Capítulo 17: Asesinos en un paseo nocturno

Capítulo amablemente traducido por EisowlKoi y editado por mí (≧ω≦)

Sus ojos se aclararon de inmediato.

No había estado prestando atención, así que recién ahora se dio cuenta de que su grupo había doblado en un pequeño callejón. Todo el mundo había abandonado los callejones con la emoción de la víspera de Año Nuevo, por lo que estos espacios eran como sombras bajo las linternas, aún más desiertos.

—Joven chamán, adelántense —rugió Ashinlae.

Con una apariencia furiosa, extendió la mano y de su espalda desenvainó un sable de estilo extraño que había ocultado en su ropa todo este tiempo. Jing Qi lo entendió de inmediato: este grupo estaba tras Wuxi y, a juzgar por esa reacción, esta no era la primera vez.

—¿Qué está pasando aquí? —susurró entonces.

Wuxi frunció los labios, lo agarró del brazo y lo arrastró a su lado. En el rostro del joven que acababa estar mirando con curiosidad en todas direcciones, una mancha de crueldad surgió rápidamente y no respondió a la pregunta, solo dijo:

—No tengas miedo, no tiene nada que ver contigo. Regresa. Hay mucha gente allí, no te perseguirán.

Su discurso aún no había terminado cuando varias figuras saltaron, con cada uno de sus rostros cubierto. Las armas que sostenían eran exactamente las mismas que las de Ashinlae, con hilos multicolores enrollados alrededor de las empuñaduras de los sables. Llevaban en la espalda pequeñas ballestas, probablemente el mismo objeto del que se había disparado la reciente flecha envenenada. En sus ropas estaban bordados los colmillos y las garras danzantes de las cinco criaturas venenosas.

Jing Qi entrecerró los ojos. ¿Era la propia gente de Nanjiang? Los bárbaros del sur eran ciertamente muy valientes, incluso para intentar un asesinato justo debajo de los pies del Hijo del Cielo.

Había escuchado antes de Wuxi que, aunque Ashinlae parecía impulsivo e imperioso, seguía siendo el guerrero número uno de la tribu. Realmente tenía algo de talento, pues devastó rápidamente a varios de los asesinos. Wuxi empujó con fuerza a Jing Qi detrás de él y dijo:

—¡Corre rápido! ¡Regresa al lugar concurrido!

El adolescente generalmente parecía taciturno y fácil de intimidar, pero no tenía poca fuerza. El empujón causó que Jing Qi tropezara unos pasos, casi lo estrelló contra una pared.

La marta asomó la cabeza fuera de sus brazos, chillando ansiosamente.

Jing Qi usó suavemente la mano para cubrirle la cabeza, diciéndole "shhh" en voz baja. —Está bien, no tengas miedo —murmuró.

Ashinlae se mezcló con algunos asesinos cuando de repente uno salió de la otra dirección. Aunque lo vislumbró por el rabillo del ojo, ya era demasiado tarde. El recién llegado ignoró completamente a Jing Qi y se arrojó a Wuxi.

Los ojos gigantes de Wuxi se entrecerraron rápidamente. Se agachó de repente, como si misteriosamente se encogiera en el suelo, y esquivó el golpe. Debido a la excesiva cantidad de fuerza ejercida, cuando el asesino se dio la vuelta para otro golpe, ya había perdido la mitad del ritmo. Wuxi extendió la mano en un ángulo extraño a la velocidad del rayo, con algo que parecía reflejar la luz de sus uñas, y apretó la garganta del asesino.

Los movimientos de este último se detuvieron de repente. Casi al instante, una nube de qi negro le inundó todo el cuerpo, cubriendo la piel expuesta en sus manos y frente. Con los ojos saltones, la garganta hizo algunos ruidos y las extremidades se contrajeron, entonces se derrumbó en el suelo.

Un hedor llegó. Wuxi pasó por encima del cadáver y levantó la cabeza para mirar a los otros asesinos.

Pero un momento después, el cadáver se convirtió en un charco de cadáver líquido.

Una expresión nauseabunda se mostró en el rostro de Jing Qi e inconscientemente le dio unas palmaditas en la cabeza a la pequeña marta. Estaba pensando en cómo habían pasado tantos años y había creído que este pequeño veneno había enmendado sus costumbres. Al final resultó que la realidad era que había empeorado: sus acciones eran tan despiadadas, sus malos hábitos aún no desaparecían.

Esa maniobra realmente sometió a los asesinos. Una vez que Wuxi levantó la mirada, varios de ellos dieron simultáneamente medio paso atrás.

Jing Qi negó con la cabeza y suspiró, probablemente con un poco de resignación en su corazón. Wuxi notó que no se había ido y se puso ansioso, girando la cabeza para fulminarlo con la mirada.

No obstante, se acercó al cadáver sin prestarle atención a Wuxi, se agachó y lo analizó. —Caballeros, tienen las cualidades inherentes de los buenos amigos del sur, ya que no pudieron esperar ni un segundo para aprovechar la oportunidad de venir a matar a alguien. Si el taoísta Li se enterara, no sabría decir cuánto vomitaría.

Los ojos del asesino jefe se abrieron de par en par, mirando a Jing Qi con un asombro interminable. Vieron al débil y erudito joven despojarse descuidadamente de su túnica exterior, sostenerla en sus manos y doblarla un par de veces para luego usarla como barrera para recoger una ballesta de Nanjiang que había caído junto al cuerpo durante la pelea, eso mientras chasqueaba la lengua y suspiraba.

—Buen material.

Sin embargo, antes que terminara de hablar, su mano se disparó repentinamente como un rayo, abrió la ballesta, apuntó como nunca antes lo había hecho y lanzó su afilada flecha. El asesino directamente enfrente de él obviamente no había esperado que este refinado joven disparara a matar sin siquiera saludar y no pudo reaccionar por un momento tras haber recibido el impacto directamente en el pecho hasta la espalda. Se desplomó en una esquina, inmóvil.

Jing Qi negó con la cabeza. —Uy, descuidé la práctica. Tendré que devolverle esa pizca de destreza en el tiro con arco a caballo a mi difunto maestro que me la otorgó, ya que ni siquiera puedo disparar a corta distancia —entrecerró los ojos y sonrió mientras se volvía para hablar con un asesino diferente—: Te estaba apuntando a ti.

Esta vez, incluso Wuxi se quedó mirándolo, sin poder reaccionar.

Jing Qi se puso de pie y le palmeó el hombro como si estuvieran en el mismo barco, negando con la cabeza de nuevo con un suspiro. —Había creído que este tipo de lucha interna era una especialidad local de nuestra Gran Qing, pero tu hogar también la tiene. ¿Quiénes son los de esta marea de hermanos?

—La tribu del Chamán Negro… no tiene nada que ver contigo. Regresa.

—¿No tiene nada que ver conmigo? —arqueó una ceja, hablando lánguidamente—. En la capital de la Gran Qing y bajo los pies del Hijo del Cielo, hubo un intento claro de asesinato… Hmm, a este príncipe se le puede considerar como un funcionario designado de la dinastía, ¿verdad? Y me hicieron presenciar sangre en la noche de esta víspera... pero ¿dices que esto no tiene nada que ver conmigo, joven chamán?

Se rio con frialdad, con una mano sujetando la ballesta dividida con ropa y la otra a sus espaldas. Su rostro típicamente expresivo se tensó en un duro arco.

Los asesinos se miraron simultáneamente y murmuraron cosas que Jing Qi no logró entender. Junto a él, Wuxi se tensó de inmediato y le bloqueó el frente.

En este momento, de sus solapas Jing Qi sacó un pequeño fuego artificial que acababa de comprar en la feria, lo pegó en la punta de la flecha y la disparó al cielo. Explotó aleatoriamente en conjunto en el aire, lo que realmente lucía muy bonito.

Los de Nanjiang no sabían para qué era eso, así que se lanzaron sobre los dos. Wuxi sacó de la zona de su pecho un garfio del tamaño de un antebrazo que se parecía a la cola de un escorpión. No hacía falta decir que era extremadamente venenoso. Los asesinos parecieron refrenarse por el miedo al arma, ello mientras los dos bandos se enredaban en la pelea.

No obstante, Jing Qi habló con una entonación relajada, pero tan clara que todos pudieron entender con claridad:

—Qué juguete son los chamanes negros, no lo tengo claro. Sin embargo, caballeros, todos deben saber que incluso si algunos logran regresar hoy, es probable que su jefe los discipline. Si no me equivoco... su amo no podría haber emitido una orden como esta. Quién de ustedes es el sabelotodo que trajo a la gente aquí, ¿eh?

Como fue de esperar, hubo un asesino que se distrajo por lo que dijo y el garfio de Wuxi lo atrapó por el cuello. Con un abrupto tirón, su cabeza fue arrancada hasta la mitad y la sangre brotó un buen par de zhang. Jing Qi enseguida retrocedió tres pasos, pero aun así se le mancharon las solapas delanteras, por lo que chasqueó la lengua. La marta que se escondía cerca de su pecho inmediatamente le dio a su pelaje una violenta sacudida, escaló y en dos o tres brincos ya había alcanzado el hombro de Jing Qi.

—¿No entienden por qué lo sé? ¿Cuántas personas saben que busqué al joven chamán para salir esta noche? —continuó—. Estoy pensando que, dado que acabo de encontrarme con el príncipe heredero, envió especialmente a alguien para que informara de esto a mi residencia. Solo entonces se enteró todo el lugar de que yo no estaba allí, ¿verdad? Que tendieran una emboscada aquí como si eso fuera predecible... ¿Acaso no es informarme directamente que el segundo duque Helian Qi enterró un topo en mi residencia?

Ya sabía que Helian Qi y el taoísta Li habían puesto un espía allí. Aunque nunca era bueno alertar inadvertidamente al enemigo, en este momento no quería que este rebaño de asesinos idiotas lo expusiera, así que por casualidad encontró una salida.

Hace mucho tiempo que se había acostumbrado a los grandes espectáculos, incapaz de contar la cantidad de veces que había estado en la línea entre la vida y la muerte. A pesar de que varios de los asesinos tenían habilidades mediocres, aun así, no lo tomaban en serio. —Qué lástima me da ese segundo Helian —continuó mientras reía fríamente—. Aunque le llevó muchos años difíciles meter a su espía en la residencia, mientras este príncipe vuelva y pregunte quién se fue al anochecer... Saben cuál será el resultado, desde luego. Díganme, ¿qué pensarán de eso él y ese nariz de toro del viejo Li? ¿No temen causar la desgracia de su amo, que no pueda comer ni siquiera huesos…?

Esas palabras eran patrañas. Mucha gente había abandonado la residencia Nan’ning esta noche y había sabido de mucho antes que esa persona se encontraba allí.

Antes de terminar, un asesino se impacientó e intentó cruzar la distancia hacia Wuxi. Esto era lo que Jing Qi había estado esperando. Sabía que su propia habilidad en el cuerpo a cuerpo era impresentable, por lo que de antemano había cargado una fecha envenenada en la ballesta. Siempre y cuando alguien se acercara, sería el siguiente en ser perforado.

Pero no contaba con que Wuxi se lo arrebatara a mitad de camino. El chico al parecer creía firmemente que no tenía la capacidad de resistirlos, así que lo estaba protegiendo desesperadamente. El garfio apuñaló al asesino en el estómago y le arrancó todas las entrañas.

Pero el hecho que se diera la vuelta así expuso un punto de vulnerabilidad. Otro asesino aprovechó rápidamente la oportunidad y pronto trajo su filo macheteando hacia abajo. Sus movimientos fueron muy veloces y Jing Qi ya no pudo seguirles la pista. Wuxi se lanzó hacia adelante con fuerza, solo para visualizar que el enemigo seguía persiguiéndolo. Jing Qi inmediatamente disparó la flecha en un ángulo muy complicado: el asesino estaba decidido a matar a Wuxi y no prestaba atención a su flecha fría, por lo que su intento de esquivar no tuvo éxito y le dio en el hombro.

Estas flechas envenenadas eran realmente tóxicas. El asesino atacado no dio más de la mitad de un lento paso hacia adelante antes de caer al suelo, inmóvil.

Ese disparo fue bastante emocionante. Jing Qi suspiró levemente de alivio, procediendo a hablar como si nada hubiera pasado. —Por qué este tipo era tan autoritario… Como decía, su amo reconoció al segundo Helian como su padrino. Cuando no hay buena coordinación, se perjudican entre sí. Ya que tiene subordinados como ustedes, se puede asumir que su amo es de todo menos brillante. Si yo fuera tú, nada más me mataría para que esto se acabara. ¿Por qué molestarlo con regresar y aumentar su sensación de asfixia?

Justo en ese instante, el sonido reverberante de los pasos de muchas personas provino del interior del callejón. Los asesinos se sobresaltaron de terror, con Jing Qi negando con la cabeza y sonriendo. —Ya era hora. Es probable que no lo sepan porque vienen de tan lejos, pero las casas de la capital están hacinadas y para evitar que se incendien, durante las festividades, los petardos se deben estallar en las avenidas y en las orillas de los ríos. La prohibición de encenderlos en callejones ha estado vigente por varios años. La guardia del Cetro Dorado finalmente viene a arrestar a este príncipe infractor.

Después de eso, su voz clara y alegre sonó. —¡El príncipe Nan’ning está aquí! ¡¿Quién se atreve a ser imprudente?!

Cuanto más se acercaban los recién llegados, más urgentes eran sus pasos, como si estuvieran separados por un solo callejón. El jefe de los asesinos hizo una finta de distracción, se pellizcó los dedos para silbar y emitió un sonido agudo. Los asesinos se detuvieron todos a la vez, saltando por las paredes y huyendo.

—Vaya, ¿sin suicidio? —gritó Jing Qi—. Buen viaje. Lamento no salir a despedirlos.

La marta se agachó sobre su hombro, balanceando la cola con una sintonía inusual.

Wuxi suspiró de alivio, pero antes que tuviera tiempo de hablar, Jing Qi de repente lo jaló y le hizo un gesto a Ashinlae. —Vamos, ahora —susurró.

Sin comprender, Ashinlae preguntó:

—¿Por qué deberíamos irnos? ¿No es la guardia...?

Jing Qi reprimió la voz. —Solo estaba diciendo tonterías para engañarlos. Regresemos primero, después lo explico.

Ashinlae lo siguió mientras corría, girando simultáneamente la cabeza para mirar hacia atrás. —Entonces, ¿quiénes vienen?

—No encender fuegos artificiales en los callejones es una regla consuetudinaria entre la gente del vecindario y todos vigilan a los niños de todos para que no provoquen un incendio. Simplemente atraje la atención de algunos vecinos y los ciudadanos que viven cerca vienen a darles una lección a unos niños imprudentes. Decir lo que dije probablemente los enfureció, así que se apresuraron un poco. Si no nos vamos, tendremos que pagar por los daños...

Su voz se detuvo abruptamente cuando Wuxi de pronto se tambaleó y se estrelló de cabeza contra él.

Después de dar medio paso atrás, Jing Qi lo ayudó a incorporarse, solo para sentir que su espalda estaba empapada cuando bajó la mano. Su corazón se contrajo. —¿Te lastimaste?

Wuxi apretó los dientes durante mucho tiempo, sin emitir un sonido mientras se agarraba con fuerza la ropa. Las respiraciones eran ásperas y pesadas y no se ralentizaron hasta mucho tiempo después. Posterior a ello, empujó los hombros de Jing Qi para erguirse con mucha dificultad. —Estoy bien. No me duele y tomé el antídoto. No es necesario sostenerme, puedo caminar.

Este chico era más terco que un verdadero burro. Reacio a prestarle atención, Jing Qi le ordenó a Ashinlae:

—Llévalo en tu espalda.

Ashinlae fue obediente. Sin resquicio a la discusión, colocó a Wuxi en su espalda con fuerza y los tres, empapados de sangre de pies a cabeza, regresaron a la residencia del joven chamán.

Wuxi comenzó a tener fiebre esa misma noche. Cuando se trataba de la administración de veneno, si Wuxi se atrevía a reclamar el segundo lugar, probablemente nadie en la totalidad de la Gran Qing clamaría el primero. Todos los guerreros de Nanjiang que estaban vigilando vieron esto y dijeron que estaba bien, que esa era una reacción común al tomar el antídoto y se recuperaría después de arder toda la noche.

La pequeña marta estaba sentada cerquísima del borde de la cama de su amo, sus ojos giraban para mirar esto y aquello, usando su cabecita para darle empujones. Al ver que la ignoraban, comenzó a chillar, mirándolo con verdadera lástima.

La residencia del joven chamán estaba compuesta solo por una pandilla de hombres viejos, no había ni una sirvienta. Jing Qi suspiró, sintiendo que tenía el destino de una niñera y por eso se quedó a dormir. Le dijo a Ashinlae que enviara a alguien para notificarle a Ping'an, así como transmitirle la orden de que, a partir de ahora, nadie tenía permitido salir de la residencia Nan'ning a voluntad y que todo tenía que quedar en espera hasta que regresara a ocuparse de ello.

Después de esto, se sentó a un lado y recogió a la marta para acomodarla en sus brazos. Pidió que le trajeran un recipiente con agua fría, empapó la toalla en ella y la colocó en la frente de Wuxi para refrescarlo.

Afuera, Ashinlae les estaba contando lo que sucedió esa noche a los demás, parloteando en el dialecto de Nanjiang. Aunque Jing Qi no podía entenderlo, podía adivinar lo que decían y no se preocupó por ello. Tras un rato sentado, se sintió un poco confuso, por lo que se apoyó contra la cabecera y cerró los ojos a modo de reposo.

Cuando se acercaba el amanecer, Wuxi abrió abruptamente los ojos. Su movimiento despertó a Jing Qi, quien extendió la mano para tocarle la frente. Al descubrir que todavía tenía un poco de fiebre, supo que el chico definitivamente no estaba cómodo. —¿Todavía sientes dolor o quieres agua? ¿Necesitas algún tipo de medicina? —preguntó.

Sin embargo, Wuxi parecía aturdido, como si acabara de toparse con una pesadilla.

—¿Wuxi? —Le dio unas palmaditas ligeras.

Wuxi lo miró fijamente. —Te acabo de ver… —habló con voz ronca.

Jing Qi hizo una pausa, simplemente escuchándolo continuar:

—Soñé que te veía… con la cabeza llena de cabello blanco, sentado frente a una gran piedra. Te hablé, pero me ignoraste…