Capítulo 35: El cambiable Jiuxiao

Sin embargo, en medio del peligro inminente, Jing Qi se movió al lado con una destreza excepcional y la esquivó críticamente. Los delgados dedos de jade de la señorita Jiu sostenían un cuchillo, su filo se deslizó por el dobladillo de su ropa y le rajó un corte superficial.

Dado que su ataque no dio en el blanco, giró la mano y asoló horizontalmente, directamente hacia su cintura. Aunque Jing Qi pronto retrocedió tres pasos para esquivarlo, el movimiento mortal de la oponente lo volvió a perseguir.

Cuando vio eso... genial. Esta probablemente era una experta de wulin. No era rival para ella y posiblemente era demasiado tarde para llamar a alguien ahora. He Ji, ese bastardo. Si alguna vez hubo un mal momento para salir al baño, ¡debía ser este!

Siguió esquivando y retrocediendo hasta la esquina, donde ya no pudo recular. El cuchillo de la señorita Jiu se precipitó, y en un momento de desesperación, sacó una botellita de sus solapas y la lanzó directamente a la hoja del cuchillo. La mayor parte de la botella se rompió con un crujido. Observando mientras iba a cortar la mano de Jing Qi, la señorita Jiu de repente soltó un miserable chillido, arrojando el cuchillo y retrocediendo abruptamente un par de pasos. Esa mitad más grande de la botella que había quebrado a modo de elusión resultó rebotar y le saltó en la mano.

La señorita Jiu solo sintió que la zona contaminada por el líquido de la botella de repente ardía, infiltrándose dolorosamente. Una vez terminado el dolor prurito, se entumeció. Dicho entumecimiento le recorrió el largo de la mano, subió por el brazo y al resto de su persona. Dentro de poco, la mitad de su cuerpo ya no se podía mover.

La señorita Jiu se quedó mirándolo con ojos feroces. —¡Fu.. fu... funcionario perro! ¡Realmente usaste un método despreciable como este!

Tan pronto como la "mujer" abrió la boca, no se prestó más atención a ocultar nada, puesto que esa profundidad y ronquera eran obviamente la voz de un hombre.

La puerta de repente se abrió desde afuera. He Ji irrumpió con Ji Xiang a sus espaldas, con este último llevando una tacita en la mano con mucho cuidado y prudencia. Al ver este conflicto bélico, olvidó inmediatamente todo lo demás. —¡Amo!

Jing Qi puso los ojos en blanco y pensó en su corazón: Si hubiera contado con ustedes, realmente me hubiera muerto sin siquiera los pantalones puestos. Agitó la mano. —Está bien, váyanse. Vigílenme la puerta.

Tan pronto como He Ji se acercó, notó el aprieto de no poder mover un músculo en el que se encontraba la señorita Jiu y se sorprendió un poco. Después de todo, era alguien proveniente del palacio. Si bien no había estado siguiendo a Jing Qi desde el comienzo, estaba al tanto de los tabúes, por lo que se inclinó y se retiró. Jing Qi miró a Ji Xiang. Incluso si este último estaba reacio, tampoco había nada que pudiera hacer, así que se vio en la obligación de dejar la taza y murmurar:

—Amo, hace frío hoy, por si quiere beber.

Asintiendo superficialmente, Jing Qi los observó retirarse con impavidez. La puerta se cerró una vez más. Se sentó despreocupadamente y sonriente se quedó mirando a la "señorita Jiu", cuyas piernas ya se habían entumecido y no podía estar de pie, solo arrodillarse a un lado y jadear fuertemente. —Este príncipe no merece en absoluto el elogio de ser despreciable y cosas por el estilo. En cuanto a los métodos, mi buen... hermano, eres un hombre magnífico que se disfraza de mujer. Eso tampoco es muy franco y honesto, ¿no?

La boca de la "señorita Jiu" se movió repentinamente, pero la mano de Jing Qi fue aún más rápida. Le agarró el mentón y se lo desequilibró con agilidad. —¿Qué estás haciendo? ¿Quieres imitar a los asesinos suicidas, morder el veneno que tienes en la boca?

Se inclinó y recogió el cuchillo del suelo, lo sopesó en su mano y lo acercó ante la "señorita Jiu". —¿Sabes qué tipo de cuchillo deberías usar en asesinatos nocturnos? —preguntó en voz baja.

Esto claramente era amedrentar a un hombre que no podía hablar. Jing Qi se echó a reír y acotó para sí mismo:

—Es usted un aficionado, ¿verdad, héroe? Los cuchillos que se usan durante el día son diferentes de los de noche. El tuyo destelló con luz fría, entonces, ¿cuán ciego se tendría que estar para no verlo en la oscuridad, ah? Yo te enseñaré, amigo. La próxima vez que hagas algo como esto, trata de buscar un maestro y haz que te dé uno especial para uso nocturno. Ni su hoja ni su empuñadura podrán reflejar la luz, ya que estarán recubiertas de tenorita.

La "señorita Jiu" tenía la boca abierta, incapaz de cerrarla, con saliva que ya chorreaba de ella. Jamás había sufrido este grado de humillación, contemplando la expresión de Jing Qi que parecía que iba a tragársela entera.

Jing Qi reconoció que el tipo evidentemente no tenía nada que ver con Liao Zhendong. Si no fuera por el uso de las cosas que Wuxi le dio, podría haber tenido que dejar su mísera vida aquí. Asimismo, era bastante improbable que Liao Zhendong estuviera en el punto de que montara un espectáculo falso por un acto real... Vacilando un poco, se agazapó, mirando a la "señorita Jiu" mientras le hablaba susurrante:

—Te voy a equilibrar la mandíbula ahora. Un hombre varonil, incluso uno que es un asesino, debe tener la presencia de poder de matar a alguien en diez pasos, que incluso una larga distancia no puede obstaculizarte. Entonces, ¿no es impresentable que intentes suicidarte porque te atraparon?

Sus ojos eran demasiado límpidos y brillantes, con una vaga expresión risueña en su interior, lo que hizo que la "señorita Jiu" lo mirara con perplejidad. Jing Qi ya le había reacomodado cuidadosamente el mentón y sin importarle la mugre se había sentado en el suelo a su lado. Sin esperar a que la "señorita Jiu" abriera la boca, preguntó:

—Eres un asesino que mata funcionarios corruptos, entonces, ¿por qué me pones a mí en la mira? Con ese tipo de habilidad, Liao Zhendong está en el patio delantero, ¿por qué no le fuiste a cortar la cabeza a él? ¿No sería la muerte que acaba con todos los problemas?

—Ese funcionario corrupto realmente aprecia la vida y teme a la muerte y sabe muy bien que es culpable de muchas cosas. Temeroso de que un demonio lo visite en medio de la noche, el lugar en el que se aloja está repleto con lo que son guardias aparentemente imperiales, pero que en realidad son tropas privadas. Sus patrullas son tan estrictas que no son menores que las del palacio imperial, así que, ¿cómo podría infiltrarme? Pensé que si este señor comisionado imperial era bueno, podría echarle una mano incluso a costa de mi vida, pero no esperaba... ¡que los dos fueran unos canallas coludidos, injuriando a un súbdito leal y repartiéndoles castigo a todos! ¡Aunque no tengo talento, bien podría haberte hecho tomar su lugar! —explicó con enojo la "señorita Jiu".

Resultó que el tipo sabía que había ido a buscar a los débiles.

Jing Qi soltó un "oh", entornó los ojos y alargó sus sílabas. —Tropas privadas... ¿Planea rebelarse?

Se rio entre dientes mientras negaba con la cabeza. Sacó una hilera de botellas y frascos de sus solapas, los extendió por el suelo, tomó un trozo de papel y los comparó uno por uno. —Las artes marciales son algo que practiqué por unos días —dijo gentilmente—. No me atrevo a presumir, pues en la práctica es apenas suficiente para sobrevivir. No se pueden comparar con las tuyas, por supuesto, y también pudiste notarlo.

La "señorita Jiu" resopló con frialdad. —¡Si no hubieras usado veneno, definitivamente habría arrebatado tu perra vida en dos movimientos!

A Jing Qi no le importó. Estiró la mano para quedarse con dos botellas de la pila en tanto volvía a guardar el resto en sus solapas. —De las dos personas que vinieron hace un momento, uno es mi paje. Todo lo que hace es servir té, traer agua, sacar cuentas y hacer recados. Claramente alguien en quien no deberías poner tu mira, héroe. El otro es un guardia de la ciudad imperial, cuyas artes marciales probablemente sean igual de excepcionales que las tuyas. También hay algunas personas que traje de mi residencia. También te diste cuenta de eso... Hiciste un bullicio tan grande con tu agitación recién, pero no escucharon nada. Eso se debe a que el señor Liao los asentó intencionalmente en otros lugares, ello bajo el glorioso nombre de fortalecer la protección contra los movimientos de las turbas.

Como no esperaba escuchar un conjunto de palabras como ese, la "señorita Jiu" no pudo evitar quedar atónita.

Vio a Jing Qi recoger una botellita sonrientemente, la cual pasó por debajo de su nariz. Un olor acre se disparó a su coronilla, y aunque la "señorita Jiu" rápidamente sintió que todavía no había fuerza en su cuerpo, la potencia del entumecimiento desapareció un poco. Antes de que pudiera reaccionar, Jing Qi tomó otro frasco y sacó una pastilla, se la metió implacablemente en la boca y lo obligó a tragarla. —Estas cosas no son mías —masculló para sí mismo—. Solo estoy siguiendo las instrucciones, no sé si surtirá efecto o no. Si por casualidad cometí un error, no me culpes cuando te vayas al Manantial Amarillo, hermano. Tú intentaste asesinar a este príncipe primero, en serio.

La "señorita Jiu" estaba atónita al principio, pero después de escuchar esto, su rostro tendió a lo verdoso. Escuchó a Jing Qi continuar:

—Dijiste... que ibas ayudarme a costa de tu vida. Me atrevo a preguntar, héroe, ¿por qué harías eso? No hay nada que pudieras hacer con respecto a Liao Zhendong, así que te concentraste en nuestro trío de amo-sirvien... Ji Xiang da igual, pero, incluso si tuvieras dos personas y media, ¿podrías entonces derribarlo?

De repente golpeó fuertemente a la "señorita Jiu" en la cabeza, regañándola en voz baja. —Héroe, nació usted en una familia de vendedores de engrudo, ¿cierto?

A pesar de que este héroe "señorita Jiu" tenía artes marciales decentes y algunos trucos a mano, no era más que un joven inexperto que actuaba solo conforme al hecho de estar lleno de sangre caliente. El joven no había esperado esta superposición, por lo que se quedó estupefacto en el lugar debido al golpe de Jing Qi. Estiró la mano con vacilación y se acarició la zona donde lo habían hincado, descubriendo así que podía moverse de nuevo.

—Tú...

Jing Qi se puso de pie, se quitó el polvo a palmaditas y tomó la taza que Ji Xiang había traído, levantó su tapa y tomó un sorbito. —Oh, cierto, dijiste que este príncipe ha dañado a súbditos leales. Deja te explico, héroe. Dijiste que el señor Liao tiene una seguridad estricta donde ni siquiera tú podrías infiltrarte fácilmente. ¿Cómo pudo ese "súbdito leal", que ni siquiera tenía la fuerza suficiente para luchar contra un pollo, precipitarse adentro a tontas y a locas?

La "señorita Jiu" se quedó mirándolo fijamente en el lugar. Usaba la piel pintada de una beldad, pero su expresión en este momento era la de un idiota. Con un vistazo accidental en su dirección, Jing Qi casi se largó a reír. El pequeño fuego abrasador que había expulsado también se había dispersado. —Arréglate —dijo mientras lo despedía con la mano—. Cuando alguien te pregunte después de salir, di que a este príncipe no le gustan las "bellezas" demasiado altas y te dijo que te retiraras. Anda, entonces.

La "señorita Jiu" tenía encima una cara falsa, no se pudieron ver cambios en ella, pero sus orejas se enrojecieron. —Enton... ¿entonces estás diciendo que tú y Liao Zhendong no están juntos? —murmuró.

Jing Qi se rio burlonamente, pensando para sí mismo que este tipo era alguien realmente honesto. —Este príncipe nunca dijo eso.

Esas palabras excedían el alcance de la comprensión del héroe. No se fue, tampoco se quedó, sino que estuvo aturdido durante mucho tiempo antes de tener una epifanía. —No, no están juntos. De ser así, podrías haberme matado en ese momento o haberme entregado a ese funcionario perro.

—Tal vez quiero explotarte por algo —dijo Jing Qi, sin siquiera levantar la cabeza.

—Cualquier cosa que tengas, podrías ir a contársela a Liao Zhendong, ya que está ansioso por adularte. Si no pudiera hacer algo él, ¿cómo podría yo? —respondió la "señorita Jiu", completamente segura de sí misma.

Jing Qi levantó la cabeza para mirarlo con cierta sorpresa, pensando que el tipo era un poco interesante. Cuando pensaba que alguien estaba torcido, entonces, independientemente de lo torcido que estuviera, se giraba y pensaba en las partes buenas que tenía. Como no estaba dispuesto a enredarse más con él, asintió con desgana. —Dijiste que no es así, entonces no es así. Anda, este príncipe va a descansar.

Pero la "señorita Jiu" era implacable. —De ninguna manera. Te lo juro, si viniste a investigar la corrupción en nombre de la gente común, ¡te ayudaré a costa de mi vida!

—Este no es un asunto en el que sirvas.

No provocar problemas sería genial. Eso sería ayudar.

—Dices la palabra y definitivamente podré cumplirla por ti. —La "señorita Jiu" lo miró con una cara decidida—. No parpadearé ante las tribulaciones más peligrosas.

A pesar del poco de impotencia, Jing Qi también sintió inexplicablemente algo de afabilidad, pensando que esta falsa dama en cierta forma era igual al pequeño veneno. Recorría obstinadamente un camino a la oscuridad. —¿Cuál es tu distinguido nombre y apellido? —preguntó con una gran sonrisa.

—Mi apellido es Liang. Me llamo Liang Jiuxiao.

Jiuxiao, "el noveno y más alto cielo", con no poca cantidad de ánimo. Jing Qi asintió, pero antes de pensar en hablar, de repente recordó algo... ¿Liang Jiuxiao? ¡Ese nombre sonaba un poco familiar!

Recordó que antes de su partida Zhou Zishu lo había buscado específicamente para decirle que de casualidad tenía un pequeño shidi que se había ido solo a experimentar el mundo en las Guang y que era libre de ir a buscarlo si le tenía alguna utilidad. A ese "pequeño shidi"... parecía haberlo llamado "Liang Jiuxiao".

No pudo evitar soltar:

—¿Qué relación tienes con Zhou Zishu?

Los ojos de Liang Jiuxiao se iluminaron. —¿Conoces a mi shixiong?

Jing Qi prácticamente quiso romperse la cabeza contra algo y morir. ¿Qué tipo de desorden complicado era todo esto?