del letrero y cómo Jing Qi se dirige a sí mismo.